La necesidad de una nueva constitución ha sido mencionada casi desde la vigencia misma de la actual, desde el inicio había voces preclaras que declaraban su carácter neoliberal, y por lo tanto nefasto para los intereses nacionales y populares; ha sido parte de las promesas electorales en distintas campañas e incluso hubo un presidente que juramento por la constitución de 1979, como signo simbólico de que la de 1993 iba a ser cambiada por una nueva.
Sin embargo, realmente no se trabajó este proceso desde el punto de vista de las fuerzas sociales necesarias, quedando en suspenso hasta la próxima campaña, como promesa electoral. manteniéndose sin embargo en diversas protestas reivindicativas, como eslogan y como arenga, nada mas.
La campaña electoral para el 2021, no fue diferente, el tema de la nueva constitución estaba presente, tanto en la primera como en la segunda vueltas, incluso se podría decir que gran parte del motivo para definir la votación era la de una nueva constitución, por lo menos en el inicial 19 %. Para la segunda vuelta ya se vio que el tema de las transformaciones sociales de mediana profundidad, objetivada en hacer evidente y necesaria una nueva constitución, eran un tema que no se definiría todavía, pues las correlaciones de fuerza estaban, y están todavía, a favor de las posiciones conservadoras.
Sin embargo, esta vez en el discurso presidencial de asunción de mando, el 28 de julio del 2021, dejando de lado la pose y el discurso fatuo en el tema de la nueva constitución fue contundente, claro, preciso y definitorio: la conquista de una nueva constitución está en manos del pueblo. A partir de ese momento quedaba claro que la nueva constitución seria fruto de la lucha política del pueblo, que debíamos dejar de esperar actos desde el gobierno, desde las esferas estatales en general, incluido el poder legislativo, puesto que ya las definiciones se estaban dando a partir de las relaciones reales de poder, y el gobierno no tenía mucho espacio de maniobra, quedaba atado de manos y pies. Y también a partir de ese momento se definiría quienes iban por el camino de las transformaciones sociales quienes, a partir de una cabal comprensión de dicha situación, y consientes de las fuerzas opositoras, deberían iniciar un proceso de construcción, articulación y organización de fuerzas sociales populares y democráticas, acompañado de una apertura de espacios de construcción programática construyendo y proponiendo un nuevo estado, una nueva democracia, y básicamente un nuevo modelo económico.
Se definirían pues, en torno a la nueva constitución, claras posiciones políticas: las de la transformación social, las del conservadurismo, y entre ellas y como espacio en disputa, las neutrales, o desubicadas del momento histórico.
Las fuerzas conservadoras saben que hacer y lo están haciendo, y además están ganando espacio y posiciones fuertes, que se ven en la tendencia a negar la necesidad de una nueva constitución, a distraer al movimiento popular con temas inicuos al orden constitucional, considerado este concretamente en la imposición y mantención de un modelo económico, como su objetivo principal. Estas fuerzas conservadoras siguen manteniendo sobre todo la iniciativa política determinando incluso los motivos de la movilización popular: impulsan una descabellada iniciativa de paquete laboral… hay marcha, una vacancia presidencial… hay marcha; se muestran fascistas… la lucha antifascista adquiere el primer lugar, dejando de lado la lucha antiimperialista y la transformación social profunda, pues la presencia del fascismo impone una lucha por la democracia, es decir, la defensa de esta democracia neoliberal entreguista y pro imperialista.
Las fuerzas por la transformación social, son todavía débiles, carentes de una dirección clara y de objetivos precisos y de presencia significativa en el movimiento popular organizado, se ha asumido la lucha por la recolección de firmas para la convocatoria a un referéndum con débiles señales de asumir eficazmente la tarea de la construcción de fuerzas sociales necesarias para una correlación de fuerzas favorable, y no se apunta a la profundización de los objetivos políticos, lo que se evidencia por ejemplo en el tema del gas, se habla de la renegociación, pero se evita hablar de la nacionalización, para renegociar no se necesita cambiar la constitución, para nacionalizar sí.
Y así, llegamos a las posiciones desubicadas que resultan por lo menos neutrales y favorecen al conservadurismo, pudiendo ubicarlas incluso dentro de las tales, es decir las que tienden a la conservación del orden actual de cosas; que siguen reclamando al gobierno y al poder legislativo, o parte de él, que indiquen el camino o conduzcan este proceso hacia una nueva constitución, y que también queriendo ser posiciones políticas maduras, modernas, responsables, etc. Buscando soluciones inmediatas (es decir, dentro del modelo económico vigente) a las necesidades urgentes de la población en general, resultan ser no solo la izquierda que la derecha necesita, sino incluso pueden ser la izquierda que la derecha construye, sobre todo si vemos la dimensión global de la lucha política actual, es decir que, al referirnos a la derecha o fuerzas conservadoras nos estamos refiriendo al imperialismo capitalista hegemónico a nivel mundial.
La lucha política se define pues a partir de las posiciones y conductas frente al planteamiento de una nueva constitución.
En este 2022 se debe avanzar en la consolidación o construcción de una conciencia de cambio social profundo materializado en un nuevo y distinto modelo económico, en un nuevo y distinto estado y en una nueva y distinta democracia. En la construcción y articulación de organización social que signifique la denominada reconstrucción, restitución del tejido social, todo esto al calor de la movilización social. Es necesario enmarcar las reivindicaciones inmediatas en la necesidad de un nuevo marco constitucional, es necesario dar un mensaje claro, preciso, valiente y audaz en las propuestas coyunturales y programáticas, señalando que la solución definitiva y la única posible, a la problemática social, se dará dentro de un nuevo marco constitucional, dentro de un nuevo modelo económico y dentro de un nuevo orden político y social. Es necesario que la capacidad de lucha se eleve políticamente, que no se movilice al pueblo contra la vacancia o por la disolución del congreso (o por cualquier otro tema coyuntural que salga de la derecha en general) sino por la nacionalización de los recursos naturales, resaltando la presencia del imperialismo transnacional en el control de los mismos de donde resultara la lucha antimperialista y anticolonial; por un nuevo modelo económico; por un estado plurinacional; democrático y soberano; por una democracia participativa, y por una identificación y apoyo con las luchas de nuestros pueblos vecinos y del mundo entero.
Este 2022, la definición política se dará así, en este marco: si el tema por una nueva constitución se mantiene en el segundo plano será un triunfo de las fuerzas conservadoras, si el tema de la nueva constitución se impone como objetivo político principal del movimiento popular, estaremos avanzando positivamente en la lucha por una transformación social. El objetivo es que la nueva constitución no se postergue como promesa electoral para la siguiente campaña.
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