El miércoles 17 del presente, en las primeras horas del nuevo amanecer, la sociedad peruana fue remecida con un nuevo suceso de carácter policial pero, con implicancias políticas; había sucedido la incursión del fiscal y policías al domicilio del ex presidente Alan García, con la finalidad de detenerlo preventivamente y allanar dicho inmueble, sin embargo, […]
El miércoles 17 del presente, en las primeras horas del nuevo amanecer, la sociedad peruana fue remecida con un nuevo suceso de carácter policial pero, con implicancias políticas; había sucedido la incursión del fiscal y policías al domicilio del ex presidente Alan García, con la finalidad de detenerlo preventivamente y allanar dicho inmueble, sin embargo, las cosas tuvieron un desenlace violento ya que AG se encerró en su habitación y se disparó en la sien. Lo que siguió es de todos conocidos ya que a consecuencia de su herida, fallece en la sala de operaciones del hospital de emergencia. Posteriormente, sus restos mortales fueron velados e incinerados en olor a multitud.
Al igual que Nerón, Hitler, Himmler u otros líderes políticos o cabecillas, caídos en desgracia, García, usó el suicidio, como forma de evadir a la rendición de cuentas y/o a la acción de la justicia que se le avecinaba.
Este hecho de violencia, se dio en un contexto de aguda crisis política, económica, moral y social, que remece los cimientos de la sociedad peruana, así como de pugna entre las facciones políticas, representantes de la clase dominante, por el control del estado.
Un estado caduco y decadente con partidos políticos devenidos en bandas delincuenciales tratando de inculparse unos a otros por los escándalos de corrupción, revela la bancarrota política en que se encuentra la clase dominante que a nuestro parecer, aún mantiene capacidad para mantener aplastado a la clase trabajadora y si fuera el caso, puede ejercer violencia represiva.
La muerte del líder del Apra, ha generado un vacío de liderazgo en ese partido difícil de llenar, ya que no se vislumbra un nuevo líder que lo reemplace, mas bien, se vislumbra pugnas entre las diversas facciones por tomar el control del aparato partidario. Situación similar les pasa a los demás partidos tradicionales como al PPC, Acción Popular, Fuerza Popular, PPK. Incluso a los propios partidos de «izquierda»
La clase trabajadora de la ciudad y el campo continúa en sus luchas por sobrevivir y lograr sus justas reivindicaciones, aún sigue pendiente de solución el conflicto originado por la minera China MMG las Bambas, nuevo propietario del asiento minero del mismo nombre, quien no ha respetado algunos de los acuerdos firmados con los comuneros y los dueños anteriores. El gobierno de turno, como siempre, se pone del lado del interés del capital extranjero.
También, se pueden citar otros conflictos tales como paros de los cocaleros de San Gabán quienes se oponen a la instalación de una base para el control de cultivos de coca. En Trompeteros (Loreto) los comuneros exigen a Plus Petrol – compañía petrolera- la compensación por el uso de tierras y la remediación por el impacto de la actividad petrolera. En total, se registran más de 180 casos de conflictos sociales a lo largo del país.
La escena nacional, nos revela la descomposición social por la que atraviesa la sociedad peruana, caracterizado por la corrupción, violencia interna, el abuso de poder, la mentira, el cinismo, el caos de las actividades económicas y cotidianas al cual, debe soportar la población; esto se traduce en mayor nivel de desempleo, prostitución, enfermedades, hambre, exclusión social y demás calamidades que azotan al pueblo de la ciudad y del campo.
El pueblo debe mantenerse al margen de las pugnas entre las facciones de la burguesía, no ser su furgón de cola y menos carne de cañón, por el contrario, debe continuar luchando, independientemente de ellas, buscando resolver sus contradicciones al interior de su clase y principalmente, las que tiene contra la burguesía que la oprime.
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