Recomiendo:
0

Huelga xenófoba en el Reino Unido

Fuentes: El Mundo

Las refinerías del Reino Unido se han despertado hoy paralizadas por una huelga cuyos motivos oscilan entre el proteccionismo y la xenofobia. Sus empleados han salido a la calle para reclamar al primer ministro, Gordon Brown, que defienda sus puestos de trabajo frente a una amenaza: la proliferación de contratos de construcción con empresas extranjeras, […]

Las refinerías del Reino Unido se han despertado hoy paralizadas por una huelga cuyos motivos oscilan entre el proteccionismo y la xenofobia. Sus empleados han salido a la calle para reclamar al primer ministro, Gordon Brown, que defienda sus puestos de trabajo frente a una amenaza: la proliferación de contratos de construcción con empresas extranjeras, que abaratan los costes de sus proyectos contratando mano de obra barata de países del resto de Europa.

La mecha ha prendido en la refinería de Lindsey, en el condado de Lincoln. El motivo, el contrato para la construcción de la planta de desulfurización del centro, que la empresa Total ha firmado con el grupo italiano IREM. Los vecinos de la zona se quejan de que los 600 trabajadores contratados por IREM son italianos o portugueses venidos expresamente para la obra, y ninguno de los trabajadores británicos que empiezan a engrosar estos días las listas del paro.

Los sindicatos aseguran que empresas como IREM excluyen a los trabajadores británicos por motivos de ahorro. Los contratistas aseguran que lo hacen porque no encuentran trabajadores con la formación específica que requieren ciertos trabajos.

Sea como fuere, miles de personas han salido a la calle para exigir al Gobierno medidas para evitar lo que consideran un atropello. Y no sólo en la refinería de Lindsey. También en la escocesa de Grangemouth, en las factorías de acero de Teesside y en la central eléctrica galesa de Aberthaw.

Por el momento, el suministro petrolero está garantizado pero la policía ha advertido que crece el enfado en las concentraciones y los sindicatos avisan de que el asunto tiene difícil solución. Desde Davos, Gordon Brown trató de calmar los ánimos diciendo que comprendía «los problemas de los trabajadores» pero no aportó ninguna medida que pudiera hacer amainar el temporal. De hecho, volvió a hacer hincapié en que los gobiernos deben evitar la tentación del proteccionismo y salir de la crisis profundizando en la globalización.

«No es una manifestación contra los trabajadores foráneos», ha declarado esta mañana Bobby Buirds, del sindicato mayoritario Unite, «es contra las compañías foráneas que discriminan a los trabajadores británicos. Es una lucha por nuestro derecho al trabajo, no una pelea racista«. Y sin embargo hay signos de que la extrema derecha está tratando de pescar votos y apoyos en el río revuelto de las manifestaciones. Según el diario ‘The Times’, el Partido Nacional Británico (BNP) ha penetrado las protestas con activistas y trata de hacer virar los mensajes de las protestas.

En el corazón de la protesta se halla una promesa de Gordon Brown. La pronunció poco después de ser nombrado primer ministro, cuando dijo que velaría por proporcionar «empleos británicos para trabajadores británicos». Un compromiso huero -el Reino Unido no puede poner coto al libre tráfico laboral entre los países de la Unión Europea- que sin embargo ahora le recuerdan los empleados de Lindsey que esta mañana no han ido a trabajar.