«El capitalismo es la propiedad privada de los medios de producción y la anarquía de la producción. Predicar una distribución ‘justa’ de la renta sobre semejante base es proudhonismo, necedad de pequeño burgués y de filisteo». Lenin «Los impuestos han de aumentarse tanto sobre las ganancias como sobre el capital permitiendo una redistribución desde […]
«Los impuestos han de aumentarse tanto sobre las ganancias como sobre el capital permitiendo una redistribución desde la cúspide a la base»
Programa de IU (miembro del PIE) a las elecciones europeas
En los actuales tiempos de crisis general del capitalismo, cuando las cuestiones netamente de clase se ponen en primerísimo plano debido a la agudización de las contradicciones inherentes al propio sistema, la batalla contra la influencia del reformismo en el seno de la clase obrera se vuelve, si cabe, más necesaria para los revolucionarios y revolucionarias.
En este sentido es fundamental proceder a un deslinde de campos, definir con claridad cuáles son las posiciones revolucionarias y cuáles las reformistas en el ámbito de la propuesta política, de la organización de la lucha y de la presentación de alternativas.
La proximidad de las elecciones europeas del 7 de junio ha servido para deslindar con mayor claridad esa diferencia, para permitir visualizar bien cuáles son los objetivos, las herramientas y los sujetos que participan en el ámbito de la izquierda a nivel europeo.
Por un lado, 21 partidos comunistas y obreros de toda Europa hemos suscrito un documento que, sin medias tintas, aboga por la ruptura con la Unión Europea, la califica como bloque militar, económico y político imperialista, y caracteriza la crisis señalando que «sus raíces se encuentran en la acumulación de riqueza en manos de unos pocos por medio de la flagrante explotación de los muchos que son condenados a la pobreza, a la incertidumbre y a la inseguridad. La solución real para el pueblo ha de buscarse en la confrontación con su causa: la búsqueda de beneficios, el propio capitalismo y no algún tipo de gestión del mismo».
Frente a esta propuesta, el PIE (Partido de la Izquierda Europea), en el que participan algunos partidos denominados comunistas, se sitúa en la posición de plantear un nuevo modelo de Unión Europea, por darle «otros cimientos» y abrir «una nueva perspectiva».
La línea que hoy deslinda los campos entre reformistas y revolucionarios se sitúa, en el ámbito de los países que componen la UE, en la caracterización de esta estructura, de sus objetivos y de las alternativas que tienen los pueblos y la clase obrera de Europa.
Los comunistas del PCPE llevamos años analizando, junto con otros partidos hermanos europeos, qué es la Unión Europea y cuáles son sus raíces y su desarrollo. Partimos de la base de que la UE nace como voluntad de las oligarquías de las principales potencias de Europa Occidental por garantizarse un mercado sin restricciones a determinados productos fundamentales para la reconstrucción capitalista de la Europa devastada por la II Guerra Mundial. El carbón, el acero y la energía atómica fueron dando paso, gradualmente, a una mayor ampliación de los productos y servicios que gozaban de la libertad absoluta de movimiento entre un grupo de países que al mismo tiempo se iba ampliando. La sucesiva absorción por parte de la entonces CEE de cada vez más materias tuvo su punto álgido con el Tratado de Maastricth, que estableció las tristemente famosas cuatro libertades básicas de la UE (libertad de circulación de capitales, bienes, servicios y trabajadores) y allanó el camino para la Unión Económica y Monetaria que desembocaría en 2002 con el euro y los posteriores intentos de elevar a rango institucional el capitalismo (no sólo el liberalismo) en la fallida Constitución Europea y en el Tratado de Lisboa.
Si no partimos de la base de que la Unión Europea es un instrumento en beneficio de la oligarquía, cometemos un error de apreciación fundamental que determina toda la práctica política posterior. Para un marxista, semejante ignorancia o confusión sería equiparable a la negación de que el Estado responde a los intereses de la clase dominante y que, por tanto, no hace falta un derrocamiento revolucionario del mismo, sino que vale ir poco a poco, reformando gradualmente las estructuras «neutras» del aparato estatal.
Salvando las distancias, pues la UE no es un superestado, de la Unión Europea podemos afirmar algo similar. Las posiciones políticas del PIE, sus documentos y la práctica diaria de sus miembros confirman la creencia por parte de estas organizaciones en que, si hay algo que se está haciendo mal, es el rumbo de los últimos años de la UE, pero nunca se pone en entredicho su propia naturaleza. Consideran que la UE, per se, es una construcción positiva y que abre esperanzas para los pueblos, pero lamentablemente ha caído en manos de las «políticas neoliberales» que han sido predominantes en los últimos años en todo el mundo.
El PIE es un proyecto reformista que apoya a la socialdemocracia y al capitalismo
Programa de IU a las europeas.
En un momento como éste, afirmar que la culpa de la crisis la tienen las «políticas neoliberales», sirve fundamentalmente para descargar de parte del peso de la culpa al capitalismo como tal, como sistema económico general. Si la crisis la han causado las políticas neoliberales, viene a afirmar el PIE, evitaremos las crisis con políticas intervencionistas, estatistas, pero que dejen intacto el núcleo verdadero generador de las crisis: la propiedad privada de los medios de producción y la propia dinámica expansiva del capital. Hablar de economía sostenible sin plantear la eliminación de la contradicción principal del capitalismo es justificar este sistema y mostrar su «rostro humano».
«Nosotros estamos por los valores de solidaridad y cooperación, pleno empleo y una relación racional con la naturaleza. Ello es posible sólo si cambiamos las normas presentes en el sistema financiero y económico internacional»
Plataforma del PIE para las elecciones europeas.
La crisis capitalista no será superada a través de medidas reformistas o de recetas keynesianas. Tan sólo por medio del aumento de la explotación, del saqueo, de la restricción drástica de cualquier derecho democrático; y apretando las tuercas a la clase trabajadora y a cada vez mayor número de sectores sociales puede el sistema capitalista remontarla.
Quienes creen en la reforma son los partidos que ahora componen el PIE, algunos de ellos con una historia de lucha y compromiso echada a perder por la asunción del eurocomunismo y las posiciones más reformistas (PCE, PCF, los sucedáneos del extinto PCI italiano). Pero no extraña tanto que planteen este tipo de posiciones cuando sabemos que el resto de integrantes del PIE son organizaciones tan abiertamente anticomunistas como el Synaspismos griego o el Bloco portugués, o tan socialdemócratas como el Die Linke alemán, la ODP turca o el Partido del Socialismo Democrático de la República Checa.
«La crisis de legitimidad de la política pone en peligro el proceso de integración europea. La confianza en las instituciones europeas nunca ha sido tan baja. (…) La condición para que la UE sea más aceptada por sus ciudadanos es que haya más oportunidades para participar. La Izquierda Europea defiende la democratización de la Uníon Europea y de su estructura institucional».
Tesis del 2º Congreso del PIE, 2007.
La confusión que reina en el PIE en cuanto a la naturaleza y objetivos de la Unión Europea, coincide con la misma confusión y mal análisis que los partidos que la integran han hecho de sus relaciones con los partidos de la socialdemocracia clásica, hoy entregados plenamente al social-liberalismo. La mayoría de partidos del PIE tienen un conocido historial de apoyo, en diferentes momentos del pasado reciente, a partidos tan progresistas y obreros como el PSOE, el PS francés, el Olivo italiano, el PS portugués, el PASOK griego, etc. La ausencia de análisis de clase lleva al partido reformista a caer en repeticiones mecánicas del pasado y a evaluar erróneamente qué intereses defienden los denominados partidos «socialistas» actuales. Si en los años 30 la política de los frentes populares y la alianza con la socialdemocracia de entonces podía explicarse como muro de contención frente a la bien palpable amenaza fascista, la actual caracterización de los miembros de la Internacional Socialista como «de izquierdas» revela una ausencia total de utililización de criterios serios de análisis y una especie de mistificación, muy común hoy, de los términos y las definiciones. No vale hoy llamarse socialista y obrero si lo que se está haciendo es favorecer a la gran banca y a los monopolios. No vale hoy llamarse socialista si las propuestas estrella programáticas son medidas de tipo superestructural que ignoran la base económica en que nos encontramos. Ningún socialista de verdad podría plantearse una reforma del mercado de trabajo como vía de salida a una crisis económica. Pues bien, a todos esos socialistas «falsos», que engañan y manipulan a la clase obrera, les sirve de muleta izquierdista y «radical» una fuer za que, en nombre de un supuesto socialismo «democrático», de un socialismo «que no dé miedo», plantea soluciones novedosas que siguen sin entrar en la raíz del asunto principal, de la contradicción principal: la contradicción entre capital y trabajo.
Si a alguna organización se le ha olvidado, desde que duerme el sueño eurocomunista, que la anterior es la principal contradicción que sufre el sistema capitalista, no puede ser por la evidente y palpable realidad que nos lo demuestra cada día. Las medidas que proponen cada vez más insistentemente las organizaciones empresariales son una muestra de ello: ERE’s, deslocalizaciones, ampliaciones de la edad de jubilación, ampliaciones de la jornada laboral… sigue siendo la plusvalía la fuente de riqueza de los capitalistas, sigue siendo el plustrabajo la condena del trabajador.
«Podemos alcanzar esos objetivos sólo mediante una profunda transformación de la cultura política. Esto implica un gran esfuerzo de innovación teórica y práctica».
Tesis del 2º Congreso del PIE, 2007.
Los olvidos algunas veces son intencionados, necesarios para contentar a los nuevos aliados o los nuevos teóricos que plantean la caducidad de las más básicas tesis marxistas. Un comunista no puede afrontar los errores y fallos del pasado asumiendo las posiciones de la burguesía. La lucha teórica, la lucha ideológica sigue estando muy presente y siendo más necesaria que nunca. Quienes asumen la crítica a la construcción del socialismo en Europa en el siglo XX desde las tesis burguesas, hacen un flaco favor a los trabajadores y los pueblos de Europa y del mundo. Quien ha perdido los instrumentos de análisis marxista y se deja llevar por modas o corrientes teóricas novedosas que cambian el nombre y la naturaleza del sujeto revolucionario (ciudadanías, multitudes, etc.), puede defender cualquier cosa si es para contentar a los nuevos aliados, o para seguir contando con la simpatía de los burgueses.
«El Partido de la Izquierda Europea se creó por la voluntad de partidos políticos que proponen la transformación social y democrática, y alternativas a las políticas neoliberales, por medio de nuestro compromiso activo en el ámbito institucional y en varios movimientos alternativos».
Tesis del 2º Congreso del PIE, 2007.
Para los comunistas, el PIE hace aguas, entre otros motivos, poque carece de unidad ideológica. ¿Cómo puede tener unidad ideológica un supuesto partido que no es más que una coordinadora de cargos públicos, eurodiputados y demás? ¿Puede a eso llamársele partido tan alegremente? Por poner unos ejemplos: el Bloco portugués, el Synapsismos griego y la IU española son coaliciones (en el caso de IU no se sabe muy bien de quién con quién) en las que conviven visiones ideológicas de lo más dispar, desde socialdemócratas hasta trotskistas (en todas), maoístas e incluso alguna organización ex-albanesa (en Portugal y Grecia). Buena sopa ideológica para hacer un discurso coherente y compacto, buena base para hacer un planteamiento alternativo al capitalismo. Si a esto le añadimos las posiciones abiertamente derechistas de organizaciones como el PCF o los partidos italianos, que por su mutación y deriva ideológica y organizativa han acabado o acabarán perdiendo toda su influencia entre la clase obrera y los sectores populares, podemos encontrarnos con que los análisis comunes se harán seguramente en base al mero radicalismo y al oportunismo, si no al aventrurerismo y al eclecticismo más barato.
Los camaradas del Partido Comunista Obrero Húngaro han sido los que han dado la prueba de la descomposición y naufragio de este proyecto reformista que es el PIE. Su comunicado de 25 de abril de 2009, anunciando su abandono del PIE, habla por sí solo y resume perfectamente la línea de este artículo: «Estamos convencidos de que no necesitamos una ‘nueva cultura política europea’ sino una muy consecuente lucha contra el capitalismo, por los derechos de las masas obreras. No sólo hay que criticar al capitalismo, sino organizar la lucha obrera diaria. Queremos acabar con el capitalismo; la Izquierda Europea quiere mejorarlo. Nosotros tenemos nuestra base en el marxismo-leninismo, la teoría y la práctica de la lucha de clases, los principios del internacionalismo proletario. La Izquierda Europea, desgraciadamente, se basa en el reformismo. La Izquierda Europea lucha contra el capitalismo sólo verbalmente, pero en la práctica ayuda a fortalecer la imagen ‘democrática’ de la Unión Europea, del Parlamento Europeo y del sistema capitalista en general.«
La Revolución Socialista no es una quimera, no es una entelequia, no es el resultado de un proceso gradual de reformas. El debate histórico entre reforma o revolución vuelve a cobrar plena vigencia. La reconstrucción en claves marxistas-leninistas del movimiento comunista internacional, como en otros momentos a lo largo de la historia de lucha de la clase obrera, será un elemento determinante en el impulso del proceso revolucionario y del triunfo del socialismo.
Han bastado dos décadas para comprobar que quienes se apartaron del marxismo-leninismo, lejos de avanzar hacia lo que denominaban «socialismo democrático» o «socialismo en libertad», habían abrazo en realidad la línea de la integración en el sistema, del reformismo pleno y, en alguno casos, del anticomunismo.
Quienes mienten a la clase obrera, quienes siembran ilusiones respecto a la posibilidad de refundación o recomposición de la Unión Europea, han naufragado. El PIE no puede plantear alternativas porque es un engranaje más del entramado institucional de la UE. La alternativa a la construcción capitalista de Europa no está en tratar de reconducir el capitalismo por otra vía, al menos no está ahí el interés de los trabajadores y los pueblos. Los comunistas hemos de plantear la alternativa claramente socialista, orgullosos de nuestro pasado y confiados en el futuro de la nueva oleada de revoluciones socialistas para la humanidad. Ésa es la propuesta conjunta de los 21 partidos comunistas y obreros ante las elecciones europeas. Ésa es la propuesta del PCPE para el 7 de junio y para después.
Ástor García y Raúl Martínez. Miembros de la candidatura del PCPE a las elecciones europeas.