¿La unidad de la izquierda y la victoria electoral del Frente Popular? ¿Las huelgas y las ocupaciones de fábricas? ¿Las 40 horas y las vacaciones pagadas? Todos esos elementos son citados e inextricablemente ligados cuando se evoca junio 1936 en Francia… Tradicionalmente, se hace remontar el nacimiento del Frente Popular al mes de febrero de […]
¿La unidad de la izquierda y la victoria electoral del Frente Popular? ¿Las huelgas y las ocupaciones de fábricas? ¿Las 40 horas y las vacaciones pagadas? Todos esos elementos son citados e inextricablemente ligados cuando se evoca junio 1936 en Francia…
Tradicionalmente, se hace remontar el nacimiento del Frente Popular al mes de febrero de 1934. El 6 de febrero, las Ligas fascistas (Acción Francesa, Cruz-de-fuego, Liga de los Patriotas…) se manifestaban ante la Asamblea Nacional. La manifestación se transforma en motín: diez y siete muertos y 1500 heridos. El clima político y social está entonces marcado por la extensión de la crisis económica y del paro de masas, así como por la violenta división entre la SFIO (Sección Francesa de la Internacional Obrera, socialista) y el PCF (Partido Comunista francés) que, desde hace un decenio, prosigue una política de denuncia virulenta de los socialistas. La amenaza fascista -así como el ejemplo de Alemania donde la misma división del movimiento obrero facilitó en gran medida la toma del poder por los nazis- conlleva una poderosa reacción unitaria. Tras haber celebrado su propia manifestación de respuesta el 9 de febrero, el PCF decide finalmente participar en la jornada de huelga y de manifestaciones organizada el 12 de febrero por la CGT y apoyada por la SFIO. El sentimiento de urgencia y las aspiraciones unitarias son tan poderosas que, finalmente, los dos cortejos se fusionan a los gritos de «¡Unidad! ¡Unidad!». Esta dinámica unitaria, al comienzo bastante espontánea, se traduce tanto en el plano político como en el plano sindical. Tanto más en la medida en que es facilitada por el «gran giro» del PCF.
Desde el mes de junio de 1936, el secretario general del PC, Maurice Thorez, llama a la unidad de acción con los socialistas… pero también con el Partido radical. Para los dirigentes comunistas, este «Frente popular» /1 debe permitir realizar la unión entre la clase obrera y las «capas medias», supuestamente representadas por el Partido radical. Sin embargo, éste, en aquella época, era en realidad el principal partido de la burguesía francesa, el que estaba en el corazón del sistema político de la III República de la que había formado parte en lo esencial de sus gobiernos… Este giro del PCF en lo que se refiere a las alianzas va a ir acompañado, evidentemente, de un giro en términos de orientación política. En 1935, el PCF rompe con la política antimilitarista que era la suya desde su creación en 1920: apoya en adelante la «política de defensa» y vota los créditos militares /2. Estas rupturas van acompañadas de un nuevo discurso extremadamente «patriótico». En adelante, los comunistas asumen todos los «símbolos franceses»: Juana de Arco, el soldado desconocido, la Marsellesa, la bandera tricolor…
Maurice Thorez amplifica aún más el giro dirigiéndose a los católicos e incluso a los Cruz-de-Fuego: «Te tendemos la mano, católico, obrero, empleado, artesano, campesino, nosotros que somos laicos, porque tú eres nuestro hermano. (…) te tendemos la mano, voluntario nacional, antiguo combatiente convertido en Cruz-de-Fuego, porque eres un hijo de nuestro pueblo».
Estas diferentes evoluciones desembocan en una gigantesca y unitaria manifestación popular que se celebra el 14 de julio de 1935 y en un pacto electoral entre la SFIO, el PCF y el Partido radical en la perspectiva de las elecciones legislativas de abril y mayo de 1936. La base de pacto -el «programa» del Frente Popular- es extremadamente vaga y limitada. Las principales medidas habitualmente atribuidas al Frente Popular (vacaciones pagadas, 40 horas, etc.) no figuran en este acuerdo electoral. De hecho, en nombre de la unidad antifascista, el acuerdo se hace sobre el mínimo común denominador, el programa más moderado: el del Partido radical… Ahí está la verdadera contradicción del «Frente Popular»: las capas populares plebiscitan -incluso imponen…- la unidad entre socialistas y comunistas. Pero los dirigentes de la SFIO y del PCF dan un contenido diferente a la unidad: alineamiento con el Partido radical…
En el plano sindical, la dinámica unitaria es aún más espectacular. En marzo de 1936, la CGT y la CGTU/3 se unen. La CGT cuenta entonces con cerca de 500.000 afiliados y la CGTU con 260.000. Unos meses más tarde, tras la fusión -y el movimiento de huelga…- ¡la nueva organización alcanzará los 4 millones de afiliados!
La victoria electoral
A comienzos de mayo de 1936, la coalición del Frente Popular gana las elecciones legislativas, con 376 electos (contra 248 para los partidos del centro y la derecha). Los electos socialistas son los más numerosos (147), seguidos por los radicales (106), los comunistas (72) y la Unión Socialista Republicana (25). Es indudablemente una victoria, sentida como tal por el «pueblo de izquierdas». Pero no exactamente una marejada: la ganancia electoral en relación a las elecciones precedentes (1932) solo es de 300.000 votos. Naturalmente, la existencia de un acuerdo sobre un programa electoral ha facilitado los traspasos de votos para la segunda vuelta y asegurado la victoria electoral: el desistimiento en favor del candidato de izquierdas con mayor número de votos en la primera vuelta fue la regla y, teniendo en cuenta la dinámica unitaria, esta consigna fue masivamente seguida. Pero los resultados de la primera vuelta son particularmente significativos de las evoluciones en curso. Así, con 1.400.000 votos -es decir una pérdida de 400.000 votos- los radicales son en realidad los grandes perdedores de la votación. Los socialistas se estancan. En cuanto a los comunistas, progresan considerablemente, pasando de 800.000 a 1.500.000 votos. Adelantan así, en votos, al Partido radical. Y obtienen 72 diputados, en lugar de 11 en 1932.
Más allá de los análisis superficiales pero repetidos sin cesar desde esa época -«la izquierda ha ganado porque estaba unida»….- estos resultados electorales se inscriben en falso contra la lógica subyacente al Frente Popular, su marco de alianzas y su programa: la necesidad de la alianza con el partido radical que, ella misma, «justificaba» la puesta en sordina de las reivindicaciones más radicales, la moderación del programa electoral y la discreción de un Partido Comunista que se suponía asustaba a los electores. Y es todo lo contrario lo que se produjo: ¡los radicales retroceden y los comunistas progresan!.
Al tener los socialistas el mayor grupo parlamentario, corresponde a su líder, León Blum, formar el gobierno que el PCF apoyará, pero sin participar en él. Pero, sin esperar a la formación del gobierno y el traspaso de poderes, la clase obrera va a entrar en acción, como jamás lo había hecho antes…
Huelgas y ocupaciones
Mientras León Blum se prepara para dirigir el gobierno, las huelgas estallan. Como consecuencia del despido de dos obreros que habían hecho huelga el 1 de mayo, las fábricas Breguet (aviación) del Havre se ponen en huelga (con ocupación) el 11 de mano y tienen el apoyo de los estibadores del puerto. Los dos obreros son readmitidos. A partir de ahí, el 13 de mayo, la huelga comienza en otra empresa de aviación, Latécoère, en Toulouse, y luego en la fábrica Bloch de Courbevoie. A partir de ese momento, el movimiento se extiende rápidamente primero a la metalurgia, luego a los demás sectores de actividad.
El 24 de mayo, el desfile en el Muro de los Federados en homenaje a la Comuna reúne a 600.000 manifestantes: el éxito de la manifestación contribuye a dar al movimiento la conciencia de su fuerza. Como consecuencia, la huelga continúa ampliándose.
A comienzos de junio, 12.000 empresas están en huelga, a menudo con ocupación y el número de huelguistas supera los 2 millones. El gobierno Blum entra en funciones e intenta entonces que vuelvan al trabajo lo más rápidamente posible. Organiza la negociación entre la patronal -representada por la Confederación General de la Producción Francesa (CGPF)- y los sindicatos. El 8 de junio, la negociación desemboca en los «acuerdos de Matignon» que prevén en particular el establecimiento inmediato de los contratos colectivos de trabajo, la libertad de sindicarse, el aumento de los salarios (12% como media), la institución de dos delegados de personal para todas las empresas de más de 10 asalariados y el derecho de huelga. Como indica Benoît Franchon, dirigente de la CGT, a su salida de la negociación, «los patronos han cedido en todo». Sobre la marcha, León Blum anuncia la promulgación con urgencia de una ley sobre las 40 hora y las vacaciones pagadas.
Y sin embargo…¡la huelga persiste! En algunas empresas, el trabajo vuelve a empezar. Pero otras se ponen en huelga. La ocupación de las fábricas constituye una transgresión de la legalidad capitalista y un gran momento de buena convivencia: fiestas y bailes son organizados en ellas. Pero, de resultas, el movimiento permanece acantonado en cada empresa y relativamente pasivo. León Blum se inquieta por el mantenimiento de la huelga, pero se tranquiliza: «Hay que señalar que desde el punto de vista del orden público esta forma de huelgas tiene indudables ventajas. Los obreros ocupan la fábrica, pero es cierto que la fábrica ocupaba a los obreros. Los obreros estaban allí y no en otro lugar. No estaban en la calle. En el momento en que estaban todos agrupados en la fábrica, no formaban cortejos con cánticos, banderas rojas, que vienen a enfrentarse con las barreras de policía». Hay algunas experiencias más activas como una reunión de delegados de diferentes fábricas en huelga convocada por huelguistas de Hotchkiss, en la región parisina, inmediatamente después de la firma de los acuerdos de Matignon. 33 fábricas están representadas. El 11 de junio, 280 fábricas envían delegados a este comité de huelga. El comité de huelga aguanta la presión de la CGT y se niega a firmar. Pero estas experiencias son excepciones.
El Partido Comunista francés se lanza entonces a una verdadera batalla por la vuelta al trabajo. Maurice Thorez lanza su fórmula, que alcanzaría una verdadera celebridad: «Hay que saber terminar una huelga cuando se ha obtenido satisfacción». En ausencia de una alternativa política, dirigentes comunistas y responsables de la CGT de obediencia socialista o comunista logran sus fines. No sin trabajo: el movimiento decrece, pero a mediados de julio 600 fábricas siguen aún ocupadas….
Habiendo fallado a la ocasión de ir más lejos -de forma consciente en lo que se refiere a las direcciones del movimiento obrero- la correlación de fuerzas se degrada rápidamente y la situación se invierte. Unos meses más tarde, a demanda de la patronal, el gobierno decreta «la pausa» de las reformas. Bajo pretexto de mantener la unidad con el Partido radical, el gobierno se niega a intervenir para ayudar al Frente Popular español. Un año más tarde, en junio de 1937, Blum dimite. Su sucesor pondrá en cuestión las 40 horas, en nombre de la financiación de los gastos militares. Y será la Asamblea Nacional de «Frente Popular», elegida en mayo de 1936, la que votará los plenos poderes a Philippe Pétain, en julio de 1940….
6/07/2011
Traducción: Alberto Nadal para VIENTO SUR
NOTAS:
1/ Este giro hacia los «Frentes Populares» no afectará solo al PCF, sino al conjunto de los partidos comunistas, particularmente en Europa. Corresponde a la voluntad de Stalin y de los dirigentes soviéticos favorecer la emergencia de gobiernos ciertamente «procapitalistas» pero que pudieran ser posibles aliados de la URSS contra la Alemania nazi.
2/ Aquí también, el giro del PCF en favor de la defensa nacional es dictado por la diplomacia soviética: en una entrevista con Pierre Laval, jefe del gobierno francés, Stalin aporta su apoyo al esfuerzo de guerra francés. El PCF aprueba inmediatamente….
3/ La Confederación General del Trabajo Unitaria (CGTU) fue creada en 1921 por escisión de la CGT, como eco a la escisión entre partido socialista SFIO y Partido Comunista. En su origen, incluye una corriente «sindicalista revolucionaria». Pero, muy rápidamente, pasa bajo el control estrecho del PCF y continúa siendo muy minoritaria.
Bibliografía
Daniel Guerin. Front populaire, Révolution manquée, éditions Actes Sud 1997
Jacques Danos y Marcel Gibelin. Juin 36, reedición en 2007, Les Bons caractères
Jacques Kergoat. La France du Front populaire, ediciones la découverte 1986
Léon Trotsky. Où va la France ?, reedición en 2007, Les Bons. http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1936/1936-francia/01.htm Se pueden también encontrar otros escritos suyos sobre Francia en castellano en http://www.marxist.org