Pierde elecciones, y con ellas concejales, eurodiputados y ministros, pero el líder del Ejecutivo británico, Gordon Brown, insiste en seguir adelante a pesar de la marea en contra en el seno de su partido, en las filas de la oposición y en el electorado. Ayer pidió unidad a los parlamentarios de su partido. Las elecciones […]
Pierde elecciones, y con ellas concejales, eurodiputados y ministros, pero el líder del Ejecutivo británico, Gordon Brown, insiste en seguir adelante a pesar de la marea en contra en el seno de su partido, en las filas de la oposición y en el electorado. Ayer pidió unidad a los parlamentarios de su partido.
Las elecciones locales y europeas han sido el fracaso augurado por los medios. En las locales, los conservadores han arrasado a los laboristas, que han perdido 291 concejales y se han transformado en la tercera fuerza política en el ámbito municipal en Inglaterra, por detrás de los liberales.
Finalizado ayer el recuento de las europeas, los laboristas han perdido cinco de sus eurodiputados y se han visto sobrepasados no ya por los conservadores, sino por los euroescépticos del UKip, superando las peores predicciones al quedarse con tan sólo un 15% de los sufragios -siete puntos menos que en 2004-.
Lo más doloroso ha sido perder dos eurodiputados a manos de los neofascistas del British National Party, algo que sus bases, y sus parlamentarios, difícilmente perdonarán a Brown. La laborista Harriet Harman calificó de «terrible» el resultado del BNP, que pese a haber conseguido menos votos en las circunscripciones en las que han resultado elegidos sus candidatos se ha beneficiado de la debacle del Laborismo para obtener sus dos escaños.
Nick Griffith, líder del ultraderechista BNP, y su compañero de partido Andrew Brons, serán dos de los nuevos parlamentarios en Bruselas. Griffith apuntó que su partido no es racista, pero que sabe que consiguió apoyos por hablar claramente sobre la inmigración. Acusó al Gobierno de victimizar a «la mayoría indígena como ciudadanos de segunda clase».
Pero por si esto fuera poco, tras una semana de infarto en la que cuatro de sus ministros dimitieron -dos de ellos con declaraciones desafiantes a su liderazgo-, Brown se encontró , entre las malas noticias electorales, con la renuncia de su ministra de Medio Ambiente, Jane Kennedy, que se declaró incapaz de apoyarle como líder del partido y jefe del Ejecutivo. Y todo ello después de la remodelación del Gobierno del viernes con la que el dirigente laborista pretendía acabar con la oposición dentro del Gabinete.
Kennedy ya había abandonado el Gobierno anteriormente, cuando ocupaba la cartera de Salud, en 2006, para protesta por la reforma de la sanidad pública. En una entrevista con el canal público británico BBC, explicó que se le había pedido que confirmara su lealtad y apoyo a Brown como condición a seguir en el Ejecutivo. «No pude darles esa seguridad, y por ello no sigo en el Gobierno», afirmó. La ex ministra señaló que no estaba satisfecha con el ambiente dentro del Ejecutivo, «con las campañas contra algunos individuos, las filtraciones, injurias contra algunos colegas… Éste no es el tipo de política con la que quiero verme asociada», apuntó.
Un portavoz de Brown desmintió la existencia de un «juramento de lealtad» de lealtad como precondición para participar en el Gobierno, mientras que el nuevo ministro de Comunidades, John Denham, descartaba la existencia de prácticas del tipo de las mencionadas por Kennedy en el partido.
Jane Kennedy ha sido reemplazada por Jim Fitzpatrick, como parte de la continua remodelación del Ejecutivo. Asimismo, Sadiq Khan fue presentado como el nuevo ministro de Transporte, y será el primer musulmán presente en el Gabinete.
Disensiones
Cuando ya se hablaba de una revuelta formal, con la posibilidad de recogidas de firmas entre el grupo parlamentario para forzar elecciones primarias dentro del Partido Laborista, Brown exigió a los representantes de su partido en la Cámara de los Comunes una muestra de unidad, pero su petición no ha acallado a los críticos, como al ex ministro Stephen Byers, que ha pedido su dimisión, o al que fuera ministro del Interior con Tony Blair, Charles Clark.
Sin embargo, durante la reunión de dos horas que mantuvo ayer el primer ministro con los parlamentarios laboristas, el apoyo a Brown también quedó patente, como expresó el nuevo ministro de Defensa, Bob Ainsworth, quien aseguró que «los rebeldes» no cuentan con el apoyo de la mayoría, sobre todo a raíz del compromiso de Brown de contar con ellos en la toma de decisiones y de ser más transparente en sus actuaciones.
Pero el líder de la oposición, el conservador David Cameron -que ha visto como sus candidatos han ganado en todas las municipalidades y han mantenido su presencia en el Parlamento Europeo- describió la situación del Partido Laborista como «una lenta danza de muerte política», y pidió la celebración de elecciones generales inmediatamente, ya que considera que la autoridad de Gordon Brown se ha desvanecido completamente.
El «éxito» de los conservadores en las europeas es, para Cameron, una clara muestra de que su partido avanza en todo el país. Los tories se han asegurado un 28,6% del apoyo, dos puntos más que en 2004, lo que se traduce en 24 europarlamentarios, casi el doble de los trece obtenidos por los laboristas. Estos resultados se unen a los logrados en las locales inglesas, donde los conservadores se han hecho con el 38% de los votos.
Aunque el apoyo no ha aumentado mucho con respecto a 2004, los conservadores argumentan que debe ser analizado en el marco del escándalo de los gastos parlamentarios. Cameron aseguró que «el partido conservador es el claro vencedor en estas elecciones. Recibimos el mayor número de votos, incrementamos el número de nuestros europarlamentarios, hemos ganado en cada rincón del país e incluso hemos sido los más votados en Gales».
Estas elecciones han sido las primeras realizadas en el ámbito estatal en las que el laborismo ha salido derrotado por el Partido Nacionalista Escocés (SNP), que ha aumentado cerca de un 50% su respaldo con respecto a las pasadas elecciones europeas.
Por primera vez desde que hace nueve décadas se convirtiera en una formación de carácter estatal, el Partido Laborista ha perdido en Gales, y lo ha hecho ante los conservadores, a los que se jactaba de haber dejado fuera del Parlamento en la era Blair.
Sinn Féin se convierte en la formación política más votada en el norte de Irlanda
La República de Irlanda puede presumir del mayor índice de participación en estas elecciones europeas, con un 57,6% del total del electorado, y de uno de los métodos de votación y recuento más complicados de toda la Unión, con listas abiertas y voto de preferencia con transferencia… De ahí que cuando en todos los estados de la UE ya se conoce el nombre de los eurodiputados, en la república irlandesa, a última hora de ayer, quedaban todavía tres de sus doce europarlamentarios por elegir.
Lo que se ha visto, y ya se vislumbraba tras el recuento de las elecciones locales celebradas en la república durante el fin de semana, es que la coalición de Gobierno iba a pagar por los escándalos asociados a la crisis financiera, que ha transformado la economía irlandesa del ejemplo a seguir del Tigre Celta en paria internacional. Fianna Fail, el socio principal en la coalición, ha perdido un 5,6% de sus votos en las europeas, y en Dublín, el escaño de su eurodiputado, Eoin Ryan, ha pasado a ser socialista al quedar en manos de Joe Higgings, que mantuvo una apretada lucha con la republicana Mary Lou McDonald para asegurar su presencia en la Eurocámara. En cuanto a Sinn Féin, el voto obtenido en el ámbito de la república se ha incrementado ligeramente, pero ha bajado en Dublín y no ha subido lo suficiente en el resto de las circunscripciones como para asegurarles a los republicanos un eurodiputado sureño, aunque Teresa Ferris a punto estuvo de dar la sorpresa en el sur de la isla.
Pero en el norte, tal y como se auguraba, la discordia en el seno del unionismo ha roto una tradición de treinta años de antigüedad: Sinn Féin se ha transformado en el partido más votado en estas elecciones europeas. Bairbre de Brún ha conseguido el 26% de los sufragios, arrebatándole la cabecera electoral al DUP, que ha visto como su tránsfuga Jim Allister les ha robado un 13% de los sufragios y les ha obligado a luchar duro para que su candidata, Diana Dodds, se hiciera con un escaño con la mitad de los votos que recibieron en 2004. El DUP obtuvo el 32% del total del apoyo en 2004, mientras que esta vez su respaldo ha caído a un 18,2%.
«Obviamente, estamos muy desencantados porque debido a esta división en el unionismo Sinn Féin ha sido el partido más votado», declaraba Diane Dodds, que consiguió ser elegida sin alcanzar el número de votos necesarios tras la eliminación de Allister, quien basó su campaña en la oposición a la presencia unionista en el Ejecutivo norirlandés.
Por su parte, la coalición entre conservadores y el UUP ha servido para asegurar la reelección de Jim Nicholson, en el primer examen de un pacto que podría reeditarse en las próximas elecciones parlamentarias a Westminster.