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Ucrania

La batalla de los guardianes de la paz

Fuentes: Liva

Traducido del ruso por Carlos Valmaseda

Nadie cree en la tregua. Quizá, excepto Vladimir Vladimirovich Putin, quien propuso al Consejo de la Federación retirar la decisión de permitir el uso del ejército ruso en territorio de Ucrania. Naturalmente, los partidarios de las autoridades rusas ven en las acciones del presidente su habitual «astucia», que se habría demostrado anteriormente en el apretón de manos con Poroshenko o en el entusiasmo por el anuncio de las autoridades de Kiev de la posibilidad de pagos parciales por el gas. Pero a mí me parece que si el líder ruso confía en la posibilidad de la paz, se equivoca seriamente. Además, los hechos de la reanudación de las acciones militares hablan por sí mismos. En la práctica, la paz en las condiciones propuestas por Poroshenko no le convienen a nadie.

La RPD y la RPL naturalmente están contentas por la tregua, pero es pronto para hablar de una paz de larga duración. La paz en las condiciones del «plan Poroshenko» no le conviene a las repúblicas porque no hay el menor reconocimiento de estas formaciones estatales, pues ni siquiera se prometen los derechos de los sujetos de una Ucrania federativa unida. Kiev presenta condiciones de capitulación y no una paz democrática en la que se tengan en cuenta los intereses de todas las partes.

No le conviene el «plan de paz de Poroshenko» a los halcones ucranianos, al llamado «partido de la guerra». En este «partido» está Kolomoyski, quien bajo el ruido de la guerra construye su propio «sujeto federal», como estado empresarial, colocando bajo su control no solo a Dnepropetrovsk sino también a la región de Odesa y también a la ciudad de Kharkov. Kolomoyski, por cierto, ya ha empezado a llevar a cabo su propia política exterior, reuniéndose con la embajadora norteamericana Victoria Nuland en Odesa separadamente de la dirección de Kiev. También está en el «partido de la guerra» aquel que se hace rico con esta guerra: de generales al mismo Kolomoyski, vendiendo a precios exorbitantes materiales combustibles y lubricantes. Y naturalmente, se encuentran en el «partido de la guerra» todos aquellos «héroes» de la operación antiterrorista que en lugar de una prisión de por vida por propaganda del nazismo, abusos, pillajes, asesinatos y torturas han recibido armas y el reconocimiento oficial en calidad de toda suerte de «batallones». Los protectores externos del «partido de la guerra» son aquellos grupos en la administración norteamericana que apuestan por la estrategia de «caos organizado» que emplean en el Oriente árabe.

Y, finalmente, la paz en las condiciones de Poroshenko no conviene a las regiones del sur-este no envueltas en la guerra. Estas regiones se encuentran bajo la práctica ocupación de todo tipo de formaciones paramilitares nacionalistas, prestas a aplastar cualquier manifestación de descontento. Añadiéndose a esto una creciente represión contra la oposición política. Solamente en Odesa y Kharkov ya se ha arrestado a decenas de presos políticos, y esto sin contar las decenas de activistas antimaidán muertos por los militantes nazis. En estas regiones, los gauleiters controlados, nombrados desde Kiev, o incluso Kolomoyski, naturalmente, no resuelven ni los problemas sociales, ni los políticos, ni los lingüísticos que empujaron a los habitantes del sur-este a la insurrección. Pero por ahora, fuera del Donbás, la insurrección es sin armas.

Así, volvemos al punto de salida. La única oportunidad para la paz se encuentra en la federalización y un amplio autogobierno, como mínimo, para las regiones del sur-este. Con esto se puede de alguna manera»hacer las paces». Pero esto no le conviene a Poroshenko, quien en tal caso se vería obligado a cumplir las exigencias iniciales del AntiMaidán -esto es, la de sus enemigos políticos y militares-. Y esto significaría su derrota. Relacionado con esto, el mismo Poroshenko quizá podría resignarse a esta derrota. Pero nunca estarían de acuerdo con ella todos aquellos Frankensteins que creó y llevó a la gran política Maidán. Los batallones nacionalsocialistas tras sufrir una humillante derrota por parte de los rebeldes de sur-este volverán a Kiev para buscar allí a aquellos quienes «clavaron un cuchillo en la espalda al ejército». Microführers locos señalarán a los «traidores» que no pudieron «machacar» a los «separatistas» y «saboteadores». Ya se oyen estas voces. De este modo, la histeria nacionalista y militarista atizada por las autoridades de Kiev se vuelven contra ellas mismas. ¿Estaría dispuesto a este giro Poroshenko? Por lo visto, no.

Por eso se seguirá vertiendo la sangre y el conflicto, muy probablemente, será largo. La guerra deriva de la propia naturaleza político-social del nuevo poder en Kiev. Vive por la guerra, la paz es mortal para él. Si no se es consciente de esta verdad, se puede seguir engañado durante mucho tiempo por los «planes de paz» y otras buenas palabras dichas desde Kiev bajo las explosiones de las bombas y las salvas de artillería.

Todos entendemos que una mala paz es mejor que una buena pelea. Pero también es necesario entender que en todo el sur-este, incluidas aquellas regiones en las que la guerra es solo «de un lado» bajo de forma de represión y duro castigo, esta paz solo será posible tras la derrota del régimen de derechas de Kiev.

Fuente: http://liva.com.ua/bitva-mirotvorczev.html