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Exasperación

Fuentes: RussEurope

Traducido del francés para Rebelión por Susana Merino

Un nuevo término se está incorporando al debate político, el de la exasperación. Y ciertamente una parte importante de la población francesa se halla exasperada. ¿De qué se trata? De una mezcla de cólera, de desesperación, de frustración en lo referente a las posibles salidas de la situación, inmersa en un sentimiento de urgencia. Pero si reflexionamos bien, la exasperación puede ser analizada en términos políticos. Puede convertirse en un nuevo contexto susceptible de hacer cambiar las futuras decisiones políticas y en especial las referentes a la elección presidencial de 2017.

Definir la exasperación

Es necesario aclarar en primer término qué entendemos por «exasperación». Todo el mundo sabe intuitivamente qué es estar exasperado. Pero políticamente tiene otro significado. Esta exasperación se halla dirigida en su mayor parte hacia la élite política dirigente. Y aún más, se traduce en una pérdida de legitimidad de las instituciones gubernamentales. Se trata de esa forma particular y aguda de la crisis de legitimidad de las instituciones conocidas de muchos países europeos, pero también del exterior del espacio europeo como actualmente es se puede observar en los EE.UU. con el fenómeno Donald Trump (y también con Bernie Sanders). Es una exasperación que tiene su origen en el sentimiento de alienación que están experimentando grandes grupos de población.

Este sentimiento puede originarse en la esfera económica y social y se cristaliza en el papel de la esfera financiera, en los bancos y el dinero. Pero tiene también un origen más político. En tal sentido tienen gran parte de culpa los comportamientos antidemocráticos de los dirigentes y de las instituciones europeas. Es decir, que traduce la pérdida del control sobre su entorno, inmediato o distante, y que deriva de la globalización (1), pero también del papel jugado en esta última por la Unión Europea como pudo verse en Francia en el primer semestre del corriente año con oportunidad del tratamiento de la «ley laboral». Este sentimiento se vuelve mucho más fuerte cuando se producen acontecimientos trágicos, como los atentados de estos últimos 18 meses en Francia que muestran cruelmente a la luz la ineptitud del Gobierno y del presidente (2) o que se conoce el ejemplo de otros países (Rusia, por ejemplo) que parecen ser aún dueños de sus propios destinos. Esta exasperación tiene mucho que ver con el tema de la soberanía.

Exasperación y voto

¿Cómo se traduce ese sentimiento de exasperación en los votos? Se puede partir del principio de que se vota por la adhesión a ideas, por temor a otras ideas o por personajes políticos. El «voto protesta» del que se habló mucho en Francia a propósito del PCF (3) entre los años 1960 y 1980, luego del FN (4) y últimamente sobre Mélenchon, aunque en realidad excede esta categoría. Sin embargo los observadores políticos no tenían la sensación actual de hallarse frente a un electorado efectivamente «exasperado» Estamos evidentemente ante un fenómeno nuevo cuyas causas son múltiples: pérdida de soberanía vinculada a la orientación antidemocrática de la política de la UE, situación económica con grandes masas en paro y ataques a los derechos laborales, atentados terroristas.

De modo que se puede interpretar este fenómeno partiendo de una revolución sobre la teoría de las preferencias producido por «efecto del contexto» (5) y por el «efecto de dotación» (6). Estos efectos permiten comprender mejor que una persona, a menudo sin proponérselo, es conducida a cambiar sus preferencias, aplicable, bien entendido, a las preferencias políticas. Esos efectos han revolucionado la teoría de las preferencias individuales (7), lo que permite comprender como influyen los elementos colectivos sobre las elecciones individuales (8).

En el caso de la «exasperación» originada por causas múltiples pero que se combinan mutuamente, esta podría generar un contexto favorable a los candidatos de ruptura que presentan opciones radicales. El mecanismo de prudencia que existía anteriormente y que inducía a los candidatos a moderar algunas de sus opciones antes de las elecciones no funcionaría más. Por el contrario los electores se pronunciarían mayoritariamente por las opciones más radicales. El discurso sobre el «sistema» o sobre el «establecimiento», como lo llama J. P. Chevénement, que tiende a incitar prudencia a los electores y a desacreditar la elección de propuestas muy radicales ya no funciona o hasta funcionaría a la inversa. Contrariamente al «voto de protesta» el voto de la exasperación es más bien un voto de adhesión, pero un voto que privilegia específicamente las ideas más radicales. De modo que la idea de un «techo de vidrio» que limitaría a los candidatos «radicales» ya no sería pertinente. He aquí un gran cambio con relación a las elecciones regionales de diciembre de 2015.

El impacto en la política francesa

Si todo esto se confirmara los candidatos más estigmatizados como «radicales» deberían acusarlo. Pero la situación es menos simple de lo que parece. ¿En qué proporción se halla la población exasperada? Es impensable que lo esté en su totalidad. Esto plantea un problema al candidato «radical», que deberá articular su discurso con propuestas que otorguen seguridad a la fracción «no exasperada» del electorado y que mantengan suficientes elementos radicales para la fracción «exasperada» Este problema evolucionará en función de la tracción que ejerza el electorado «exasperado» Si este se convierte en mayoritario el problema es menor.

En el caso de Francia, si se considera que una gran mayoría de la población está «exasperada», está implícito que los candidatos representativos del consenso en el sistema, los Juppé, Hollande y los Bayrou comenzarán con un serio hándicap. Por el contrario los candidatos como Marine le Pen o Jean-Luc Mélenchon y hasta Sarkozy partirán con ventajas. El tema será saber de aquí en más si las dos grandes familias políticas que han compartido el poder desde hace 40 años, y en las que se centra la «exasperación» del electorado, sabrán tenerla en cuenta. En la izquierda está claro que Jean-Luc Mélenchon es el mejor candidato. Tiene más posibilidades que François Hollande de llegar a un segundo período. Pero el Partido «Socialista», siendo como es, es poco probable que lo comprenda. Es muy probable, por lo tanto, que Jean-Luc Mélenchon, esté en la primera vuelta en tercer lugar, lo que constituiría para François Hollande una amarga, aunque merecida, derrota. Mientras que en la derecha el duelo entre Juppé y Sarkozy, si bien puede ser desviado tanto por la apertura de los centristas como por los múltiples negocios turbios (entre los que el asunto Tapie, no es solo el más notable) podría hallarse mucho más limitado de lo que creen los analistas a causa del aumento de la exasperación en una amplia franja de la población.

Un día de mayo de 2017…

En este marco ahora es evidente que Marine Le Pen enfrentada a un candidato de la antigua UMP tiene reales posibilidades de ser elegida. Esta oportunidad deriva de la radicalización de las opciones políticas que llevará a una parte de los electores de la izquierda a refugiarse en la abstención antes que aportar su voto al candidato de la derecha tradicional. Esa elección expresará la preferencia por el «riesgo» que representa Marine Le Pen frente a la certidumbre de enfrentar una continuidad juzgada como insoportable. No se tratará en modo alguno de una elección «de protesta» sino más bien la expresión de una preferencia, aunque esta última sea el producto de un efecto del contexto que traduce la creciente exasperación política y social. Del mismo modo muchos electores de derecha fallarán a su candidato «lógico» por las mismas razones. La probabilidad de una victoria de Marine Le Pen en la segunda vuelta es todavía débil, pero aumentará con la creciente exasperación de la población. Algo que ya señalé en un reportaje para Rusia Today el pasado 27 de abril (9).

 

Notas:

(1) Sapir J. La Démondialisation, Le Seuil, París, 2011.

(2) Sapir J. «Cinq questions sur Nice», nota publicada el 22 de julio de 2016.

(3) PCF, Partido Comunista Francés

(4) FN, Frente Nacional

(5) Tversky A. «Rational Theory and Constructive Choice», K.J. Arrow, E. Colombatto, M. Perlman et C. Schmidt (edits.), The Rational Foundations of Economic Behaviour, Basingstoke, Nueva York, Macmillan y St. Martin’s Press, 1996, p. 185-197.

(6) Kahneman D. «New Challenges to the Rationality Assumption» in K.J. Arrow, E. Colombatto, M. Perlman et C. Schmidt (edits.), The Rational.

(7) Foundations of Economic Behaviour, Nueva York, St. Martin’s Press, 1996, p. 203-219.

(8) Slovic P. y A. Tversky, «Who Accept’s Savage Axioms?» en Behavioural Science, vol. 19/1974, pp. 368-373.

(9) Sapir J. «Quelle économie pour le XXIè siècle?», Odile Jacob, París, 2005, capítulos 1 y 2.

(10) Arbitrage Tapie: «Christine Lagarde est renvoyée devant la Cour de justice de la République». Le Monde. París, 23 de julio de 2016.

(11) «On ne peut pas exclure une victoire de Marine Le Pen aux présidentielles». RT. París, 27 de abril de 2016.

Jacques Sapir es un economista francés, profesor en el EHSS-París y en el Colegio de economía de Moscú (MSE-MGU). Especialista en problemas relacionados con la transición rusa. Es también un reconocido experto en temas financieros y comerciales internacionales. Es autor de numerosos libros, el más reciente La Démondialisation (París, Le Seuil, 2011).

Fuente: http://russeurope.hypotheses.org/5110