Intervención en la Mesa de Análisis de coyunturas en torno al golpe de Estado en Honduras. 1 julio 2009. Centro Internacional Miranda. Caracas
Muchas gracias, buenas tardes compañeros y compañeras, agradezco al Presidente del Centro Miranda la invitación a participar en esta mesa de coyuntura, en la que me siento muy honrado de compartir con el General Alberto Muller Rojas y el Dr. Edgardo Lander. Creo que tras sus dos exposiciones ya hay bastantes elementos de interés para el debate. Yo voy a añadir algunos y no redundaré en cosas que han dicho y con las que coincido, pues me parecen muy neurálgicas para este asunto. Pues lo que nos conviene es conectar los acontecimientos más recientes y relevantes, en este caso con el epicentro en Honduras, con las líneas de fondo, en las que se mueve aceleradamente el cambio de escenario en el plano internacional. Y con los dilemas y problemas político-ideológicos que nos plantea esto a los revolucionarios: qué pasa en la coyuntura, cómo conecta eso con líneas de fondo y, para los que tenemos compromisos de transformación política y social, cómo digerir y plantear un análisis lo mas sólido posible para abordar los grandes dilemas suscitados.
Seguramente hace tiempo que no se veía una condena tan clamorosa y unánime de todos los gobiernos del mundo a una acción reaccionaria y golpista. Muchas ha habido en las ultimas décadas, ninguna ha recibido una unanimidad como ésta en la condena de los gobiernos y de los pueblos, habría que ver por qué se ha producido.
Preciso: unanimidad de gobiernos y pueblos, entendiendo por pueblos a los sujetos sociales organizados protagonistas de los procesos. Unanimidad de estos dos elementos; no me refiero a otros sectores de la sociedad, los sectores dominantes en los que siempre hay daltónicos interesados que donde hay un golpe del tamaño de una catedral gótica no consiguen ver más que aplicados militares instigados por sacrificados empresarios y obispos dispuestos a llenar los vacíos de poder de gobernantes a los que de repente se les ocurre renunciar al ejercicio de sus responsabilidades ejecutivas. Entonces estos «próceres» se ven obligados a sucesiones forzadas, forzadas y forjadas con una torpeza en algunos casos como el de Honduras dignas del superagente 86, aunque eso sí, a punta de fusiles y bayonetas.
El decreto forjado que se presentó en el Congreso de Honduras, falsamente firmado por Zelaya lo presentan el domingo 28 y lleva fecha Tegucigalpa, 25 de Junio. Ni se molestaron en cambiar la fecha, lo tenían preparado y firmado desde el 25 de Junio. El 26 y el 27 estuvo el presidente en pleno ejercicio cumpliendo sus funciones, preparando la consulta del domingo, recibiendo los representantes internacionales invitados a la consulta el 27 por la noche. Pero ya había firmado el 25 su renuncia, debido a «problemas insuperables de salud que me han impedido concentrarme en los asuntos fundamentales de Estado». Firmado el 25, es de una caradura y de un desparpajo… pero ojo, porque a punta de fusiles y bayonetas, es trágico y muy peligroso.
Claro, Honduras quizás es, como ya se ha dicho aquí, uno de los países en que lo que esta ocurriendo mejor expresa lo que llamaría un viejo libreto en una época nueva. Porque lo de dar golpes es viejo, pero ahora se presenta con una novedad, la de esta coyuntura histórica, en la que sin duda estamos en un cambio de época. Que no solo es un cambio de época en términos de confrontaciones políticas, en términos del viejo orden geopolítico internacional que ya está en declive. (Otra cosa es lo que pueda durar ese declive, en función de la correlación de fuerzas entre los diferentes actores). Pero el cambio mencionado por Lander es un cambio que viene sobre todo basado en la profunda crisis civilizatoria, que es una acumulación de crisis en una sola que no deben verse como aspectos separados,. Yo creo que es una situación paradójica porque hablamos de amenazas y riesgos y a la vez el protagonismo de los pueblos del Sur, sobre todo en América Latina, le concede rasgos muy esperanzadores dentro de las amenazas.
Quizás podría decirse, de modo paradójico, que vivimos tiempos sombríos pero llenos de esperanza. La situación es peligrosa en términos de fondo, porque las encrucijadas frente a las que nos hallamos pueden tomar rumbos contrapuestos, antagónicos. Nada nos garantiza que la historia avance por su lado mejor, no nos sirven ingenuidades ni falsos determinismos. Y quizás aquí debo añadir una cautela: los que vivimos la historia desde América Latina y queremos formar parte de este sujeto social transformador quizás podemos exagerar nuestro optimismo viendo el mundo desde América Latina. Porque aquí es donde ha avanzado más y mejor la nueva época y la nueva correlación de fuerzas y sujetos sociales y políticos que muestran que otro mundo sí es posible además de urgente y necesario. Es en América Latina donde más se han acelerado los cambios, y eso quizá nos puede distorsionar la visión.
Si vemos las recientes elecciones europeas, vemos el pantano en el que se encuentra Europa, la amenaza del neofascismo, la xenofobia, el racismo, no es un fantasma: es una realidad que va a más en Europa. Seguro que un hombre de izquierda que viva y milite en Europa estará pesimista, los que estamos acá estamos más esperanzados. En África la situación es muy complicada, es muy trágica: sin ser para nada culpables de la crisis son las principales victimas de la crisis; los pueblos de Asia y África, el Sur es víctima de la crisis. Y no hay hoy en otros continentes la misma fuerza social en marcha y que se traduce en gobiernos, en fuerza política y electoral.
Por tanto, sin falsas ilusiones pero sí con sólida esperanza, creo que nos encontramos en un punto de mucho interés, en el que a mí me parece bastante claro algo que pongo a discusión: que las salidas que se plantean a esta crisis civilizatoria y a esta dislocación del orden geopolítico viejo no parecen encontrarse en lo que podríamos llamar supuestos puntos medios o de equilibrio, a los que podríamos llegar como consenso armónico desde partes muy distintas. Y esto lo digo como contraposición, sin quitar ni un gramo de valor a la decisión unánime de la Asamblea General de la ONU de ayer martes. Estos momentos serán excepcionales y no han de provocar espejismos.
Yo creo que no va a haber punto intermedio y de consenso celestial en la tierra ante ninguno de los problemas planteados: ni la crisis civilizatoria en sus dimensiones energética, ecológica, ni la consolidación de democracias dignas de ese nombre, que realmente merezcan el nombre de democracia, va a ser un camino fácil ni de consenso. En unos casos, porque hay fuertes intereses en juego y aunque sean minoritarios, son poderosos y lo estamos viendo en Honduras. Las clases sociales no desaparecieron en la historia y sabemos que la lucha de clases no desaparece por decreto, como pretendió hacer el dictador Francisco Franco en España, firmando un decreto que abolía la lucha de clases. Pero eso no es así, las clases dominantes no ceden sus privilegios ni desaparecen de la historia gentilmente, no ha ocurrido nunca, y yo añadiría no sólo no desaparecen de la historia gentilmente sino que tampoco acostumbran a hacerlo pacíficamente en ninguna parte. No son los revolucionarios los que han querido que las revoluciones no fueran pacificas; son los revolucionarios los que se han visto obligados con la fuerza popular, armada de razones y de más cosas, a subvertir los viejos órdenes que se negaban a salir del escenario de la historia a pesar de ser minoritarias, a pesar de perder elecciones, no les importa dar un golpe luego. Véase Chile.
¿Qué está pasando en Honduras? Creo que por ser éste el patio más trasero del patio trasero, precisamente por eso, yo diría que es emocionante lo que está ocurriendo. Hace como 20 años, en 1986, el segundo presidente tras la instauración de la pseudodemocracia truncada y trucada y a la que ahora me referiré, y verán cuánta razón tiene el pueblo hondureño y el presidente Zelaya que se proponían cambiar esa constitución, cuanta razón tienen, cuan necesario era ese cambio. Hace 20 años, con la Constitución de 1982 impuesta por los militares y los poderes fácticos, la actualmente vigente, aunque varias veces reformada, un Presidente, José Azcona Hoyos, el segundo Presidente del partido liberal, aunque acá lo de liberal no quiere decir nada, como sabemos, no se ruboriza al explicar el papel que cumple Honduras en la estrategia diseñada por EEUU para la región y dice textualmente: «Un país tan pequeño como Honduras, no puede permitirse el lujo de tener dignidad». ¡Dicho por el presidente! Bueno, eso lo había dicho de otra manera en el año 1929, pero estos ya son habituales, el presidente de la Cuyamel Fruit, empresa que más tarde se anexionó la United Fruit, quien refiriéndose al valor de los diputados hondureños a la hora de comprar sus servicios dijo: «un diputado en Honduras cuesta menos que una mula.» Eso lo dijo en 1929, y tiene vigencia.
Hay que ver qué congreso, este congreso hondureño instrumento de la oligarquía hondureña y de las transnacionales, instrumento del pentágono, toda la vida. Por eso hablo de una democracia trucada. Hay un informe hondureño, hecho por un hondureño, sobre la democracia hondureña,: «Honduras: Poderes Fáctitos y Sistema Político»; este libro se publicó en 2007 en Honduras y ha tenido bastante eco. Ahí explica cómo funcionan los grupos económicos hondureños, en particular y en la sociedad en general. Cómo los grupos fácticos controlaron la transición a la democracia a principios de los 80, cómo condicionaron el poder político, cómo participaron los grupos económicos en la construcción de la pseudodemocracia actual, cuál es el papel del capital financiero en Honduras, cuál es el vínculo con los partidos tradicionales, el Liberal y el Nacional, la caracterización de los grupos generadores de electricidad, que son grupos de poder económico fuertes ahí, el papel de los señores mediáticos en Honduras, el poder de las grandes familias.
Todo eso deja la estela, las claves, de cómo pequeños pero poderosos círculos de poder tomaron las riendas de la transición a la democracia en Honduras a favor de sus intereses, sin importarles para nada el país ni el destino de las mayorías empobrecidas. En este libro hablan de cómo funcionan esos poderes, como logias obscuras subterráneas que cultivan la hermandad de los secretos. Son plutocracias, y hasta cleptocracias, cuyo resultado es haber construido sistemáticamente uno de los países más pobres de América. Ese es el mérito de esta oligarquía Hondureña.
Podía extenderme más, no lo hago por respeto a los horarios, pero esta democracia truncada es una democracia que tiene una Constitución vigente en la que se impide la reforma de algunos artículos. Se impide taxativamente la reforma de algunos artículos los llama «artículos pétreos», que no pueden reformarse ni con plebiscito ni con referéndum. Articulo 374: «no podrá reformarse en ningún caso el articulo anterior 373, que decía «la reforma de esta constitución podrá decretarse por el Congreso Nacional, en sesiones ordinarias, con dos tercios de votos de la totalidad de sus miembros. El decreto señalará el artículo o artículos que hayan de reformarse…» «Pero no podrán reformarse en ningún caso los relacionados a la forma de gobierno, al territorio nacional, al periodo presidencial, a la prohibición para ser nuevamente Presidente de la Republica el ciudadano que lo haya ejercido anteriormente y el referente a quienes no pueden ser Presidentes de la República por el periodo subsiguiente.» Y por supuesto, los que pretendan cambiar este artículo serán acusados de traidores de la patria y serán cesados de sus cargos.
Esto es lo que dice la Constitución hondureña. No nos extrañe que las organizaciones populares y sociales quieran cambiarla, ni nos extrañe que haya una desconfianza total de la ciudadanía sobre los poderes políticos establecidos. Antes de las elecciones en las que salió elegido Zelaya, días antes, salió un informe acerca de «la pérdida de confianza en la representatividad que actualmente sufren debido a múltiples acciones deshonestas y corruptas… El problema es que los partidos políticos no representan ni defienden los intereses de la mayoría de la población y tampoco se han renovado ideológica y organizativamente. El creciente abstencionismo electoral es una prueba del desencanto de la población ante quienes dicen representarlos. El Congreso Nacional, donde se aprobó de madrugada el paquete de contrarreformas es una institución desprestigiada por el desempeño de quienes lo integran y manipulan… Democratizar el Congreso Nacional debe ser prioridad de todos los sectores que quieren a Honduras». Y esto sigue.
Entonces no nos extrañe que haya individuos que quieran cambiar la historia, apoyándose en el pueblo y en los sectores más necesitados, es lo que ha intentado este presidente y es lo que no le han permitido los oligarcas y poderosos de siempre. El editorial de La Jornada, digno periódico mexicano, del domingo 28 de junio lo dice muy claro «La crisis política en Honduras es, más que consecuencia de un proyecto político personal, el producto del choque entre un poder político-económico anquilosado y vetusto y una sociedad cada vez más organizada que demanda el cambio y la ampliación de las reglas democráticas en ese país.» Hacia ahí es que se iba y hay centenares de organizaciones sociales, de indígenas, de trabajadores, de derechos humanos, comunidades eclesiásticas, involucradas en este proyecto social. Y un Presidente dispuesto a abrir caminos en esta vía. Y esto era seguir la vía de Venezuela, Ecuador, Bolivia, esa era la vía.
Entonces, que los poderes constituidos hayan reaccionado de esa manera, ojalá pudiéramos llamar torpemente, si no se consolidan por la torpeza en que lo han hecho, pues hasta ahora habían logrado mantener la etiqueta de demócratas. Sea cual sea los intereses al condenar el golpe, por torpes o brutos, porque lo han hecho mal, que les obligue a condenar el golpe, eso tampoco debe extrañar porque ahora nadie regala la bandera de la democracia; es una bandera que nosotros no hemos regalado al enemigo, lo que hemos hecho es llenarla de sentido y de contenido. Hablar de democracia es convertir al pueblo todo en ciudadanos con todos los derechos y por tanto cambiando las condiciones económicas y sociales que impiden que la democracia sea digna de ese nombre si no hay una justicia económica y social.
El declive de la única superpotencia, su conversión en una más de las grandes potencias, eso va a durar un tiempo. La emergencia de China, India, Brasil, lleva un tiempo tras el que se sustituirá el viejo orden por uno nuevo, en el que Asia jugará un papel central. Pero cómo todo eso va hacia allá, los ritmos, vamos a ver. Claro, en algunas cosas la crisis lo ha acelerado. Por ejemplo, en los últimos 10 años, entre los 20 bancos principales, había 15 que eran 11 de EEUU y 4 de Inglaterra. Tras las quiebras, en enero de 2009, entre los 20 primeros sólo quedan 3 de los 11 de EEUU y 1 de Inglaterra. Estos son datos que muestran que se va más aceleradamente desde el viejo orden a un nuevo orden económico, con la crisis. Pero ojo, porque eso requiere un tiempo, y ahora hay una emergencia y una multipolaridad que todavía se puede configurar de formas distintas. ¿Quién va a poder más en la multipolaridad, EEUU, Japón y la U.E. o los países del Asia emergente, China, América Latina… quién va a pesar más en esa multipolaridad?
Yo creo que la disyuntiva está entre ir hacia democracias burguesas autoritarias, preservando la formalidad democrática, porque dictadura está mal visto, o hacia democracias populares, participativas y protagónicas, llámense socialismo del siglo XXI, llámense democracia popular, o llámense como quieran llamarse según los países. Y la línea roja que distinga la democracia representativa de las otras, de la democracia popular, ¿cuál es? ¿Las elecciones? Porque ahí también hay un problema, ¿los viejos poderes van a existir siempre dentro de las democracias participativas como viejos poderes al servicio de los poderosos? ¿Qué va a ocurrir en Honduras? Cómo acabar con los poderes constituidos, los tres organismos, todos emanan de lo mismo. ¿Hay que suprimirlos? ¿Es un atentado a la democracia suprimir eso? ¿Cómo se hace? Ahí hay un problema, es una batalla de ideas por la hegemonía, por el concepto de democracia, lo que se nos viene encima.
Y ahí tenemos dos modelos, la democracia que se está construyendo en los países del ALBA y la democracia gringa, en la que aunque haya alternancia y el gerente sea distinto y permita aplicar políticas distintas, porque es lo que permite desacelerar el declive del imperio… Esos creo que son los dilemas que tenemos delante, no me alargo más. Ese es el reto, a través de Honduras a América Latina, a la nueva correlación de fuerzas emergentes y lo que está en juego, además del derecho a la dignidad de los hondureños en la que no creyó ningún presidente anterior a éste, además del derecho a la dignidad como pueblo, es algo que tiene que ser refundado, como se está haciendo en otros países de América Latina hoy. Ese es el reto, en un contexto de crisis que va a polarizar mas las cosas. Por tanto ha habido hasta hoy una «unanimidad democrática» frente al golpe y la dictadura, pero ojo, que la disyuntiva se viene abierta a partir de hoy.