Grecia sufre la peor crisis económica que ha afectado a un país europeo desde la Segunda Guerra Mundial. En los últimos dos años ha recibido dos rescates financieros de 110 mil y 130 mil millones de euros a cambio de una severa restructuración del gasto. Como consecuencia, las clases populares han sufrido constantes ataques contra […]
Grecia sufre la peor crisis económica que ha afectado a un país europeo desde la Segunda Guerra Mundial. En los últimos dos años ha recibido dos rescates financieros de 110 mil y 130 mil millones de euros a cambio de una severa restructuración del gasto. Como consecuencia, las clases populares han sufrido constantes ataques contra sus condiciones de vida y trabajo.
Los salarios han bajado hasta un 25% (30% en el sector público) y las pensiones entre el 15% y 25%: una reducción sin precedentes en cualquier parte del mundo en tiempos de paz. Además, hay unos 400.000 trabajadores y trabajadoras a quienes no se les ha pagado durante los últimos cinco meses. El paro ha subido al 24% de la población activa; 51’5% entre la gente joven. La población que vive bajo el umbral de la pobreza ha aumentado del 15% al 40% en los últimos 5 años.
Radicalización
Pero la situación en Grecia no solamente se caracteriza por la crisis y el sufrimiento de su gente, también destaca por la resistencia popular. Desde 2009 se han organizado 17 huelgas generales, además de numerosas huelgas sectoriales, ocupaciones de edificios oficiales y múltiples protestas. En 2011 surgió la ocupación de las plazas por las y los «indignados» griegos inspirados por lo que pasaba en Egipto y el Estado español. Como consecuencia de tales movilizaciones han caído dos gobiernos y cientos de miles de personas se han radicalizado hacia la izquierda.
Esta resistencia viene de lejos. En realidad, no se ha dado que a más crisis haya surgido más resistencia. De hecho, un factor importante es que la izquierda y los sectores más combativos de la clase trabajadora no han sufrido una derrota significativa desde el final de la dictadura (1967-1974).
Los sindicatos han tenido un papel fundamental en esta movilización. Las centrales sindicales griegas no se dividen en base a la ideología, sino que se estructuran en torno a los sectores público o privado. Además, a diferencia de aquí, es el sindicato el que representa a la plantilla en lugar de un comité de empresa. De este modo, quienes no se afilian no tienen representación.
Ahora bien, dado que la dirección de las dos centrales sindicales estaba dominada por el socialdemócrata PASOK y, en menor medida, el derechista Nueva Democracia (ND), ¿cómo se explica el alto nivel de movilización? La clave ha sido la presión desde debajo y como, en consecuencia, las movilizaciones han conllevado una dinámica que se le ha escapado de las manos a la dirección. Al principio la gente iba a la huelga siguiendo la convocatoria de los sindicatos, pero cada vez más se iba involucrando en su organización con asambleas masivas en los lugares de trabajo, la elección de comités de huelga y la organización de piquetes y manifestaciones. Además, una izquierda relativamente grande y arraigada también ha tenido un papel central en las movilizaciones.
En un contexto de luchas relativamente masivas desde hace años, la izquierda radical ha mantenido una presencia más marcada que en otros países. El partido que más peso tiene, al menos hasta hace muy poco, es el comunista (KKE). Cuenta con una importante base obrera que le ha permitido tener bastante peso en determinados centros de trabajo y sindicatos. Al mismo tiempo, las señas de identidad del KKE, su papel en la Guerra Civil (1946-1949) y la ortodoxia estalinista le han ayudado a mantenerse. Pero su sectarismo le ha llevado a posiciones tan abstractas como desastrosas. Desde no reconocer la importancia del auge de la izquierda en general y la movilización masiva contra el gobierno, hasta su política de insistir en que no habrá progreso sin el establecimiento de estructuras de «poder popular» -sin explicar cómo se establecerá- y de un gobierno de mayoría comunista. El KKE ha pagado caro su sectarismo y ha sido la coalición Syriza la que se ha beneficiado de la radicalización política de la clase trabajadora.
La escala de oposición popular ha sido tal que ya en otoño de 2011 el gobierno del PASOK anunció la convocatoria de un referéndum sobre las medidas de austeridad. La presión internacional le hizo rápidamente dar marcha atrás y, en su lugar, establecer un gobierno de unidad nacional encabezado por Lukas Papadimos, ex vicepresidente del Banco Central Europeo, con el apoyo del PASOK, ND y el partido ultra derechista LAOS. El nuevo gobierno no logró estabilizar la situación: la economía empeoró aún más y la escala de movilizaciones fue en aumento. Sin más alternativas para la coalición, se convocaron elecciones para el 6 de mayo pasado.
En vísperas de las elecciones, el Ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, instigó al pueblo griego a elegir una mayoría «que respetase los compromisos establecidos por el gobierno de coalición con los acreedores internacionales». Al no ser así, se convocaron nuevas elecciones para junio. A pesar de la campaña contra la izquierda (que no veíamos desde los años de la Guerra Civil) respaldada por toda la clase política europea, de Merkel a Hollande, los partidos pro rescate ND y PASOK consiguieron solamente el 42% del voto frente al 77’5% obtenido en 2009.
Lo más llamativo de las elecciones fue el éxito de la izquierda, que obtuvo el 36% del voto en mayo y el 39% en junio, frente al 15’4% que consiguió en 20091. Esta proporción de voto superó el 50% en los barrios populares. El único resultado comparable fue el de la Izquierda Democrática Unida en 1958, que obtuvo en su momento el 24% del voto. A esas elecciones de 1958 les siguió una década de lucha que finalmente terminó con el golpe militar de 1967.
Syriza
Syriza, quien más se ha beneficiado de este giro hacia la izquierda, surgió de la confluencia entre el partido Synaspismos y otros colectivos e individuos a finales de los años 90. Synaspismos tiene su origen en una escisión del partido comunista en 1968 tras la invasión soviética de Checoslovaquia. La nueva corriente, pronto conocida como eurocomunista, se basó en una mayor independencia política de Moscú, además de condenar la invasión como tal, y en una orientación aún más reformista.1
Influenciada por el movimiento antiglobalización, Synaspismos giró hacia la izquierda y abrió el paso a la formación de Syriza en 2004 (con colectivos de ex miembros del PASOK, ecologistas, maoístas, trotskistas, etc.). El auge de la lucha y la salida en 2010 del sector más socialdemócrata de Synaspismos para formar Izquierda Democrática (DIMAR) reforzaron este giro hacia la izquierda.
El gran éxito electoral de Syriza ha generado todo tipo de esperanzas, tanto en Grecia como a nivel internacional. Por ejemplo, Yorgos Mitralis la describe como «una formación política totalmente inédita y original en el paisaje de la izquierda griega, europea, e incluso mundial… por su composición y su programa».2
Los nuevos partidos y frentes de izquierda que han surgido últimamente en Europa no siguen un modelo único, aunque todos plantean introducir unas reformas sociales más o menos radicales. El Die Linke en Alemania, el Bloco d’Esquerda en Portugal, el Front de Gauche en Francia… todos tienen sus propias características, composición y políticas. Syriza no es el más reciente en formarse, pero con la situación en Grecia y sus propios éxitos electorales se ha convertido en un ejemplo muy importante. Si representa algo «nuevo» es a raíz del contexto de lucha y radicalización que ha condicionado su desarrollo.
Si bien la presencia de sectores de la izquierda revolucionaria le da a la coalición un aire más radical, su nivel de influencia real es limitado. Alrededor del 85% de la afiliación y 48 de los 52 diputados elegidos en mayo de 2012 son miembros de Synaspismos.3 Y aunque es cierto que estos componentes de la coalición participan, como otros sectores de la izquierda, en los movimientos sociales, no tienen una representación específica dentro de Syriza, como insisten algunos comentaristas extranjeros. La creación de asambleas populares en los barrios ha ayudado a extender la base de Syriza, pero no obstante es importante tener en cuenta que estas asambleas también involucran a otros sectores políticos, como la coalición anticapitalista Antarsya.4
El programa de Syriza engloba una serie de reformas como restablecer los recortes y el salario mínimo, subir los impuestos de los ricos, nacionalizar los bancos y disolver las fuerzas especiales antidisturbios.5 No obstante, para evaluar la naturaleza de Syriza, como explica Alberto Herbera, son claves los puntos de su programa que se refieren a la deuda, al euro y a la UE, cuestiones que «en realidad determinan el resto del programa, dada la dependencia absoluta de Grecia de las decisiones tomadas por la Comisión europea».6 Su programa presenta los fondos de la UE como el recurso financiero principal de la economía griega bajo un hipotético gobierno de Syriza, algo que supone que tales fondos seguirían llegando en el caso de que un gobierno de izquierdas rompiese con el plan de rescate. Al mismo tiempo, se compromete a enfrentarse con la Troika y romper el memorándum. Sin embargo, durante la campaña electoral, dirigentes de Syriza insistían en su defensa de la continuidad en la UE y la Eurozona. Como consecuencia, su intención no era tomar medidas «unilaterales», sino renegociar los planes de reajuste con el Troika y suspender las condiciones del rescate hasta que la economía griega se hubiese recuperado.7No es casualidad que el eslogan de Syriza «ningún sacrificio para el Euro» se abandonara semanas antes de las elecciones de junio.
Syriza justifica la defensa de la permanencia en la Eurozona diciendo que la mayoría del pueblo griego no quiere salir ni del euro ni de la UE -algo comprensible dada la creencia, muy cultivada por los partidos pro rescate, de que tal salida significaría el desastre. Sin embargo, la permanencia en la Eurozona no cambiaría la situación.
Sin rechazar el pago de la deuda es imposible que Grecia salga del círculo vicioso de recortes y austeridad.8 Y no pagar la deuda significa salir de la Eurozona y de la UE. La idea de que la Troika (formada por la UE en dos de sus partes) pueda permitir que Grecia no pague la deuda es poco realista dadas las prioridades de la UE y sus repetidas declaraciones al respecto.
La posibilidad de que Syriza llegue a formar gobierno en un futuro próximo es bastante real. Ante esto, no es suficiente quedarse con la idea de que Syriza es algo «nuevo» y por tanto considerar que está, de alguna manera, por encima de otras experiencias similares. Ha habido ejemplos en la historia de diversos tipos de «gobiernos de izquierda», entre otros en Alemania en 1918, en Francia en 1936 y 1981 (Mitterrand), en Chile en 1970-1973 e incluso el gobierno del PASOK durante los 80, que fue elegido con un programa reformista de izquierdas.9 Aunque estos gobiernos, y otros similares, se eligieron en circunstancias distintas, con programas y con componentes diferentes, su intención fue claramente introducir reformas que beneficiarían a las masas populares. Muchos acabaron fracasando o aplastados, y otros ejemplos de procesos en marcha, como en Venezuela o Bolivia, muestran crecientes contradicciones.
En última instancia hay que preguntarse si es posible transformar la sociedad a través de unas instituciones dependientes del propio estado capitalista. Obviamente, en el proceso de tal transformación la presencia de la izquierda en las instituciones y sus intentos de introducir reformas pueden ser parte de la lucha para cambiar el mundo. Pero esto no quita centralidad a la visión de Marx de que «la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal y como está y servirse de ella para sus propios fines».
Este posicionamiento crítico no anula el hecho de que los revolucionarios y revolucionarias apoyan cualquier reforma que mejore la situación de las masas. Además, la experiencia histórica nos muestra que la llegada al poder de tales gobiernos a menudo está acompañada de una radicalización y movilización de las clases populares.
También es muy importante insistir en que nada de esto tiene por qué pasar automáticamente con un hipotético gobierno de Syriza. Tanto integrantes de la coalición como simpatizantes extranjeros han insistido en que la movilización en la calle debe acompañar cualquier gobierno de izquierdas en Grecia.10
Todo por ganar
Durante la última campaña electoral, el ND, consciente de la casi imposibilidad de convencer a sus votantes con más austeridad, prometía «renegociar» las condiciones del rescate, aplicar una política de recortes menos agresiva y no reducir más ni salarios ni pensiones. No sorprende que tales promesas pronto se hayan quedado en nada.
La troika ha dejado muy claro que no aceptará ninguna demora en la aplicación de las medidas de ajuste. Incluso el Primer Ministro, Antonis Samaras, ya admitió a principios de julio que no habrá ninguna renegociación. El 17 de julio se anunciaron recortes de 11.600 millones que supondrán más reducciones de salarios, pensiones y ayudas sociales. Al mismo tiempo el gobierno ha anunciado una nueva oleada de privatizaciones. El pasado 27 de julio representantes de Citibank pronosticaban un 90% de posibilidades de que Grecia deje el euro el próximo año. Mientras, desde Alemania, cada vez hay más representantes de la clase política reclamando que esta salida se dé lo antes posible.
Por tanto, los indicios muestran que la inestabilidad política, social y económica seguirá. El propio gobierno depende de los votos del PASOK e Izquierda Democrática. Pero es dudoso que este último partido pueda mantener su posición como socio de ND por mucho tiempo dado que sus votantes rechazan las políticas actuales de austeridad.11 Y más importante aún será la vuelta a la movilización y la resistencia en los próximos meses.
Ante este panorama la izquierda revolucionaria tiene unos retos muy claros. En primer lugar, en relación con Syriza y su base. En contraste con el KKE, Antarsya (dentro de la cual participa la organización hermana de En lucha/En lluita, el SEK) evalúa muy positivamente los resultados electorales de Syriza y la posibilidad de que gobierne en un futuro próximo.12 No obstante, no está dispuesta a dejar su posición crítica ante cualquier intento de «renegociar» las condiciones del rescate y la posibilidad de pararlo sin salir del euro y la UE. Al mismo tiempo, Antarsya reivindica la nacionalización de todos los bancos bajo control obrero. Este último punto no es meramente propagandístico: sin el control popular de los bancos no será posible evitar una evasión de capitales si un gobierno de Syriza lleva a cabo su programa.
Toda esta crítica no se debe a un exceso de cautela ni a que se espere una «traición» de Syriza13. La izquierda revolucionaria tiene que conseguir dos cosas fundamentales a la vez: mantener su independencia política y buscar la mayor unidad posible en la práctica.
A pesar de que a nivel electoral Antarsya es casi irrelevante, no lo es en la lucha cotidiana. Las elecciones sindicales celebradas en las últimas semanas no solamente han supuesto un aumento de la influencia de Syriza, sino también de Antarsya. En términos de militancia no hay tanta diferencia entre las dos coaliciones y la colaboración entre sus activistas y simpatizantes es estrecha.14 Además, hay un entorno muy grande de gente radicalizada que ha jugado un papel central en las luchas, desde las movilizaciones de la juventud de 2006-08, pasando por las huelgas de 2010, hasta hoy. Antarsya es un foco de atracción para mucha gente de este entorno.
No obstante, dado el nivel de crisis e inestabilidad, sería un error creer que los acontecimientos solamente pueden ir en una dirección. Los resultados electorales cosechados por los nazis de Amanecer Dorado son un aviso muy dramático del peligro que enfrenta el pueblo griego si fracasa la izquierda. Y el hecho de que tanto el ND como el PASOK llevaran a cabo una campaña electoral antiinmigración le ha dado aún más espacio a los nazis.
En este contexto, la decisión de Antarsya de seguir con las manifestaciones antifascistas durante la campaña electoral, mientras el resto de la izquierda (incluyendo Syriza) optó por la pasividad, ha sido un acierto. En estas movilizaciones ha sido clave el movimiento «Unidad contra el racismo y la amenaza fascista» (KEERFA) que se formó hace tres años a iniciativa del SEK y que ahora tiene el apoyo de bastantes colectivos locales y del sindicato de trabajadores inmigrantes. La manifestación multitudinaria del 6 de julio en un supuesto feudo de Amanecer Dorado en Piraeus, con la participación por primera vez de gran parte la izquierda, fue un paso importante en la lucha antifascista. El hecho de que los nazis, a pesar de convocar a toda su gente, hayan sido incapaces de contestar la protesta ha mostrado la importancia de una campaña unificada.
En un futuro próximo, si Syriza llegara a formar gobierno, la existencia de un polo anticapitalista será imprescindible para contrarrestar en las calles los más que posibles intentos de desestabilización de la oligarquía, así como para movilizar y presionar al nuevo gobierno para que efectivamente lleve a cabo todo su programa, al tiempo que se ofrece una alternativa revolucionaria independiente.
Notas
1. Los partidos español e italiano fueron los defensores más destacados del eurocomunismo. Para una crítica del eurocomunismo ver: Chris Harman «Eurocomunism: The State and Revolution», http://www.marxists.org/history/etol/writers/harman/1977/09/eurocomm.htm
2. Yorgos Mitralis, «Syriza o el avance ejemplar de una experiencia unitaria única y original»,http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/?x=5211
3. Andreas Kolke, de OKDE, sección griega de la Cuarta Internacional, insiste en la poca influencia de los grupos revolucionarios dentro de Syriza, ver: «A contribution to the debate on Greece», http://www.internationalviewpoint.org/spip.php?page=print_article&id_art…
4. Según Antonis Davanellos de DEA (escisión del SEK en 2001 e integrada en Syriza), http://www.vientosur.info/spip/spip.php?article6952
5. «El programa de la izquierda radical griega», http://escolar.net/MT/archives/2012/05/el-programa-de-la-izquierda-radic…
6. Alberto Herbera, «Syriza, socialdemocracia y Unión Europea», http://www.rebelion.org/noticia.php?id=150451
7. Como ejemplo, ver las declaraciones de Gabriel Sakellaridis, del Comité Central de Synaspismos: «Syriza no quiere la salida de la zona euro sino luchar por otra política europea desde dentro», http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=1878&sec=2&aut=399
8. Como admite, por ejemplo, el simpatizante de Syriza, Stathis Kouvelakis , en «Sobre la izquierda griega, Syriza y las responsabilidades de la izquierda europea», http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/index.php?x=5288
9. Sobre Syriza y la cuestión del gobierno de izquierdas ver el texto de Kolke (nota IV); Thanasis Kampagiannis, «Cuatro puntos sobre las elecciones griegas», http://www.enlucha.org/site/?q=node/17436; y Donal Mac Fhearraigh, «SYRIZA and the Rise of Radical Left-Reformism in Europe», Irish Marxist Review nº2.
10. Por ejemplo, ver las declaraciones de KOE, organización maoísta integrada en Syriza, http://winterends.net/greece-stories/169-communist-organization-of-greec…
11. Panos Garganas, «Can Greece Beat the Troika», http://www.youtube.com/watch?v=v94CIrwq-eo&list=PL5AE70FB0F5E7C1D9&index…
12. Giorgos Pittas, «Grecia en la encrucijada», http://www.enlucha.org/site/?q=node/17406
13. Una caricatura sostenida por Stathis Kouvelakis (nota IX), entre otros.
14. Por ejemplo, Antonis Davanellos, de DEA, habla de las muy fuertes relaciones entre los simpatizantes de Syriza y Antarsya en los lugares de trabajo y en los comités sindicales de base; http://socialistworker.org/2012/05/23/new-stage-of-resistance-in-greece; Según KOE (ver nota XI) la afiliación de Syriza es de «unos pocos de miles»; Antarsya cuenta con 3.000 personas afiliadas.
Fuente: http://enlucha.wordpress.com/2012/10/10/grecia-la-izquierda-y-el-poder/