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Podría obtener representación parlamentaria en Alemania occidental

Inquietud en los partidos políticos alemanes ante el auge de «La Izquierda»

Fuentes: Red Globe

El partido La Izquierda (Die Linke) inquieta a las grandes partidos políticos alemanes por su avance y amenaza con conmocionar el tablero político si consigue escaños en las próximas elecciones regionales. Los sondeos esbozan la posibilidad de un ingreso de esta formación a los parlamentos de Hesse, Baja Sajonia – en ambos países se votará […]

El partido La Izquierda (Die Linke) inquieta a las grandes partidos políticos alemanes por su avance y amenaza con conmocionar el tablero político si consigue escaños en las próximas elecciones regionales.

Los sondeos esbozan la posibilidad de un ingreso de esta formación a los parlamentos de Hesse, Baja Sajonia – en ambos países se votará este domingo – y de Hamburgo, donde las elecciones se realizarán en febrero. Con esos éxitos, el partido, formado el año pasado como unificación del Partido del Socialismo Democrático (PDS, de Alemania Oriental) y de la Alternativa Electoral Trabajo y Justicia Social (WASG, disidentes socialdemócratas de Alemania Occidental), consolidaría su presencia parlamentaria en el Occidente, tras haber logrado entrar en el parlamento regional de Bremen, en el Noroeste del país. Liderado por Oskar Lafontaine, ex Presidente del Partido Socialdemócrata (SPD) y ex Ministro Federal de Finanzas bajo el gobierno del Canciller Federal Gerhard Schröder, el nuevo partido podría alcanzar este domingo unos 6% de los votos en Hesse, y 5% en Baja Sajonia, así como entre 5% y 7% en Hamburgo en febrero próximo. Es decir, puede superar en todos esos Estados Federados la barrera mínima del 5% para obtener escaños parlamentarios.

Hasta ahora, los grandes partidos habían relativizado la importancia sus resultados electorales, alcanzados en un Estado de menor peso y en un territorio de izquierdas. Pero el impacto sería muy grande si La Izquierda se impusiera en Hesse, un Estado estratégico que alberga a la capital financiera de Alemania (Francfort) y gobernado desde 1999 por Roland Koch, jefe regional de la CDU (Unión Cristiano-Demócrata).

«El partido está en plena curva ascendente. Su entrada al parlamento regional de Hesse o de Hamburgo significaría que comienza a establecerse y a ganar peso a nivel federal», estimó el politólogo Nils Diederich.

Los socialdemócratas optaron por tratar con indiferencia a este nuevo competidor, que los empujó a llevar su línea más hacia la izquierda durante el último congreso, pero se inquietan por su aumento.

A nivel nacional, el partido totaliza más de 10% de las intenciones de voto, es decir más que Los Verdes y el FDP, gracias a un discurso en favor de la justicia social y de lucha contra la pobreza. Por otro lado, La Izquierda está ganando en consideración entre la opinión pública: el 73% de los electores alemanes considera que «Die Linke» al menos «dice las cosas por su nombre», según un sondeo de Dimap.

Desde la izquierda más radical se critica la actitud del nuevo partido en Berlín, donde forma parte del gobierno regional en coalición con el SPD y cuyo política no es muy diferente a la de los gobiernos burgueses en otros Estados Federados, incluyendo recortes sociales, cierre de bibliotecas públicas y reforzar medidas de represión contra el pueblo. A pesar de esas críticas, el Partido Comunista Alemán (DKP) decidió apoyar a La Izquierda en esos tres Estados, incluso con militantes del partido como candidatos en las listas electorales, así que, posiblemente, por primera vez desde hace décadas, militantes del Partido Comunista se pudieran convertir en diputados parlamentarios en Alemania Occidental.