Recomiendo:
0

Estados Unidos y la Guerra Cultural contra Irán: Operación Mockingbird y AJAX

Fuentes: Tercera Información

«La campaña de propaganda estaba en ascenso. Al dueño de uno de los periódicos iraníes se le concedió un «préstamo personal» de 45.000 dólares (estadounidenses) mediante cheques al portador, en el entendido de que su órgano de prensa serviría a nuestros propósitos. A finales de mes se inició en Azerbaiyan una campaña de propaganda preparada […]

«La campaña de propaganda estaba en ascenso. Al dueño de uno de los periódicos iraníes se le concedió un «préstamo personal» de 45.000 dólares (estadounidenses) mediante cheques al portador, en el entendido de que su órgano de prensa serviría a nuestros propósitos. A finales de mes se inició en Azerbaiyan una campaña de propaganda preparada (por la CIA) en contra de Mosaddegh y a favor del Sha (…)»

  • Donald Newton Wilber: «Clandestine Service History». Preliminary Steps, Overthrow of Premier Mossadegh of Iran 1952-August 1953.Mounting Pressure against the Sha.
  • Donald Wilber (1930-1997) fue Presidente de la Iran Foundation, de New York, durante la II Guerra Mundial se vinculó a la Office of Strategic Services (OSS) en labores de inteligencia, entre 1948 y 1979 trabajó para la CIA y fue uno de los principales jefes de la operación AJAX contra Irán.

La eficacia del Golpe de Estado de Estados Unidos contra Irán, en 1953, para derrocar a Mosaddegh y su política «hostile» contra «Occidente», si no marcó un récord, por lo menos clasifica con un buen promedio en la historia de las guerras culturales.

De acuerdo a documentos desclasificados en 1999 y amplios testimonios irrefutables (cerca de mil páginas sobre operaciones en Irán se mantienen aún bajo custodia esperando su publicación), es difícil negar el plan elaborado y ejecutado por la CIA -junto al Servicio Secreto Británico- para derrocar, hace 59 años, al gobierno legalmente constituido en Irán, con el propósito de imponer al Sha en el trono, a través de las operaciones denominadas AJAX (o TPAJAX) y Mockingbird.

El Profesor Mark Gasiorowski, respetado especialista en el tema del golpe en Irán, en «The Secret CIA History of the Iran Coup, 1953» («National Security Archive», Electronic Briefing Book #28, del George Washington University), al respecto declaró:

«… Que Donald Wilber y Norman Derbyshire desarrollaron los planes originales de la operación conocida como TPAJAX… El documento indica que el general Fazlollah Zahedi recibió 50.000 USD (cincuenta mil dólares estadounidenses) por sumarse al golpe… La CIA no sólo dirigió el golpe, sino que preparó el terreno para subordinar a sus planes a varios importantes políticos iraníes utilizando la propaganda y otros instrumentos de guerra psicológica, influyendo sobre la opinión pública y dirigiéndola contra Mosaddegh… Desde mi punto de vista esto refuta el argumento… según el cual el golpe fue legitimado por un «levantamiento popular» en apoyo al Sha…».

En la mañana del 19 de agosto de 1953, una protesta partió del sur de Teherán contra el gobierno de Mosaddegh y en apoyo al Sha. Más de dos centenares de personas muertas dejaron los disturbios, mientras el general retirado Zahedi se proclamaba como el nuevo Primer Ministro, con la anuencia del Sha y el patrocinio de Estados Unidos.

No obstante, la CIA sabía que Mosaddegh tenía un fuerte respaldo popular y que su causa era seguida por numerosos oficiales del ejército, por lo que durante los años previos destinó enormes recursos para penetrar psicológicamente a la mayoritariamente antioccidental sociedad iraní, especialmente a políticos y líderes de opinión.

Incluso, según registros históricos oficiales de ambos gobiernos que confirman el respaldo popular, el 29 de abril de 1951, presionado por grandes demostraciones populares, el Sha Reza Pahlevi tuvo que nombrar a Mosaddegh como primer ministro, quien era un importante abogado y rico propietario de tierras envuelto en la vida política del país desde 1900.

Mosaddegh había obtenido reconocimiento debido a su fuerte nacionalismo. A finales de los cuarenta había definido dos medidas trascendentales: que se transfiriera el poder de la corte al Parlamento e incrementar el control iraní sobre la industria petrolera, que estaba entonces en manos británicas, por medio de la empresa British Oil Company, que posteriormente nacionalizó.

En 1952, a pesar de la crisis económica en Irán como consecuencia de la confrontación con Inglaterra, Mosaddegh fue aprobado por el Parlamento para un segundo mandato, anunciando que pediría al Sha poderes extraordinarios como la prerrogativa de nombrar al Ministro de Guerra y el Jefe del Estado Mayor.

Al no ser aceptada su petición renunció al cargo y fue sustituido por Ahmad Qavam, quien se ganó el rechazo de la población tras anunciar su intención de regresar a las negociaciones con Gran Bretaña y finalizar el diferendo causado por la nacionalización de la industria petrolera.

Desde los comunistas del Partido Tudeh hasta los musulmanes dirigidos por Kashani salieron a las calles a finales de 1952, propiciando la renuncia de Qavam y el retorno inmediato de Mosaddegh.

Massoud Kazenzadeh, en «Ethnic Cleansing and Dictatorship vr Pluralism and Democracy: A critique of ethnic Policies of Pahlevi and Islamic Fundamentalist Regimes», dijo:

«Qavam traicionó en 1952 al trabajar para los intereses británicos y en contra del movimiento nacionalista, pero (paradójicamente) en 1946 defendió la integridad territorial de Irán (en las gestiones diplomáticas que hizo para la firma del acuerdo que generó la retirada de las tropas soviéticas de las provincias del norte)».

Según Gasiorowski, la CIA gastó cerca de once mil dólares por semana, durante varios meses, en su afán por comprar a los parlamentarios y a los principales clérigos como los Ayatollahs Behbehani, Borujerdi y Kazan.

El trabajo que hizo Estados Unidos para incrementar sentimientos y argumentos contra el popular gobierno de Mosaddegh fue muy exhaustivo, tanto en la población iraní como en la estadounidense.

En 1948, tras ser nombrado Frank Wisner director del Office of Special Project de la CIA, renombrada como Office of Policy Coordination, comenzó a desplegarse la llamada «Mockingbird Operation».

El propósito del programa era influir secretamente sobre los medios de comunicación domésticos y extranjeros, violando los límites establecidos para el trabajo de la CIA. Wisner reclutó, según documenta Eliades Acosta Matos en su obra «Imperialismo del siglo XXI: Las Guerras Culturales», inicialmente a Phillip Graham, del Washington Post, para que lo ayudase con la expansión del programa.

A principios de 1950 ya trabajaban para Wisner, de acuerdo a Acosta Matos, periodistas y empresarios de The New York Times, Newsweek, CBS, etc. En 1951 se incorpora Cord Meyer al programa, incitado por Allen Dulles, quien llegaría a ser su más importante coordinador.

Entre los nombres de importantes periodistas fichados por la CIA para esta operación, y que consecuentemente recibían dinero por cumplir sus indicaciones, estaban Joseph Alsop, Steward Alsop (New York Herald Tribune), Ben Bradlee (Newsweek), James Reston (New York Times), Chales Douglas Jackson (Time Magazine), Walter Pincus (Washington Post) y William Baggs (Miami News).

En 1953, la operación ya permitía influir sobre 25 periódicos y agencias de todo el país, entre ellas Time Magazine, dirigida por Henry Luce. Los fondos usados para estos sobornos formaban parte del Plan Marshall para la reconstrucción de Europa.

Alex Constantine, en su libro Mockingbird: The Subversion of the Free Press By the CIA, escribió que en los años cincuenta:

«… más de 3000 personas contratadas por la CIA se vinculaban a este tipo de propaganda…».

La revista Time Magazine -fundada en 1923 por Briton Hadden y Henry Luce- publicó entre 1951 y 1953 numerosos editoriales que permiten hacer un recorrido por el mismo camino que transitó AJAX en contra de Irán, y como parte de la operación Mockingbird. Por ejemplo:

«Ajustando el curso» (1 de diciembre de 1952, Time Magazine) «… Antes de que Ike Eisenhower abandonase la Casa Blanca, donde había estado conferenciando con Truman, este le entregó tres volúmenes con los resúmenes de las políticas estadounidenses en el mundo y los planes secretos a aplicar, en caso de un ataque de los comunistas contra Corea, Yugoslavia o Irán…».

«El juego de la espera» (30 de marzo de 1953, Time Magazine) «…Hace cinco semanas el embajador de Estados Unidos en Irán, Lloyd Henderson, hizo a Mosaddegh la sexta oferta para resolver la disputa causada por la nacionalización del petróleo, a la cual éste se negó… Un experto en el petróleo de medio oriente ha declarado que de aceptar, Mosaddegh sería derrocado por Kashani y los comunistas del partido Tudeh, pues mostrarse contrario a los extranjeros era la fuente de su poder. Para salir del entuerto, recomendó, es necesario reforzar al gobierno. El Sha es el elemento más estable del gobierno iraní. Con la ayuda de Estados Unidos, el Sha podría dejar de ser el débil gobernante que es hoy…»

Hacia el cuatro de agosto de 1953, quince días antes del golpe, a los periódicos estadounidenses ya sumaban 20 periódicos más iraníes que abanderaban la misión encomendada por la CIA, de desplegar la más férrea oposición al gobierno de Mosaddegh.

En el informe de Wilber sobre AJAX, a este bloque de prensa se le llamó «…CIA/SIS Subsidized oposition press». En ellos se publicaron también las caricaturas preparadas por los dibujantes de la CIA, de los cuales existe poca información.

Una nota de Edward Wells, funcionario de la Embajada de Estados Unidos en Teherán, a la Secretaría de Estado, del 18 de enero de 1950, acerca del proyecto del filme norteamericano Two Cities, reporta la imposibilidad de circularlo ampliamente en el país debido a su baja factura y obvia misión propagandística, y a que no estaba traducido al persa.

Sugiere que el gobierno de su país encargue cortos anticomunistas de diez minutos de duración en los que el mensaje ideológico no sea tan obvio.

«… Si este filme se hubiese realizado con la técnica de Walt Disney, usando personajes familiares como Mickey Mouse y Donald Duck, su recepción hubiese sido mayor. Walt Disney podría estar interesado en cumplir un deber patriótico realizando semejantes filmes, los que serían usados para defender la democracia, allí donde el sistema comunista se expande… » («From Amembassy, Tehran, 277, to Department of State. Subject: Motion Pictures-The Filme Two Cities, January 18, 1950», U.S. Propaganda in the Middle East. The Early Cold War Version, NSA, Electronic Briefing Books No. 78. Archive online del George Washington University).

Y otra nota de Wells sobre la expansión del programa de influencia cultural para Irán, con fecha del 12 de enero de 1951, unos meses después, se alerta de que el prestigio de Estados Unidos ha sufrido en Irán debido a las acciones soviéticas, por lo que no descarta el cese de la labor cultural pública de la embajada.

La manera más recomendable para continuar aplicando el programa sería «suministrando nosotros el material, los equipos y el personal y que la parte iraní aparezca como la encargada de llevarlo a cabo… (A través de programas de salud y desarrollo agrícola)…. Se puede llegar a una mayor cantidad de población rural, y ganar buena voluntad hacia Estados Unidos… «.

La nota hace un recuento de los medios que se proponían emplear en esta labor, entre ellos la entrega sistemática de noticias y fotos a la prensa iraní; la publicación de cuatro libros de lujo sobre temas históricos, políticos o de ficción, con una tirada cada uno de diez mil ejemplares; la impresión de una revista mensual en persa destinada a campesinos y personas de bajo nivel cultural; el apoyo a las principales bibliotecas del país y la creación de 20 bibliotecas móviles adscritas al Ministerio de Educación; la entrega gratuita de libros y revistas; el envío sistemático de revistas como Time, Life, Newsweek y Readers Digest a líderes de opinión.

La relación de la CIA con las artes no ha sido suficientemente estudiada, infiere Acosta Matos, aunque se sabe que estas fueron consideradas -muy probablemente lo continúan siendo- como un arma letal durante y después de la Guerra Fría.

«A partir de 1950, el personal del MOMA (Museum of Modern Art, New York) se involucró en operaciones artísticas secretas. El presidente del MOMA, John Hay Whitney fue miembro del Psychological Strategy Board (creado por la directiva del 20 de junio de 1951, de Harry Truman, su misión era -el logro de una más efectiva planificación, coordinación y conducción de las operaciones psicológicas en el marco de la política nacional aprobada- y estaba formado por el Subsecretario de Estado, el Subsecretario de Defensa y el Director de la CIA. Fue extinguido bajo la presidencia de Eisenhower mediante orden ejecutiva el 3 de septiembre de 1953)… Hacia 1954, Nelson Rockfeller, quien fuera también presidente del MOMA, fue nombrado asesor especial del Presidente para la guerra psicológica» (Lenin Brenner: «The emperor’s New Art. The CIA as Art Patron, January 11, 2003).

En su acepción moderna, el término «guerras culturales» fue acuñado por James Davison Hunter, en su libro Culture Wars: The Struggle to Define America (1991), donde lo describe como «un dramático realineamiento y polarización que ha transformado la cultura y la política estadounidense» ante asuntos o temas que ha dividido a la sociedad en favor o en contra.

El filosofo cubano Eliades Acosta Matos, en su obra ya citada, considera que la definición de «guerras culturales» no se agota al decir que son un tipo de enfrentamiento histórico que tuvo su marea más alta durante los años de la guerra fría, ni tampoco al remitirse a un tipo específico de lucha ideológica que escoge como campo de batalla el de las artes y la literatura. «Nos remiten a la lucha de clases y a la contraposición de ideas a partir de cosmovisiones enfrentadas, pero en especial, a los valores que se atacan o promueven».

En un sentido amplio, agrega, el término define ese mismo enfrentamiento de valores conservadores o progresistas en los diferentes países del mundo y en la arena internacional. «Aquí, por ejemplo, las guerras culturales pueden expresarse en intentos por debilitar o derrocar, dentro de las estrategias de cambio de régimen, a gobiernos que no sean bien vistos por otros, como es el caso de aquellos a los que Estados Unidos considera hostiles o inamistosos, especialmente a partir del 2001, cuando comenzó la llamada «guerra contra el terrorismo»» y como ocurrió en contra de Irán, en 1953 (probablemente continúe ocurriendo ahora).

«Como es fácil de apreciar, las guerras culturales forman y formarán parte destacada en las estrategias mundiales de dominación y expansión imperialistas en el siglo XXI», sostiene E. A. Matos.

La no muy conocida operación Mockingbird y la documentada operación secreta AJAX fueron las armas que Estados Unidos usó para derrocar a un gobierno legítimo en Irán e imponer sus intereses imperialistas. La guerra cultural emprendida a través de los medios de comunicación, la cultura y el arte fue usada en la antesala al Golpe de Estado de 1953, como una estrategia imprescindible para los propósitos de occidente.

Como dijo el Premio Nobel de la Paz 1980, el argentino Adolfo Pérez Esquivel, en una entrevista a la agencia Inter Press Service en 2010, «la dominación no comienza por lo económico, sino por lo cultural».

Geovani Montalvo es periodista, colaborador de la Revista Biblioteca Islámica y de los medios Tercera Información de España, Diario Co-Latino, y Verdad Digital.

Fuente: