La incorporación de Venezuela al Mercosur justo cuando se suspendía a Paraguay creó diferencias entre altos funcionarios concernidos y dudas en el futuro de la arquitectura legal del bloque. La sorpresiva resolución de permitir el ingreso de Venezuela al Mercosur (Mercado Común del Sur), en la cumbre del viernes 29 en la provincia argentina de […]
La incorporación de Venezuela al Mercosur justo cuando se suspendía a Paraguay creó diferencias entre altos funcionarios concernidos y dudas en el futuro de la arquitectura legal del bloque.
La sorpresiva resolución de permitir el ingreso de Venezuela al Mercosur (Mercado Común del Sur), en la cumbre del viernes 29 en la provincia argentina de Mendoza, carece del aval de Paraguay, suspendido en esa misma reunión y cuyo parlamento no había ratificado la adhesión plena del país petrolero, como exige el Tratado de Asunción, constitutivo del bloque.
La reacción más dura la manifestó este martes 3 el vicepresidente de Uruguay, Danilo Astori, para quien constituye «una agresión institucional muy importante para el Mercosur. Es una herida institucional muy importante, quizás la más grave de los 21 años» del bloque.
Lo que sucedió en Mendoza es «ir al corazón del Tratado de Asunción e ignorar una de sus normas más importantes, que es que el ingreso de un miembro pleno debe ser aprobado por todos los miembros plenos ya existentes», dijo Astori en declaraciones publicadas por el diario uruguayo El Observador.
A partir de ahora, «podría pasar cualquier cosa» en el Mercosur, porque «ya no queda ninguna norma importante que no sea violada», sentenció.
Mientras la crisis se despliega dentro del gobierno uruguayo, cuyo canciller también expresó objeciones a la forma de ingreso de Venezuela, el profesor de relaciones internacionales de la Universidad Estadual Paulista, el brasileño Tullo Vigevani, evaluó que «la cuestión es controvertida» y «abre un interrogante».
El Mercosur, integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, había aceptado la entrada de Venezuela como miembro pleno en una reunión presidencial en 2006. Pero esa decisión debía ser ratificada por los parlamentos de cada país, acción que nunca consiguió votos suficientes en el Senado paraguayo.
Con la crisis institucional paraguaya, que se precipitó el viernes 22 de junio con la destitución sumaria del presidente Fernando Lugo, los mandatarios de Argentina, Brasil y Uruguay plantearon el atajo de suspender a Paraguay, en virtud de que violó la cláusula democrática del bloque, y en simultáneo aceptar el ingreso formal de Venezuela.
La decisión lleva las firmas de las presidentas Cristina Fernández, de Argentina, y Dilma Rousseff, de Brasil, y del mandatario de Uruguay, José Mujica.
La suspensión de Paraguay cesará cuando se restablezca el orden democrático el año próximo, luego de que se celebren elecciones generales y asuma un nuevo gobierno.
¿Qué pasará entonces cuando ese país fundador del Mercosur se vea ante un hecho consumado en su ausencia y sin aval de su Poder Legislativo?
Para Vigevani, «si en el futuro el parlamento paraguayo no ratifica la incorporación venezolana habrá un nuevo problema», y ese país «podría salir definitivamente del bloque».
«En el cuadro actual, la perspectiva es la de la no reincorporación de Paraguay. Pero puede haber vuelcos ya que el aislamiento político de ese país tendrá consecuencias de mediano y largo plazo, y (sus autoridades) pueden querer negociar», estimó.
La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) también decidió suspender a Paraguay por la remoción del presidente en un juicio político que no respetó el debido proceso.
Pero la unanimidad respecto de lo ocurrido en Paraguay no es tan sólida en cuanto a la incorporación de Venezuela.
Tres días después, el canciller uruguayo Luis Almagro expresó dudas sobre la legalidad de la medida y describió un polémico proceso de toma de decisión en la cumbre.
«En el marco negociador que teníamos el jueves (28 de junio), nosotros fuimos especialmente contrarios al ingreso de Venezuela en estas circunstancias», dijo Almagro refiriéndose a la reunión de los cancilleres, previa a la cita presidencial.
Pero «todo se terminó resolviendo en una reunión (a puerta) cerrada de los presidentes», dijo Almagro en el programa radial uruguayo En Perspectiva. La decisión de incorporar al nuevo socio fue una iniciativa de la presidenta Rousseff, aseveró.
En su opinión, «la última palabra no está dicha», y dijo que esperaría los informes del departamento jurídico del Ministerio de Relaciones Exteriores que encabeza.
De inmediato replicaron Brasilia y Buenos Aires.
La cancillería argentina aseguró que la decisión de los presidentes «fue unánime», que se adoptó «a solas», tras escuchar las posiciones de los cancilleres y asesores jurídicos de los tres países, y que el análisis de estos fue asimismo «unánime» en que el ingreso de Venezuela «cumple estrictamente» con las normas del bloque.
El asesor presidencial brasileño en política exterior, Marco Aurélio Garcia, declaró que la idea de sumar a Venezuela a partir del 31 de julio «fue propuesta por el presidente Mujica», extremo desmentido poco después en Montevideo.
«No ejercimos presión sobre ningún país porque no es el estilo de la presidenta Dilma Rousseff hacer presión. Fue una decisión unánime que reflejó el consenso político», dijo Garcia.
Para el abogado Santiago Deluca, exsecretario del Tribunal Permanente de Revisión del Mercosur, «desde lo jurídico no queda del todo claro el alcance de la suspensión de derechos de Paraguay como para incorporar a Venezuela».
Tampoco se especificó si la incorporación «queda sujeta a condiciones» futuras. Pero «el derecho siempre sucede a los hechos», estimó, y «cualquier solución» es posible en el futuro si hay voluntad de las partes, dijo a IPS.
Más allá de la legalidad, «es la legitimidad de esta especie de intercambio» lo que genera dudas, dijo a IPS el profesor de estudios internacionales de la caraqueña Universidad Central de Venezuela, Fidel Canelón.
«Esto de que sales tú para que entre yo, traerá ruido en las relaciones regionales» porque «se percibe como un castigo a Paraguay impulsado por Brasil y Argentina», interpretó el académico.
«Aun si ese tema es satisfecho con el apoyo de las elites políticas y económicas en los países socios, puede alimentar a fuerzas dentro de Paraguay que actúen contra el Mercosur, alimentando la inestabilidad del grupo», alertó.
Canelón ejemplificó con un riesgo que ya se percibe: la evocación desde Asunción de episodios como la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), en la que Argentina, Brasil y Uruguay se enfrentaron a Paraguay.
«Otra lectura, con el disenso revelado por Uruguay, es que en el bloque se imponen nuevamente los grandes sobre los pequeños», dijo.
Esta interpretación «deja el mal sabor de que las presidentas de Argentina y Brasil pudieran haber actuado aceleradamente para favorecer el ingreso de Venezuela, dados los grandes negocios que el gobierno venezolano ha abierto para empresas» de esos dos países, concluyó Canelón.
* Con aportes de Mario Osava (Río de Janeiro) y Humberto Márquez (Caracas).