Al régimen de Estados Unidos se le erizan los pelos cuando escucha que galenos cubanos llegan a cualquier país de Latinoamérica o de otra región del mundo para prestar sus servicios gratuitos a las poblaciones humildes, desamparadas y que nunca han recibido atención sanitaria. Washington no puede disimular su reacción crispada cuando conoce que los […]
Al régimen de Estados Unidos se le erizan los pelos cuando escucha que galenos cubanos llegan a cualquier país de Latinoamérica o de otra región del mundo para prestar sus servicios gratuitos a las poblaciones humildes, desamparadas y que nunca han recibido atención sanitaria.
Washington no puede disimular su reacción crispada cuando conoce que los profesionales de la Isla caribeña, integrados en el denominado «Ejercito de Batas Blancas», llega al más lejano, oscuro y abrupto rincón del planeta tierra a ofrecer uno de los derechos humanos fundamentales, la asistencia médica.
La actuación de la administración norteamericana es siempre la misma: Acusar desde la ciudad terrorista de Miami y otras capitales a los representantes de la medicina de la mayor de las Antillas de ser agentes secretos, denigrar de su calificación técnica, reconocida por todas las instituciones internacionales de la ONU, y mentir con el hecho de que llegan a un determinado país a quitarle el empleo a sus colegas nacionales.
Al mismo tiempo, la Casa Blanca y entidades subversivas como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID por sus siglas en inglés), bien conocida por sus estrechos lazos con la Agencia Central de Inteligencia (CIA), utilizan a los partidos de derecha tradicionales, gremios y la prensa conservadora a sus servicios para desatar campañas difamatorias sobre los galenos cubanos.
Esa historia se ha repetido en Venezuela, Brasil, Ecuador y Bolivia, por citar solo algunos ejemplos, y parece ser que ahora se reedita en Perú, donde hace pocas semanas arribó una pequeña brigada médica del archipiélago caribeño en calidad de asesores.
Desde Miami, enclave del terrorismo y de la subversión hacia Latinoamérica, comenzaron las agresiones adversas a los profesionales cubanos presentes en Perú, a las que se han sumado sin respeto y escrúpulo alguno los medios de comunicación de esa nación andina, controlados en su totalidad por grupos de poder económicos que conforman una evidente telaraña tejida en Washington.
En esa misma red propagandística contra Cuba, figuran portavoces de partidos derechistas con historiales corruptos, además de «ingenuos» manipulados, o que se visten de inocentes para sacar provechos políticos o financieros.
Ninguno de ellos, incluida la «prensa democrática» se refiere o al menos pregunta cuántos militares de Estados Unidos, «funcionarios» de la USAID, u otro tipo de «asesores» norteamericanos o de diferentes países europeos residen en Perú, y cómo y por qué motivos entran y salen de Lima como perros por su casa.
Tampoco hablan de la carencia de doctores especialistas que tiene Perú, que supera los 6 mil, y mucho menos de los gestos solidarios recibidos de parte del pueblo cubano cuando los terremotos de 1970 y 2007, además los casi mil jóvenes peruanos graduados de medicina hasta la fecha en la mayor de las Antillas.
Menos aún se preocupan de los peruanos de a pie, quienes en su mayoría no tienen acceso a la asistencia sanitaria, o simplemente no la pueden pagar por sus escasos recursos monetarios.
Por supuesto, que al régimen de Estados Unidos le interesa poco todo ello, porque ni siquiera se ocupa de sus ciudadanos, y lo que si le inquieta y teme mucho es a la labor humanitaria del «Ejercito de Batas Blancas cubano».
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