El primer ministro escocés Alex Salmond anunció durante la Conferencia Nacional del SNP que el 26 de noviembre publicarán el Libro Blanco de Escocia. Este informe detallará las líneas en las que se basará el posible nuevo estado y marcará el camino a seguir.
Los medios de comunicación escoceses no tardaron en bautizar al Libro Blanco de Escocia anunciado por el primer ministro, Alex Salmond, como la Carta Magna de Escocia, el pergamino más importante desde la Declaración de Arbroath en 1320.
El documento de Arbroath fue un llamamiento al Papa para que Escocia pasase a ser reconocida como un Estado soberano e independiente, libre del señorío feudal de la Inglaterra de Eduardo II. La carta es interpretada como una expresión temprana de la soberanía popular que, mediante el referéndum, quiere recuperar el pueblo de Escocia.
Para conocer el contenido completo de esta nueva declaración habrá que esperar al 26 de noviembre, cuatro días antes de St Andrews, fiesta nacional de Escocia.
Esperando a dicha fecha, Salmond centró su intervención en tratar de hacer frente al «Proyecto Miedo» que los unionistas han puesto en marcha.
Recordó a los escoceses que ya han probado «el sabor de la independencia» gracias a la evolución de la descentralización en los últimos 14 años.
Quiso alejar el referéndum de un salto a lo desconocido: «La independencia sería una evolución natural de los poderes, añadiendo control sobre el bienestar, las pensiones, la fiscalidad y la defensa», afirmó.
Desde el SNP aseguraron que votantes habituales de los laboristas en el centro de Escocia, son potenciales votantes del «sí». En este sentido, la viceprimer ministro, Nicola Sturgeon, señaló que su Gobierno está comprometido a frenar el impuesto dormitorio que grava con 17 euros semanales a cada familia que tenga una habitación vacía. Por contra, afirmó que «un voto negativo volvería a traer recortes mucho más profundos de Westminster».
Desde la campaña del «no» respondieron que una Escocia independiente supondría enfrentar muchos costes adicionales: «Los nuevos servicios públicos traerían gastos, la aportación de la Unión Europea podría reducirse con la separación del Reino Unido como excusa y los ingresos del petróleo del Mar del Norte seguirían disminuyendo».
La viabilidad económica de una Escocia independiente es el factor clave para desequilibrar la balanza entre unos y otros, y en esas anda el juego.
La otra polémica que ha envuelto el fin de semana de la conferencia del SNP ha sido la privatización del servicio postal de Gran Bretaña. Royal Mail fue vendida por el Gobierno de Westminster y en su primer día de salida a bolsa las acciones subieron más de un 50%, generando un gran descontento entre la población, que ha visto como un servicio público se ha vendido por un valor muy inferior al que le correspondía.
Ante ello, Salmond expuso que un Gobierno del SNP en una Escocia independiente, traería el servicio postal público de vuelta: «Es la última entrega de la obsesión por privatizar de Westminster».
El PIB ha aumentado en Escocia en las últimas fechas, y lo ha hecho pese «al programa de austeridad profundamente injusta de Westminster y los recortes sin precedentes en el presupuesto escocés»,aseguró Dennis Robertson, parlamentario del SNP.
Reitera invitación a Cameron
El primer ministro escocés volvió a invitar al David Cameron a participar en un debate televisivo junto a él. Cameron ya se negó a participar en un cara a cara hace unas semanas, señalando que no podrá votar en el referéndum. Salmond le respondió entonces que si no participa, debe apartarse del debate sobre el devenir de Escocia.
La lucha entre las campañas del «sí» y el «no» oscila en la capacidad que sus promotores tengan de convencer a los votantes sobre la viabilidad económica de una Escocia independiente. La demostración de autosuficiencia de un país o la incapacidad de Londres para dar vuelta a su situación económica puede fijar un nuevo estado en el mapa.