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Nicaragua

El oprobioso final de Edén Pastora

Fuentes: Nodal

Mientras la dictadura Ortega-Murillo oculta las más de 1.398 muertes [1] en nuestro pequeño país de 6 millones de habitantes, y no toma medidas ante la pandemia, la muerte por Covid-19 del comandante guerrillero Edén Pastora Gómez [2] -conocido como ‘Comandante Cero’, atrajo la atención de medios nacionales e internacionales.

La figura de Edén es una de las más conocidas de la Revolución Popular Sandinista de 1979. Dos años antes del triunfo de esa revolución, este hombre de ideas conservadoras se incorporó a la denominada tendencia ‘tercerista’ del FSLN [3] y en agosto de 1978 estuvo al frente de una operación de gran audacia y resonancia: la toma del Palacio Nacional, mientras el parlamento sesionaba allí con todos sus diputados dentro. Esta intrépida acción conllevó la libertad de los presos políticos sandinistas detenidos por la dictadura de Somoza y supuso un golpe de efecto mediático para la lucha revolucionaria.

Posteriormente, Pastora estuvo a cargo del más publicitado de los frentes de lucha insurreccional, el Frente Sur. Éste operaba desde la vecina Costa Rica y consiguió en junio de 1979 empantanar a una parte de las fuerzas de elite de la Guardia Nacional somocista mientras los guerrilleros de los demás frentes de lucha lográbamos tomar las más importantes ciudades y, finalmente, el avance hacia la capital Managua, en julio de 1979.

Pero más allá de los episodios más publicitados de su vida, ¿cuál fue la verdadera trayectoria de Pastora? ¿Cuál fue realmente el final del Comandante Cero? ¿Qué es lo que la historia recogerá de él?  ¿Sus acciones anti somocistas, la acción espectacular del Palacio, los intereses a los que sirvió, o su final como paramilitar orteguista y violador de Derechos Humanos?

Pastora fue sin duda un luchador anti somocista. De historia fragmentada, es cierto. A la edad de 23 años fue parte del Frente Revolucionario Sandino (FRS) entre 1959 y 1960. En 1962 apareció fugazmente en la unificación entre el naciente Frente de Liberación Nacional (FLN) y el FRS, pero no quiso participar en la organización que luego se llamaría (FSLN). porque consideró a sus primeros integrantes como muy comunistas (Fisher, 2010: 37-39).

Acogido a la amnistía de 1963 se involucró luego en la campaña presidencial de Fernando Agüero, candidato del Partido Conservador. En 1967 participó en la búsqueda de armas, cuando un sector de la dirigencia conservadora pensaba podría conseguir una fractura en el ejército y hacer renunciar a Somoza de sus aspiraciones presidenciales. Fue capturado en esa misión un día antes de que la guardia somocista asesinara 300 opositores (Bonilla, 2010; Ortega, 2004). Liberado en marzo mediante otra amnistía, fue contactado nuevamente por el FSLN. Durante varios meses prestó su finca ‘El Pilón’ para entrenar a jóvenes reclutas. Descubiertos por la Guardia Nacional, Edén logró escaparse y eventualmente logro asilarse en la embajada de Venezuela (Ortega, 2004). Estuvo un tiempo en Suiza, y de ahí partió hacia Guadalajara, México, donde había iniciado estudios de medicina antes de 1959.

En 1971 tomó contacto nuevamente con el FSLN y entró a Nicaragua para incorporarse a la guerrilla en la montaña, que para entonces ya estaba a cargo de Henry Ruiz (Comandante ‘Modesto’). Permaneció por corto período en la montaña porque entró en conflictos con el mando (Baltodano, 2010). Por ello se retiró totalmente de la lucha hasta que fue contactado nuevamente en 1977, por Sergio Ramírez Mercado.

La pragmática tendencia ‘Tercerista’ del FSLN, surgida en 1976 y de cuya dirección formaban parte los hermanos Humberto y Daniel Ortega, se propuso una audaz política de alianzas y abrieron de par en par las puertas para la incorporación de nuevos militantes. También consideraban era importante ´descolorar´ la imagen del FSLN, hasta entonces vista como una organización marxista, con la incorporación visible de figuras conservadoras, de empresarios, de declarados anti­comunistas, entre otros. En este panorama, la figura de Edén Pastora era ideal para la agrupación no sólo por su reconocida historia conservadora y anticomunista, sino porque su llamativa personalidad y su facilidad de manejo con la prensa favorecerían la proyección que el FSLN necesitaba en el exterior, en momentos en que ya estaban creadas al interior del país las condiciones insurreccionales.

Edén Pastora en la Revolución Sandinista

Posteriormente al triunfo de la Revolución en 1979, Pastora ocupó el cargo de Vice­ministro del Interior, y luego Viceministro de Defensa y Jefe Nacional de las Milicias Populares Sandinistas (MPS).

Dos años después, en julio de 1981, renunció a sus cargos y migró hacia Panamá, expresando críticas a la conducción revolucionaria y afirmando que se iría a luchar con otros pueblos. En abril de 1982, se manifestó abiertamente enemigo de la Revolución Popular Sandinista, e inició sus contactos y relaciones con la CIA, que desde 1981 impulsaba movimientos armados en contra de la revolución.

Como parte de los planes reaccionarios de Ronald Reagan en toda la región, Edén Pastora organizó la Alianza Revolucionaria Democrática (ARDE), abriendo un frente armado en el sur de Nicaragua. Todo ello se enmarcó en la contrarrevolución, o “Contra”, como fue conocida posteriormente.

Edén Pastora en la Contra

El 6 de mayo del año 2000, entrevisté personalmente a Pastora para que hablara del asalto al Palacio Nacional de 1978, en un programa radial de rescate de la memoria histórica que dirigí varios años. Días después madres de caídos sandinistas me reclamaron por haberlo llevado a nuestro programa. Estas madres no olvidaban las consecuencias de los ataques de ARDE, dirigidos por Pastora, a lo largo de Río San Juan.

De esta forma reportaba la Revista Envío (1983) las operaciones de Pastora: Pastora anunció que su lucha armada por la liberación de Nicaragua se iniciaría con toda su fuerza el 1 de mayo de 1982; y ese día, ARDE secuestró y degolló a 10 campesinos –promotores de educación de adultos, líderes de la UNAG, delegados de la Palabra –, emboscó y mató a otros 32 cuando se dirigían a la celebración del Día de los Trabajadores y emboscó y mató a dos miembros del Ministerio del Interior en Río San Juan. La “guerra de liberación” tan anunciada tuvo así un comienzo muy cuestionable.

La CIA presionaba a ARDE para que se uniera con la Fuerza Democrática Nicaragüense -FDN-, la organización Contra creada expresamente por los norteamericanos. Ante la negativa de Pastora, que no aceptaba ser un subordinado más de los ex guardias somocistas, la CIA dejó de darle financiamiento. Entonces, en 1986 anunció su retiro de ARDE y pidió asilo en Costa Rica, donde se dedicó nuevamente a su pequeña empresa pesquera.

En mayo de 1987, Edén Pastora reconoció públicamente que la CIA le había suministrado material de guerra y acusó al teniente coronel Oliver North, directamente implicado en el escándalo Irán- Contra, de estar detrás del atentado que sufrió en La Penca en 1984 y que dejó 7 muertos y 22 heridos. Esa operación, ahora se sabe, fue orientada por Tomás Borge, miembro de la dirigencia sandinista (El País, 2014).

En 1989 Pastora regresó a Nicaragua para apoyar al Partido Social Cristiano (PSC) en la campaña electoral de 1990. En 1996, se postuló como candidato presidencial del Movimiento de Acción Democrática, aunque fue inhabilitado por el Consejo Supremo Electoral. En el año 2000 fue candidato a la Alcaldía de Managua, y en 2006 se postuló a la Presidencia por la organización Alternativa por el Cambio (AC) dirigida por grupos evangélicos. Obtuvo un 0,27 por ciento de los votos y ningún diputado.

Al servicio del orteguismo

En las elecciones 2006 Daniel Ortega regresó a la Presidencia de la República habiendo obtenido tan solo el 37,8 por ciento de los votos. A raíz de ello, Pastora se puso de nuevo al servicio de Ortega. Asumió el cargo de Delegado de la Presidencia para el dragado del Río San Juan, tarea que según decía incrementaría el caudal de ese importante río limítrofe con Costa Rica. Pero en 2010 dragó un caño en la zona de Harbour Head, provocando un conflicto con el gobierno vecino, quien demandó a Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya. El tribunal dio la razón a Costa Rica y obligó a Nicaragua a pagar una millonaria indemnización por daños.

Durante sus años servicios a la dictadura de Ortega, Pastora se caracterizó por hacer de punta de lanza para atacar virulentamente, mentir descaradamente y desacreditar a los disidentes sandinistas, catalogándolos de traidores, vendidos al imperio, etc. Inescrupulosamente tergiversaba la historia, atribuyéndole a Daniel Ortega un protagonismo excepcional en la lucha contra la dictadura somocista. El dictador respondió a estos favores no sólo con cargos públicos y prebendas, sino otorgándole a Pastora en 2008 la Orden Augusto C. Sandino, máxima condecoración en Nicaragua. Al mismo tiempo, Ortega reescribía la historia personal de Pastora, obviando sus servicios a la CIA, a la Contra, y su responsabilidad en los asesinatos a jóvenes reservistas en Río San Juan.

Ahora bien, el regreso de Pastora al FSLN y su subordinación al caudillo no resultó extraña ni sorpresiva. La esencia del orteguismo era y sigue siendo llegar al poder y mantenerlo a cualquier precio. Ello implicó en su momento el abandono absoluto de los principios, valores y proyecto que había encarnado la revolución de 1979, aun con sus grandes errores y desaciertos. La mutación del FSLN, de fuerza revolucionaria, emancipadora y transformadora, a un aparato represivo y de poder al servicio de Ortega y su círculo íntimo, se inició en los años noventa y se consolidó al llegar al gobierno en 2007.

Al regresar al ejecutivo, el orteguismo se entendió rápidamente con el gran capital, con las transnacionales, con las políticas del consenso de Washington, con sectores reaccionarios de la Iglesia Católica, etc., en una política de intercambios de cuotas de poder que le permitió que diversos sectores cerraran los ojos, los oídos y la boca frente a la desenfrenada carrera por el control absoluto de todas las instituciones del Estado, las prácticas de corrupción, fraudes y represión.

Para poner un solo ejemplo de esta política de alianzas, basta recordar que el vicepresidente de Ortega en la elección de 2006 fue Jaime Morales Carazo, quien había sido del directorio de la Contra y contacto privilegiado con la CIA. En 1995-96 Carazo había sido también jefe de campaña del partido hegemónico de la derecha nicaragüenses – Partido Liberal Constitucionalista, PLC-, y amigo personal del que sería un reconocido presidente corrupto, Arnoldo Alemán. Ortega y Alemán se entendieron rápidamente en el tristemente célebre Pacto de 1999, por el que se repartieron los poderes del Estado (Baltodano, 2009).

Como puede verse, los postulados, alianzas y en general proyecto de poder de Ortega en esta fase no contradecían las concepciones de Pastora, quién se fue a la Contra – precisamente- porque no le gustaba aquella revolución de los años ochenta y los valores que promulgaba.

El final: Edén Pastora al servicio de los paramilitares orteguistas

El 18 de abril del 2018 estalló una sublevación cívica en Nicaragua. Después de 11 años de régimen orteguista, la población se alzó en las calles luego de que fuerzas de choque reprimieran con lujo de violencia, y en complicidad con la policía, pequeñas manifestaciones en contra de una reforma al seguro social que afectaba especialmente los adultos mayores. Esa insurrección popular, esencialmente pacífica y autoconvocada, sorprendió al régimen de Ortega y fue respondida con asesinatos cometidas por fuerzas paramilitares de choque y francotiradores. Tan solo para el 30 de mayo se contabilizaban 109 muertos, 1400 heridos y 190 apresados (GIEI, 2018). Frente a los asesinatos, y como medida de presión demandando la renuncia de Ortega, la población levantó barricadas y tranques en distintos puntos de la geografía nacional.

Ortega ganó tiempo llamando a un diálogo nacional organizado por la Conferencia Episcopal. Mientras tanto, entre junio y julio el régimen realizó brutales “operaciones limpieza” para desmontar, a toda costa, las barricadas y tranques que los pobladores habían levantado en barrios y ciudades. La infame labor fue realizada, ante la complacencia del Ejército, por fuerzas combinadas de la Policía y grupos para estatales abastecidos de armas de todo calibre. Ello incrementó el número de muertos a 328, entre ellos 24 niños y adolescentes, miles de heridos y más de 76 mil exiliados (MESENI, 2019: 2).

Edén Pastora se ufanó públicamente de haber sido uno de los organizadores y animadores de estos grupos paramilitares. Como él mismo confesó en varias entrevistas y programas de televisión de medios oficialistas, apoyó a Ortega para articular y movilizar a combatientes históricos para que atacaran a los pobladores desarmados en los tranques. Sin la menor vergüenza Pastora afirmó que debieron esperar 55 días para que Ortega les diera la ‘seña’ para atacar abiertamente a los ciudadanos, con armamento de guerra (Confidencial, 2020). “Vuelen pija y candela”, fueron las órdenes de Ortega, según Pastora (íbid; Spotlight, 2018; Team ADNIC, 2019).

En esta misma línea, Pastora se convirtió en uno de los predilectos de los canales oficialistas para atacar la lucha del pueblo nicaragüense, calificando a todo protestante como “golpista”. Su rol era importante para el aparato de comunicación del orteguismo, pues la gran mayoría de las figuras históricas de la revolución sandinista habían roto con Ortega desde muchos años antes. Entre las amenazas más recordadas de las muchas vertidas por Pastora se encuentra aquella dirigida a los obispos que apoyaban la insurrección de abril: “las balas atraviesan las sotanas” (CNN, 2018; Canal 10, 2019)

Sirviendo a los intereses del orteguismo, Pastora escogió nuevamente, y hasta sus últimos días, el camino de las armas. Sin embargo, a diferencia de los años setenta y ochenta, cuando existía un escenario de lucha revolucionaria contra una dictadura primero, y de una guerra entre dos bandos armados después, en esta ocasión su elección fue por apoyar y promover abiertamente la cruda represión de un gobierno contra una ciudadanía desarmada que demandaba -y sigue demandando- el fin de un régimen autoritario y cambios profundos en Nicaragua. Sin lugar a duda, esto será lo que la gran mayoría del pueblo nicaragüense recordará de Edén Pastora y lo que seguramente la historia no le perdonará.

Bibliografía:

Baltodano, Mónica. 2009. “Sandinismo, Pactos, Democracia y Cambios Revolucionarios: Contribuciones al Pensamiento Político de la Izquierda Nicaragüense”. Managua, Nicaragua

Baltodano, Mónica. 2010. “Memorias de la lucha sandinista”.

Bonilla, Adolfo. 2010. “Reminiscencias: pasajes, anécdotas y reflexiones de la vida política y sindical de Nicaragua y otros países durante los años 60 y 70”. San José: Editorial Nuevo País.

Canal 10. 2019. “Polémicas declaraciones de Edén pastora en contra de los obispos”.

CNN. 2018, 23 de agosto. “Hay obispos que parecen venir del infierno”

Confidencial. 2020, 16 de junio. “Fallece el “comandante Cero”, operador político del régimen”.

El País. 2014, 1 de junio. “Siete muertos, 30 años, cientos de esquirlas y un hedor a impunidad”.

Fisher, Luis. 2010. “Mi vida, mi revolución”. Editorial Universitaria UNAN-León.

GIEI Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes. 2018. “Informe sobre los hechos de violencia ocurridos entre el 18 de abril y el 30 de Mayo en Nicaragua”.

MESENI Mecanismo Especial de Seguimiento para Nicaragua. 2019. “Situación de los Derechos Humanos En Nicaragua”. Boletín Julio 2019.

Ortega Saavedra, Humberto. 2004. “La epopeya de la insurrección”. Managua: Lea Grupo Editorial

La Jornada. 2020, 13 de junio. “1398 muertos por el Covid-19 reporta el Observatorio Ciudadano en Nicaragua”.

Team ADNIC. 2019, 13 de mayo. “Edén Pastora”.

Revista Envío. 1983, “Río San Juan: un desafío para la revolución”. Número 24, junio.

Spotlight. 2018, 22 de agosto. “Edén Pastora le reclutó Paramilitares a Ortega”.

Notas:

[1] Datos del Observatorio Ciudadano a 13 de junio de 2020, recogidos en La Jornada (2020)

[2] Algunos aspectos del perfil de Pastora se basan en una entrevista personal, recogida en Baltodano (2010)

[3] Antes de su unificación en diciembre de 1978, el FSLN estaba integrado por tres tendencias: Proletaria, Guerra Popular Prolongada (GPP) y Tercerista o Insurreccional.

Mónica Baltodano. Comandante Guerrillera de la Revolución Sandinista, tuvo un rol protagónico en la Insurreción de Managua y el Repliegue a Masaya, y en la toma de Jinotepe y Granada. Durante el primer gobierno Sandinista fue Vice Ministra de la Presidencia y Ministra de Asuntos Regionales.  Miembro de la Dirección Nacional del FSLN, fue electa Diputada en 1997. Luego del pacto  con el corrupto presidente derechista Arnoldo Alemán en 1999, rompe en rechazo de  la deriva pervertida y autoritaria impuesta al FSLN por Daniel Ortega.  Diputada por Rescate del Sandinismo 2007- 12, es Presidente de la Fundación Popol Na, cuya personería jurídica fue ilegalmente cancelada y sus bienes ocupados en 2018. Historiadora, ha publicado 4 volúmenes de MEMORIAS DE LA LUCHA SANDINISTA y otros textos: www.memoriasdelaluchasandinista.org

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