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EZLN: La alerta

Fuentes: La Jornada

El país se halla devastado por las políticas salinistas de Vicente Fox, y mientras la «clase política» de todos los partidos no parece querer darse cuenta de la gravedad de la situación, una vez más la voz de los de abajo se deja escuchar para, con sus palabras y con sus actos, plantear una serie […]

El país se halla devastado por las políticas salinistas de Vicente Fox, y mientras la «clase política» de todos los partidos no parece querer darse cuenta de la gravedad de la situación, una vez más la voz de los de abajo se deja escuchar para, con sus palabras y con sus actos, plantear una serie de interrogantes ante el proceso electoral de 2006.

1. El texto del subcomandante insurgente Marcos del 19 de junio, y los hasta ahora cuatro comunicados de la Comandancia General del EZLN de los días 20, 21 y 22, anunciando que los campesinos indígenas zapatistas de Chiapas se declaran en alerta roja luego de que el gobierno foxista anunciara calumniosamente haber destruido plantíos de mariguana en territorio rebelde (La Jornada, 20, 21 y 22 de junio), han causado conmoción, no solamente porque han puesto de manifiesto una vez más que la situación de las comunidades indígenas se ha agravado por la continua intervención del Ejército, por las políticas sociales del foxismo, y porque los pueblos indios no tienen sus derechos reconocidos ante la traición de Vicente Fox y la «clase política» con la contrarreforma constitucional de 2001-2002, sino también por otra razón: porque una vez más están planteando las dudas que hay sobre el futuro del país.

2. El texto de Marcos del 19 de junio, aun con todos sus excesos, tiene la virtud de insistir en la posición histórica del EZLN, en el sentido de que en el contexto actual y con los partidos existentes, las elecciones muy difícilmente pueden ser en ninguna parte la vía para el cambio, lo que en el mundo entero no parece dejar a los pueblos más que dos caminos: a) el de la revolución, o b) el de la resistencia social y cívica en sus diversos niveles. Y de manera prioritaria la resistencia a ultranza, a la que muy poco se ha recurrido en América Latina, salvo en los casos recientes de Argentina, de Ecuador, de Bolivia y de Venezuela, y desde luego de México con la intentona de Fox de inhabilitar para 2006 a Andrés Manuel López Obrador y cancelarle sus derechos políticos al pueblo mexicano.

3. El papel desempeñado por la izquierda electoral mexicana en los procesos electorales de los últimos años le da la razón a los zapatistas, pues sus dirigentes han estado de manera reincidente de espaldas y en contra del pueblo, sufriendo una involución antidemocrática que ha culminado en la postulación de candidatos contrarios a los intereses populares, en la tolerancia de actos de corrupción, en un corrimiento hacia las tesis del Banco Mundial y del FMI y en negociaciones oscuras, de ahí el cuestionamiento a la vía electoral.

4. En 1988, tras el fraude electoral del 6 de julio, Cuauhtémoc Cárdenas optó por la negociación y la desmovilización del FDN, y cuando amplios sectores reclamaban en agosto la resistencia civil como la vía para hacer respetar el voto, Cuauhtémoc y Adolfo Gilly optaron mejor por la constitución del PRD. En 1994, la campaña del PRD, en la que influían nada menos que Adolfo Aguilar Zinser y Jorge Castañeda, se desdibujó tras la muerte de Colosio, y empezó a presentarse tan neoliberal como las del PRI y del PAN, lo que se acentuó seis años después, pues en noviembre de 1999, no puede olvidarse, el quinto congreso del PRD aprobó una plataforma electoral para el 2000 que aceptaba ya la privatización del sector energético.

5. La opción electoral de izquierda tiene muy difícil viabilidad en el escenario del neoliberalismo, pues requiere de dos condiciones. La primera es que exista un candidato comprometido con un programa de cambio, el cual suponga una reivindicación a ultranza de la soberanía del Estado, de los recursos estratégicos de la nación y de los derechos individuales y colectivos del pueblo frente a las corporaciones trasnacionales. Y la segunda, que haya además una sociedad en movimiento que impulse y defienda a ese candidato, pero que le exija sobre todo que no se aparte de esos principios.

6. El temor fundado en muchos sectores, y que se expresa en este texto, de que Andrés Manuel López Obrador, el casi seguro candidato del PRD en 2006, a pesar del amplio movimiento popular que lo respalda por el compromiso que ha expresado con políticas que antepongan los derechos de los mexicanos a las ambiciones de las multinacionales, pudiera en los meses previos a los comicios establecer compromisos con toda una serie de redes de intereses creados y entrar en un proceso de «lulalización» -de manera que al llegar a la Presidencia, al igual que el presidente brasileño Lula, no pudiese ya gobernar conforme a un programa y tuviera que someterse al capital trasnacional- es, por lo mismo, real. Y evitarlo depende en buena medida de la sociedad civil.

7. López Obrador no representa hoy, desde luego, al salinismo, que lo ha combatido todos estos años, sino una propuesta diferente que tiene que definirse mejor, y que no podrá hacerlo sin la participación popular. El salinismo ha sido por tres sexenios el saqueo sistemático de la nación por las trasnacionales, la entrega de los sectores estratégicos de México a éstas y a una serie de traficantes de influencias, la confiscación de los derechos colectivos de los mexicanos, el desmantelamiento del Estado, la sumisión a Washington, la militarización de Chiapas, la instauración de un narcosistema de poder en el país, la corrupción sin límites. La propuesta de López Obrador no puede, por lo mismo, limitarse a compensar al pueblo con paliativos, como lo intentó hacer Salinas, que es lo que dicen los zapatistas por voz de Marcos, sino que tiene que comprometerse con un cambio estructural.

8. El panorama para México es crítico, pues la gestión antisocial y antidemocrática de Fox no sólo ha empobrecido sin límites a los mexicanos y consolidado el poder de las trasnacionales y de una serie de traficantes de influencias sobre el Estado nacional, sino que ha logrado seguir cancelando, por la vía de los hechos, cuando no de las contrarreformas legales, derechos colectivos fundamentales del pueblo a la tierra, a la educación, a la salud, al trabajo, a la cultura, a la vivienda y a la seguridad social. Y, como si fuera poco, la ultraderecha foxista, en abierto contubernio con los propietarios de los medios masivos de comunicación, tiene una obsesión transexenal, por lo que está haciendo hasta lo imposible por imponer a su candidato para 2006.

9. La resistencia social debe, en consecuencia, ser permanente e ir más allá de la coyuntura electoral, teniendo como prioridad acciones concretas de resistencia para lograr hacer valer la soberanía popular, rescatar a la nación y recuperar los derechos que los gobiernos neoliberales han confiscado a los mexicanos. De ahí la importancia que tiene definir un programa mínimo de acción que comprometa a todos los mexicanos, y no sólo a quienes aspiran a ser candidatos.

10. La alerta roja de los zapatistas del 19 de junio de 2005 no debe entenderse, por lo tanto, únicamente como la convocatoria de la dirigencia del EZLN a las tropas insurgentes, a sus comandantes y responsables y a sus bases de apoyo para «una consulta interna» en vistas a entrar en una nueva fase de su lucha, como lo expresaban los dos comunicados del día 20, y el del 21, que se publica hoy. Ha de tener otra lectura, y es la de que constituye también un llamado a los mexicanos para resistir, de manera mucho más activa, a las políticas neoliberales del foxismo-salinismo que amenazan con perpetrarse por seis años más.

Es una alerta para todos, y a cada quien de entenderla.