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Irán suma una importante victoria diplomática

Fuentes: Rebelión

El anunciado acuerdo entre Irán y las potencias occidentales es un hecho. Ya en abril del año pasado, la web del Mossad debkafiles reveló que había negociaciones secretas en París y Viena entre Obama y la diplomacia iraní.  Por supuesto, las negociaciones implicaban para ambos lados «concesiones». EE.UU. debía correr al lobby israelí y confrontar […]

El anunciado acuerdo entre Irán y las potencias occidentales es un hecho. Ya en abril del año pasado, la web del Mossad debkafiles reveló que había negociaciones secretas en París y Viena entre Obama y la diplomacia iraní. 

Por supuesto, las negociaciones implicaban para ambos lados «concesiones». EE.UU. debía correr al lobby israelí y confrontar -por lo menos en palabras- con Israel y los sionistas. Se terminaba la «opción militar», y se reconocía, como bien dice Ruhaní, el derecho de Irán a su desarrollo nuclear, además de garantizar no querer un «cambio de régimen».

No olvidemos que este año la CIA reconoció públicamente lo que todos sabían: su rol fundamental para derrocar al gobierno nacionalista del ´53. Los sucesos luego del triunfo de la Revolución Islámica en el ´79 hasta el conocimiento público del programa nuclear iraní en el 2002 -sin olvidar la toma de la embajada norteamericana por jóvenes revolucionarios con la bendición del Imam Jomeini-, pusieron a los persas en el peor enemigo de EE.UU. y de Israel. Con Obama, para EE.UU. son China y Rusia sus problemas más serios, pero para Israel -en acuerdo con Arabia Saudí- Irán representa una amenaza «existencial».

Pero lo más importante: Irán es presentado al mundo como potencia regional civilizada, con la cual se puede negociar. Recordemos a Bush con su «eje del mal», y la insistencia de Israel de demonizar a Irán y a sus aliados, y miremos hoy a las potencias del mundo en una misma foto con el presidente iraní. Podemos deducir que la «amenaza iraní» se fue con Ahmadineyad. Claro, también la foto demuestra el fin de la hegemonía norteamericana en forma unipolar, porque a los gringos todavía les queda mucho resto.

Por el lado de los persas, que vienen resistiendo ataques terroristas, ciberguerra, asesinatos a sus científicos, guerra de desgaste a sus aliados (Siria, Iraq, Hezbollah), y por último, sanciones económicas criminales -que han provocado hasta falta de medicamentos-, han tenido que dar señales importantes.

Recordemos la Fatua (dictamen religioso) del Líder Supremo Alí Jameneí prohibiendo las armas nucleares según las enseñanzas del Islam; y también, la firmeza de no dejar ningún tipo de dudas ante cualquier intento de bombardear las plantas nucleares. Palabras más, palabras menos, Jameneí dijo que se llevaría puesto a Israel si se bombardeaba a Irán. En este sentido, Hasan Nasrallah, líder del Hezbollah, también niveló la ecuación: o el acuerdo, o la guerra.

El «congelamiento» del desarrollo nuclear iraní, y el permiso para más inspecciones por parte de la AIEA permitirá oxigenar a la golpeada economía iraní, pero también a la europea y la norteamericana, ansiosa de hacer negocios.

Y aquí está el peligro. Jameneí desconfía de Obama. Y con razón. Por eso el reto público al presidente Ruhaní al conocerse la conversación telefónica entre el mandatario iraní y su par norteamericano.

Vayamos por parte. Jameneí -que ha agradecido en carta a Ruhani el acuerdo, o lo que es lo mismo, se aprobó el acuerdo porque él mismo lo permitió- ha insistido en que el problema no es el «programa nuclear iraní», sino la «revolución islámica». A buen entendedor, pocas palabras: no hay lugar para Israel en la región, ni mucho menos para EE.UU. Las negociaciones son una simple «parada técnica», un acercamiento «táctico», que da respiro a Irán y sus aliados -comprometidos en Siria, y en plena lucha contra los mercenarios terroristas yihadistas-, mientras Obama intenta una retirada de Medio Oriente negociando con los rusos e intentando cercar a China.

Sucede que la visión revolucionaria de Jameneí no es compartida por algunos en Irán. Como en todos lados, están los que quieren que Irán sea una potencia regional, respetada por todos, y pudiendo hacer negocios con todas las multinacionales. Jameneí no quiere enrocar soberanía política hoy por dependencia económica mañana, y sabe bien que hay muchos contra-revolucionarios que esperan el florecimiento del capitalismo para después discutir «reformas» en el sistema.

La posibilidad de un bloque de poder regional con Irán dirigiendo, Siria acompañando, Iraq sumándose de a poco, Hezbollah siendo primera fuerza en el Líbano, no le conviene a nadie: ni a EE.UU., ni a Rusia ni tampoco a China. Ni mucho menos a Israel y Arabia Saudí, que con los amigos republicanos de Washington, hace tiempo coordinan inteligencia y recursos para debilitar a los actores regionales del «Eje de la Resistencia». Ya juntos hicieron un atentado en Beirut contra la embajada iraní. Ese acto terrorista tenía olor a provocar la ruptura del acuerdo entre Irán y EE.UU. Vendrán más provocaciones.

En fin, Irán suma una importante victoria diplomática. Sumemos las victorias militares en las guerras del 2006 en el Líbano, 2009 en Gaza, la resistencia de Siria y la no intervención de EE.UU. a la nación árabe. Y si gana Irán, el que pierde es Israel. Los sionistas en un año reciben dos duras derrotas. Sin guerra contra Siria, ni «ataque preventivo» contra las usinas nucleares iraníes, la región vuelve su mirada al conflicto central: Palestina. Y otra vez la misma ecuación: o la paz, o la guerra regional.

Siempre en bueno pensar lo mejor, pero Jameneí y los revolucionarios en Irán, siempre están preparados para lo peor.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.