La República de Irlanda ha puesto en marcha medidas para converger con la UE en el tema del agua.
En Irlanda resulta extraño el día que no llueve. Casi cada día se puede disfrutar de pequeñas duchas (las llaman rain showers) que contribuyen a mantener el paisaje verde. Si bien hasta el momento los problemas no son tan graves como en otros países por su alta tasa de precipitación, en Irlanda también preocupa la posible escasez de agua y, sobre todo, cómo garantizar que el agua que cae del cielo se mantiene limpia y permite abastecer todas sus necesidades.
Hasta hace relativamente poco tiempo, el motivo de controversia han sido siempre los impuestos que los ciudadanos pagan por el agua. Y es que, el hecho de que en Irlanda no haya habido problemas de abastecimiento ha propiciado que los ciudadanos no hayan pagado nunca impuestos sobre el agua (fría, se entiende) que utilizan en sus casas.
Los Gobiernos conservadores han intentando introducir impuestos sobre el agua en varias ocasiones, mientras que los socioliberales, tanto en el norte como en el sur de la isla, han mostrado su oposición, aunque todo apunta a que el contexto de crisis podría cambiar esta política de free water (agua gratis).
Así, hasta hace relativamente poco, Irlanda no ha tomado medidas específicas para proteger la calidad de sus ríos y lagos. En 2004 el Gobierno de la República puso en marcha programas para detectar el nivel de calidad del agua potable. Y de hecho fue entonces cuando se tomó conciencia de que necesitaban aplicar medidas políticas concretas para hacer frente a los malos hábitos de empresas y ciudadanos.
El problema de Irlanda radica principalmente en la distribución de su población, ya que la inmensa mayoría de los irlandeses se concentran en el área de Dublín. Esta asimetría está generando que los efectos perversos de la zona urbana -especialmente por empresas sin demasiada sensibilidad por el medio ambiente- se estén extendiendo por toda la isla en términos de contaminación.
Además de la concentración de población en el entorno de su capital, ubicada en el este, en el oeste de la isla se producen más precipitaciones por su proximidad al océano Atlántico, un hecho que acentúa aún más el desequilibrio en la balanza relativa a la humedad.
Estos factores están provocando que en determinados meses del año, sobre todo en los primaverales, el este de la isla esté sufriendo pequeños periodos de sequía, que, según predicen los expertos en la materia, se verán incrementados hasta niveles alarmantes en las próximas décadas.
Ante este problema, el Gobierno de Dublín puso en marcha en 2010 un plan (Water Services Investment Programme 2010-2012) que busca regular el uso del agua industrial y tratar de aplicar medidas concretas para cuidar el entorno natural y los servicios de la isla. El plan gubernamental tiene como fin adaptar la política de Irlanda a los estándares europeos sobre la conservación del agua. En cualquier caso, el asunto se encontrará con varios retos en el camino: una sociedad que no ha estado hasta ahora sensibilizada ni educada de manera concreta en la conservación del agua y, ante todo, una estructura de país que centra su población y su poder político y económico en una sola zona de la isla, Dublín.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Irlanda-se-topa-con-el-problema.html