M.H.: Te hemos convocado para que te refieras a la situación que está atravesando Haití, como parte del Comité por el retiro de las tropas uruguayas de Haití y como siempre siguiendo muy de cerca esa realidad, no solamente en el análisis, sino en más de una oportunidad tu presencia física en ese país, más allá de la actividad que desarrolla el Comité en Uruguay.
Siempre hablamos del tema Haití, pero es importante actualizar dada la gravedad de la situación en este país.
M.R.: En este momento, después de los años de la Minustah que tanto el pueblo argentino como el uruguayo conoce, donde esas tropas fueron utilizadas por EE UU para instalar nuevamente una dictadura neo duvalierista, que fue representada en 2010 por Michelle Martelly que desandó toda la institucionalidad, que terminó gobernando por sí mismo y entregando las minas de oro al hermano de Hillary Clinton, que abrió la economía del país al gran capital y fundó el partido PTHK que es de extrema derecha duvalierista y su sucesor, Jovenel Moïse, con quien se da el enfrentamiento en este momento, forman parte de lo mismo. Son dos títeres.
Es importante aclararlo porque se habla de la corrupción que reina en Haití, pero hay que decir quiénes son los corruptos. Hoy Jovenel Moïse que instala en el relato público a través de la OEA y la ONU, que es víctima de un golpe de Estado, que lo querían asesinar, etc. Es exactamente lo contrario de lo que está ocurriendo. Moïse entró después de Martelly a través de un fraude electoral gigantesco del que participó la Minustah, que fue resistido por el pueblo con movilizaciones multitudinarias y por eso entró a gobernar un año después de lo que debía, en vez de entrar en 2016 entró en 2017 y su mandato terminó el domingo 7 de febrero de 2021.
Esto ha sido respaldado y demostrado no solo por la Federación de los Colegios de abogados de todo Haití y por diversas instituciones de la mayor jerarquía dentro de Haití, sino que también el día antes, la Corte superior del Poder Judicial, que es el órgano máximo todavía vigente porque ya el Parlamento no existe gracias a Moïse, el aparato judicial de mayor peso decreta y demuestra con lujo de detalles, que su mandato terminó el domingo 7 y que no puede quedarse ni un día más.
Y como la Constitución lo prevé, a falta de un gobernante electo, debe pasarse a un gobierno de transición que prepare una elección y establece que sea el juez con más antigüedad en esa corte superior.
La oposición ya tenía un grado de preparación, unidad, un programa muy aceitado y detallado del gobierno de transición que quiere instalar y cuyos objetivos principales son atender las verdaderas necesidades totalmente postergadas de un pueblo hambreado, saqueado, etc. Y en segundo lugar generar las condiciones reales para una elección democrática. Hoy día no existen padrones electorales actualizados, no se sabe quiénes murieron en el terremoto, ni quienes nacieron después.
M.H.: Frente a esta situación que estás describiendo, cuál es la posición que adoptan organismos como la Organización de los Estados Americanos (OEA), la ONU, que tienen una intervención directa actualmente en Haití.
M.R.: Es muy buena tu pregunta porque es realmente escandaloso lo que está sucediendo y lo que están protagonizando la OEA y la ONU en Haití. Almagro visitó el país hace un año y declaró que había que redactar una nueva Constitución y se puso él a trabajar sobre eso, ya que es abogado. Después mandó representantes de la OEA para constituir una Constituyente que Jovenel Moïse eligió a dedo, cosa que obviamente no puede hacer porque la Constitución es la que ordena justamente cómo se procede en ese caso, de tener que cambiarla.
Sin embargo, la OEA preparó una nueva Constitución que le da súper poderes al Presidente y que también se adapta a este discurso instalado en el que todos los opositores son terroristas, legitimando con una nueva Constitución y con elecciones organizadas por la OEA y la ONU a las actuales autoridades.
Pero el pueblo haitiano ya está “vacunado” de esto, porque la misma ONU fue la que le metió la Minustah y la Minujusth y la actual misión que se llama Minu que es simplemente una misión política pero que opera como la dirección política del país, la que da las grandes orientaciones.
O sea que la ONU y la OEA apoyan a Jovenel en que su mandato no terminó el 7 de febrero sino que termina en 2022 y que tiene un año más de mandato. Se agarran de que efectivamente los mandatos presidenciales son de cinco años, y él entró en 2017 pero esto sucedió porque durante un año el pueblo haitiano estuvo rechazando su elección en un fraude electoral demasiado violento y ostentoso como efectivamente fue. Cuando se fue Martelly no se fue como debió irse, fue la misma situación caótica que se da ahora.
M.H.: El Poder Legislativo también fue disuelto por Moïse.
M.R.: No es que lo disolvió, es que la Constitución dice que tiene que organizar elecciones para ir sustituyendo a los diputados y senadores a lo largo de esos años. Ninguno de los dos, tanto Martelly como Moïse, organizaron esas elecciones.
Esto es lo que dice la Suprema Corte del Poder Judicial y los poderes judiciales. Si entendió tan bien que había una caducidad en el período de los diputados y senadores y lo hizo cumplir, tiene que entender que su mandato tiene la misma caducidad. Además se refiere a otra parte de la Constitución donde dice que donde no hay distinciones no hay que inventarlas. No hay una diferencia para hacer con el Presidente. La Constitución también dice que si por alguna razón el Presidente no puede asumir en el mismo momento en que se supone que empieza su mandato, sino que asume después, su mandato va a terminar de cualquier manera a los 5 años previstos. Esto está establecido de manera clarísima en la Constitución.
Todas las organizaciones políticas, sociales, de DD HH, de las iglesias, la Iglesia Católica, el Arzobispado, ya no hay institución que lejos estamos de catalogarlas de progresistas o izquierdistas, que no se hayan pronunciado unánimemente en tal sentido.
Además, lo que ha caracterizado el gobierno de Jovenel es que hay una unidad social para que se vaya. Es que este gobierno que ya no contaba con ningún apoyo, hasta 2017 tuvo la policía de la Minujusth, pero luego se retiraron y quedó la Minu que es nada más que una misión política. Fueron sustituidos por una serie de bandas paramilitares que fueron instrumentadas por la propia Embajada norteamericana y el Poder Ejecutivo. Jovenel Moïse es el bandido legal. El mismo lo ha afirmado.
La lucha del movimiento haitiano es contra la injerencia norteamericana, de la OEA y la ONU y su necesidad de tomar el control del país definitivamente en pos de los intereses populares.
Es obligado que los movimientos sociales latinoamericanos estemos del lado de Haití y unamos nuestras fuerzas
M.R.: No sé en Argentina, pero veo que, en muchas partes del mundo, incluso en Uruguay, que es muy raro, se vuelve a hablar de Haití en este momento y ya no es por ningún desastre natural, por un terremoto, los grandes huracanes devastadores que sufrió pero, sin embargo, ahora se habla de la gran revuelta social, las movilizaciones populares que hay en Haití por una gran crisis política que hay en el país, de lo que normalmente nunca se habla. Pero es de tal proporción, de tal gravedad, además de que el pueblo haitiano y el movimiento popular haitiano se han ocupado de ir rompiendo el aislamiento que los imperialismos de turno fueron generando junto con el resto del continente y el mundo; de manera tal, que cuando llegamos a esta hora decisiva Haití ya no está solo. Si bien tenemos que soportar todavía en la televisión y en algunos diarios que se autoproclaman progresistas, repetir la versión CNN, de EE UU, el relato que quieren instaurar ya no es el “pobrecito Haití” del terremoto, el de “ayudemos humanitariamente por la catástrofe del huracán”, sino que ahora tienen que construir un nuevo relato por la violencia social y por la respuesta popular en las calles que han intentado ocultar a lo largo de estos años. Entonces es obligado que nosotros, los movimientos sociales latinoamericanos, estemos del lado de Haití y unamos nuestras fuerzas.
Ya nuestros libertadores lo tenían claro y lo practicaron, que solo ninguno de nuestros pueblos va a poder liberarse de este enemigo común que es en esta zona el imperio norteamericano, unido a los demás, pero ellos son los que van al frente. En este momento la situación que vive Haití está inscripta en el mismo marco que la globalización, la recolonización, del asalto del capital sobre el trabajo, que está ocurriendo en el resto de América y en el resto del mundo. No está separado de eso.
En Haití, un país que está en la periferia de la periferia, porque ese es el lugar que le dejó el imperialismo, después que EE UU en 1915 y a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI convirtió a Haití en una neo-colonia, porque la invadió a partir de 1915, hizo un canje con Francia, a quien todavía le faltaba un resto del pago de la deuda por la independencia que sometió a Haití a la miseria más absoluta, fue un intercambio de pago de lo que quedaba de la deuda a cambio de poder tomar posesión de la isla. Esto sucedió en 1915.
Ese pueblo, muy singular, sobre el que se ha generado un imaginario a nivel popular, que nada tiene que ver con la realidad, es un pueblo que ha sido siempre rebelde. Es un pueblo, como el cubano, con una autoestima elevadísima, con mucho orgullo de esa revolución, del David contra Goliat, de haberle ganado a tres imperios, de haberle ganado a la Francia imperial de Napoleón Bonaparte con un ejército de esclavos que al principio no tenían más que machetes para enfrentarse.
Haití representa muchas cosas, y es algo que nosotros los latinoamericanos no terminamos de interpretar. Yo creo que tenemos que avizorar que de la misma manera que nuestros pueblos indígenas de nuestro continente en las últimas décadas nos han dado un sacudón a partir de eventos como la guerra del agua en Bolivia, la guerra del gas y luego el ascenso de Evo Morales al gobierno. Y en los otros países se empezaron a visibilizar las luchas de los pueblos originarios y su cultura, su contracultura, y nos empiezan a transmitir una cantidad de valores diferentes a los que nosotros internalizamos de la dominación capitalista y la dominación colonial de nuestras clases dominantes. Haití es un país que también tiene otros componentes, que todavía no hemos logrado percibir. Fijémonos que Haití representa al África secuestrada y esclavizada en América, después del genocidio indígena cometido por Colón y los españoles recién llegados a Cuba, a Haití y la zona del Caribe. Y que fueron millones y millones de negros africanos secuestrados, que por un sistema de esclavitud tenían un promedio de vida de entre 3 y 5 años. Por el sometimiento de la cantidad de horas y las condiciones en las que los hacían trabajar. De manera que hubo una sustitución de gente, eran desechables los seres humanos, así como morían traían más de África.
Los hoy haitianos, que fuimos y conocimos, son de una potencialidad, de una luz que hay que desentrañar. Porque ese pueblo sigue en contacto directo con esa historia y con esa rebeldía y simboliza también para los pueblos de África, la posibilidad de liberarse, la posibilidad cierta de trascenderse. Esa primera revolución independentista, anticolonial, radical, antiesclavista, anti racista y podríamos decir anticapitalista, aunque todavía el capitalismo no estaba instaurado claramente, era un capitalismo naciente, se estaba alimentando de la esclavitud, estaba regurgitando a los africanos para exprimirlos y concentrar el capital.
Esa historia de haber vencido a enormes imperios, que luego sucede con Cuba y con Vietnam, les transmite un amor por sus ancestros, por su historia que luego se repite cuando en 1915 son invadidos por los marines norteamericanos y hay una gran resistencia armada del campesinado y de ahí surgen nuevos héroes, no solo Jean-Jacques Dessalines de la época primera de 1804 sino Jacques Lomagne Peralta y otros que son de la resistencia directa contra el capitalismo.
Tenemos que entender que ese pueblo, esa historia la lleva en la piel, la tiene concretamente delante de sus ojos y la vuelve a repetir una y otra vez, porque de cualquier manera ha estado presente EE UU en Haití todos estos años desde 1915 hasta 2021, a través de ocupaciones militares, de marines hasta 1924, pero después siguieron con golpes de Estado sangrientos, nuevas invasiones militares, nuevas ocupaciones a través de misiones del Consejo de seguridad de la ONU y en todo ese período el pueblo haitiano resistió.
Hay pequeños períodos de repliegue, como sucede en cualquier sociedad y en cualquier lucha de esta naturaleza. Pero luego se sucede como la rebelión que tira abajo a la dictadura de los Duvalier en 1986 que hace huir a los dictadores que durante 40 años sometieron a una fuerza bruta al pueblo haitiano. Y ellos logran al año siguiente tener su primera Constitución de 1987 que es una Constitución hecha por el pueblo, donde participó gente que hoy está viva y está luchando en las calles.