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Entrevista a Olivier Besancenot, candidato a las elecciones presidenciales francesas en 2002 y 2007 con la Liga Comunista Revolucionaria

«Juntémonos para golpear juntos»

Fuentes: A l´encontre

Candidato a las elecciones presidenciales en 2002 y 2007 bajo la bandera de la Liga Comunista Revolucionaria (que dio lugar al Nuevo Partido Anticapitalista en 2009), Olivier Besancenot trabaja ahora para la reconciliación entre los partidos políticos y los movimientos de protesta social. El 3 de junio, incluso convocó a reagruparse a activistas políticos, sindicales […]

Candidato a las elecciones presidenciales en 2002 y 2007 bajo la bandera de la Liga Comunista Revolucionaria (que dio lugar al Nuevo Partido Anticapitalista en 2009), Olivier Besancenot trabaja ahora para la reconciliación entre los partidos políticos y los movimientos de protesta social. El 3 de junio, incluso convocó a reagruparse a activistas políticos, sindicales y asociativos «que buscan imaginar otra sociedad». A fines del verano, frente a la oficina de correos en la que trabaja, algunos grafitis recuerdan un momento en que la izquierda tenía esperanzas: «Jean-Luc Mélenchon 2017», se puede leer. Sentado en la terraza de la cafetería frente al cartel, nos relata los acontecimientos del año pasado. Y dibuja las perspectivas (que espera explosivas) del que viene.

-Reforma de pensiones, ley de bioética, reforma del seguro de desempleo aprobada a hurtadillas este verano… ¿Cómo se presenta la vuelta?

Olivier Besancenot: Debe ser social y política. Pero, más que una vuelta, también será una extensión de todo lo que sucedió el año pasado. La secuencia de los chalecos amarillos permanece abierta. Solo el gobierno actual puede imaginar que este paréntesis se ha cerrado definitivamente y que las cosas vuelven, por fin, al orden. Este verano emergió de nuevo la fragilidad del gobierno con el caso de Rugy [Ministro de Ecología obligado a dimitir] y cuando se le silbó a Emmanuel Macron en los Campos Elíseos durante el desfile el 14 de julio. Todo ello nos habla de un poder que está en crisis permanente y que lo estaba incluso antes del comienzo del movimiento de los chalecos amarillos. Por eso la movilización fue particularmente explosiva.

Frente a esta secuencia inacabada, el gobierno tiene la voluntad, que es muy perentoria por otra parte, de jugar al doble o nada con las profundas reformas estructurales. Es lo que ha pasado este verano, con el decreto sobre el seguro de desempleo, que tendrá graves consecuencias para al menos la mitad de los beneficiarios, tanto sobre la cantidad y duración de las prestaciones como sobre el número de las personas beneficiarias. Los y las desempleadas no tienen muy buena prensa en este país, debido al veneno ideológico que se destilaba contra ellas, y no hemos respondido como hubiera sido necesario.

Con la otra reforma estructural que conlleva el dossier de las pensiones habrá que esforzarse más. Porque históricamente este ha sido un tema sensible. La combinación de este dossier tradicionalmente explosivo y la larga secuencia de los chalecos amarillos sugieren que todo es posible. El desafío es asegurar que el inicio de curso se sitúe pronto al mismo nivel que las semanas de las luchas más intensas del año pasado.

-¿Qué opináis del informe Delevoye 1/, publicado este verano?

El argumentario de los miembros del gobierno sobre las pensiones es un compendio de hipocresía. Pueden pensar que han encontrado la pequeña pista semántica de que han cumplido sus promesas y que la edad legal de jubilación se mantiene a los 62 años, pero nadie se deja engañar. Con la edad pivote a los 64 años y el sistema de bonus-malus [bonificaciones-penalizaciones, ndt] que impide una pensión a porcentaje completo, no hay duda que pocas personas podrán permitirse el lujo de jubilarse en base a sus cotizaciones, especialmente cuando se conoce el importe de las pensiones actuales.

Al pretender renunciar a esta edad pivote y aumentar la duración de las cotizaciones, como parece considerar Emmanuel Macron, se alcanza exactamente el mismo resultado. Este es el árbol que esconde el bosque, porque el corazón de esta reforma tiene como objetivo cambiar de un sistema que ya era insuficiente y criticable, pero que todavía se basaba en una lógica de reparto -es decir, de solidaridad- a un sistema de capitalización de puntos individualizado, en el que no hay duda que se ganará menos que con el sistema actual. El cálculo de la pensión tendrá en cuenta toda la carrera profesional, no solo los mejores años, es decir, los mejores salarios. De forma automática, ello reducirá la cuantía de las pensiones.

La segunda certeza es que no podremos saber de antemano el importe exacto de nuestras pensiones, ya que el punto se contabilizará cada año. Estos son proyectos que no podemos anticipar en un período de la vida que no es anecdótico, ya que es aquel en el que escapamos de la explotación en el trabajo. De hecho, todos pueden jubilarse antes de los 64 años, incluso antes de los 62 años y, a veces, incluso sin tener otra opción, debido a la reestructuración de las empresas y los recortes de empleos, pero con una jubilación miserable. Y simplemente para vivir, nos veremos obligados a completar nuestras pensiones con pensiones complementarias y desarrollar, a pesar nuestro, este mercado lucrativo que esperan los seguros privados.

-La mentalidad individualista que caracteriza a nuestras sociedades ¿no permitirá el paso de esta reforma sin enfrentamientos?

No una vez que todo el mundo hayan entendido que ganará menos. Porque hay otra tradición muy profunda en este país: cuando nos tocan la cartera, tendemos a molestarnos rápido. En general, no creo en esta historia que afirma que el proyecto de Emmanuel Macron cuenta con el apoyo popular. El desafío es saber si prevalecerá el miedo y la resignación, o más bien resurgirán la revuelta y la ira.

El gobierno se equivoca al imaginar que puede atacarnos en todos los frentes al mismo tiempo sin que en un momento u otro haya una respuesta y sin prever que la protesta social pueda estallar nuevamente en el frente de la escena política. A principios de diciembre de 2018, sin embargo, se pudo ver qué rápido la protesta podría volverse subversiva.

-¿Esta reforma podría ser la chispa de una gran protesta social?

La cuestión de las pensiones es un cartucho de dinamita en este país. No sé si es la madre de todas las batallas, pero en cualquier caso evoca muchas cosas. Las pensiones son un derecho que se ha ganado mediante una lucha muy fuerte. Detrás de esta reforma, hay un cierto modo de vida social que se está o no a punto de abandonar. Incluso si ya ha sido severamente restringido en los últimos treinta o cuarenta años.

-Los cuerpos intermedios y los partidos políticos de la oposición avanzan sin embargo en un orden disperso. ¿Cómo lograr la unión y permitir que emerja el desafío?

Estamos experimentando el comienzo de un nuevo ciclo de lucha de clases. Esto es lo que vino a decirnos el movimiento de los chalecos amarillos. La lucha de clases nunca es como nos gustaría que fuera, es como es. Según la fórmula de Rosa Luxemburgo, ella es «un fragmento de la vida real».

Tenemos la demostración de que ahora hay decenas de miles -quizá más- de explotados y explotadas, de oprimidos/as, que intentarán inventar nuevas formas de lucha sin pedir permiso a nadie, con el único propósito de ganar donde las modalidades de acción anteriores han fallado en los últimos treinta años. Porque la realidad es que, excepto contra la reforma de la Seguridad Social en 1995 bajo Juppé y contra el CPE [contrato de primer empleo, ndt] en 2006 bajo Villepin, solo hemos acumulado derrota tras derrota. ¿En este contexto qué es más natural que tratar de desarrollar nuevas formas de resistir, de luchar y de ganar? Nuestro papel es tratar de establecer una síntesis entre las mejores tradiciones del movimiento obrero y este nuevo tipo de movilizaciones. ¿Cuándo? ¿Cómo? Eso no se decreta. Nadie puede silbar el comienzo de la gran protesta social. No «se orquesta», por seguir recurriendo al léxico de Rosa Luxemburgo.

Desde el punto de vista de las fuerzas organizadas, nuestra parte de responsabilidad, por otro lado, consiste en hacer un receptáculo unitario que conecte con esta combatividad, un lugar común en el que se pueda discutir nuestras tácticas en las movilizaciones… pero también de política en el buen sentido de la palabra. De ahí la propuesta de «coordinación permanente de la izquierda en lucha», u otro nombre que le demos, el título es secundario, que hemos planteado. Se trata de inventar un nuevo lugar democrático, tanto a nivel local como nacional, en el que poder reunirse regularmente para hacer un balance y discutir libremente de estrategias y de acciones. No se trata de crear una enésima coalición que busque reemplazar a los partidos, sindicatos, movimientos o colectivos existentes.

-¿En qué consiste esta propuesta?

Dependerá de la voluntad unitaria de los unos y las otras. Ningún proyecto de este tipo puede tener éxito sobre la base de la propuesta de una sola organización o de una sola corriente de pensamiento. Solo estamos presentando esta perspectiva a debate. Tenemos que dar tiempo a la discusión. En este momento, el choque de las elecciones europeas sigue produciendo efectos en una parte de nuestro entorno y de nuestro campo. Es necesario digerir, recuperarse, pero sobre todo comprender. Así pues, no vayamos más rápido que la música.

Sin embargo, la pregunta sigue siendo la misma: ¿tanto nos cuesta acordar reunirnos regularmente para discutir incluso sobre nuestra capacidad de actuar juntos? Estábamos hablando de pensiones: ¿decidimos, sí o no, superar el escenario juntos al inicio del curso, como lo hicimos en el pasado, para contrarrestar la batalla ideológica del poder gobernante?

La privatización del ADP [Aeropuertos de Paris] también es un tema político importante. Si la mayonesa cuaja, existe la posibilidad, en un tema tan sensible como las privatizaciones, de infligir una derrota al gobierno y es posible imaginar el alcance que podría tomar. Siempre que la izquierda radical lidere una campaña grande para ello. Hay dos procesos en marcha: o respondemos, lo que nos parece la solución correcta, al llamamiento de Attac y de la Fundación Copernic para llevar a cabo una campaña del mismo tipo que la del Tratado de la Constitución Europea en 2005, o se lleva a cabo, como algunos comienzan a hacer, una campaña contaminada por alianzas con la derecha en nombre de la defensa de las joyas de familia y el patrimonio nacional. La campaña unitaria que muchos esperan a nuestro alrededor se basa en nuestro rechazo común a las privatizaciones en nombre de una cierta idea del servicio público. Así es como podemos esperar enlazarla con todo lo que sucede en otros lugares: en las urgencias, en las escuelas, en correos, en EDF [Electricidad de Francia, ndt], en la SNCF [Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses, ndt]… Hay temas sobre los que actuar.

-En 2018, fuiste el arquitecto de la alianza de los sindicatos y partidos de izquierda contra la reforma ferroviaria. La mayonesa realmente no cuajó…

Esto no es cierto: pasaron cosas y no pequeñas. Manifestaciones, mítines, iniciativas, acciones comunes con los piquetes de huelga… No buscamos sustituir la movilización social, que no se decreta, sino apoyarla, darle fuerza y confianza. Para mostrar a todos que no están solos. Estas iniciativas unitarias tuvieron su parte de utilidad, pero tuvieron lugar durante una secuencia en la que fuimos derrotados… Desde entonces, la situación ha evolucionado mucho, pero volver a este ejemplo enseña una cosa: hace un año nos preguntamos qué deberíamos hacer para recuperarnos después de las huelgas estudiantiles contra Parcoursup y las de los ferroviarios. Nunca olvidemos que solo cuatro meses después, los chalecos amarillos hicieron temblar al poder durante algunas semanas. Los poseedores tuvieron realmente miedo de perder el control de la situación, el tiempo de un momento de júbilo.

Así pues, ¿cuál es el problema? Es que, desde un punto de vista general, para la izquierda social, sindical y política, esta movilización sin precedentes es una oportunidad perdida. Aún cuando muchas y muchos militantes de diferentes organizaciones, incluidos nosotros, han participado en las manifestaciones, en las concentraciones en las rotondas y en los intentos de coordinación. No es necesario mirar por el espejo retrovisor. Simplemente significa que, a partir de ahora, uno debe decidir participar plenamente, con independencia de las dudas o las críticas legítimas.

-Ni durante las protestas climáticas, ni durante el movimiento de los chalecos amarillos, los políticos lograron la unión de las luchas. ¿Es este tu papel?

Cada persona tiene su propia experiencia. Al igual que nosotros, el movimiento de los chalecos amarillos llegó a conocer sus propios límites. Conozco a muchos que se han dado cuenta de que hacer manifestaciones todos los sábados no era suficiente. Ha habido intentos de coordinación en Commercy, Saint-Nazaire… Se han establecido relaciones con el Comité de Justicia de Adama. Cuando hablo de implicación, de alianzas, hablo de eso. No hay necesidad de dirigirse al movimiento de los chalecos amarillos diciendo tenemos la respuesta; la ambición es más bien estar a la altura de una situación que coge a todo el mundo desprevenido, haciendo la elección colectiva de un compromiso asumido. Pero en nuestro justo lugar, en relación fraterna con los y las que llevan esta protesta social. Permanece el problema político mayor… Es en esta ebullición social y política cuando las fuerzas anticapitalistas han decidido ser más inaudibles que nunca.

-¿Por qué?

Creo que no podemos esperar lograr políticamente algo cuando se pierde este tipo oportunidades. Por supuesto, se celebraron reuniones unitarias durante la movilización, pero desafortunadamente, al contrario de lo que pudimos lograr durante la huelga de las y los ferroviarios, no tuvieron mucho efecto. Como este tipo de conflicto social promete repetirse, es necesario verse, incluso dudar en voz alta y evocar nuestras reticencias comunes.

La izquierda radical se ha convertido en una gran prisionera de la agenda de la Quinta República, es decir, del presidencialismo. Sin embargo, todos dicen que quieren quedar al margen del mismo. Pero si se suman todas las caballerizas presidenciales planteadas para 2022 en la izquierda de la izquierda, ¡se saturarán todos los hipódromos de Francia! Ya es hora de hablar de política en el buen sentido de la palabra, de tácticas y estrategia sin preocupaciones electoralistas. ¡Este es el único método que nunca se ha probado! Reunámonos para discutir de todo, de los temas que nos molestan, así como de aquellos que nos unen. Que no son pocos: reparto de la riqueza, ecología, derechos sociales, migrantes, derechos de las mujeres, alternativa al curso autoritario que ha tomado el poder… Muchos temas que nos consolidan.

Por ahora, somos incapaces de golpear conjuntamente a los mismos clavos. Lo que ha pasado en las elecciones europeas debería alertar a todo el mundo. Todo el mundo entiende la apuesta política que está haciendo Macron. Busca firmar para un quinquenio suplementario utilizando el único cartucho que le queda: presentarse como el último baluarte contra la extrema derecha.

-Eso es lo que todos decís desde 2017, desde el PS hasta la izquierda radical…

Solo representamos humildemente lo que somos. No necesariamente acertamos, pero estamos ahí, presentes, con nuestra sinceridad y nuestro entusiasmo militante. La situación no es la misma que en 2017, se han redistribuido las cartas, incluso en la izquierda de la izquierda. Hoy, nadie puede imaginar por un segundo agregar él solo todas las fuerzas y encarnar todas las formas de radicalidad que se expresan en la izquierda de la izquierda. Creo, espero, que muchos se han dado cuenta. ¿Qué espera La France Insoumise cuando invoca la idea de «federación popular»? ¿Este espacio común? ¿Un nuevo movimiento para 2022? A ellos les corresponde decirlo y debatir. He utilizado la imagen de una Bolsa del Trabajo remasterizada, en la que todo el mundo puede entrar y salir cuando quisiera, en la que cada cual tendría sus locales con o sin organización… Pero si hay una idea mejor, la tomo sin dudar.

-¿Por qué su partido, el NPA, está trabajando en este acercamiento?

Siempre hemos tenido una tradición unitaria. Lamentablemente, el resultado de las elecciones europeas fue previsible… Eso no significa que la historia haya terminado. Por el contrario, la parte buena de ello es que debe permitirnos recobrar un nuevo impulso y abordar la situación de manera diferente, dejando de pensar en las elecciones treinta segundos y discutir de política a partir de la sociedad tal como es, tal como se rompe, tal como resiste, con sus fortalezas, sus debilidades, en toda su complejidad. Y aceptar el deber de actuar juntos, de golpear conjuntamente. En muchos movimientos políticos y organizaciones sociales, la idea está ganando terreno. Tenemos que darnos el tiempo para encontrar los marcos correctos para hacerlo, incluso si es un poco frustrante: a todos nos gustaría que al inicio de curso, de forma inmediata, tuviera una respuesta firme contra el espíritu de los tiempos. Se trata de no dejar a los mayores enemigos del mundo, Macron y Le Pen, que lideren la vida política con una varita.

 

Nota

1/ «Por un sistema de pensiones universal», informe del Alto Comisionado para la reforma de las pensiones, Jean-Paul Delevoye, presentado al gobierno el 19 de julio de 2019. [Ver sobre la jubilación por puntos el análisis del ejemplo sueco realizado por Michel Husson, publicado en la web de Viento Sur].

Entrevista publicada en Politis, el 4 de septiembre de 2019.

https://alencontre.org/

Traducción de Viento Sur

https://www.vientosur.info/