Recomiendo:
0

Hollande (políticamente) en pelota

Fuentes: La Pluma / Tlaxcala

No se debe subestimar la magnitud del giro operado por François Hollande durante su conferencia de prensa[1]. Sin duda, sigue siendo el mismo hombre del cual describí el itinerario ideológico desde 1983 en mi libro «En busca de la izquierda[2]«. Desconocido en aquel momento, sus primeros artículos de prensa lo alineaban en la corriente «demócrata», […]

No se debe subestimar la magnitud del giro operado por François Hollande durante su conferencia de prensa[1]. Sin duda, sigue siendo el mismo hombre del cual describí el itinerario ideológico desde 1983 en mi libro «En busca de la izquierda[2]«. Desconocido en aquel momento, sus primeros artículos de prensa lo alineaban en la corriente «demócrata», llegada de Estados Unidos, que luego conoció una espiral ascendiente de hipérboles neoliberales.

De Tony Blair a Gerhard Schröder, una pendiente fue adoptada por la socialdemocracia europea, de la cual Hollande ha sido el instrumento en Francia. Dicha pendiente llevó a la decadencia total, con la capitulación de Papandréou en Grecia ante la embestida del mundo de las finanzas, y también con los repetidos gobiernos de gran coalición en Alemania y en varios países europeos. Es cierto que la anterior conferencia de prensa presidencial, en noviembre de 2012, ya había mostrado el paisaje mental y su pública conversión a la «Política de la oferta», característica del pensamiento económico de la derecha. Pero los periodistas tienen razón al decir que esta vez cruzó un umbral.

Es el más violento giro a la derecha de un supuesto gobierno de izquierda desde Guy Mollet, elegido para hacer la paz en Argelia, y que envió los conscriptos a la guerra. Holanda fue elegido para cerrar el capítulo Sarkozy y combatir las altas finanzas. De ello, no queda nada. Al contrario. Un periodista lo hizo confesar algo enorme. ¿Cuál es la diferencia con la política de Sarkozy? De la misma boca de Hollande, ¡la diferencia reside en que él hará lo que el otro fue incapaz de hacer en materia de política económica de derecha! En otras palabras, visto desde nuestra posición, se jacta de ser peor que Nicolas Sarkozy. Por lo demás, en las cifras, es absolutamente cierto. Fillon había reducido el gasto público en € 15 mil millones. Hollande triplicó la sustracción. En cuanto a «combatir las altas finanzas»… es la ilustración caricatural del adagio de Charles Pasqua según el cual las promesas solo comprometen a los que las creen.

Nosotros, los militantes políticos, los ciudadanos informados, estamos poco sorprendidos. En el fondo sabíamos a qué atenernos. Pero saberlo a veces nos extravía. Creemos que todo el mundo sabe lo que sabemos y subestimamos los efectos de desmoralización colectiva de aquellos que descubren la realidad, sobre todo cuando no tenían ningún deseo de conocerla. Y subestimamos la parte de autoridad que pueden tener personajes como François Hollande en el estado de ánimo del público. Cuando repite el catecismo liberal sin pruebas, arrastrando como evidencia los estribillos ideológicos emprestados a nuestros adversarios, consolida la ideología dominante y los prejuicios de nuestra época de oscurantismo. Eso es lo que luego pagamos muy caro. ¡Aquello provoca tanta resignación y tanto conformismo!

Creo que tanto en el Partido Socialista como en nuestra izquierda, son numerosos los que hubiesen preferido que subsistiera la ambigüedad para facilitar los arreglines. La presión del hecho privado le imponía a Hollande una postura que desmintiese su reputación de duplicidad permanente y universal. Los periodistas lo atraparon asado al punto. Obtuvieron una clarificación de la cual estoy seguro que este astuto personaje hubiese deseado liberarse para mejor contribuir a embaucar a todo el mundo. Por supuesto el fondo no cambia. Pero no todo es igual. Un salto cualitativo fue operado. El nuevo pacto blablá le da € 15 mil millones más al MEDEF (patrones). En total, los dos últimos planes blablá le ofrecen € 35 mil millones de dinero fresco al MEDEF, ¡tomado integralmente del consumo popular! Estos son los hechos. Al asumir públicamente la inflexión, François Hollande cruzó un umbral simbólico. En la vida pública, sobre todo cuando vienen del monarca republicano, las palabras son al mismo tiempo fronteras y pasarelas con la realidad. La conferencia de prensa de Hollande le puso un punto final a la singularidad del Partido Socialista en la socialdemocracia mundial y europea. Esto no es todo. Ingenioso.

La puñalada ideológica se convertirá en una puñalada política

Al solicitar un voto de confianza[3] en el Parlamento, la » izquierda del Partido Socialista » y los Verdes deberán validar la brutal fórmula productivista y antisocial que resume todo en el ámbito de la filosofía política: «La oferta crea la demanda». Tendrán que tragarse, además de los regalos a la patronal, el ANI (acuerdo nacional inter-profesional), la jubilación a los 66 años, amén de… amén de…

Conozco su garganta de boa y el arte de deglutir todo mientras critican el menú, ¡Habrase visto! ¡Ésta será la hora de la verdad para muchos flautistas! Visto que estoy en el tema de la doctrina, se hace necesaria una precisión.

Hollande acepta la etiqueta «socialdemócrata». Esta es una usurpación más. Existen por supuesto las razones de fondo, propias al paisaje y a la historia de la izquierda francesa. La socialdemocracia es una forma de organización de la izquierda, en la que el partido y el sindicato aparecen íntimamente ligados. No sólo en la acción sino por las estructuras y la historia. Y no importa si el partido creó el sindicato o si el sindicato creó el partido. Es el caso en todos los países del norte de Europa y en Inglaterra. Nada de eso pudo existir nunca en Francia. En mi opinión es mejor que así haya sido. Luego…¿Qué es entonces esta socialdemocracia estilo Hollande en la que sindicato y partido se dan la espalda? La socialdemocracia de Hollande no existe. Sea como fuere admitamos al menos que la socialdemocracia es un método en el que los avances combinan las correlaciones de fuerzas sociales y la negociación para terminar en un compromiso. No hay rastro de correlación de fuerzas, ni de negociación ni de un compromiso propio a la socialdemocracia de antaño en el método de Hollande. Él le hace regalos a los accionistas. A los patrones no se les exige ninguna contrapartida, firme y cifrada como son estos regalos. ¿Dónde está el espacio de «negociación» en los métodos de concesión previa, unilateral e incondicional como fue el caso de la ANI (acuerdo nacional inter-profesional), la jubilación a 66 años y esto de ahora? ¿Dónde está la correlación de fuerzas si el gobierno traza las concesiones antes del comienzo de la discusión? Esto no es todo.

La idea socialdemócrata es «el reparto de los frutos del crecimiento». Ilusión productivista lamentable, sin duda, que supone un mundo en permanente crecimiento ilimitado en un mundo limitado. Pero al menos se trata de compartir la riqueza. Aquí, no hay reparto.

De un lado € 15 mil millones regalados, y del otro, en el mejor de los casos, promesas de «creación de empleos». Suponiendo que estas promesas se conviertan en realidad, de lo cual no tenemos ni el primer indicio, ¿de qué tipo de intercambio se trata? Riqueza cedida a unos, a cambio, para los otros, del derecho de producir aún más riquezas que serán repartidas tan inequitativamente como siempre.

¿Cuál es el contenido de dichos empleos » ofrecidos en contrapartida»? Son empleos socialmente degradados, con salarios bajos, para permitirle al gobierno el pago de € 15 mil millones de regalos. Puestos de trabajo con menor poder adquisitivo porque las economías del gasto público se realizan a expensas de un mayor gasto para las familias. ¡Y he ahí Hollande, simulando indignarse contra quienes ven en su política una serie de regalos a la alta finanza! Olvida señalar que (casi) nada de este torrente de dinero entregado a los patrones se convertirá en inversiones. Mucho parte en dividendos. Todo esto, lo muestran las cifras.

Cuando se restablezca la esclavitud, el Partido socialista negociará el peso de las cadenas

Lo que hace Holanda es social-liberalismo. Este vocablo, aunque aproximado, describe bien la nueva matriz donde van pegados la prioridad concedida al mercado, la libre competencia europea no manipulada, y «los valores» de sociedad, pero asociales, de las altas clases medias urbanas. Esa es la línea «demócrata» en curso desde los años ochenta en la Internacional Socialista.

Desde el comienzo de la ofensiva «demócrata» en Francia, el peligro es que no haya más izquierda política en nuestro país, como es el caso en Italia, laboratorio de punta de la nueva orientación del movimiento social-demócrata. Es a esta vía a la que le hemos cortado la ruta con la creación del Frente de Izquierda (Front de Gauche). De ahí el empeño de los solférinianos[4] a romperlo por todos los medios. No digo más. Mis lectores son lo suficientemente inteligentes para relacionar esta declaración con su contexto. Por lo tanto no se trata de un «pequeño conflicto» o de una «pelotera» como dicen algunos comentaristas de baja estofa. No hay problemas de persona en el Frente de Izquierda. Personalmente, no siento ni celos ni frustración. Pero hay un grave problema de orientación. Es un debate estratégico de fondo. La independencia política respecto del PS es una cuestión fundacional que no evacúan los ruegos por «la izquierda reunida» y otras sandeces que sirven de boya de salvataje en el naufragio de los solférinianos. Que ciertos sectores del PCF (Partido comunista francés) asuman su orientación y se alíen con los solférinianos desde la primera vuelta (de las elecciones municipales) si lo consideran útil, es su derecho. Debe ser respetado. Pero que no impliquen a los demás componentes de la fuerza en su decisión. Nuestro derecho también debe ser respetado. No queremos estar implicados. No lo estaremos.

Por el contrario, bajo una sigla sin compromiso, hay que trabajar en la formación de una oposición de izquierda, de la cual el voto de confianza puede ser el punto de partida (el gobierno de Hollande solicitará un «voto de confianza» al Parlamento). Esa oposición de izquierda no se puede resumir al Frente de la izquierda. Tampoco puede deleitarse en reuniones y «convergencias» con sectores del PS demasiado bien alimentados para empujar la audacia más allá de declaraciones mediáticas inofensivas y sin consecuencia práctica. Todos los que en el PS pretendían que se es «más útil dentro que fuera», se lo hayan creído ellos mismos o no, están situados ante una decisión entre el discurso y los actos. Aquellos que quisieron darle a la ecología política una oportunidad gubernamental también se dan cuenta que la frontera entre el compromiso y la renegación ya fue alcanzada.

Notas:

[1] 14/1/2013, François Hollande, conferencia de prensa (https://www.youtube.com/watch?v=z2tGk9UsFH4)

[2] MELENCHON, Jean-Luc, En quête de gauche, Paris: Balland, 2007 (http://www.amazon.fr/En-qu%C3%AAte-gauche-Jean-Luc-M%C3%A9lenchon/dp/2353150233).

[3] ver http://lelab.europe1.fr/t/pacte-de-responsabilite-l-aile-gauche-du-ps-votera-la-confiance-au-gouvernement-du-bout-des-levres-12710 (fr.)

[4] Solférinianos: Hombre bien insertado en el aparato del partido socialista (ubicado en calle Solférino en París). http://www.grodico.com/mot/solferinien

 

Original: Hollande tout nu (politiquement)

 

 

 

Traducido por María Piedad Ossaba para La Pluma y Tlaxcala