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Grecia

Julio: ola de calor político

Fuentes: A l’encontre – La Breche

Los medios de comunicación han remarcado la importancia de la ayuda técnica ofrecida por el Tesoro francés al gobierno de Alexis Tsipras y a su Ministro de finanzas, Euclide Tsakalatos, para la elaboración de proyecto neo-austeritario antes de la medianoche del viernes 10 de julio al Eurogrupo, la denominada fatídica hora. Hubiera estado bien que […]

Los medios de comunicación han remarcado la importancia de la ayuda técnica ofrecida por el Tesoro francés al gobierno de Alexis Tsipras y a su Ministro de finanzas, Euclide Tsakalatos, para la elaboración de proyecto neo-austeritario antes de la medianoche del viernes 10 de julio al Eurogrupo, la denominada fatídica hora. Hubiera estado bien que al mismo tiempo hubieran informado de las conclusiones del FMI publicadas por la Revue annuelle de l’économie française ese mismo día. En ellas, reconociendo los esfuerzos de Emmanuel Macron [Ministro de Finanzas francés] el FMI insiste en la necesidad de una amplia reforma del mercado laboral, de acuerdos en las empresas en lo que respecta a la jornada laboral y a los salarios, en la revisión a la baja del salario mínimo y el recorte de los subsidios de desemplea que inciten a la gente aceptar cualquier empleo.

Este informe del FMI y el sintonizado «apoyo contable» de los tecnócratas franceses al gobierno Tsipras definen el tono de la política de austeridad en el seno de la Eurozona. François Hollande ha desempeñado el papel de mediador de la santa alianza que desencadenada contra el gobierno de A. Tsipras. Santa alianza que no significa «puntos de vista» uniformes, tanto entre los diversos gobiernos como en el seno de las coaliciones gubernamentales, como en Alemania, sobre el futuro la Unión Europea (UE). Pero la alianza era y es santa en torno a lo que ha sido y continúa siendo el objetivo inmediato en el actual contexto europeo: poner veto a un gobierno como el actual en el que Syriza constituye su columna vertebral.

La deuda, las modalidades de su reestructuración, el nivel del excedente primario en relación al PIB (lo que implicada grados de austeridad), el «Grexit»… constituyen, a la vez, instrumentos disciplinarios y amenazas, así como las opciones previstas de forma diversa tanto por Schauble, como por Merkel, Juncker, Dijssebloem o Macron-Hollande. Y los Renzi & Co. eran (y continúan siendo), a su manera, meros receptores de estos sermones de un Schauble totalmente convencido, que actores importantes a la hora de tomar decisiones.

El 5 de julio y su contexto

Estos hechos han sido rápidamente puestos entre paréntesis por las micro-corrientes -en Grecia y con una audiencia vanidosa magistral fuera de Grecia- cuya retórica de denuncia sustituye, en cada una de las fases del proceso iniciado en enero de 2015, a la respuesta a una pregunta vital: ¿qué hacer tras la victoria electoral de un «gobierno de izquierda» en una coyuntura no revolucionaria (y tampoco pre-revolucionaria) que se instala en medio de una relativa atonía de las luchas sociales desde 2012? Una fase en la que la complejidad de las múltiples relaciones de fuerza en Grecia y a nivel europeo -cuando no internacional- constituye un factor que da pie a posibles y bruscas inflexiones en un tiempo concentrado.

Como hemos señalado en numerosas ocasiones, en el seno de Syriza casi solo la Red Network (coalición de DEA -Izquierda obrera internacionalista-, APO y de militantes independientes) en colaboración con sectores de la Corriente de Izquierda (cuya figura emblemática es Paganotis Lafazanis), se ha esforzado por ofrecer respuestas a las cuestiones concretas que se plantean en esta fase; estimulando siempre iniciativas vinculadas a una reflexión estratégica. Y lo ha hecho actuando de forma independencia en el seno de Syriza; proponiendo una orientación de «frente único» en dirección a Antarsya y al KKE (PC), con el objetivo de modificar la relación de fuerzas en el seno de la «coalición radical» y en el movimiento sindical, con sus efectos en el seno de los sectores explotados y oprimidos.

Es verdad que esta apreciación no puede abstraerse, al mismo tiempo, a una visión realista de las fuerzas relativamente reducidas de Syriza, en términos de su influencia organizada en la sociedad griega, y en su interior, la de la izquierda de Syriza. Sin tener en cuenta eso, las valoraciones rotundas, categóricas, no tienen nada que ver con el potencial de las luchas socio-políticas de los primeros días de julio de 2015 en Grecia. Todo ello, dejando a un lado lo que supondría la preparación de un Grexit forzado, que va más allá de las «soluciones técnicas» y tiene que ver más con el conjunto de condiciones sociales y políticas a escala nacional y al menos, parcialmente, europeo. Se trata de una tarea más compleja que la de calificar, con información fehaciente, la deuda como odiosa, ilegítima e insostenible porque en ella se condensan múltiples vínculos entre cuestiones que van desde lo social a lo político e incluso ligada a los acontecimientos que, por definición, resultan menos previsibles y aprehensibles que los «mecanismos económicos» que, más de una vez, son reducidos a una dimensión alejada de la economía política.

El precio del pan y el «plan de Tsipras»

Se han comentado muchas veces los datos referentes al paro, la pauperización, la destrucción del sistema de salud o los comedores populares. Tomemos un índice más básico, el de los precios de los alimentos que no escaparán a un ajuste del IVA al 13 % (6 % para los medicamentos, los libros y el teatro, al menos para quienes puedan comprar medicamentos).

El precio medio de una barra de pan en 2014 era de 0,74 euros. En julio de 2015, de 0,84 euros. Es decir ha aumentado en un 13,5 %. Un litro de leche hace un año costaba 1,24 euros y ahora 1,27 (2,4 % de incremento). Un kilo de arroz 1,25 y ahora 1,67 (30,4 %). Una docena de huevos, 2,84 y ahora 3,13 (10,2 %). Un kilo de pechuga de pollo, 7,54 y ahora 6,72 (una reducción del 10,8 %). Un litro de gasolina, 1,50 y ahora 1,59 (4 % más). Con reducciones salariales entre el 25 y el 40 %, con despidos sin indemnizaciones, con salarios pagados a veces con semanas o meses de retraso, con pensiones que para mucha gente oscilaban entre 400 y 700 euros -y que a menudo eran la única fuente de ingreso para toda la familia-, cada céntimo de euro supone una modalidad de supervivencia. A estos incrementos de precios hay que añadir una cascada de impuestos y diversas tasas especiales.

El viernes 10 de julio, un miembro de Médicos del Mundo, el Sr. Kanakis, sintetizadade este modo su punto de vista sobre la guerra de clases que se desarrolla contra el pueblo griego: «Esto me recuerda a una guerra. Antes de los bombardeos, dicen «no os preocupéis, ya vendrá alguien a ayudaros»». Se refería a la alternativa que proclamaban los miembros de los gobiernos europeos y de la derecha griega: o un acuerdo o una crisis humanitaria. De hecho, el acuerdo abrirá una «crisis humanitaria» creando la ilusión de que una «ayuda» europea va a atenuar la pauperización. El Dr. Kanakis concluía: «Esto me deja un gusto amargo en la boca, porque estamos habituados a escuchar el término «ayuda humanitaria» como expresión que se utiliza para los países del tercer-mundo y no para los miembros de la Unión europea.» (International New York Times, 10/07/2015). Las «intervenciones militares humanitarias» están siempre relacionadas a «planes de ayuda humanitaria». En esta ocasión, ¡la asfixia financiera está relacionada con una «ayuda humanitaria» condicionada a un plan de austeridad que ¡hará más eficaz la ayuda humanitaria!

Desde el acuerdo del 20 de febrero de 2015, un sector importante del gobierno de Tsipras y del núcleo duro de Syriza era favorable a un acuerdo con las llamadas instituciones (BCE FMI, Comisión europea). Sin duda, el conjunto de los miembros del gobierno no valoraron adecuadamente la determinación agresiva y la tela de araña que tejían sobre ellos. En relación a esto, las interpretaciones que se centran en las actitudes de tal o cual miembro «negociador» no son nada pertinentes.

Esa opción [la del gobierno y de la mayoría de Syriza] conlleva a una ruptura entre el programa de Syriza y el proyecto sometido a las instancias europeas (el Eurogrupo más la conferencia de Jefes de Estado y de gobierno). Para ilustrarlo, nos referiremos a algunos de sus puntos, si bien todos en sus «detalles» tiene su importancia:

1º. Syriza proponía la nacionalización de sectores estratégicos como el ferrocarril, los aeropuertos y la banca. El «Plan Tsipras» del 10 de julio abre la vía a las privatizaciones. Y la posible reconversión de la deuda en el marco de una «plan de inversiones productivas» ofrecerá un terreno fértil para las privatizaciones.

2º. Syriza quería restablecer los convenios colectivos a nivel nacional, reducir los contratos precarios, reforzar la posición de los trabajadores y trabajadoras a tiempo parcial (cuestión evidente, porque el salario mínimo, incluso reducido, a menudo era contornado por contratos formales a un tiempo parcial reducido). El «Plan Tsipras», en «codecisión» con las instituciones, va a introducir una nueva legislación sobre despidos colectivos, reestructuraciones industriales y contratos de aquí a finales de 2015, que aún puede empeorar las «relaciones laborales».

3º. En lo que respecta a la deuda, Syriza proponía la suspensión del servicio de la deuda conocida como soberana hasta que se relanzara la economía y el empleo. En la intervención que realizó en el Parlamento europeo, Alexis Tsipras hizo alusión a una reducción del 30 %. El «Plan Tsipras» pone el acento en una reestructuración de la deuda, un objetivo que sería, de hecho, una especie de contrapartida, no garantizada, del acuerdo propuesto. Reestructuración que los principales actores de las «instituciones» y de los gobiernos europeos la plantean de forma diferente, sin que se resuelve en lo más mínimo lo que se reconoce ampliamente como una deuda insostenible, incluso por los economistas mainstream.

4º. El programa agrícola de Syriza -que afecta al 12,5% de la población activa, en lo fundamental pequeños campesinos, sin tener en cuenta a quienes además tienen desempeñan otras actividades- tenía como objetivo responder a medio plazo al declive agrario; al «crédito agrario» transferido a los bancos privados, con la dificultad de adquirir créditos, con el endeudamiento que se deriva de ello; al incremento de los precios del carburante; a los precios elevados de los productos agrícolas en manos de los oligopolios; a los elevados impuestos sobre tierras de baja productividad, sobre los las granjas y la superficie total de las casas tradicionales; a las indemnizaciones pendientes de pago desde 2012 y a los recortes en las pensiones. Los objetivos para «limpiar» las cooperativas clientelares, poner en pie una «banca pública», redistribuir las tierras no explotadas han quedado en letra muerta durante los meses post-electorales en los que el excedente primario, el presupuesto y la deuda captaban toda la atención. El «Plan Tsipras» no exige más que posponer a 2015-2017 las exigencias de supresión de subsidios (entre otros al gasoil) exigidos por los acreedores. La venta de la cooperativa Dondi -que recolectaba la lecha de 7000 productores en la región del Epiro- a precio de ganga muestra en qué puede terminar la agricultura griega en el contexto de las contra-reformas y de la conversión de la duda en inversiones en el sector agrícola.

5º. En lo que respecta a la defensa, la relación con ANEL (Griegos independientes) afecta tanto a los gastos en armamento como a la actitud ante la OTAN. Esta institución imperialista siempre ha alimentado el conflicto controlado entre Grecia y Turquía para beneficio de las clases dominantes de los dos países y de los exportadores militares alemanes y franceses.

Ahora bien, las «instituciones· proponían una reducción del gasto militar más importante que las del «Plan Tsipras» que planteaba reducir en 100 millones de euros en 2015 y 200 millones en 2016. No tocar el aparato militar y su casta así como invocar el peligro de enviar reclutas al paro (40 000) es expresión de una orientación que no sólo es fruto de la alianza con ANEL sino también de corrientes históricas de Syriza, marcadas por un pasado ideológico caracterizado por una lectura geopolítica de originen estalinista.

6º. Se podría añadir al catálogo el salario mínimo, la edad de jubilación, los complementos a las pensiones inferiores a 700 euros (muchos ni siquiera alcanzan esa cifra), etc.

El voto al despuntar del 11 de julio…

De hecho, desde el lunes 6 de julio, tras la reunión del conjunto de partidos con representación parlamentaria (ver: http://www.vientosur.info/spip.php?article10275), la dinámica política del gobierno Tsipras no era ya la de una lucha contra la austeridad, sino la de utilizar el «no» popular del 5 de julio para un acuerdo mejor con las «instituciones». Se configuraba un clima de unidad nacional, que ha desembocado en el acuerdo plurianual propuesto por el gobierno de Tsipras, que fue votado por Nueva Democracia, To Potami (El Rio) -cuyo dirigente hacía de lanzadera en Bruselas- y un Pasok hecho añicos.

Por otra parte, a raíz de las elecciones, más allá de la movilización semi espontáneas de sus simpatizantes, el gobierno y la dirección mayoritaria de Syriza no convocaron manifestaciones de apoyo ante la intransigencia de las «instituciones» a pesar de que aumentaban los sectores de la población que simpatizaba con él. Por no hablar de un trabajo orientado a estimular la información y organización en los barrios y en las ciudades. Y todo ello, cuando el interés y la audiencia existían, como lo prueban, a un nivel que es verdad resulta modesto, las iniciativas desarrolladas en este terreno por la «izquierda de Syriza».

Presentar el No del 5 de julio, que alcanzó casi el 62 %, sobre todo como resultado de la influencia de Tsipras -cuando no de la mayoría parlamentaria- es fruto de un análisis totalmente interesado en devaluar el papel de las y los miles de militantes de Syriza y de otras fuerzas que participaron en la campaña por el No. Ahora bien, desde hacía varios meses, la voluntad de Tsipras, de Yorgos Stathakis, de Tassos Pappas (brazo derecho del primer ministro) fue la de reducir el papel de Syriza, de sus órganos de dirección y de sus círculos militantes en los procesos de decisión a favor del de las instituciones gubernamentales. Una muestra de ello la tenemos en las casi inexistentes reuniones del Comité central que reúne a 220 miembros. El énfasis que se pone en Tsipras -que se corresponde con la estrategia de los media griegos- empuja también a multiplicar las especulaciones sobre las intenciones -ocultas- del primer ministro. Sin mencionar las inclinaciones de algunos (incluso militantes) cuya idolatría crece al contacto con los notables.

La victoria del No fue tomada muy en serio por la izquierda de Syriza (en particular DEA: ver http://www.vientosur.info/spip.php?article10266). No porque tuviera ilusiones sobre lo que haría el núcleo duro del gobierno sino porque ese éxito abría la posibilidad de reforzar un bloque social y político dispuesto a emprender una resistencia efectiva a las políticas de austeridad. Tratar de transformar la misma para relanzar una dinámica constituye una orientación básica con el objetivo de apostar por la variante más favorable a una modificación de la relación de fuerzas en un momento en el que nadie tiene el control del contexto general.

La pérdida de control de la mayoría parlamentaria

Tanto más cuando la derecha griega padece una crisis de dirección y el gobierno de Syriza no dispone ya de una mayoritaria parlamentaria aplastante. De los 149 representantes de Syriza en el parlamento, 30 no se han alineado con el gobierno. Recordemos que el gobierno de Tsipras tuvo necesidad de contar con ANEL (13 electos) para contar con una mayoría parlamentaria. A primeras horas del 11 de julio, dos diputadas votaron No: Ioanna Gaitani (DEA) y Elena Psarrou (miembro de APO y de la Red Ntwork). Se abstuvieron 8, entre ellos Panagiotis Lafazaniis (de la Corriente de izquierda y ministro de la Reconstrucción productiva y de la Energía), Dimitris Stratoulis, viceministro de Prevención social y Zoe Kostantopoulou, presidente del Parlamento y tercer personaje del Estado. Lafazanis declaró: «No puedo apoyar un nuevo plan de medidas neoliberales y de privatizaciones (…) que no pueden sino agravar la recesión».

Se ha prestado menos atención a la declaración de 15 miembros de la Corriente de Izquierda de Syriza que afirmaron haber votado sí a pesar de estar en contra. En su declaración, fechada el 11 de julio, tras haber retomado el argumento de fondo de Lafazanis, afirman: «Por estas razones, declaramos nuestra solidaridad con los diputados y diputadas del grupo parlamentario de Syriza que han rechazado el proyecto de acuerdo plurianual enviado a las instituciones». Y concluyen: «El país no necesita nuevas medidas de austeridad, sino apoyar los salarios, las pensiones, las inversiones en la economía». Los firmantes son: Ammanatidou Litsa, Delimitros Constantine, Zannas Zisis, Zerdelis John, Quiet Costas, Ioannadis Ilias, Kamateros Elias, Michael Kritsotakis, Thomas Kotsias, Ouzounidou Eugenia, Petrakos Thasanis, Samoilis Stefanos, Tsanaka Alexandra, Charalambidou Despina, Nikos Chountin. De hecho se trata de una opción táctica acordada en la Corriente de izquierda que no quería aparecer golpeando directamente contra el gobierno de Tsipras.

El Ministro para el Desarrollo, Yorgos Stathakis, declaró por su parte: «Cuando el acuerdo sea validado, las y los diputados de Syriza que no lo compartan [es decir que se oponen al fondo del acuerdo] deberían dimitir para ser reemplazados». ¿Es probable que Stathakis anticipa ya que la conclusión de las negociaciones del 11 y 12 de julio conduciría a un endurecimiento mayor de las medidas que afectarías entre otras cosas a las pensiones, el mercado laboral y las privatizaciones, así como al IVA?

El 11 a la tarde, las y los diputados del Parlamento no tenían que expresar un voto de confianza al gobierno, sino pronunciarse sobre la propuesta de acuerdo que debería ser presentada al Eurogrupo y después a los jefes de Estado y de gobierno. A partir de la semana que viene, se tratará de votar -en caso de que el acuerdo «revisado» por las instituciones salga «vencedor» del maratón del fin de semana patrocinado por la santa alianza- las medidas para aplicarlo. En ese momento se tratará de un voto de confianza.

Se anuncia una nueva etapa. ¿Terminará con la convocatoria de elecciones en setiembre? ¿Estará marcada por la marginalización creciente o la expulsión de la izquierda de Syriza? Habrá que ver. En todo caso, por lo que respecta a Syriza, la coalición de la izquierda radical no puede existir bajo la forma que ha existido hasta ahora sin su izquierda militante, sin lo fundamental de la llamada plataforma de izquierda (Corriente de Izquierda, RedNetwork, KOE).

Además, más allá de los salarios, la pensiones o e IVA, se anuncia una reestructuración, bajo forma de fusiones, de los cuatro bancos más importantes: el Banco Nacional griego con Alpha y Pireos con Eurobank, bajo la batuta de la reputada sociedad americana BlakcRock -un halcón en los mercados financieros-, encargada de controlar sobre el terreno las cuentas de los bancos griegos y de realizar opciones rápidas (ver los dos dossiers publicados en 24ore-il Sole, el 11 y 12 de julio de 2015). Dicho de otro modo, los parlamentarios y parlamentarias deberán votar la puesta bajo tutela de las instituciones económicas, en concreto de sus sistema bancario, y de la sociedad griega; lo que Schauble ya había anunciado a propósito de un Grexis temporal de cinco años en el documento que publicó el Frankfurter Allgemeine Zeitung. Esa es la clave de bóveda de una operación que precisará 84 mil millones de ayuda, de los cuales 25 mil millones estarían consagrados a la ¡recapitalización de los cuatro bancos!

La situación se hace cada vez más explosiva. La tragedia cuyo acto final concluyó al amanecer del 11 de julio no ha concluido. A partir de ahí, pretender tener un plan alternativo preciso a la situación en la que se encuentra hundido el capitalismo y la sociedad griega, es expresión de una pretensión quizás exagerada, incluso demasiado exagerada.

http://alencontre.org/

Traducción de Viento Sur