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Extrema derecha europea

Avances y retrocesos, radicalización y cordón sanitario

Fuentes: Rebelión

Las derrotas de Salvini en Italia

En agosto de 2019 finalmente Salvini pensó que tenía a mano la posibilidad de asaltar directamente el poder prescindiendo de sus socios de gobierno, el M5E, y presentó una moción de censura contra el gobierno del que formaba parte. Se trataba de una apuesta arriesgada, Salvini había venido preparando el terreno para este golpe de efecto y las encuestas reflejaban apoyos electorales importantes a La Liga, de manera que, si salía adelante la moción de censura, tendrían que convocarse elecciones y, entonces, Salvini se veía de primer ministro con apoyo del partido de Berlusconi y los Hermanos de Italia. Solo había algo que podía evitar el triunfo de la moción y las elecciones, algo que Salvini había calculado que era imposible que se concretase, un acuerdo entre su socio de gobierno, el M5E, y el partido al que más habían atacado estos últimos, el PD, y este acuerdo, llamado por algunos un «frente republicano», no contemplado en los cálculos de La Liga fue que el impidió que la moción de censura prosperase y se convocasen elecciones.

Pero no solo ambos partidos acordaron desbaratar la estrategia de Salvini sino que, dando un paso inimaginable poco antes, llegaron a un acuerdo para formar un nuevo gobierno de coalición. La Liga había hecho una apuesta arriesgada y ambiciosa que había originado una reacción defensiva de las instituciones republicanas italianas desbaratando los planes de La Liga de asaltar definitivamente el poder. La apuesta de Salvini le había terminado llevando finalmente a dejar de tener ministros en el gobierno y pasar a la oposición.

En una obra anterior[1] habíamos analizado la existencia de cuatro matrices de fuerzas político-sociales enfrentadas en el escenario mundial, una de las cuales es justamente la de la derecha radical, la que forma la ola reaccionaria mundial en ascenso. A esta matriz pertenece La Liga, y a esta matriz se enfrentan otras matrices diferentes de fuerzas político-sociales como son la de «progresistas cosmopolitas», dónde se podría situar al PD italiano, pero no el M5E, partido que hasta la ruptura de Salvini se le podía ubicar en la matriz de la derecha radical, tanto por su pacto con La Liga como por su pertenencia en el parlamento europeo al mismo grupo que la UKIP británica. Sin embargo la ruptura de la alianza con La Liga y el pacto con el PD sitúan al M5E cerca de la matriz «progresista cosmopolita», pero aún es pronto para saber qué pasará con el M5E, partido que tras la ruptura con La Liga agudizó su debacle electoral y su descomposición interna, dando lugar a serias dudas sobre su continuidad como tal partido en el futuro.

Sin embargo, Salvini no había dado por fracasado totalmente su objetivo y les desplazó a las elecciones regionales que se celebraron en enero de 2020 en Emilia Romaña.  Se trata de una región gobernada históricamente por la izquierda y el objetivo que buscaba La Liga era doble, de un lado certificar el hundimiento electoral del M5E, en pleno proceso de descomposición y, de otro lado, arrebatar el gobierno de esta región a la izquierda. De esta manera podría volver a la carga pidiendo la celebración de elecciones generales alegando que los partidos que formaban gobierno ya no representaban la mayoría electoral del país.

Es cierto que estas elecciones certificaron el hundimiento electoral del M5E, pero la izquierda aguantó el asalto de La Liga y se impuso por un 8% de diferencia de votos sobre el partido ultraderechista. El M5E se quedó en un ridículo 3,5% de los votos cuando en las elecciones generales de marzo de 2018 había cosechado un 33%. En la derrota de Salvini también ha pesado el movimiento de las Sardinas[2], una reacción popular contra La Liga que se movilizaba contra los actos electorales de esta última. De manera que Salvini volvió a quedar descolocado y sin posibilidad de forzar las elecciones generales que tanto ansiaba. Su única esperanza es que el M5E termine de descomponerse y obligue, de esta forma, a la convocatoria de elecciones.

Esta última posibilidad es un peligro real, justo antes de las elecciones regionales en Emilia Romaña dimitió el líder del M5E, Luigi Di Maio, y en las semanas anteriores más de treinta diputados y senadores habían abandonado el partido, además de otros alcaldes. Por otro lado, el descalabro del M5E en Emilia Romaña no fue el único, en Calabria también se quedaron en un 6,3%. Parte de sus cargos dimisionarios terminan pasándose a La Liga. Este declive, aparentemente imparable, se basa en la ausencia de un programa claro para la sociedad, en sus bruscos giros de alianzas políticas, y en la pésima gestión de la mayoría de sus cargos públicos cuando han accedido a las instituciones, poniendo en evidencia la fragilidad del populismo una vez que accede a posiciones de poder aupado por promesas fantasiosas que luego no es capaz de cumplir.

Así se puede señalar que en la derrota de los dos intentos de Salvini por conseguir adelantar unas elecciones, en las que piensa que tiene expectativas de llegar a ser el primer ministro, han pesado por un lado el cambio de posición del M5E, un partido populista veleta, sin ningún ideario o programa claro de sociedad que, ante la traición de Salvini presentando una moción de censura, y frente a la debilidad derivada de su descomposición interna, terminó optando por formar un nuevo gobierno con quién hasta ese momento había sido el principal partido objeto de sus ataques, el PD. Pero, por otro lado, también se asiste a una creciente toma de conciencia y resistencia de la sociedad italiana ante el peligro que supone la extrema derecha de La Liga, esta toma de conciencia se ha expresado tanto en el movimiento de las Sardinas como en la reacción electoral en Emilia Romaña dónde se produjo una fuerte participación, 67%, comparada con la que hubo en las elecciones de 2014, un 37%.

Pero Salvini no solo ha conocido un doble fracaso en su precipitado intento de asalto al poder sino que ha visto como le ha salido un competidor electoral en su propio terreno de la extrema derecha, se trata de los Hermanos de Italia, un partido heredero del antiguo posfascita Movimiento Social Italia (MSI) que actualmente tiene una intención de voto en torno al 11%. La derrota de los intentos de Salvini y la competencia por parte de los Hermanos de Italia está provocando una recomposición en la DRPX (Derecha Radical Populista y Xenófoba) de Italia que quedó escenificada a principios de febrero de 2020 cuando tuvo lugar en Roma la reunión de los líderes de tres importantes partidos de la DRPX europea, la líder de los Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, el primer ministro húngaro Viktor Orbán, el líder de Vox, Santiago Abascal, y también la ex-diputada francesa Marion Maréchal-Le Pen. Sin embargo, Salvini evitó asistir a este evento en lo que puede interpretarse como fruto de la presión de dirigentes de La Liga por alejarse de las posiciones extremas de Salvini, considerando que desde esas posiciones ya han tocado techo electoral y que les ha llevado a las dos derrotas mencionadas de la estrategia del líder de La Liga.

Los Hermanos de Italia forman grupo en el parlamento europeo junto a Vox y el PiS polaco y buscan que el Fidesz de Orbán se una a este grupo, Conservadores y Reformistas Europeos, si finalmente es expulsado del Partido Popular Europeo en el que ahora está en situación de suspensión. Por otro lado existen diferencias importantes entre La Liga y estos otros partidos, en principio estás diferencias son respecto a las relaciones estrechas de Salvini con Putin, y también las diferencias con Vox se extienden a la cuestión catalana en la que La Liga siempre ha mostrado sus simpatías con los independentistas y, aunque estas diferencias no les ha impedido mantener buenas relaciones, las cosas parecen estar cambiando tras la salida de La Liga del gobierno y la derrota en Emilia Romaña. Está por ver si serán los Hermanos de Italia quienes ocupen un espacio abandonado por La Liga y se producirá una dura disputa entre ambos partidos italianos de la DRPX por ese espacio.

Un efecto colateral de esta doble derrota de Salvini es que la DRPX europea fracasa en el intento de buscar una figura que represente el liderazgo de la misma a nivel continental. No lo consiguió en las elecciones europeas de 2019 cuando volvió a dividirse entre varios grupos parlamentarios en la Eurocámara, y Salvini estaba intentando presentarse como el faro de la DRPX a través de su conversión en primer ministro. Así que radicalizó sus posiciones, especialmente las relativas a las medidas anti-inmigración, y forzó la ruptura del gobierno con su moción de censura, con el objetivo de alcanzar la masa crítica que en unas nuevas elecciones le convirtiese en primer ministro y, desde esa posición, actuar como líder y presentar su programa como modelo a seguir por la DRPX en Europa.

La ultraderecha en Austria

Austria es otro de los países europeos donde la DRPX ha sufrido un importante retroceso en 2019. El caso de corrupción que salpicó al FPÖ llevó a la salida del gobierno de este partido y la convocatoria de nuevas elecciones en septiembre. La ultraderecha entró en crisis y trató de reorganizarse de cara a los nuevos comicios electorales. Para ello eligió a Nober Höfert como su nuevo líder, el que fue su candidato en las presidenciales de 2016, que perdió por una pequeña diferencia frente al candidato ecologista apoyado por el resto del espectro político. Pero esta estrategia no funcionó y el FPÖ pasó del 26% obtenido en 2017 a un 16% en septiembre de 2019. El ganador de las elecciones fue el democristiano Partido Popular de Austria (ÖVP) de Sebastian Kurtz con un 37,5%, un 6% más que dos años antes, pero seguía necesitando otros socios para formar gobierno, y una de las opciones era repetir coalición con el FPÖ. Sin embargo, después de tres meses de negociaciones la opción elegida finalmente fue la de formar gobierno con el partido verde que regresó al parlamento con un 14% después de haber quedado fuera en las elecciones de dos años antes.

De manera que volvía a repetirse en Austria una situación similar a la de Italia, aunque por distintos motivos, y dos partidos de la DRPX europea, La Liga y el FPÖ salieron de los gobiernos de coalición de Italia y Austria, e igualmente los dos partidos con los que habían estado coaligados, el M5E y el ÖVP, dieron un giro espectacular y pasaron de coaligarse con la extrema derecha a hacerlo con los socialdemócratas y los verdes para formar gobierno. Esta situación ponía en evidencia varios elementos en la política europea. En primer lugar, la DRPX europea está sufriendo avances y retrocesos en función de diferentes coyunturas políticas nacionales. En segundo lugar, muchos partidos, especialmente de la derecha, no solamente están totalmente dispuestos a aceptar a la DRPX de socios, sino que son capaces de dar vuelcos completos en sus alianzas con tal de seguir en el gobierno, pudiéndose calificar su posición de oportunismo político y falta de compromiso claro con los valores democráticos. En tercer lugar, como reacción frente a la DRPX y la derecha se produce un ascenso de la importancia de los verdes, que ya forman coalición en cinco gobiernos a principios de 2020, en Austria, Finlandia Suecia, Luxemburgo y Lituania.

Finlandia: una extrema derecha al acecho como en Italia

En Finlandia se había desarrollado el guion antes que en Italia o Austria, en el país nórdico también el representante de la DRPX, Verdaderos Finlandeses, había entrado a formar parte de un gobierno de coalición con los liberales  y conservadores en 2015 al ser el segundo partido más votado en las elecciones de ese año. Este gobierno llevó a cabo una política de recortes que se tradujo en una fuerte pérdida de apoyo popular de los ultras, que en 2017 eligieron una dirección interna más radical y por ello mismo fueron expulsados del gobierno, aunque en él se mantuvo el sector más moderado, que creó la formación Futuro Azul y terminó cayendo en la marginalidad.

Así pues, Verdaderos Finlandeses fue expulsado del gobierno antes que La Liga o el FPÖ, y desde la oposición recuperaron sus apoyos con sus propuestas de aumentar el gasto social recortándolo a los inmigrantes. Así, en 2019 se volvió a convertir en el segundo partido más votado después de los socialdemócratas, quienes formaron gobierno mediante una alianza con los verdes, la izquierda y el Partido Popular Sueco de Finlandia. Sin embargo, este primer ejecutivo socialdemócrata entró en crisis a los seis meses, y se recompuso en diciembre de 2019 con una nueva líder ante el temor de que una repetición electoral llevase a los Verdaderos Finlandeses al poder.

Tres ejemplos, pues, en la que la DRPX rompe la coalición con la derecha por distintos motivos, radicalización en el caso de Italia y Finlandia, corrupción en Austria, y tres resultados diferentes, hundimiento en Austria, recuperación en Finlandia y fracaso, al menos por el momento, en Italia.

El ascenso de AfD. La ultraderecha avanza en Alemania

Las derrotas de la DRPX en Austria e Italia no pueden esconder que, sin embargo, estas formaciones avanzan en otros países. En Finlandia como hemos analizado, pero también en España, dónde Vox se ha convertido en la tercera fuerza parlamentaria[3], en Polonia, y en Alemania, de la que nos ocuparemos en este apartado.

Hay que recordar que AfD, el partido de la DRPX en Alemania, se convirtió en el tercer partido más votado en las elecciones parlamentarias de 2017, con un 12,6% de los votos, y que, en realidad, es el primer partido de la oposición puesto que los dos primeros, la CDU y el SPD, forman parte de una coalición de gobierno. Igualmente es importante retener que Alemania es uno de los pocos países europeos donde un partido importante de la DRPX es sometido a un cordón sanitario por el resto de las formaciones políticas. Por último, es importante el detalle de que AfD tiene su principal granero de apoyos en los Estados del este alemán.

En septiembre de 2019 se celebraron elecciones en dos de los Estados del este, en Sajonia y Brandemburgo, el temor de que AfD se convirtiese en el partido más votado en alguno de los dos Estados planeó durante todas la campañas electorales, finalmente ese temor no se confirmó, pero el AfD obtuvo un importante incremento de votos en ambos donde se situó como el segundo partido más votado. En Sajonia obtuvo el 28% de los votos, 17,7% más que en 2014, y en Brandemburgo sus apoyos fueron del 24%, un 10,6% más que en 2014. En octubre las elecciones tuvieron lugar en un tercer Estado del este alemán, Turingia, dónde volvió a repetirse el fuerte ascenso electoral de AfD, formación que dobló sus resultados anteriores con un 23,6% y que la convirtió en la segunda fuerza parlamentaria tras Die Linke, el partido de la izquierda alemana. Esta situación no es nueva, solo se está extendiendo por todo el este alemán, en las elecciones de 2017 en Berlín, AfD obtuvo el 30,6% de votos en el distrito de Marzhan, en el antiguo Berlín oriental

AfD explota en el este alemán dos temas especialmente para conseguir sus apoyos electorales, por un lado, la persistente diferencia del este alemán con respecto al oeste en niveles de vida, debido a esta situación la ultraderecha alemana agita la propaganda de una segunda revolución como la que derrumbó el muro de Berlín para esta vez acabar con la discriminación en el este. Por otro lado, plantea una especie de xenofobia preventiva contra los inmigrantes, como también explota la DRPX en otras partes del este europeo, como por ejemplo Hungría o Polonia.

En paralelo a este ascenso electoral también se asiste al ascenso del ala más radical dentro de AfD, Der Flügel, a esta ala pertenece el candidato del partido en Brandeburgo, Andreas Kalbitz, y de Turingia, Björn Höcke. Finalmente, en el congreso de AfD celebrado en diciembre de 2019 el peso creciente del ala más radical, fuerte especialmente en el este alemán, se consolidó con el ascenso de uno de sus representantes a la copresidencia del partido, Tino Chrupalla.

Pero la preocupación con AfD no se provino solo de su ascenso electoral y del avance de su ala más extremista, debido a su fuerte crecimiento en votos en el este se planteó por primera vez una fisura en el cordón sanitario al que el partido estaba sometido y abrió una grave crisis por ello mismo en la gobernante CDU. El origen de la crisis tuvo lugar en Turingia tras la situación creada para formar gobierno con los resultados de las elecciones de octubre de 2019. En febrero de 2020 el candidato liberal fue elegido presidente de ese Estado con los apoyos de la CDU y AfD, se trataba de la primera ruptura del cordón sanitario en torno a la extrema derecha y por ello mismo originó un terremoto político en toda Alemania. La razón de los liberales y conservadores para aceptar a AfD era la misma que ya se había utilizado en otras partes de Europa, desalojar del gobierno o impedir que forme gobierno la izquierda, en este caso una coalición de Die Linke, partido ganador de las elecciones y que venía gobernando en Turingia, el SPD y Los Verdes.

El escándalo por la ruptura del cordón sanitario sacudió a todos los partidos alemanes cuyas direcciones nacionales, especialmente la CDU y los liberales del FDP, desautorizaron a sus partidos en Turingia y pidieron la celebración de nuevas elecciones en ese Estado. Finalmente, este pequeño terremoto político terminó por provocar la dimisión del líder del FDP en Turingia y una crisis interna en la CDU que hizo caer a la candidata favorita para suceder a Angela Merkel, Annegret Kramp-Karrenbauer, después de que la actual canciller desautorizara rotundamente el acuerdo tácito de su partido con el AfD en Turingia.

Así tras el ascenso electoral del AfD y la fortaleza de su ala más radical, ha salido a la luz la existencia en el seno de los partidos democráticos de sectores favorables a pactar con la extrema derecha, aunque afortunadamente siguen siendo mayoritarios los sectores que se mantienen firmes en el mantenimiento del cordón sanitario en torno a AfD. El asunto no se limita al entorno doméstico alemán. Se trata de una de las principales batallas que la DRPX libra en Europa, la de conseguir ser aceptada como un socio político por los conservadores y liberales y despejar, así, el camino a participar en los gobiernos. La mayoría de estos últimos partidos europeos han aceptado los pactos con la extrema derecha y Alemania, es de los pocos países dónde el cordón sanitario ha funcionado hasta ahora sin fisuras, por eso su ruptura hubiera tenido consecuencias en toda Europa.

Consolidación del gobierno del PiS en Polonia

Polonia celebró elecciones parlamentarias en octubre de 2019 con la derecha radical del PiS en el gobierno como favorita, se trataba de comprobar si su ejercicio del poder le pasaría factura, o mantendría sus apoyos para continuar sus políticas ultraconservadoras y autoritarias, que han socavado la independencia del poder judicial y de los medios de comunicación y ha llevado a una cruzada ideológica contra el feminismo y los colectivos LGTB, y sus enfrentamientos con Bruselas por ello mismo. El resultado de las elecciones no dejó lugar a dudas, el PiS obtuvo el 43,6% de los votos, es decir un 7% más que cuatro años antes, apoyándose en el buen comportamiento de la economía, la política de subsidios sociales del gobierno del PiS, orientados especialmente a apoyar a las familias, y el apoyo cerrado de la Iglesia católica. Con ese resultado el PiS puede formar gobierno en solitario, aunque paradójicamente ha perdido el control del Senado que tenía desde 2015, pero además en estas elecciones también obtuvo un 6,4% de votos, entrando así en el parlamento, un nuevo partido más escorado aún a la extrema derecha en Polonia, Konfederacja (Confederación), a lo que se debería sumar el porcentaje obtenido por otro partido populista de la misma familia, Kukiz’15 que en coalición con el Partido Campesino obtuvieron 1l 8,6% de los votos, de manera que más de la mitad del electorado polaco optó por partidos de la DRPX, el porcentaje más alto de toda Europa.

Polonia mantiene tres importantes contenciosos con la UE que la han llevado a ser demandada ante el Tribunal de Justicia europeo. El primero tiene que ver con su política autoritaria que ha atacado la independencia del poder judicial para ponerlo bajo el control del ejecutivo. El segundo se refiere a su negativa, junto a Hungría y la República Checa, a cumplir con las cuotas de acogida de refugiados adoptado por Bruselas durante la crisis de los refugiados de 2015, el interés de la sentencia del Tribunal cinco años más tarde consistiría en que sentaría jurisprudencia al respecto para futuros casos. Hay otro contencioso que no ha terminado en los tribunales pero que enfrentan a Polonia con la UE, es el referido a su oposición a las medidas contra el cambio climático, así en junio de 2019 bloqueó un acuerdo comunitario cuyo objetivo era suprimir las emisiones de CO2 en el continente en 2050.

La anterior Comisión Europea presidida por Jean-Claude Juncker se mostró en una posición de firmeza frente a las derivas antidemocráticas en Polonia, y Hungría, especialmente a través del vicepresidente Frans Timmermans. Sin embargo, en la renovación de la Comisión en julio de 2019 la actual presidenta, Ursula von der Leyen, fue elegida frente a su rival Frans Timmermans gracias al apoyo de los europarlamentarios del PiS y el Fidesz. Esta situación se tradujo en una posición más tibia de la nueva presidenta frente a la deriva antidemocrática de estos países, buscando un acercamiento hacia ellos. Esta política de apaciguamiento provocó la alarma en los sectores democráticos polacos que han protestado o se han manifestado, como los académicos, las organizaciones no gubernamentales y los jueces.

Hungría. Primera derrota del Fidesz en nueve años

Este país está gobernado por el Fidesz desde 2010 en que ganó por mayoría absoluta, y desde ese momento el partido de Viktor Orbán no había conocido ninguna derrota electoral que obstaculizase su proyecto de construcción de un régimen iliberal en el corazón de la UE. Por eso es importante la derrota que el Fidesz conoció en las elecciones municipales de octubre de 2019. Gracias a la unidad alcanzada por la oposición, formada por verdes, liberales, conservadores y socialistas, que presentó candidatos únicos, el ultraderechista Fidesz perdió el control de Budapest y de otras diez importantes ciudades húngaras. Las condiciones de partida eran difíciles pues Orbán acababa de ganar en las elecciones europeas y su partido tiene el control de los dos tercios del parlamento.

En Hungría destaca, pues, que por primera vez en casi una década es derrotado el ultraderechista Fidesz y que esa derrota es fruto de una política de unidad de la oposición que acepta aparcar sus diferencias para hacer frente a una amenaza seria para la democracia. Este tipo de reacción, que parece evocar, salvando las inmensas distancias históricas existentes, a las experiencias de los frentes populares de los años treinta del siglo pasado, tampoco es totalmente novedosa en esta etapa en la UE, se puede recordar lo ocurrido en Austria en las elecciones presidenciales de 2016 cuando en la primera vuelta el candidato del ultraderechista FPÖ derrotó al candidato ecologista, sin embargo, en la segunda vuelta todos los partidos democráticos aceptaron apoyar al candidato ecologista que derrotó al del FPÖ por una diferencia del 0,6%. El problema es que este tipo de reacciones no representan una estrategia estable y asentada, como se demostró en la propia Austria cuando posteriormente, en diciembre de 2017, los democristianos del ÖVP   formaron gobierno de coalición con el FPÖ.

Conclusiones

La evolución de la DRPX europea desde la mitad de 2019 se ha caracterizado por altibajos según los países, dónde al lado de fracasos importantes, como en Italia y Austria, o relativos, como en Hungría, también se han producido avances en sus posiciones como han sido los casos de España, Alemania, Polonia o Finlandia. Globalmente la sensación es la de que sus retrocesos pueden ser relativos como ha demostrado en Finlandia, pero también en Austria, con capacidad de recomponerse sobre unos sectores sociales que siguen apoyando a los partidos de esta familia. Igualmente se asiste también a la aparición de nuevos partidos de esta familia, el caso de Konfederacja en Polonia, o el reforzamiento de otros relativamente nuevos, como el caso de los Hermanos de Italia. Por lo tanto, la contención en el crecimiento de estos partidos que se apreció en las elecciones al parlamento europeo no se ha confirmado en otras elecciones posteriores. El fracaso de Salvini en Italia ha sido en realidad la de su estrategia precipitada por llegar a ser primer ministro, y es necesario conocer si su derrota en Emilia Romaña se confirmaría en unas elecciones nacionales. De momento tanto el M5E como el PD han llegado a un acuerdo de gobierno impensable unos meses antes para evitar las elecciones ante el temor de que efectivamente Salvini terminase siendo primer ministro. Una situación parecida es la de Hungría dónde debería confirmarse que la derrota del partido de Orbán en las elecciones municipales también tendría lugar en unas nacionales. El fracaso en Austria es el precio por el caso de corrupción en que se vio envuelto el FPÖ, pero este partido ya se ha recuperado en el pasado de otros descalabros.

También se ha complicado para la DRPX europea su objetivo de encontrar una figura de líder a través de un partido realmente exitoso, un dirigente con carisma, y en un país importante de la UE. Hace unos años era Marine Le Pen quién aspiró a ocupar ese papel, pero los sucesivos fracasos en romper el cordón sanitario en torno a su partido y en alcanzar la presidencia de Francia eclipsó su figura frente a otros dos dirigentes en ascenso, Salvini y Orbán. Como se ha comentado, la aspiración del italiano por ocupar ese rol dirigente europeo ha sido manifiesto, pero ha sido frustrado estrepitosamente, al menos de momento, con sus dos fracasos en los meses anteriores. Orbán es, pues, el único dirigente que queda en estos momentos como aspirante a líder europeo de la DRPX, pero no tiene un carisma importante, no ha tenido éxito en conseguir ese papel en sus diez años de gobierno, pertenece a un país no importante de la UE, y ahora ha sufrido su primera derrota electoral en nueve años.

Pero hay otro aspecto importante que conviene resaltar, la tendencia a la radicalización que aparece en la DRPX europea, lo vimos en Verdaderos Finlandeses, cuya radicalización los llevó a salir del gobierno y han terminado situándose como segundo partido más votado en las últimas elecciones. Lo hemos visto en Alemania, dónde la facción más radical del AfD, Der Flügel, está tomando el control del partido. Lo hemos visto en Italia, dónde los Hermanos de Italia disputan el terreno a La Liga. Y lo hemos visto en España, dónde Vox no ha tenido ningún inconveniente en defender la memoria del dictador cuando los restos de Franco fueron exhumados de su tumba faraónica. Dentro de esta tendencia europea, la moderación del partido de Le Pen parece que va contra corriente. En principio, podría pensarse que una estrategia de radicalización puede hacer más peligrosos a estos partidos, pero también que es una forma de que se les haga más difícil obtener apoyos electorales y llegar al poder. Pero esto es una hipótesis que en la práctica no está funcionando exactamente así, pues después de su radicalización tanto Verdaderos Finlandeses como el AfD han aumentado de manera importante sus apoyos electorales, y otro tanto puede decirse de Vox después de su claro alineamiento con la memoria de la dictadura franquista.

En el lado de las fuerzas capaces de contener y hacer retroceder a la DRPX se asiste a posturas contradictorias en torno a la necesidad de mantener un cordón sanitario respecto a estos partidos. De un lado hemos visto como dos antiguos aliados gubernamentales de partidos ultraderechistas como han sido el M5E en Italia y el ÖVP en Austria rompían con dichos partidos y establecían otras alianzas gubernamentales con partidos situados en el polo opuesto, el PD en Italia y los verdes en Austria, como prueba de unas posiciones oportunistas que no garantizan que en el futuro no vuelvan a pactar con partidos de la DRPX. Similar posición oportunista se ha detectado en la presidenta de la nueva Comisión Europea, Ursula von der Leyen, intentando una política más tibia respecto a las violaciones democráticas en Polonia y Hungría. Lo mismo que en el seno del Partido Popular Europeo, que no termina de expulsar de su seno al Fidesz, aunque le tenga suspendida su participación. Por contra el cordón sanitario ha conseguido mantenerse después de una crisis política en Alemania, uno de los pocos países de la UE, junto con Francia, dónde más firmes son los partidos democráticos en su postura de cordón sanitario respecto a la extrema derecha. Se mantiene el cordón sanitario en Alemania y Francia, se ensaya una especie de frente popular para derrotar a Orbán en Hungría, la derecha rompe con la DRPX en Finlandia, Austria o Italia, pero es demasiado pronto para poder asegurar que se esté produciendo una reacción firme y estable entre los partidos democráticos europeos para aislar a la extrema derecha.

Notas:

[1] «Derecha radical. Auge de una ola reaccionaria munidal», publicada por Editorial Popular https://editorialpopular.com/libros/derecha-radical/

[2] El movimiento de las Sardinas apareció en Boloña con el comienzo de la precampaña de la región Emilia Romaña con dos objetivos destinados a derrotar a La Liga, el primero era apoyar al candidato del PD, el segundo lograr una alta participación, ambos plenamente conseguidos.

[3] Para el análisis del caso de Vox, se puede consultar el largo artículo » Un análisis de Vox. Causas de su éxito, naturaleza de su programa, estrategias de crecimiento» en http://miradacrtica.blogspot.com/2020/02/un-analisis-de-vox-causas-de-su-exito.html

Jesús Sánchez Rodríguez. Licenciado y Doctor en Ciencias Políticas y Sociología. Profesor retirado de la UNED. Se pueden consultar otros artículos y libros del autor en el blog: http://miradacrtica.blogspot.com/