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Elecciones

Entre el marketing y el desprecio al barro

Fuentes: Rebelión

Las elecciones son un instante de la vida de un país en las que se pueden definir futuros, perspectivas, posibilidades de cambio o no, esperanzas. Las elecciones representan simbólicamente para muchos y muchas la posibilidad de subirse a un barco que los lleve a buen puerto. Después por diversos factores de poder la realidad no […]

Las elecciones son un instante de la vida de un país en las que se pueden definir futuros, perspectivas, posibilidades de cambio o no, esperanzas. Las elecciones representan simbólicamente para muchos y muchas la posibilidad de subirse a un barco que los lleve a buen puerto. Después por diversos factores de poder la realidad no siempre es como se espera.

En lo que respecta solamente a las consecuencias de una elección, puede ocurrir que muchas veces parte de la gente no tenga la posibilidad de pensar su voto y se mueva por emociones del momento, o golpes de efecto que se producen en el correr de una campaña. Y cuando esos golpes de efecto se dan poco días antes de una elección, pueden decidir el corrimiento de parte del electorado hacia un determinado sector, y por lo tanto el futuro imaginado por algunos se modifica en el presente, porque se afecta las correlaciones de fuerzas entre partidos y dentro de los partidos.

Con su violencia verbal contra el dirigente Tupamaro José Mujica y el Movimiento de Participación Popular (MPP) y su falta de ética electoral al iniciar una campaña sucia contra ese sector, por no decir falta de ética total, el ex presidente Julio María Sanguinetti, busca:

1. Reposicionar su sector, el Foro Batllista, dentro del Partido Colorado. 2. Reposicionar en parte a su partido en el panorama general para mejorar la correlación de fuerzas ante cualquier eventualidad de negociación electoral o política futura. 3. Provocar un temor en la votación blanda del Frente Amplio (o sea la votación que todavía no está totalmente segura de votar al FA pero que si no pasa nada extraordinario terminaría votando por la coalición) para que cambie su voto a favor del Partido Nacional 4. Por último, y de yapa, provocar un corrimiento del electorado blando del Movimiento de Participación Popular hacia otros sectores del Frente para cambiar en algo la correlación de fuerzas interna dentro de la izquierda. Algunos se preguntarán por qué esto, y la respuesta es bastante simple: teniendo en cuenta que en el futuro, como ínfima minoría que son el Foro Batllista y el Partido Colorado, tendrán que negociar con el FA, es mejor negociar con un FA con cierto equilibrio interno de fuerzas en el que supuestamente sería más fácil provocar divergencias, que con un FA con un sector fuerte y más coherente ante cualquier negociación. Eso debe estar pensando Sanguinetti ahora, y sus asesores de marketing le deben haber aconsejado que la mejor forma de moverse era atacando a Mujica. Y los medios de comunicación que saben la movida sanguinettista y que no son neutrales ni independientes ni ingenuos se encargaron de darle manija a la propuesta de enfrentamiento surgida desde el ex mandatario y sus asesores de marketing electoral.

El líder del MPP, José Mujica, por su parte, como no podía ser de otra manera en alguien que se siente herido por calumnias, reaccionó. No con la violencia de Sanguinetti porque Mujica ha demostrado ser una persona centrada y seria dentro de la política uruguaya, pero reaccionó. No se transformó en un farsante que no tiene emociones como le hubiesen aconsejado «marketineros» que conocen el oficio. Aunque esa reacción no significa que Mujica haya dejado de ser una persona de propuestas y con la cordura necesaria para llevarlas adelante liderando un sector muy importante dentro de la vida política nacional, su reacción puede ser tomada por electores que integran la votación blanda del MPP como un exabrupto y por lo tanto llevarlos a cambiar su voto por otro sector frentista. Aunque con el correr del tiempo, esos electores que cambian de sector se puedan llegar a dar cuenta por la actuación de Mujica, que éste sigue siendo un político tranquilo, ético y que cumple con su palabra, e inclusive se lamenten, al no darle su voto en la elección ya están modificando en parte el futuro.

Quien ha estudiado y trabajado sobre los fenómenos mediáticos y los fenómenos electorales en algunos países no se sorprende con la actitud de Sanguinetti porque era la única que podía causar un golpe de efecto. Hasta hace algunos meses los dirigentes de los partidos tradicionales rehuían atacar a Mujica y al MPP porque creían, o les aconsejaron, que era contraproducente, pero esa actitud no paró el crecimiento emepepista ni frenteamplista y sólo un golpe de efecto, con una actitud agresiva podía modificar en algo el mapa electoral que plantean las encuestas. Ese golpe de efecto sólo lo podía llevar adelante una figura nacional sin ética y que además no es el candidato directo de su partido, como Sanguinetti. Si hubiese sido Abdala, por ejemplo, el golpe era insignificante e intrascendente. Tampoco llama la atención, la reacción de sectores frentistas que intentan ser más moderados que Mujica para captar los votos blandos del MPP y así modificar la posible correlación de fuerzas internas que surja de la elección.

En el mundo de las campañas electorales nadie es santo ni neutral, y hay que tener en cuenta esa realidad para moverse, está en la tapa del libro. Pero en todo caso, aunque algunos políticos uruguayos se esfuercen en parecer a los europeos, por momentos la política uruguaya no deja de ser aldeana y hasta ridícula. Ridícula si pensamos en que una salida de Sanguinetti, un personaje de triste recuerdo si vemos a donde llevó al país, e insignificante electoralmente, pueda mover los votos, ya no dentro de su partido sino dentro de los otros, e incluso dentro del propio FA.

Hasta hace poco diversos sectores, incluidos algunos de izquierda, justificaban el respaldo electoral emepepista con el «Fenómeno Pepe Mujica», y algunos hasta soñaban con derribarlo. Todos ponían énfasis en que se trataba de un fenómeno mediático intentado vaciarlo de contenido, sin decir que todo fenómeno mediático antes tiene un contenido, positivo o negativo, pero tiene un contenido. Antes que el «Fenómeno Pepe Mujica» a nivel de medios, estuvo una actuación acorde con determinados principios, pero sobre todo con uno fundamental: la recuperación del interior como sector humano y zona geográfica que hace vivir al país, la recuperación del hombre y la mujer del interior como factor de construcción de un país integrado antes de la inserción del país en un mundo globalizado, y la recuperación del interior como factor importantísimo en la construcción de un país productivo que genere los empleos que faltan y pueda competir internacionalmente.

Hace muchos años, allá por 1991, escribí un articulo sobre el acto del Primero de Mayo de aquel año que se realizó en Salto (500 kilómetros al noroeste de Montevideo) en el que se lanzó la propuesta de recolectar firmas para llamar a plebiscito sobre la ley de privatizaciones, aunque muchos sectores políticos de izquierda dudaban. Destacaba en aquel artículo la participación activa de los más de 1500 participantes y terminé diciendo que tal vez algún día no muy lejano se podría decir que «así empezaron las cosas». Mas de un año después la ley de privatizaciones era derogada por el veredicto popular a través de un referéndum al que se sumaron en la recta final casi todos los partidos del país. Luego de la derogación nadie o pocos habrán recordado aquel acto de Salto, aunque así empezaran las cosas. Durante años recorrí el interior del país haciendo artículos sobre su realidad y su gente y en cada viaje me quedaba claro que pocos en la izquierda veían hacia el interior. Uno de esos poquitos era Mujica. Antes del «Fenómeno Pepe Mujica», éste supo ver la cuestión crucial del olvido «interiorano», que es como decir el olvido del «otro», el «distinto», ese al cual aquellos que hegemonizan la construcción cultural dejan de lado sistemáticamente en el camino de los años.

En Ecuador la irrupción de los pueblos indígenas en la vida social y política del país, significó la irrupción del «otro», del diferente, que asumió su lugar en la historia. La realidad plural del país se manifestó cuando el indígena surgió como actor importante en la vida sociopolítica. Entonces se asumió que el ‘otro’ existe y que tiene sus diferencias y sus derechos, y hay que respetarlos para construir un país más integrado. Esa manifestación tiene una imagen étnica muy marcada por las características propias de Ecuador y del mundo andino.. En Uruguay, donde los indígenas fueron exterminados por el fundador del partido de Sanguinetti, el «otro» tiene una imagen «interiorana» con todo lo que eso representa. Cuando José Mujica irrumpe en el Parlamento uruguayo es el «otro» que comienza a tomarse un recinto reservado casi exclusivamente a los que tomaban whisky. Es la irrupción del «otro» en la política uruguaya. Pero ese «otro» tiene una particularidad, además de su ascendencia interiorana, tiene una formación intelectual que le permite moverse en cualquier ámbito y crecer en cualquier lugar.

En esta campaña electoral de Uruguay se ve una irrupción de los pueblos del interior que comienzan a dejar de consumir política para pasar a construirla, es la irrupción definitiva del «otro» como protagonista de la vida sociopolítica uruguaya. Sin duda, uno de los que más ha contribuido para que eso ocurra es el senador del MPP. La figura del Pepe Mujica creció porque él supo entender al «otro», y lo entendió porque supo ser parte de él. Sin ideologizar de más, con teoría y con práctica, y con una gran dosis de sentido común. Comprendiendo que a la realidad hay que cambiarla desde la vida cotidiana, porque es ahí donde se empiezan a modificar las relaciones de poder, donde se empieza a construir un imaginario diferente, que a su vez ayude a construir una sociedad diferente. Con propuestas antes que ataques

Una campaña electoral como la de Sanguinetti, que pone en el centro de su actuación el ataque a Mujica, encierra un desprecio al «otro». Sanguinetti está tan encerrado en sus intereses particulares, que desprecia al «otro», o sea que desprecia al interior del país, y además lo subestima porque paradojalmente su actitud busca asustar a los votantes del interior para que voten por su sector, para que no voten por el Frente Amplio y para que no voten por quien más genuinamente los representa, que es sin duda Mujica. En su desprecio al «otro» y al interior, Sanguinetti muestra la esencia de una forma negativa de hacer política, una forma con la que la mayoría de los uruguayos y uruguayas no está de acuerdo. La pregunta del millón, como decía mi abuelo, es si quienes integran el grupo de la «votación blanda», como dicen los «marketineros», se dejarán manipular por Sanguinetti de la misma forma que él ha venido manipulando la política en las ultimas décadas,

El hecho de que Julio María Sanguinetti haya recurrido a la campaña sucia no sólo puso de manifiesto la incapacidad del ex presidente de llevar adelante una campaña electoral digna, sino que demuestra su falta de ética y por lo tanto su traición a las leyes de la hermandad masónica a la que pertenece, y que reivindica la igualdad, la fraternidad, la libertad, la rectitud y la ética. Si tenemos en cuenta la historia de Sanguinetti no debería llamar la atención que traicione principios. No es necesario ser una gran investigador para saber que desde hace muchas décadas ha venido traicionando muchos principios y también los masónicos, por lo tanto, sus hermanos, incluyendo los del Frente Amplio y del Partido Nacional, deberían promover un juicio interno contra el ex presidente porque está desprestigiando a la Masonería Hace algún tiempo, un amigo masón ecuatoriano me decía «la traición es algo inaceptable para la Masonería», y agregaba: «Quien traiciona una vez traiciona muchas. Mañana los traicionados pueden ser sus propio hermanos». Tal vez la actitud del dirigente derechista uruguayo no llame la atención al interior de la Masonería de Uruguay, pero ha provocado reacciones contrarias en otros países. Sanguinetti, demuestra una vez más, como cuando era presidente, que no sabe mirarse a sí mismo, no sabe mirarse en el espejo, y en esa actitud está el desprecio al «otro», que es como el desprecio al barro. Aunque el barro siga siendo el mejor material para construir.

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* Kintto Lucas es escritor y periodista uruguayo radicado en Ecuador desde hace doce años. Director del Quincenario Tintají de Quito. Corresponsal de la Agencia de Noticias Inter Press Service (IPS). Profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito. Analista de geopolítica andina, problemática indígena en los países andinos y temas de comunicación. Ha sido columnista de los diarios Hoy de Quito y Expreso de Guayaquil. Algunos de sus libros son: La rebelión de los indios, traducido al inglés con el título We Will Not Dance on Our Grandparent’s Tombs Indigenous uprisings in Ecuador; Rebeliones indígenas y negras en América Latina; Mujeres del siglo XX, Apuntes sobre fútbol, Plan Colombia. La paz armada y El movimiento indígena y las acrobacias del coronel.