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Crónica de la visita de Chávez a Rusia

Incontenible

Fuentes: Sovietskaya Rossia

Traducido del ruso por Josafat S. Comín

Nos ha visitado en estos días uno de los líderes del movimiento antiimperialista mundial, el presidente de Venezuela Hugo Chávez.

A menudo lo vemos por la pequeña pantalla. Sin embargo la tele no puede transmitir toda la fuerza y el encanto de esta figura prominente. Por eso me sentí afortunado ante la posibilidad que se me presentó el pasado martes para observar al presidente de Venezuela en acción, durante tres horas. Pero antes de compartir con los lectores mis impresiones, repasemos las complejas circunstancias que han acompañado esta visita y el entramado de intrigas que se ha tejido a su alrededor.

No es la primera vez que Hugo Chávez está en Moscú. Pero si lo reciben aquí no es precisamente porque la dirigencia de la Federación Rusa comparta sus puntos de vista sobre las injusticias del actual orden internacional. La «élite» de la Fed. Rusa se esfuerza por subirse al carro de los países ricos, y si en ocasiones se pelea con sus líderes, solo es porque allí se muestran muy indulgentes con los «nuevos rusos». Chávez, no solo no aspira a ingresar en ese club elitista, sino que embiste contra el orden establecido, forjando alianzas con fuerzas dispuestas a impedir que el mundo se convierta en una gigantesca colonia usamericana.

Si reciben a Chávez de buen grado en Moscú se debe ante todo a que está rearmando a su ejército, para defender Venezuela de su pendenciero vecino del norte, los EE.UU.

Venezuela se ha convertido en uno de los 5 mejores compradores de armamento ruso (los contratos ascienden a casi tres mil millones de dólares). Contratos como esos no se firman todos los días. En el mundo hay una lucha encarnizada por hacerse con ellos. Los gobernantes rusos, que no desean gastar un rublo extra en el equipamiento de su propio ejército, tienen buen olfato para detectar el olor del beneficio de los contratos provenientes del extranjero.

Además Venezuela es un país con riquísimas reservas de petróleo y gas, líder entre los países extractores de América Latina.

Los «petrobarones» rusos y Putin, que no esconden su deseo de crear un cártel mundial del gas, miran con anhelo en dirección a Venezuela.

Por eso pueden soportar sus aspiraciones de socialismo, y las feroces críticas contra los amos del mundo.

El hecho de que Chávez no sea especialmente querido por el Moscú oficial, pro occidental, se confirmó con el escándalo desatado por la negativa de los dirigentes de «Rusia Unida», que controla la Duma, a dar la oportunidad a este destacado líder internacional, de intervenir ante el pleno de la Duma. En lugar de esto, le ofrecieron limitarse a un encuentro con un grupo de diputados en una sala pequeña, para un máximo de 80 personas (en la Duma hay 450 diputados). El gobierno ruso temía claramente las duras críticas que el presidente Chávez pudiese dirigir contra Bush, lo que podría perjudicar el próximo encuentro de Putin con el presidente Bush.

Por eso decidieron sacrificar la hospitalidad con el propósito de -Dios no lo quiera- no ofender al «amo del mundo».

La destreza demostrada con el incontenible Chávez se vio reflejada en el primer acto en el que éste participo tras su llegada a Moscú: la inauguración del Centro cultural latinoamericano «Simón Bolívar», en la Biblioteca Nacional de Literatura Extranjera (BNLE).

Tras ese aparente estrictamente formal evento se escondían no pocas dosis de dramaturgia.

No se puede decir que la «BNLE» sea precisamente un referente para el pensamiento progresista. Al contrario: en torno a esta biblioteca se agolpan los más inveterados, antirrusos, pro occidentales personajes y sus organizaciones «sociales».

Se pretendía de esta forma «encorsetar» el ímpetu revolucionario de Chávez en Moscú, en la atmósfera de una institución repleta de «naftalina», especializada a mi juicio, justamente en la lucha contra los ideales del socialismo del s. XXI. representado por Chávez. Ese ambiente cargado se acrecentó con la llegada de Mijail Shvydkoi (director de la Agencia Federal de Cultura y Cinematografía. Ministro de cultura en los años 2000 a 2004. N de la T), autor de la vergonzosa declaración de que «el fascismo ruso es peor que el alemán».

Por lo visto, Hugo Chávez dio a entender a los organizadores de su visita que deseaba encontrarse con la sociedad moscovita, para compartir su parecer sobre el mundo actual. En una de las anteriores visitas de Chávez, no lo previeron y Chávez acabó en el Instituto de Filosofía de la Academia Rusa de Ciencias ante un auditorio muy cercano en espíritu a Chávez y muy opositor respecto al gobierno de la Federación Rusa. En esta ocasión estaba claro que habían decidido no volver a cometer el mismo error. Le dieron a Chávez la posibilidad de intervenir públicamente, pero en una de las fortalezas del sentir pro occidental. Además la mayor parte de los asistentes estaba compuesta por embajadores extranjeros, miembros de la delegación de Chávez y público ruso (muy diseminado) donde predominaban los funcionarios. La oposición estaba representada únicamente por Ziuganov y unos cuantos jóvenes comunistas, que se habían colado con él, en la celosamente vigilada biblioteca.

Resumiendo, lo importante era evitar manifestaciones públicas de solidaridad con las ideas e Chávez.

La parte oficial corría el riesgo de ser seca y breve. Pensábamos que no íbamos a ver al auténtico Chávez. Pero no. Él mismo tomó la iniciativa en esta función. Para empezar, bajo los aplausos del público, recorrió sin prisa durante unos 15 minutos el espacio entre la entrada de la biblioteca y el lugar donde se celebró el acto. El presidente de Venezuela (como quedó plenamente demostrado) adora el contacto directo con la gente. Se detuvo a intercambiar un par de palabras con muchos de los que encontró a su paso. Seguidamente, a petición suya, el acto no comenzó por los discursos, sino con la actuación de los conjuntos de bailes populares. Los primeros en salir, en un pequeño escenario ante la mesa de la presidencia, fueron nuestros artistas. Ejecutaron el baile ruso de forma profesional pero formal, sin especial entusiasmo. Por lo visto la presencia del Sr. Shvydkoi coarta cualquier manifestación de la auténtica cultura rusa. Luego aparecieron los danzantes venezolanos. Fue increíble. Como una explosión. Ya sabemos lo temperamental de los bailes latinos, pero aquello fue una auténtica explosión. Los llamativos vestidos de las chicas y los trajes blancos de ellos: Música sugerente a un ritmo vertiginoso. Parece increíble que el suelo de ese pequeño escenario pudiese resistir el taconeo de las dos docenas de bailarines, entregados a la melodía del baile de forma abnegada.

Pero todo empezó con la aparición de dos niños en edad preescolar, vestidos con el traje nacional. Parecía que iba a ser algo conmovedor. Pero los pequeñajos demostraron una maestría tal en la ejecución del baile, que los asistentes (gente de aspecto muy respetable) estaban enloquecidos de entusiasmo. Cuando acabó, el presidente les pidió que se acercaran. Pero no para acariciarles la cabeza. Se los sentó en las rodillas y en compañía del jefe del estado, siguieron la actuación de sus colegas adultos.

Lo que hicieron los mayores no se puede describir con palabras. Fue un torbellino de alegría, de colores brillantes y música encendida. No bailaron al ritmo de una grabación, sino con música en directo, de una pequeña orquesta llegada con Chávez (tres guitarras, percusión y un…arpa). El dominio que demostró el músico venezolano (con un instrumento aparentemente conservador) se escapa a la comprensión humana.

Por cierto que al terminar la ceremonia, Chávez no abandonó la sala. Se acercó a los bailarines. Estos lo recibieron entusiasmados. Rodearon alegremente a su líder, mientras la orquesta comenzó a tocar una melodía popular y todo el conjunto, con Chávez a la cabeza, se convirtió momentáneamente en un grupo perfectamente acompasado, regalando a los presentes con una muestra más de la maravillosa cultura latinoamericana. Los camarógrafos y corresponsales casi acabaron peleándose por poder plasmar la escena.

Pero hay que dar tiempo al negocio y ratos al ocio. Lo prioritario para el presidente de Venezuela era la posibilidad de poder manifestar su opinión sobre una serie de cuestiones.

Chávez es un orador brillante. Habló más de una hora, pero era tan interesante escucharlo que el rato pasó volando. Maneja perfectamente los tiempos del discurso; cuándo acelerar y subir el tono para recalcar, cuándo hacer las pausas, para que la gente pueda reflexionar sobre lo escuchado. Por supuesto el discurso lo estaba dando sin «chuleta». Pero nunca perdió el hilo. Comenzó con una breve mención de la historia de las relaciones entre Venezuela y Rusia, que arrancaron con la visita al palacio de Catalina la Grande, hace más de dos siglos, del coronel Francisco de Miranda, fervoroso patriota venezolano, que abandonó el servicio en el ejército español para luchar por la independencia de Venezuela. Catalina lo recibió dignamente, le concedió el grado de coronel del ejército ruso y rechazó las exigencias de los españoles, que reclamaban su entrega.

Pasando a valorar el estado de los temas de actualidad, Chávez manifestó su profundo pesar por la desaparición de la Unión Soviética. Pero luego señaló que en su opinión, Rusia está comenzando a renacer. El presidente de Venezuela habló de Lenin -cuyas ideas gozan de gran popularidad en América Latina- con enorme respeto. Chávez relató cómo a menudo debate las tesis leninistas con Fidel Castro. Añadió, con el humor que le caracteriza, que la demostración más palpable de la recuperación de Fidel, es el hecho de que puedan conversar sobre temas filosóficos y prácticos durante seis horas. Y todo apunta a que esas conversaciones puedan durar pronto hasta ocho horas.

Luego Chávez informó que: «aquí están presentes nuestros pilotos, que se están preparando en Rusia. En su momento los EE.UU. prohibieron la venta a Venezuela de aviones construidos con su tecnología. Pero tan solo cuatro meses más tarde, sobre Caracas estaban sobrevolando aviones rusos Su«.

Ciertamente en la ceremonia estaban presentes decenas de jóvenes militares venezolanos. Yo pensé que habían venido acompañando al presidente venezolano. Resultó que estaban preparándose en Rusia, aprendiendo el manejo de los aviones y helicópteros, que nuestra industria militar ha comenzado a suministrar a Venezuela. También había muchos marinos y oficiales de infantería…

Chávez continuó: «Ahora los americanos no quieren una Rusia fuerte. Por eso pretenden instalar los sistemas de defensa antimisiles junto a vuestras fronteras. Nosotros deseamos continuar colaborando con Rusia. Por eso he venido de nuevo aquí. Salvemos el mundo, salvemos a la humanidad.»

Luego contó que las compañías petroleras usamericanas están abandonando Venezuela, pues no están dispuestas a someterse a las exigencias que les impone actualmente el gobierno de su país. Pero en su lugar está llegando compañías rusas y chinas: «LUKOIL ya está en Venezuela y eso no le gusta a míster Bush». «Antes los precios del petróleo estaban bajo amenaza, se vendía casi regalado. Pero gracias a la cooperación de la OPEP, de Rusia y Noruega que no están en la OPEP, impedimos la venta de petróleo a precios irrisorios» dijo el presidente de Venezuela.

Chávez se mostró a favor del programa nuclear pacífico de Irán, comentó que en Brasil se han retomado los trabajos en el campo de la energía nuclear y luego hizo una afirmación impactante que puede hacer temblar a Washington: dijo que Venezuela también puede desarrollar la energía atómica.

Chávez -contrariamente a lo que esperaban ansiosamente los periodistas- no hizo declaraciones contundentes contra los EE.UU, comprendiendo lo delicado de la situación ante la visita de Putin a los EE.UU.

Tampoco es que les dedicase halagos: «nos hemos reunido aquí para hablar de la libertad, de la verdadera libertad, y no de la libertad de los supermanes, no de la libertad de la que habla el imperialismo norteamericano, amenazando a los pueblos del planeta, invadiendo países, destrozando ciudades y tesoros culturales milenarios. O quebramos el imperialismo o el imperialismo quiebra al mundo. Como dijo Rosa Luxemburg. Quiero repetir estas importantes palabras: Luchamos por un mundo multipolar y por la justicia. Si el imperio americano quiere atacar a Venezuela tiene que saber: estamos dispuestos a morir defendiendo la soberanía de nuestro país, moriremos defendiendo la soberanía de Venezuela».

Cabe señalar que, pese a que el público había sido escrupulosamente seleccionado, el discurso de Chávez fue interrumpido por los aplausos en varias ocasiones. En especial, gozaron de especial popularidad sus arremetidas antiamericanas.

Mientras, el Sr. Shvydkoi se sentía claramente fuera de lugar. Se le veía nervioso por tener que relacionarse públicamente con una persona que ha llamado públicamente a Bush diablo. Llegó incluso a equivocarse en el apellido al pronunciar el nombre completo de Hugo Chávez, y decir «Pérez» en lugar de «Frías». (Pérez como es sabido es el presidente de Israel). Intentando corregir el entuerto, Shvydkoi recordó su juventud cuando no era anticomunista, sino un carrerista plenamente leal y gritaba: «Cuba si, yankis no». Los asistentes respaldaron la consigna con gritos de «Yankis no». Al verse peligrosamente atrapado en las redes del antiamericanismo, Shvydkoi se sintió tan incomodo que se tapó la cara con las manos y abandonó el acto mucho antes de que terminara.

Al finalizar el mismo se celebró un breve encuentro entre H. Chávez y el presidente del CC del PCFR, G. Ziuganov. El líder de los comunistas rusos manifestó su total respaldo a las transformaciones que están teniendo lugar en Venezuela bajo la dirección de H. Chávez y a su posición en la arena internacional. A su vez el presidente venezolano saludó a todas las fuerzas patrióticas de izquierda de Rusia, representadas por Ziuganov.

Texto original