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El Proyecto de Constitución europea: un golpe de estado ultra liberal

Fuentes: ATTAC-DEBATS

Este titulo que podría creerse provocador, refleja la realidad de lo que las multinacionales y los eurócratas que se hallan a su servicio en Bruselas y en Estrasburgo, quiere imponer a los pueblos durante largos años futuros. En efecto se trata del famoso proyecto de constitución para el que Francia convocará a un referéndum el […]

Este titulo que podría creerse provocador, refleja la realidad de lo que las multinacionales y los eurócratas que se hallan a su servicio en Bruselas y en Estrasburgo, quiere imponer a los pueblos durante largos años futuros. En efecto se trata del famoso proyecto de constitución para el que Francia convocará a un referéndum el año próximo. Salvando las distancias un «sí» victorioso tendría las mismas consecuencias que el «sí» que permitió confirmar en 1852 en Francia el ascenso al poder de Napoleón III, el verdugo de la república de 1848. Algo similar pasaría ahora a escala europea. En este caso no se trata de votar por un monarca sino una constitución, bien cortada y confeccionada a medida de las multinacionales, para los mercaderes, para los financistas y además por muchos años. Esta constitución puede asimilarse en consecuencia a un golpe de estado, porque más que fijar reglas simples y democráticas como era históricamente habitual se trata de inscribir de ahora en más en el mármol el derecho de los capitales. Se ha franqueado un paso que jamás antes osó la burguesía luego de la revolución de 1789 y que se limitaba a inscribir en el derecho la propiedad privada. Se va a franquear ahora un etapa suplementaria, que refleja las relaciones de fuerza que se manifiestan desde hace veinte años en que las finanzas gobiernan a economía mundial con el beneplácito y la activa colaboración de los gobiernos. . Se nos dirá, con seguridad, que esta constitución sigue el hilo de los tratados precedentes que hasta ahora daban la tónica a las políticas económicas y «sociales» europeas. Y los partidarios del SI los socialistas y los Verdes especialmente, no dejan de subrayar los aportes del nuevo texto elaborado por Giscard (el que acumula los ex mandatos hasta el último del Consejo Regional de Auvernia antes de que los electores se lo agradezcan) rente al famoso Tratado de Niza (votado por el precedente Gobierno de Jospin). Sin embargo la comparación es inválida puesto que no es cuestión de un Tratado sino de una constitución, de la espina dorsal de los fundamentos de un estado. De un texto que tiene vocación de ser pedagógico y destinado a guiar a varias generaciones en los años por venir. Un tratado puede negociarse, puede ser eventualmente suspendido, vuelto a discutir. Pero una constitución tiene un sentido mucho más simbólico, más profundo. Qué es lo que está pasando en realidad? El nuevo proyecto (260 páginas) trata de ser nuevo a partir de lo viejo. Vestido con grandes principios, maquillado con la «Carta» de los derechos del hombre, el proyecto retoma el espíritu de los tratados precedentes desde Maastricht. Conocemos actualmente cuales han sido sus consecuencias para el mundo del trabajo, para los pueblos en los que la precariedad, las desigualdades no cesan de empeorar pese a las promesa de una «Europa Social» Sabemos hoy en día adonde nos conduce el dogmatismo que erige en virtud al mercado total. Sabemos adonde nos conduce el dogma de un banco central Europeo «independiente» pero sometido en los hechos a los mercados financieros. Todos lo saben sin embargo «se» continúa en la misma línea. De la Europa social nosotros no veremos a partir de ahora ni su gusto ni su color hace falta una buena dosis de mentiras para acreditar que la constitución propuesta sería compatible con aquella. Prohibe por el contrario la construcción de una Europa social. Han leído bien, lo prohibe!. Porque aunque esto no esté cabalmente expresado, la tercera parte del tratado vuelve absolutamente caduca la idea de una Europa social. Por primera vez en la historia una política económica neoliberal va a ser inscripta blanco sobre negro, en un texto fundacional. Lo que ni siquiera osaron hacer los gobiernos de los EEUU. La idea misma de pensar en otra política se halla rechazada. La actual constitución volvería IMPOSIBLE intentar cualquier otra política tanto a nivel nacional como europeo: estamos frente a un golpe de estado neoliberal. El gusano del neoliberalismo se encuentra en el texto desde sus primeras páginas en las que se insiste machaconamente en la idea de que Europa en es una economía de mercado competitivo o de competitividad. El término competencia reaparece muchas veces en el proyecto convirtiéndose en el leit motiv de la futura Europa.

La ironía – a la igual que en Maastrich – en que este tratado constitucional utiliza la coartada de una Europa sin fronteras, la utopía de un mundo sin fronteras (que se detiene en las puertas de los países del hambre y de la miseria, y por lo tanto al Este de Polonia, al sur de España en donde mueren en barcos precarios miles de indocumentados que intentan este último viaje hacia El Dorado) para que los pueblos acepten su propia alienación. . La apuesta está excelentemente preparada: un «sí» en el referéndum permitirá legitimar este asesinato del porvenir. ¿Deberemos por lo tanto proclamar como lo hizo Hugo luego del referéndum de 1852:

» Quién se ha imaginado que el recién llegado tenía derecho sobre mi derecho! Que era necesario que yo tomase su bajeza por yugo, por regla su capricho! Que yo fuera forzado a volverme eslabón Por que todos quieren transformarse en cadena!»

Como sucede habitualmente en los medios «reverenciales» de los periodistas sometidos a las órdenes del pensamiento único, por desidia, por espíritu de compromiso o por simple estupidez, asistiremos durante el año próximo a una masiva campaña a favor del «sí» » Asistiremos a un asalto de demagogia mentirosa que condenará a los electores que voten por el «no» como culpables de aliarse con los objetivos del FN y de Villiers. Repetirán el golpe de Maastrich pretendiendo hacer creer que el meollo del debate radica en estar » a favor o en contra» de Europa, de ser «soberanista» o «europeista» mientras que no es eso de lo que se trata. Como de costumbre el debate será sesgado, binario en donde no se pondrán de manifiesto ni los verdaderos problemas ni las cuestiones fundamentales. Como de costumbre las cabriolas de Maastricht van a tratar de hacernos beber hasta el final la ideología del renunciamiento y del fatalismo.. Como de costumbre los dueños del mundo podrán dormir tranquilos mientras que los pueblos no se aparten de sus televisores.