Panamá fue el único país latinoamericano que votó en contra de la incorporación de Palestina a la UNESCO. Ya habíamos advertido que el Presidente Ricardo Martinelli Berrocal le había enviado un claro mensaje a los Estados Unidos y a Israel nombrando en la cancillería a un sionista. Panamá a los sumo debió abstenerse, pero como […]
Panamá fue el único país latinoamericano que votó en contra de la incorporación de Palestina a la UNESCO. Ya habíamos advertido que el Presidente Ricardo Martinelli Berrocal le había enviado un claro mensaje a los Estados Unidos y a Israel nombrando en la cancillería a un sionista. Panamá a los sumo debió abstenerse, pero como cada día mejora su jardín dentro del patio andaluz de los EEUU, engancha su vagón con más firmeza a la locomotora norteamericana. Por supuesto, este voto no puede ser considerado aislado a la aprobación del congreso de los EEUU del Tratado de Promoción Comercial con Panamá (TPC) y a la discusión en nuestro país de la ley que le entrega a las Transnacionales todos los servicios del Estado, incluyendo el Canal. Proyecto que ha generado una huelga médica nacional y la incorporación de otras agrupaciones y del que me ocupare en un nuevo artículo.
La decisión de no incluir a Palestina a la UNESCO fue decisión unipersonal del Presidente y su canciller. En ningún momento fue motivo de consulta nacional. Fue, entonces, una imposición presidencial, lo que es contrario a la cultura del panameño de mantener armoniosas relaciones con todos los pueblo del mundo.
¿Por qué excluir a Palestina de la UNESCO ahora, y mañana de la ONU? Por una decisión política de los amos del mundo: EEUU e Israel. Podemos adelantar un poco más y señalar que es la línea política del sionismo internacional, que hoy controla el Poder Político y Económico mundial. Un breve recorrido histórico nos recuerda que en el primer Congreso Sionista celebrado en agosto de 1897 en Basilea, se concretó su política: como pueblo «elegido» luchará por la conquista del mundo y contra la asimilación. En ese congreso se estableció su estrategia: Formaciones políticas a nivel de todos los partidos y todos los gobiernos en todos los países del mundo; formaciones económicas y financieras a nivel de todos los bancos, de todos los mercados y de todas las bolsas mundiales; formaciones científicas y culturales a nivel de todas las universidades de los países en donde viven judíos y formaciones de información a nivel de todos los diarios, de todos las revistas, de todas las editoriales, de todas las empresas cinematográficas, de todas las compañías de publicidad, en todos los países y en todos los idiomas del mundo. Esta estrategia les está dando muy buenos frutos. Si logramos establecer donde están ubicado esos centro de poder, podemos concluir que están dominados por la Organización Sionista Mundial: el Club de Bilderberg, la Comisión Trilateral y El Council on Foreign Relations, que son, en síntesis, los que definen las políticas globales. Ahora bien, no debemos confundir judaísmo con sionismo. Si bien, los objetivos del sionismo es la de abarcar a todos los judíos, hay numerosas agrupaciones de ellos que se enfrentan y desafían ese determinismo sionista.
Sin duda que una de las mayores conquistas del sionismo fue la creación del Estado de Israel sobre suelo palestino. ¿Se lo merecían? La historia nos dice que no. A los largo de los 6 mil años de historia de Palestina, los judíos han ocupado el poder sólo 642 años, apenas un 10%. Se trata, entonces de un Estado artificial.
La Dictadura Civil que vive hoy el pueblo panameño se hace indistinguible de los Centros Hegemónicos de Poder. El vergonzoso voto del gobierno panameño en a UNESCO es un ruptura violenta de nuestra cultura de paz. En nuestro escudo patrio reza la sentencia: Para el Beneficio del Mundo, destruida de un plumazo por Ricardo Martinelli Berrocal y su canciller sionista.
Como panameño le pido disculpas al pueblo palestino por está aberrante decisión gubernamental.
Blog del autor: www.maurozunigaarauz.com
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