Fue hace casi cuatro años que el gobierno de Grecia negoció su acuerdo con el FMI para un duro programa de austeridad que estaba ostensiblemente diseñado para resolver sus problemas presupuestarios. Muchos economistas, cuando vieron el plan, supieron inmediatamente que Grecia estaba comenzando un largo viaje a las tinieblas que duraría muchos años. Esto no […]
Fue hace casi cuatro años que el gobierno de Grecia negoció su acuerdo con el FMI para un duro programa de austeridad que estaba ostensiblemente diseñado para resolver sus problemas presupuestarios. Muchos economistas, cuando vieron el plan, supieron inmediatamente que Grecia estaba comenzando un largo viaje a las tinieblas que duraría muchos años. Esto no era porque el gobierno griego hubiera vivido por encima de sus posibilidades o mentido acerca de su déficit fiscal. Esas condiciones hubieran podido ser corregidas sin tener que soportar seis o más años de recesión. Esto era debido a la «solución» en sí.
Cuatro años después, Grecia tiene un ingreso nacional que es alrededor de un cuarto menos que el que tenía previo a la recesión – uno de los peores resultados de una crisis financiera durante el último siglo, comparable a la peor caída durante la Gran Depresión de Estados Unidos. El desempleo ha superado [PDF] el 27 por ciento y más del 58 por ciento para los jóvenes (menores de 25 años). Hay menos griegos con empleo hoy que durante cualquier momento en los últimos 33 años. Y el gasto público real en salud ha sido recortado [PDF] por más del 40 por ciento, en momentos en que, más que nunca, la gente ha tenido necesidad del sistema de salud pública.
El FMI es el socio subordinado en la «troika» (que incluye al Banco Central Europeo y la Comisión Europea) que ha estado al mando de la economía griega durante los últimos cuatro años, pero el Fondo es el que está a cargo de ponerle cifras a la situación. En repetidas ocasiones, pronosticó recuperaciones económicas para los años 2011, 2012 y 2013 que nunca se materializaron.
Ahora, el FMI esta pronosticando crecimiento económico para el año 2014. Pero esta vez, es probable que, finalmente, esté en lo cierto. Es de vital importancia que entendamos porqué sucede esto.
El mes pasado, el parlamento griego aprobó un programa de estímulo bastante elevado que involucra la construcción de carreteras. Según el Ministerio de Infraestructura, Transporte y Redes, el gasto total para este proyecto será de 7 mil 500 millones de euros durante el próximo año y medio. Esto es equivalente a un 2,7 por ciento del PIB durante ese período. En comparación, el estímulo a nivel federal de EE. UU. que nos ayudó a salir de nuestra Gran Recesión de 2008-2009 (descontando las reducciones presupuestarias por parte de los gobiernos estatales) fue menor al 1 por ciento del PIB.
Es probable que este estímulo marque la diferencia entre el crecimiento y otro año de recesión. La mayor parte del financiamiento proviene de subvenciones de la Unión Europea, así que el estímulo no aumenta la deuda de Grecia.
En otras palabras, la economía griega va a crecer el próximo año debido al cambio importante en la orientación de la política. La austeridad, o ajuste fiscal, básicamente está llegando a su fin.
¿Por qué es esto tan importante? Porque los individuos que diseñaron o apoyaron las políticas de los últimos cuatro años van a sostener, cuando la economía griega empiece a recuperarse, que la «austeridad dio resultado». Pero incluso el análisis sobre la economía griega del propio FMI refuta esa afirmación. La austeridad sólo puede «dar resultado» (si uno acepta el obscenamente alto costo humano) si el desempleo masivo logra reducir los salarios lo suficiente como para que la economía se vuelva más competitiva y pueda salir de la recesión a través de un mayor nivel de exportaciones. El FMI pronostica una caída del 20 por ciento en los sueldos y salarios para el período 2010-2014; pero esto no ha sido suficiente para hacer que las exportaciones griegas sean considerablemente más competitivas, según la última [PDF] evaluación del Fondo (en julio). Las exportaciones se han mantenido a niveles bajos y han estado lejos de compensar el ajuste fiscal y el menor gasto nacional privado. La estrategia de «devaluación interna» aún no ha dado resultado en Grecia, y – según el análisis y los datos del FMI – tampoco lo ha hecho para la eurozona en su conjunto.
Por supuesto, Grecia aún está lejos de librarse de sus problemas. Con una relación deuda/PIB del 176 por ciento (era de alrededor de un 115 por ciento cuando Grecia comenzó con la austeridad), y enfrentando altas tasas de interés si retorna al financiamiento de mercado, es posible que ocurran más episodios de crisis y otra restructuración de deuda en el futuro. E incluso si el retorno al crecimiento este año convence a los inversionistas de poner su dinero en Grecia, tomará años para que el desempleo alcance niveles humanitarios.
Es por eso que es tan importante entender las causas del retorno de Grecia al crecimiento, si es que esto ocurre (es aún posible que sea descarrilado por choques externos). La tragedia humana de los últimos cinco años en Europa, al igual que las repetidas crisis financieras y el daño a la economía mundial ocasionado por malas políticas allí, hubiera podido ser evitada – como lo han sostenido muchos economistas. Pero si miramos hacia el futuro, la eurozona aún está estancada en niveles récord de desempleo (12,1 por ciento), y cuán pronto retorne a la normalidad, dependerá de que tan rápido estén dispuestas las autoridades europeas a cambiar la orientación de sus políticas para la región.
Mark Weisbrot es codirector del Centro de Investigación en Economía y Política (Center for Economic and Policy Research, CEPR), en Washington, D.C. También es presidente de la organización de política exterior, Just Foreign Policy.
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