No hay que llamarse a engaño: el modelo neoliberal, pese a los efectos perversos que ha tenido en la profundización de las injusticias sociales en América Latina, sigue funcionando, «pero ya no gira en torno a las privatizaciones, la apertura económica y las desregulaciones, sino que se ha volcado en la apropiación de los recursos […]
No hay que llamarse a engaño: el modelo neoliberal, pese a los efectos perversos que ha tenido en la profundización de las injusticias sociales en América Latina, sigue funcionando, «pero ya no gira en torno a las privatizaciones, la apertura económica y las desregulaciones, sino que se ha volcado en la apropiación de los recursos naturales», sostiene el analista internacional y activista social uruguayo, Raúl Zibechi.
Investigador de las realidades socioeconómicas y políticas de los países latinoamericanos, Zibechi considera que los movimientos sociales tienen el reto de seguir presionando a lo largo y ancho de la región para acabar con la «larga noche neoliberal».
Este analista internacional que estuvo exiliado en España por haber resistido la dictadura del Uruguay a mediados de los años 70, se ha dedicado a la investigación social y a la docencia que alterna con sus actividades de escritor y periodista.
Está dedicado por completo al trabajo con los movimientos sociales, es miembro del consejo de redacción del semanario Brecha de Montevideo y participa como docente en la Multiversidad Franciscana de América Latina. Además, es un destacado activista social y asesor de organizaciones sociales, barriales y medios de comunicación alternativos.
A su paso por Bogotá, donde dictó un taller sobre nuevas formas de dominación y presentó su último libro «América Latina: Contrainsurgencia y pobreza», Zibechi dialogó con el Observatorio Sociopolítico www.cronicon.net.
¡Ya Basta!
En su disertación, este intelectual uruguayo fue contundente en señalar que «es enteramente falso que el problema central de nuestras sociedades sea la existencia de porcentajes elevados de pobreza. El verdadero problema es la riqueza, es decir la existencia de una clase social parasitaria, que no cumple ningún rol positivo en la sociedad aunque sí tiene el suficiente poder tanto para influir en las políticas estatales, en las agendas públicas y de los medios de comunicación, como para desviar el foco de atención hacia su impúdica acumulación de riqueza».
«Romper con esta concepción de la pobreza como problema a resolver y poner el centro de atención en la riqueza, es un requisito para cambiar las políticas sociales», es una de sus recomendaciones.
Se lamentó de que «el gran triunfo ideológico del Banco Mundial es haber inoculado en las izquierdas, en los sindicatos y en los intelectuales progresistas, que se puede acabar con la pobreza sin tocar la estructura de la propiedad. O sea, sin modificar las relaciones de poder»
Criticó las denominadas políticas asistencialistas porque «no erradican la pobreza, no abordan las causas estructurales de la marginalidad y la exclusión social, por el contrario, profundizan el paradigma individualista del neoliberalismo. Estas políticas centradas en ‘el combate a la pobreza’ buscan evitar el conflicto. O sea, buscan la anulación de cualquier sujeto de abajo y quieren que sólo existan sujetos estatales o empresariales».
Explicó que «los sujetos se forman en la lucha, nacen de ella y si la sociedad se instala en un periodo de letargo social, los actores se desvanecen. Toda la política del Banco Mundial y de las elites globales y nacionales es para ‘des-sujetizar’, para evitar que las diferencias se conviertan en conflicto social».
Desde una perspectiva epistemológica, Zibechi llamó a los sectores progresistas y de izquierda en América Latina «a elegir el ¡Ya basta!, porque es una opción ética y política muy válida».
Destacó igualmente que muchos de los proyectos y las políticas sociales progresistas como la economía solidaria, la autonomía y la horizontalidad, la educación popular, los movimientos sociales de gestión productiva «nacieron de las resistencias a las políticas de ajuste estructural del neoliberalismo. No obstante que la economía solidaria no es nada fuera del marco del conflicto. Puede ser un modo de adquirir fuerza para encarar el combate en mejores condiciones»
«Reprimerización» del aparato productivo
La crisis del neoliberalismo constituye para Zibechi «una oportunidad para presionar cambios», por eso considera que «es indispensable meterse con la economía para cambiar la situación actual». Y es que «América Latina no puede repetir la negativa experiencia de echar a perder los intentos por erigir el estado de bienestar para dar paso a la acumulación originaria, bajo el esquema de ‘acumulación por desposesión’, como lo denomina el sociólogo y politólogo británico David Harvey, que erosionó el papel regulador de los sindicatos y su carácter de interlocución, produjo una aguda desindustrialización y la reprimerización del aparato productivo, con su inevitable secuela de desempleo, creciente marginalización de los sectores populares urbanos y desplazamiento de los pequeños campesinos hacia las periferias urbanas».
En su opinión, desvelar e «iluminar las formas de dominación como el modelo neoliberal ayuda a desmontarlas» y si bien éstas son muy potentes, también lo son las resistencias.
En la actual coyuntura, explica, la derecha en su afán de lograr una dominación hegemónica no solo «compra» a líderes sindicales o de izquierda sino que busca por diversas formas el apoyo total de las organizaciones sociales.
Puso como ejemplo el caso colombiano, en el que el establecimiento «no solamente coopta a los angelinos (en alusión al vicepresidente electo Angelino Garzón) sino a organizaciones sociales enteras», como está sucediendo actualmente con la Confederación General del Trabajo (CGT) mediante el salto que dio su presidente Julio Roberto Gómez del izquierdista partido Polo Democrático al santismo, la expresión más ultraconservadora y oligárquica del establecimiento en Colombia.
Deslegitimado, pero no derrotado
Para Zibechi, el modelo neoliberal en los países de América Latina «sigue funcionando pero ya no gira en torno a las privatizaciones, la apertura económica y las desregulaciones, sino que se ha volcado a la apropiación de los bienes comunes. La novedad principal de la coyuntura regional consiste en que el Consenso de Washington fue deslegitimado pero el neoliberalismo no fue derrotado. Por el contrario, la acumulación por desposesión, anclada en el modelo extractivista, se sigue profundizando en esta etapa a través de la minería transnacional a cielo abierto, los monocultivos de soja, caña de azúcar y palma, y del complejo forestación-celulosa. Estos emprendimientos, conducidos siempre por grandes multinacionales, se apropian de los bienes comunes, en particular agua y territorios, para convertir la naturaleza en mercancías (commodities) exportadas a los países centrales o emergentes como China e India».
«Los resultados -agrega- están a la vista: los bancos tienen las mayores ganancias de su historia y el crecimiento económico se basa en exportaciones de commodities y minerales, en una suerte de reprimerización de la estructura productiva de los países. Es el camino que siguen los países de la región, más allá de las fuerzas políticas encargadas de administrar los gobiernos».
Las política sociales que se han puesto en marcha en varios países de la región «acompañan y compensan la profundización del modelo neoliberal».
El extratactivismo: parte del modelo neoliberal
– ¿En su concepto, América Latina atraviesa por un periodo de enterrar «la triste y larga noche neoliberal» para utilizar una frase del presidente ecuatoriano Rafael Correa, gracias en buena medida a las resistencias sociales que tomaron fuerza durante la década anterior?
– Sí y no. Sí, porque ha habido largas resistencias intensas, las cuales han dado cambios importantes, pero los nuevos gobiernos están desarrollando políticas que no salen del neoliberalismo sino que, por el contrario, lo sostienen, en consecuencia, creo que esa afirmación de Correa habría que matizarla mucho. Y no puedo estar de acuerdo con eso, porque de hecho en estos días en Ecuador hay conflicto con dirigentes indígenas acusados de sabotaje y terrorismo, entonces esto es relativo y hay que empujar un poco más.
– Hablemos de su país, Uruguay. ¿Cómo se puede entender que después de 34 años de existencia del Frente Amplio haya logrado llegar al poder, primero con Tabaré Vázquez y ahora con un ex guerrillero como Pepe Mujica?
– Bueno por una larga acumulación electoral que redundó en un triunfo aplastante por más de más del 50% y por una hegemonía del Frente Amplio en la sociedad uruguaya. Eso está consolidado y no creo que vaya a cambiar pronto.
– ¿El gobierno del Frente Amplio del Uruguay mantiene algunas políticas neoliberales?
– Sostiene el extractivismo y esto es un problema, a mi modo de ver, porque no se logra salir de las políticas que se han venido implementado desde hace mucho tiempo. Yo considero que el extractivismo es parte del modelo neoliberal.
– ¿En ese sentido usted coincide con el ex Ministro de Estado ecuatoriano Alberto Acosta, que en su último libro sostiene que la maldición de los países de América Latina es la abundancia en recursos naturales?
– Coincido totalmente, mi diferencia es que los Estados plurinacionales tienden a reproducir la lógica de dominación de cualquier Estado.
– ¿Cuál es su visión sobre el proceso actual de resistencias sociales en América Latina? ¿Habrá posibilidad de que se abra espacio un nuevo modelo económico?
– No veo pautas de un nuevo modelo económico de desarrollo, lamentablemente, y lo que observo me preocupa mucho precisamente porque nuestros países están anclados en el extractivismo.
– ¿Cuál es su concepto de los gobiernos progresistas de América Latina?
– Hay dos tipos de gobiernos progresistas: los de Brasil, Uruguay y Argentina que son gobiernos socialdemócratas aliados con un sector del capital; y los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia, donde los movimientos son muy fuertes y siguen presionando más.
– ¿En el caso de países como Perú, Colombia y México, habrá influido el hecho de que fueron virreinatos del imperio español, lo cual dejó una impronta cultural y política que ha permitido consolidarse a la derecha y por ende que sus dirigencias sean reacias a los cambios sociopolíticos?
– Sí, y por la debilidad de los movimientos sociales que no han logrado desbordar a estos gobiernos y de ahí la hegemonía del capital financiero que sigue siendo muy importante.
– ¿Cómo observa el horizonte político en Colombia?
– Muy complejo, y hasta que los movimientos sociales no logren empoderarse, salir con fuerza y ganar las calles, no creo que consigan derrotar esto.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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