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Italia: el pueblo se opone a la estrategia militar de Estados Unidos

Fuentes: La Jornada

Desde el comienzo de la llamada «guerra fría», y quizás antes, Italia ha representado para la geopolítica militar de la OTAN, y de Estados Unidos en particular, un territorio crucial. De Italia se decía que era el «portaviones» natural en el Mediterráneo y también representó, junto con Alemania, esa línea de demarcación que dividía los […]

Desde el comienzo de la llamada «guerra fría», y quizás antes, Italia ha representado para la geopolítica militar de la OTAN, y de Estados Unidos en particular, un territorio crucial. De Italia se decía que era el «portaviones» natural en el Mediterráneo y también representó, junto con Alemania, esa línea de demarcación que dividía los dos mundos contrapuestos.

Terminada esa fase después de la caída del muro de Berlín, Italia no perdió su importancia estratégica. Primero con las guerras en la ex Yugoslavia y hoy en la llamada « war on terror » promovida por las dos administraciones de George W. Bush, Italia se ofrece cual puente natural hacia el cuadrante oriental. Es en este contexto que hoy las fuerzas militares estadunidenses están siendo reorganizadas sobre la base de las «nuevas guerras, las guerras del futuro», como las define el Pentágono. Si bien es cierto que Estados Unidos está hoy retirando decenas de miles de efectivos de Europa, es cierto también que está modificando la geometría de sus posiciones en el viejo continente, desplazando hacia el sur tropas, tecnología, mandos estratégicos y armas.

Esparcidas en Italia, sobre todo en el norte, se encuentran numerosas bases militares de Estados Unidos. La más grande es la base de Aviano, situada a escasos 100 kilómetros de la frontera oriental, de donde salían los bombarderos hacia la ex Yugoslavia y hoy salen los grandes bombarderos rumbo a Afganistán e Irak. Pero el «cerebro» estratégico se encuentra en otra base, Camp Ederle, situada en Vicenza, entre Venecia y Milán, que cuenta con 100 mil habitantes. Hace un par de años, Estados Unidos empezó una negociación secreta con el entonces gobierno italiano, guiado por el derechista Silvio Berlusconi, el mismo que dio, entre los primeros, su entusiasta adhesión a la operación militar en Irak. Faltaba consultar al gobierno local, el municipio de Vicenza, también en manos del partido del magnate, el cual tomaba acuerdos con los mandos militares estadunidenses para que en el aeropuerto civil de Vicenza, Dal Molin, abandonado desde hace años, se construyera otra base militar.

Pero hubo un pero. Hace menos de un año, la ciudadanía pudo enterarse del plan de construcción de este nuevo aeropuerto militar que contaría, en el proyecto, con la presencia de la 173 Brigada Aerotransportada (más de 50 tanques de guerra M1 , 85 tanques acorazados, 14 morteros pesados, 40 Humvees , dos núcleos de aviones Predador , los lanzamisiles MRLS y otras armas), que cuenta con mil 800 militares que irían a sumarse a los 6 mil ya presentes en esa localidad. Arsenal suficiente para destruir una ciudad.

En marzo de 2005, Berlusconi ofreció el visto bueno. El alcalde de Vicenza también, sin siquiera avisar el consejo municipal. El ejército de Estados Unidos pidió el financiamiento. Pero, como suele pasar, «hicieron la cuenta sin el cantinero». La ciudadanía descubrió los planes en mayo de 2006. Y se organizó para frenar lo que consideran «un abuso perpetrado por encima de la voluntad popular». Y además, se quejan los ciudadanos de Vicenza, «el proyecto tendría un impacto ambiental dañino, aumentaría de manera desproporcionada la presencia militar en la ciudad y se perdería soberanía territorial». La protesta crece, la ciudad entera se moviliza.

Mientras esto sucedía, cambió el gobierno y tomó el poder Romano Prodi, al frente de una coalición de centroizquierda. La esperanza cundió. Sin embargo pasan los meses y el nuevo gobierno no parece tener una posición clara acerca de la construcción de la nueva base militar.

El 3 de diciembre marcharon en Vicenza 30 mil personas en contra de la construcción de la nueva base militar, lo que marcó un récord de presencias nunca registradas en esta pequeña ciudad. Una «pequeña» megamarcha para la provincial ciudad de Vicenza. Sin embargo, el 19 de enero el gobierno declaró «la no contrariedad a la construcción de la base en Vicenza». De inmediato miles de personas tomaron las calles de Vicenza. Una gran manta apareció en la estación de tren, en el bloqueo que ahí se organizó: «Gobierno Prodi, gobierno de guerra». En el gobierno se abrió una grieta, decenas de diputados que lo apoyan hoy se encuentran «autosuspendidos» en solidaridad con los manifestantes que anuncian la próxima marcha nacional para el 17 de febrero. Pero el alejamiento entre el gobierno y el pueblo de Vicenza se hace patente y la ciudadanía invita los partidos de izquierda a no presentarse con lemas y banderas. El movimiento se hace autónomo y pone en la mesa ya no sólo la cuestión de la base militar al aeropuerto Dal Molin sino que cuestiona la política de guerra de Prodi: la presencia en Afganistan, el apoyo incondicional a los planes de Bush, el rol que Italia quiere asignarse en la nueva gestión multilateral de la guerra global y permanente.

El movimiento reivindica, además, presencia y derechos de autodeterminación partiendo de la fuerte movilización en el territorio, organizándose en comités y asociaciones que cuentan con la presencia muy trasversal de ciudadanos de toda índole: amas de casa, trabajadores, estudiantes, familias enteras, colectivos y organizaciones sociales que se han unido en estos meses al presidio permanente frente al aeropuerto. Un extraordinario ejercicio de democracia directa, en el cual la población está aprendiendo a creer en su propio poder, lo que genera confianza, descubre el placer de la acción colectiva desafiando con su voz y su práctica desde abajo los grandes poderes que quieren, una vez más, proyectar más guerra en el mundo.