Traducido para Rebelión por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.
Bruselas (IPS). Las relaciones entre Israel y la Unión Europea fueron tensas durante la mayoría de 2009, si creemos los titulares de los periódicos. La semana pasada, un tribunal británico provocó feroces críticas de políticos israelíes después de emitir una orden de arresto contra Tzipi Livni, la ex ministra israelí de Exteriores, tras una denuncia por haber autorizado crímenes de guerra en Gaza.
Unos meses antes, Ikea, Volvo y otras empresas de Suecia, que en la actualidad preside la Unión Europea, fueron el blanco de una campaña de boicot de los consumidores en Israel a causa de un artículo en un diario sensacionalista de Estocolmo sobre el presunto robo de órganos de palestinos muertos por las tropas israelíes; y a varios ministros de Exteriores de la Unión, como Bernard Kouchner de Francia y Micheál Martin de Irlanda, las autoridades israelíes les han denegado el permiso para entrar en Gaza.
Sin embargo, en realidad la tensión ha sido superficial. Aunque puede que haya habido un intercambio verbal airado en el frente diplomático, los lazos políticos y económicos de la UE con Israel se han fortalecido durante los últimos años hasta tal punto que Javier Solana, quien el pasado noviembre renunció como jefe de la política exterior de la Unión, ha comentado que Israel es un Estado miembro de la UE en todo menos en el nombre.
Quizás la ilustración más tangible de esta mejora de las relaciones fue la firma de un acuerdo agrícola, el mes pasado, por el que el 80 por ciento de los productos frescos de Israel y el 95 por ciento de sus alimentos procesados pueden exportarse a la UE sin incurrir en gravámenes comerciales. Un acuerdo de cooperación entre Europol, la oficina de policía de la UE, e Israel también se ha concluido (aunque todavía falta el visto bueno formal de los gobiernos de la Unión). Esto a pesar de numerosos informes de organizaciones de derechos humanos que denuncian que en Israel se tortura rutinariamente a los detenidos y a pesar de las leyes vigentes desde 1998 que obligan a Europol a no admitir pruebas obtenidos por métodos crueles.
La integración efectiva de Israel en la UE coincide con una marcada renuencia por parte del la Unión para denunciar los actos de agresión contra los palestinos. Aunque algunos representantes de la UE, a título personal, han descrito el bloqueo de Gaza como un acto de «castigo colectivo» a un millón y medio de civiles, el bloque de los 27 miembros no ha emitida ninguna declaración que critique el bloqueo como contrario al derecho humanitario internacional.
Además, todos los países más poblados de la UE: Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, España y Polonia, se opusieron al Informe Goldstone o se abstuvieron cuando se sometió a consideración en la Asamblea General de la ONU en noviembre. (En este informe, el juez sudafricano retirado Richard Goldstone y sus compañeros de investigación hallaron que no había ningún objetivo militar justificable detrás de casi todos los ataques a civiles a Gaza llevados a cabo por Israel a finales de 2008 y principios de este año).
Leila Shahid, la enviada de la Autoridad Palestina en Bruselas, dice que los países más grandes de la UE son «cómplices por su silencio» de las fechorías de Israel. «La razón de ser de los Estados más grandes -entre ellos Francia, España y Gran Bretaña- es la de ser garantes del derecho internacional», dijo a IPS. «Estar callado es ser cómplice del crimen».
Dries Van Agt, Primer Ministro de Holanda de 1977 a 1982, dijo esta semana que estaba «avergonzado» de lo que llamó el «espantoso mal servicio al derecho internacional» de Europa. Bajo un «acuerdo de asociación» que entró en vigor en 2000, todas las preferencias comerciales otorgadas a Israel por la UE están nominalmente condicionadas al respeto de los derechos humanos. Sin embargo, Van Agt expresó su frustración porque la Unión, principal socio comercial de Israel, no está dispuesta a revocar esas preferencias para insistir en una mejora en el trato a los palestinos.
«Europa fracasa miserablemente en su política hacia Israel y Palestina», dijo. «Si es tan vital para la economía de Israel el acceso abierto a este gran mercado, ¿por qué la UE ni siquiera considera la posibilidad de utilizar este poder para influir en Israel?» Van Agt habó en una reunión del Tribunal Rusell sobre Palestina el jueves. Inspirado por una investigación de la guerra de Vietnam lanzada por el intelectual británico Bertrand Russell en la década de los 60, este Tribunal examina la conducta de Israel en la reciente ofensiva contra Gaza.
Maysa Zorob, de la organización palestina de derechos humanos Al-Haq, dijo que el enfoque de la UE de «negocios como de costumbre», equivale a pasar por alto las políticas de Israel en la Franja de Gaza. Señaló que la Unión ni siquiera ha planteado a Israel su responsabilidad por el daño infligido a infraestructuras palestinas construidas o mantenidas con ayuda de la UE. Los daños en proyectos financiados por la UE durante el bombardeo israelí sobre Gaza hace un año, se estiman en más de 12 millones de euros (17 millones de dólares).
Una explicación empleada como argumento por diplomáticos de la UE para su rechazo a pedir responsabilidades a Israel es que al hacerlo se pueden poner en peligro los esfuerzos para iniciar nuevas conversaciones de paz entre Israel y la Autoridad Palestina. Nathalie Stanus de la Red Euro-Mediterránea de Derechos Humanos dijo que esta actitud es estrecha de miras puesto que los principios básicos de justicia deben respetarse si se quiere lograr una paz duradera. «Sin responsabilidad, no creemos que pueda haber un proceso de paz viable,» dijo.