En el último mes en Guatemala se han producido dos noticias relacionadas con los y las adolescentes y jóvenes guatemaltecos/as: la primera, las manifestaciones de los estudiantes de las escuelas normales, quienes se opusieron al cambio de currículo impuesto por el Ministerio de Educación, el cual intentó trasladar la formación de los maestros y maestras […]
En el último mes en Guatemala se han producido dos noticias relacionadas con los y las adolescentes y jóvenes guatemaltecos/as: la primera, las manifestaciones de los estudiantes de las escuelas normales, quienes se opusieron al cambio de currículo impuesto por el Ministerio de Educación, el cual intentó trasladar la formación de los maestros y maestras de educación primaria a las universidades guatemaltecas. Independientemente de la validez o no de la propuesta, lo cual no es motivo del presente artículo, se pretende poner de manifiesto la actitud de las fuerzas públicas de seguridad, quienes se ensañaron contra los estudiantes. Un poderoso Goliat con todo tipo de recursos y armas en contra de adolescentes y jóvenes armados únicamente con piedras, los cuales fueron acusados de delincuentes y todo tipo de calificativos con los que justificaron ante la opinión pública, el uso de la fuerza en su contra.
La otra noticia es la reciente prohibición del Alcalde capitalino para que los adolescentes y jóvenes usen sus patinetas, en su más reciente obra: el paseo 6ª avenida, la cual fue convertida en una vía peatonal en una gran parte de su trayecto. Los adolescentes y jóvenes recibieron la amenaza de la Policía Municipal de Tránsito de quitarles las patinetas si se les sorprendía patinando en la 6ª avenida, frente al parque de la Iglesia de San Sebastián.
Paralelo a estas dos noticias, existe toda una realidad invisible pero dolorosa sobre la adolescencia y juventud que se caracteriza por un total abandono en el cumplimiento de sus derechos humanos, a la cual las autoridades no dan una respuesta pronta, adecuada, que garantice una vida digna, que como humanos se merecen. Lejos de eso, reciben violencia y negación a la educación, a la salud -sobre todo a la sexual y reproductiva-, a la expresión, opinión, asociación, participación protagónica; a la recreación, cultura y deportes, y con el pretexto de su protección, se atenta contra su integridad y su vida. Las autoridades tienen una actitud de cuestionamientos hacia estos grupos cuando opinan sobre temas que a ellos y ellas les beneficia y corresponde, o cuando sanamente se recrean, hacen deporte y se divierten.
Los gobiernos, éste en particular, no se interesan por los derechos de la adolescencia y juventud. Mientras las fuerzas de seguridad y de control del tráfico están al servicio de las grandes empresas, por eso se les ve frente a edificios, centros comerciales, o garantizando la seguridad y el orden vehicular para el ingreso a parqueos, los chicos y chicas sólo reciben prohibiciones y violencia por parte de las autoridades, quienes, ocupadas reprimiendo la creatividad y energía juvenil, descuidan las actividades del crimen organizado transnacional que hace de las suyas, actuando por todo el país sin que la policía nacional civil, el ejército, o las fuerzas combinadas pongan límites reales a sus acciones verdaderamente delictivas y terroristas.
¿Por qué? Me pregunto. Investigando un poco esta actitud, algo que viene a mi mente es: miedo, terror a los adolecentes y jóvenes y a su enorme poder. Poder de convocatoria, de asociación y organización, poder de resistencia y de resiliencia, mismos que son «criminalizados» para tener elementos y argumentos de enfrentar el temor que les ocasiona.
Mientras los paradigmas sobre la adolescencia y juventud de la mayoría de gobiernos los criminaliza afirmando que son peligrosos, delincuentes, terroristas, por lo que ameritan todo tipo de control familiar, social, escolar y de las fuerzas de seguridad, el presidente Juan José Arévalo Bermejo en la gloriosa década 1944-1954 se concentró en aportarle a la niñez y adolescencia, porque sus representaciones sociales los posiciona como sujetos de derechos, y entonces, motivaba que, además de salir al balcón presidencial para verlos patinar y jugar frente al Palacio Nacional, se esmerara en invertir a favor de ellos y ellas en programas e infraestructura que aportaba a su desarrollo de una manera holística.
Fue relevante en el gobierno de Arévalo Bermejo la creación de las Escuelas Tipo Federación, el desarrollo de campañas de alfabetización, la formación de maestros rurales a través de escuelas normales rurales, el establecimiento de Núcleos Escolares Campesinos, las escuelas nocturnas para adultos y las escuelas primarias de completación; la creación de Centros Industriales Consolidados, la del ciclo de Educación Común (3 años de duración) para las ramas de magisterio y bachillerato, la cual se extendió posteriormente a otros ramas de la Educación Media, el fortalecimiento de la intervención cívica de la niñez y adolescencia a través de los Comités Especiales organizados por la Asociación de Alumnos, quienes participaban activamente en lo académico y administrativo de sus centros escolares.
También fue relevante, la creación y funcionamiento del Instituto Indigenista Nacional, el Instituto de Antropología e Historia, la reorganización del Museo Nacional de Arqueología y Etnología y del Museo Colonial, así como otros pequeños museos en distintas zonas arqueológicas de Guatemala; la ampliación para la niñez y adolescencia de otros espacios alternativos de aprendizaje, a través de la Dirección General de Bellas Artes que impulsó el canto escolar, los conjuntos corales, las orquestas sinfónicas; el impulso a la Orquesta Sinfónica Nacional, el Conservatorio de Música, la Escuela de Artes Plásticas, la Editorial del Ministerio de Educación, la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala; el establecimiento de la autonomía del deporte, entre otras acciones más.
Para el actual gobierno nacional y municipal, así como en otros momentos de la historia reciente de Guatemala, la adolescencia y juventud es una etapa de la vida controlada, criminalizada y por lo tanto castigada. ¡Qué lejos están sus derechos humanos!
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.