La primera lección que aprende Admir en su escuela de Sarajevo es que él está afuera y los otros adentro. Su familia no es musulmana y por eso él no asiste a las clases de religión.
«La gente dice que no se aprende nada malo en las clases de religión, que no hacen daño», dijo a IPS por teléfono Meho Adisovic, padre del pequeño de cinco años.
«Admir no va porque no somos creyentes y la única lección que, por desgracia, aprende es exclusión, junto con un niño serbio y otro croata que tampoco concurren a las clases» de religión musulmana.
Hubo fuertes protestas, pero las clases religión islámica comenzaron oficialmente en las escuelas preescolares de Sarajevo al inicio del año lectivo en 2008.
La directora de la red pública de escuelas preescolares, Arzija Mahmutovic, indicó que «no había suficientes niños y niñas ortodoxos ni católicos» como para dictar cursos de otras religiones.
Mahmutovic impidió a principios de 2001 la visita de Ded Moroz, versión rusa de Papá Noel arraigada durante el régimen comunista, en las escuelas preescolares de Sarajevo porque no formaban parte de la tradición islámica.
Desde que terminó la guerra de secesión de Bosnia-Herzegovina (1992-1995) de la antigua Yugoslavia, ese país de cuatro millones de habitantes se organizó sobre la base de criterios étnicos, así la Federación Croato-Musulmana y la República Serbia de Bosnia (Repúblika Srpska) se definieron en función de las comunidades mayoritarias.
La capital bosnia concentra a la mayoría musulmana, pese a que la Constitución garantiza los derechos a serbios, croatas y musulmanes por igual.
En la región de los Balcanes, los tres pueblos se esfuerzan por educar a sus niños y niñas siguiendo sus respectivas tradiciones religiosas. Los serbios son cristianos ortodoxos y los croatas católicos. Pero cada uno enseña muy poco de las otras religiones.
Pero esa costumbre puede derivar en un estallido político, como ocurrió en la Antigua República Yugoslava de Macedonia, llamada así porque Grecia se opone a que se use el antiguo nombre helénico porque no se corresponde con el histórico territorio de Macedonia, ocupado por Alejandro Magno de 336 antes de Cristo hasta su muerte en 323 antes de Cristo.
El Tribunal Constitucional de ese país prohibió toda enseñanza religiosa en las escuelas. La decisión motivó manifestaciones masivas organizadas por la Iglesia Ortodoxa de Macedonia.
Los ortodoxos son mayoría en ese país de dos millones de habitantes, el resto son albaneses musulmanes.
Las fracturas religiosas son un asunto potencialmente explosivo en el territorio de la antigua Yugoslavia.
«Cuestiones étnicas y religiosas están en el origen de los conflictos de esta región, donde la gente sufrió atrocidades, violencia y guerras», dijo a IPS Asma Jahangir, relatora especial de las Naciones Unidas para la libertad de culto.
La abogada y activista de derechos humanos pakistaní se encuentra esta semana en la región en el marco de una investigación sobre este asunto.
Los principales actores de las guerras que terminaron con la disolución de la antigua Yugoslavia en los años 90 fueron servios ortodoxos, croatas católicos, bosnios musulmanes y albaneses musulmanes. Los enfrentamientos dejaron más de 150.000 personas muertas y una región profundamente dividida.
Cada religión sigue muy arraigada en sus propias doctrinas. Los planes de estudio musulmanes enseñan tolerancia entre los musulmanes, los ortodoxos sintonizan con la historia serbia. Sólo los programas católicos versan sobre asuntos contemporáneos como pobreza y consumo, según una investigación realizada en 2005 por un grupo integrado por bosnios musulmanes, croatas, serbios y noruegos.
Muchas familias serbias consideran que es bueno dar a sus hijos una educación religiosa.
«Quería que mi hija aprendiera las tradiciones serbias y supiera más que yo. Me crié durante el régimen comunista y no sé nada de las costumbres ortodoxas», dijo a IPS Mirjana Vasovic. «Ella va a clases de religión y me enseña y me explica la importancia de algunas tradiciones. Aprendí y descubrí un montón de cosas».
Pero una investigación sobre Educación Religiosa en Escuelas Públicas de Serbia, realizada en 2007, advierte que la «enseñanza religiosa tuvo consecuencias devastadoras sobre las nociones de tolerancia, pensamiento crítico y otros valores de la sociedad civil».
Además señala que los «psicólogos escolares y los padres observan un aumento sustancial de miedos y pesadillas de los niños, quienes ahora tienen miedo del infierno, de las cosas horribles que ocurrieron a los santos o de la ira de Dios».