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Recorte de 30.000 millones de euros

Italia ya conoce las recetas de Mario Monti

Fuentes: Diagonal

La era posBerlusconi se abre con nuevas privatizaciones de bienes comunes y una reforma laboral que amenaza con extender la precariedad a las grandes empresas.

El Gobierno tecnócrata de Mario Monti puede descorchar el champán: la misión de ponerle el yugo al déficit parece cumplida. La enorme deuda pública italiana ha salido del punto de mira de la especulación; el diferencial con Alemania se ha estabilizado al nivel que tenía antes del verano, Roma ha vuelto a tener voz en las cumbres europeas; es más, el antiguo comisario Monti es uno de los impulsores del pacto fiscal, el tratado que impone a los países de la Unión una durísima disciplina en la cuentas publicas.

Sin embargo, estos logros -celebrados por los medios internacionales- empiezan a pesar demasiadosobre los italianos. Italia, salida de la pesadilla de Berlusconi, ha sido sometida en estos tres meses a una cura de austeridad y neoliberalismo sin precedentes. El primer ministro, como él mismo ha admitido, es uno de los inspiradores del acuerdo fiscal europeo y en su país la cura se ha convertido en un ajuste del tipo sangre, sudor y lágrimas de 30.000 millones de euros además de una serie de reformas que se están llevando a cabo bajo el dogma del mercado. Hasta ahora, el profesor Monti ha conseguido aparecer como el antídoto al mal del berlusconismo pero esta imagen amenaza con derrumbarse bajo una oleada creciente de protestas.

Oposición a la reforma laboral

El Gobierno tecnócrata ha anunciado la aprobación de una reforma laboral para dentro de una semanas. El objetivo declarado es eliminar los problemas «que dificultan las inversiones extranjeras». Es decir, abaratar y facilitar los despidos. La ministra de Trabajo, Elsa Fornero, ha encontrado en su camino la oposición de todos los sindicatos, incluidas las organizaciones más moderadas que se entendían bien con el anterior Gobierno de Berlusconi. El artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores, que limita los despidos en las grandes empresas, ha vuelto a estar en el centro del debate, como cuando en 2002 más de tres millones de personas salieron a la calle en Roma para defender sus derechos. Se están preparando nuevas manifestaciones, de nuevo encabezadas por las organizaciones de los obreros del metal (que siguen siendo las más radicales dentro de las grandes confederaciones). En el punto de mira de estas centrales, además del Ejecutivo, están también los chantajes de la empresa Fiat, que amenaza con cerrar establecimientos y, tras fusionarse con Chrysler, de desplazar su cuartel general a EE UU, donde el grupo -según su consejero de- legado, Sergio Marchionne- gozaría de «menos vínculos».

Más «flexiseguridad»

En estas semanas, la estrategia del Gobierno ha sido anunciar que está trabajando para eliminar la disparidad entre los trabajadores más ancianos y más tutelados y los jóvenes en paro. El modelo es la «flexiseguridad», un sistema exportado del norte europeo que prevé despidos fáciles compensados por un consistente subsidio de desempleo. La flexiseguridad «a la italiana», sin embargo, es en primer lugar abaratar los despidos: la subida del subsidio de paro llegará sólo cuando el déficit lo permita. La cuestión es aún más grave si se miden los efectos de la recesión sobre la economía transalpina: delante del Ministerio de Industria en Roma no pasa un día sin que haya protestas: Italia ha empezado el año con más de 150 empresas que han pedido Expedientes de Regulación de Empleo. Desde el comienzo de la crisis, varios trabajadores se han subido al techo de sus fábricas para defender el puesto de trabajo. En Milán, la protesta se ha trasladado a la estación de ferrocarriles, en la que algunos trabajadores se manifiestan en contra del cierre de las líneas de trenes nocturnos que atraviesan el país. La compañía pública Ferrocarriles del Estado (FS) ha recortado el servicio declarando que no es rentable: prefiere ganar dinero con los trenes de alta velocidad.

Ataque a los bienes comunes

Las luchas en contra del tren de alta velocidad entre Turín y Lyon se han convertido en el símbolo de las protestas contra la política neoliberal de Monti, basada en el recorte de derechos para financiar estas infraestructuras. «La ofensiva neoliberal se está volviendo cada vez más agresiva y afecta a los logros de luchas recientes como la defensa del agua pública», explica Ugo Mattei, profesor de Derecho en la Universidad de Turín y estudioso de los bienes comunes. Con la idea de «abrir al mercado la economía italiana» para «favorecer el crecimiento», el Ejecutivo quiere expropiar y poner en el mercado los bienes comunes. No es sólo el territorio de Val de Susa (amenazado por los trenes de alta velocidad), sino todos los servicios públicos. En junio los italianos lograron parar la privatización del agua con un referéndum, aunque la consulta había sido boicoteada por los grandes partidos. Ahora la lucha de los movimientos vuelve a empezar. El objetivo es oponerse a la reformas neoliberales de Monti y mostrar a los italianos que detrás del tecnócrata frugal, tan diferente de Berlusconi se esconde el frío profesor antideficit.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Italia-ya-conoce-las-recetas-de.html