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En el espejo alemán

Fuentes: eldiario.es

Desde Platón hasta nuestros días la justicia es vista como la virtud suprema del Estado. Si toda sociedad es un proyecto colectivo en el que sus integrantes arriman el hombro según sus capacidades, entonces ¿a qué criterios recurrir para acordar los principios del reparto de los frutos de la colaboración social? La justicia es un […]

Desde Platón hasta nuestros días la justicia es vista como la virtud suprema del Estado. Si toda sociedad es un proyecto colectivo en el que sus integrantes arriman el hombro según sus capacidades, entonces ¿a qué criterios recurrir para acordar los principios del reparto de los frutos de la colaboración social? La justicia es un principio que precede a valores como la libertad o la igualdad. En su ausencia se dinamita la cohesión social. Cuando hace agua, la legitimación del orden político naufraga. Por eso la justicia es la virtud central de todo orden político democrático.

Deliberar sobre los criterios de distribución del producto de la colaboración social equivale a hacerlo sobre quién decide de qué oportunidades disfruta cada contribuyente. A día de hoy, en democracia el voto es la forma principal que tiene la ciudadanía para participar en esa deliberación.

Elecciones generales es lo que se celebra en Alemania el próximo 22 de septiembre. La justicia social figura de forma expresa en las agendas de los partidos, progresistas se entiende. No es para menos. Más allá del brillo de sus cifras macroeconómicas, de su balanza comercial o de su (trampeada) tasa de paro, la cabeza de mando en la Unión Europea lleva tiempo asistiendo al ensanchamiento de las diferencias entre ricos y pobres. La evolución de las últimas décadas ilustra el abismo de injusticia. Según datos del Instituto Alemán de Estudios Económicos (DIW), en 1970 el 10% más rico disponía del 44% del patrimonio personal total, que ya era tener; en 2010 ese mismo percentil acumulaba el 66,6%, y un 22,5% tomando sólo al 0,1% megaopulento.En el extremo opuesto, también en 2010, el 50% más pobre concentraba el 1,4% de la riqueza, incluyendo a los 7,5 millones de personas con un minijob a razón de 450€ al mes y al millón largo de trabajadores temporales que ganan de media un 40% menos que los de plantilla.

Otra entrada para el almanaque de la obscenidad: en 1985 la relación salarial entre los directivos de las grandes sociedades anónimas y sus empleados era de 20 a 1; en 2011 la relación se había desbocado a 200 a 1. Las 13.000 familias más ricas acumulan tanta riqueza como los 20 millones de hogares más pobres… si es que efectivamente cuentan con un techo y tienen algo que puedan llamar hogar, claro.

Alemania es un país rico que muestra síntomas preocupantes de profundización de la injusticia social y de agotamiento en la capacidad para revertirla de su antes envidiable Estado de Bienestar.

Otro estudio hecho público en agosto cuantifica en 284.000 las personas sin residencia fija en 2012, un 15% más que dos años antes.En este contexto, la justicia social es la principal cuestión que se dirime en las elecciones. Por mencionar dos medidas que la afectan, la introducción de un salario mínimo y la cuantía del tipo impositivo máximo, ¿qué dicen los diferentes partidos al respecto? 21 de los 28 países de la Unión Europea (así como EE.UU., desde 1938) cuentan con un salario mínimo por ley, España incluida.

Según un estudio de la Universidad de Duisburg-Essen, uno de cada cuatro trabajadoras y trabajadores alemanes ganaba en 2010 una media de 6,68€ por hora en la parte occidental del país, y de 6,52€ en la oriental. En 1,4 millones de los casos, la hora no llegaba a los 5€. Según ese mismo estudio, la introducción de un salario mínimo de 8,5€ reportaría un incremento salarial a uno de cada cinco trabajadores, de un 25% en el caso de mujeres y de un 15% en los varones. Socialdemócratas y verdes suscriben la medida, el partido de la Izquierda habla, de entrada, de 10€ por hora. La CDU de Merkel y sus socios liberales del FDP prefieren hablar (la terminología no es inocente) de un «umbral mínimo salarial» según sector productivo, pero sin mojarse en la cuantía. El tipo fiscal máximo propuesto es un indicador elocuente del ánimo redistribuidor. Su evolución revela la deriva hacia la injusticia en Alemania.

A finales de la década de 1950 los más ricos cotizaban a las arcas públicas un 56%; desde 2007 el tipo está fijado en el 45%, igual que en España. ¿Cómo lo ven los partidos? Los integrantes de la coalición de gobierno vigente, con buenos augurios de revalidar su acuerdo tras las elecciones, apuestan por dejar las cosas como están. Los socialdemócratas proponen un tipo del 49% a partir de 100.000€ anuales; los Verdes también hablan de un 49%, sólo que a partir de 80.000€; La Izquierda impulsa un tipo del 53% a partir de 65.000€, que se elevaría a un 75% cuando se supere el millón.

Alemania es un país rico que muestra síntomas preocupantes de profundización de la injusticia social y de agotamiento en la capacidad para revertirla de su antes envidiable Estado de Bienestar. Un país en el que el ascensor sube a unos pocos, pero arroja al foso cada vez a más gente. ¿El modelo a seguir?

Fuente: http://www.eldiario.es/norte/thinkbask/espejo-aleman_6_170142994.html