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Entrevista a Ricardo R. Laracuente Dides, historiador, lingüista y educador puertorriqueño

«La Casa Blanca ha usado el tema del estatus de Puerto Rico y Washington, D.C. como un instrumento político»

Fuentes: Rebelión

Ricardo R. Laracuente Dides (Nueva York, 1992) ha sido profesor en la Academia Ponce Interamericana. Posee una Maestría en Artes con concentración en Historia de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico (Ponce), donde completó su grado de Bachillerato en Francés. Tiene previsto culminar estudios doctorales en filosofía y letras con concentración en Historia de Puerto Rico y el Caribe en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, en San Juan, Puerto Rico. Laracuente Dides ha contestado todas nuestras preguntas. Todas sus respuestas son para ser compartidas con todos vosotros.

– Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) –¿Qué indicó recientemente el presidente de los Estados Unidos Donald J.  Trump sobre la estadidad para Puerto Rico y Washington, D.C.? ¿Le toma por sorpresa?

– Ricardo R. Laracuente Dides (RRLD, en adelante) – Realmente, el comentario del presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, no me sorprendió, ya que todos los presidentes estadounidenses han mantenido discursos cambiantes y en ocasiones contradictorios sobre la estadidad o la integración plena de los territorios bajo la cláusula territorial. A lo largo de la historia, la Casa Blanca ha usado el tema del estatus de Puerto Rico y Washington, D.C. como un instrumento político, más que como un compromiso firme hacia la descolonización o la expansión democrática. No es la primera vez que un presidente, sea republicano o demócrata, adopta una postura pública favorable o desfavorable según el momento electoral, los intereses del Congreso o las presiones internas de sus partidos.

En el caso particular de Trump, sus expresiones responden a una lógica política estratégica: la estadidad para Puerto Rico o para Washington, D.C. tiene implicaciones directas en la composición del Senado y la Cámara, en el balance de poder entre republicanos y demócratas y, por ende, en la viabilidad de su propia plataforma política. Por esta razón, sus declaraciones no deben interpretarse como un rechazo definitivo al ideal estadista, sino como parte del discurso fluctuante que históricamente ha acompañado la relación territorial con Puerto Rico. Además, es importante recalcar que desde 1898 hasta el presente, ningún presidente ha impulsado de manera consistente y firme una agenda de descolonización para la isla; más bien, han mantenido una posición ambigua que deja la decisión en manos del Congreso, aun cuando el propio Congreso tampoco ha actuado con determinación.

Por todas estas razones, las expresiones de Trump no representan una sorpresa, sino la continuación de una larga tradición de posicionamientos políticos que reconocen el tema del estatus como un asunto secundario frente a intereses mayores de gobernanza federal. En este sentido, sus palabras reflejan más la dinámica histórica de la política estadounidense en torno a los territorios que un cambio real o inesperado en la postura de Washington hacia la estadidad.

– WRS – ¿Por qué la estadidad para Puerto Rico y Washington, D.C., es problemática para los republicanos según el presidente Trump? ¿Será por ello que se sacó de la plataforma política de los republicanos en el 2024?

– RRLD – Los Republicanos son como los populares cuando escuchan un proyecto a favor de la estadidad y taxes federales. El Partido Republicano es un partido que históricamente ha centrado su visión en el crecimiento económico de los Estados Unidos y la defensa de una estructura política que favorezca sus intereses electorales. Desde esa perspectiva, la estadidad para Puerto Rico y para Washington, D.C. representa un riesgo político y estratégico, no necesariamente por razones ideológicas, sino por el cálculo electoral que implicaría incorporar dos jurisdicciones que, según las proyecciones, votarían mayormente a favor del Partido Demócrata.

Para los republicanos y así lo ha expresado el presidente Trump admitir a Puerto Rico o a Washington, D.C. como estados podría traducirse en añadir más congresistas y senadores liberales, lo que alteraría el balance de poder en el Congreso. Perder el control o reducir su influencia legislativa es una de las principales preocupaciones dentro del partido, razón por la cual proyectos de estadidad rara vez reciben apoyo sustancial de su delegación. Este temor político-electoral explica por qué la estadidad fue eliminada de la plataforma republicana en el 2024: no quieren comprometerse con un proceso que, desde su perspectiva, pudiera debilitar su fuerza en el gobierno federal. Es un asunto de votos, poder y control institucional más que un análisis profundo del estatus o de las aspiraciones del pueblo puertorriqueño.

En otras palabras, para el liderato republicano y Trump lo dejó claro apoyar la estadidad para Puerto Rico o Washington, D.C. sería como cavar su propia tumba política. Por eso prefieren mantener la estrategia de obstrucción o silencio, dejando el tema fuera de su plataforma oficial y evitando compromisos que puedan tener repercusiones negativas dentro del Congreso.

– WRS – ¿Cómo elige Puerto Rico a sus candidatos políticos? ¿Cómo difiere de cómo se elige en Estados Unidos? ¿Cómo salió Trump en las Elecciones Generales de Puerto Rico en el 2024?

– RRLD – Puerto Rico elige a sus candidatos políticos principalmente mediante elecciones primarias organizadas por cada partido como el PNP, PPD, PIP, MVC y Proyecto Dignidad en las cuales los afiliados o electores participantes seleccionan a los aspirantes que luego aparecerán en la papeleta de las elecciones generales. Estas primarias sirven para escoger candidatos a gobernador, legisladores, alcaldías y otros cargos públicos. A diferencia de los estados, en Puerto Rico  se realizan primarias simbólicas presidenciales, ya que Puerto Rico carece de votos en el Colegio Electoral debido a su condición territorial.

Esto marca una diferencia fundamental con los Estados Unidos continentales, donde los ciudadanos de cada estado participan plenamente tanto en las primarias como en las elecciones generales presidenciales, eligiendo al Presidente, a dos senadores federales y a su representante en el Congreso. En Puerto Rico, los votantes no pueden escoger al Presidente ni tienen representación plena en el Congreso, solo eligen al Comisionado Residente, quien puede participar en comités, pero no votar en el hemiciclo de la Cámara de Representantes. Además, mientras los partidos estadounidenses basan sus plataformas en líneas ideológicas nacionales (liberal, conservadora, etc.), los partidos puertorriqueños están fuertemente definidos por su postura sobre el estatus político de la Isla estadidad, independencia o ELA.

En cuanto a Donald Trump en las elecciones generales de Puerto Rico en 2024, es esencial aclarar que Puerto Rico no vota oficialmente por el Presidente, pero sí realiza lo que se conoce como una papeleta simbólica o straw poll para medir preferencias. En esa votación simbólica Trump obtuvo aproximadamente 26% (263,270) de los votos, mientras que la candidata demócrata (Kamala Harris) obtuvo cerca de 73 % (724,974) de los votos. Estos resultados no tienen efecto legal alguno sobre la presidencia de los Estados Unidos, pero reflejan tendencias políticas locales y las percepciones hacia los candidatos nacionales dentro del electorado puertorriqueño. Si deseas, puedo incluir un párrafo comparando históricamente cómo se han comportado esas votaciones simbólicas en Puerto Rico.

– WRS – ¿Por qué y por quiénes votan muchos residentes de Puerto Rico? Trump considera que los demócratas son gente de izquierda o de extrema izquierda. ¿Cómo se ve el debate de la estadidad para Puerto Rico y Washington, D?C, desde el punto de vista de Trump? ¿Es cierto que los estadistas en Puerto Rico son demócratas y de izquierda? ¿Comunistas?

– RRLD – Los puertorriqueños más bien se basan en lo que les ofrezcan, no necesariamente en quién sea el más inteligente ni el más preparado, y mucho menos en afiliaciones ideológicas rígidas. En Puerto Rico, una parte significativa del electorado vota por promesas concretas sobre empleo, ayudas federales, seguridad, servicios esenciales, y la imagen de estabilidad económica que pueda presentar un candidato, más que por la ideología partidista tradicional estadounidense. Para Trump, los demócratas incluyendo muchos hispanos y puertorriqueños que residen en los estados representan sectores “de izquierda o extrema izquierda”, y por eso interpreta la estadidad para Puerto Rico y Washington, D.C. como una amenaza electoral para el Partido Republicano: ambos territorios, según él, elegirían congresistas demócratas, inclinando permanentemente la balanza del poder en el Congreso. Sin embargo, esta visión simplifica la realidad política puertorriqueña.

En Puerto Rico, ser estadista no significa ser demócrata, ni ser demócrata significa ser de izquierda; la postura hacia la estadidad es un asunto de identidad política territorial, no ideológica. Dentro del PNP hay conservadores pro-Trump, demócratas moderados, liberales y también personas apolíticas que solo apoyan la anexión como solución al estatus. Por eso es falso afirmar que los estadistas son comunistas o de izquierda: el independentismo tiene sectores de izquierda, pero la estadidad históricamente se ha nutrido de votantes socialmente conservadores, religiosos y económicamente pragmáticos. La narrativa de Trump que ve la estadidad como un proyecto demócrata no encaja con la composición ideológica real de Puerto Rico, donde la política gira en torno al estatus, al acceso a beneficios federales y a la búsqueda de estabilidad, más que a la lucha entre izquierda y derecha al estilo estadounidense.

– WRS – ¿A qué se ha reducido la discusión sobre la estadidad en Estados Unidos hoy?

– RRLD – Hoy, en los Estados Unidos, la discusión sobre la estadidad para Puerto Rico se ha reducido casi por completo a un cálculo político partidista, más que a un análisis serio sobre derechos civiles, igualdad democrática o descolonización. Para la mayoría de los líderes federales especialmente en el Congreso el tema ya no se debate desde la justicia política, la igualdad ciudadana o la coherencia constitucional, sino desde la pregunta estratégica de a qué partido beneficiarían los nuevos estados. En ese marco, Puerto Rico y Washington, D.C. se han convertido en símbolos dentro del choque entre demócratas y republicanos los demócratas ven la estadidad como una posible expansión del voto liberal en el Congreso, mientras que los republicanos la perciben como una amenaza que podría alterar por décadas la distribución de poder en el Senado y la Cámara. El resultado es que el estatus de más de dos millones de ciudadanos puertorriqueños se discute como si fuese una ficha electoral, no como un asunto de igualdad de derechos, lo que demuestra el estancamiento moral y político del debate en Washington.

– WRS – ¿Qué tipo de visión revela el argumento político de Trump y los republicanos contra la estadidad de Puerto Rico y Washington, D.C.? ¿Era previsible que le vieran así?

– RRLD – El argumento político de Trump y de muchos republicanos contra la estadidad de Puerto Rico y Washington, D.C. revela una visión profundamente instrumental y utilitaria de la democracia, donde la igualdad ciudadana es secundaria frente al mantenimiento del poder político. Esa postura parte de la premisa de que la estadidad solo debe considerarse si beneficia al partido, y que, si un nuevo estado es percibido como demócrata, entonces debe bloquearse. Esta visión reduce la ciudadanía a un cálculo electoral, niega la universalidad de los derechos constitucionales y revela un entendimiento de la democracia no como un principio, sino como un recurso estratégico para preservar una mayoría ideológica.

Y sí, era totalmente previsible que sectores del Partido Republicano vieran la estadidad de ese modo. Desde hace décadas, la discusión sobre la admisión de nuevos estados en Estados Unidos ha estado ligada a la preocupación por el balance de poder en el Senado, una institución donde cada estado sin importar su tamaño tiene dos votos. En esa lógica, admitir dos jurisdicciones que se perciben como mayoritariamente demócratas representa una pérdida automática de poder. Además, la visión de Trump, abiertamente identitaria y tribal, enfatiza la idea de que ciertos grupos poblacionales (incluyendo hispanos, puertorriqueños y residentes urbanos como los de Washington, D.C.) son inherentemente “de izquierda”, lo que refuerza su rechazo.

En síntesis, la postura republicana no surge de una reflexión constitucional, histórica ni moral; surge de un cálculo político previsible, si no nos beneficia, se bloquea. Lo trágico es que esa lógica permite que millones de ciudadanos estadounidenses sigan marginados políticamente no por incapacidad, sino por conveniencia partidista.

– WRS – ¿Qué principio se niega si la admisión de nuevos estados se evalúa solo por su inclinación político-partidista?

– RRLD – Si la admisión de nuevos estados se evalúa únicamente por su inclinación político-partidista, se niega el principio fundamental de igualdad democrática, es decir, el derecho de toda comunidad de ciudadanos estadounidenses a recibir un trato igual bajo la Constitución, sin importar si su incorporación favorece o perjudica a un partido político. También se vulnera el principio de consentimiento de los gobernados, porque la decisión sobre la estadidad deja de depender de la voluntad del pueblo directamente afectado y pasa a depender de los intereses electorales de legisladores que no viven ni representan a ese territorio. Finalmente, se viola el espíritu del federalismo, cuyo propósito original era integrar territorios en igualdad de condiciones, no manipular la composición política del Senado o la Cámara para obtener ventajas partidistas. En conjunto, cuando se condiciona la estadidad al beneficio electoral, lo que se niega es la idea misma de que todos los ciudadanos deben tener acceso equitativo a la plena participación en el gobierno nacional.

– WRS – ¿Qué no pueden o no seguir siendo Puerto Rico y Washington, D.C.?

– RRLD – Puerto Rico y Washington, D.C. no pueden ni deben seguir siendo jurisdicciones tratadas como excepciones permanentes dentro del sistema democrático estadounidense, donde millones de ciudadanos viven sin representación plena en el Congreso ni derecho efectivo a participar en la elección del Presidente. Mantenerlos como territorios subordinados o distritos sin igualdad política contradice los principios de ciudadanía, federalismo y consentimiento de los gobernados que la Constitución afirma proteger. Tampoco pueden continuar siendo piezas manipuladas según la conveniencia partidista de quienes temen perder o ganar poder con su admisión como estados; la justicia democrática no puede depender del cálculo electoral. En esencia, lo que Puerto Rico y Washington, D.C. no pueden seguir siendo es ciudadanos incompletos en su propio país, relegados a una condición política anómala e incompatible con la igualdad que define a una verdadera democracia.

– WRS – ¿En qué debería basarse la cuestión del estatus de Puerto Rico y Washington D.C., en lugar de las afiliaciones político-partidistas?

– RRLD – La cuestión del estatus de Puerto Rico y Washington, D.C. debería basarse exclusivamente en los principios democráticos y constitucionales, no en las conveniencias partidistas. En primer lugar, debe fundamentarse en el derecho a la igualdad política, es decir, en que todos los ciudadanos estadounidenses sin importar dónde vivan tengan acceso pleno a representación, voto presidencial y participación en las decisiones federales que los afectan. También debe apoyarse en el consentimiento de los gobernados, permitiendo que los residentes de ambos territorios definan su futuro mediante un proceso libre, informado y vinculante, en vez de quedar sujetos a los cálculos electorales del Congreso. Además, el debate debe sustentarse en el principio de justicia democrática, que exige corregir situaciones de desigualdad estructural que han mantenido a estas jurisdicciones en un estatus “a medias” incompatible con los valores del país. En esencia, el estatus no debe decidirse por quién gana o pierde poder, sino por lo que garantiza mayor igualdad, derechos plenos y coherencia constitucional para sus ciudadanos.

– WRS – ¿Qué es lo verdaderamente destructivo de este debate político-partidista?

– RRLD – Lo verdaderamente destructivo de este debate político-partidista es que deshumaniza y borra por completo a los ciudadanos que deberían ser el centro de la discusión, convirtiendo su futuro político en un simple instrumento de lucha entre partidos. Cuando el estatus de Puerto Rico y Washington, D.C. se reduce a un cálculo de cuántos senadores ganará un partido o cuántos perderá el otro, se cancela la conversación sobre derechos civiles, igualdad democrática, dignidad ciudadana y justicia constitucional. Esta lógica convierte a más de cuatro millones de personas en fichas electorales, niega la legitimidad de sus aspiraciones colectivas y perpetúa un sistema donde la desigualdad se normaliza porque beneficia temporalmente a ciertos intereses partidistas. La consecuencia es un estancamiento moral donde el país que presume defender la democracia en el mundo tolera una forma interna de exclusión política. Esa contradicción erosiona la confianza pública, profundiza el cinismo y distorsiona la idea misma de ciudadanía al permitir que un debate vital la autodeterminación sea secuestrado por intereses que nada tienen que ver con la voluntad del pueblo afectado.

Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.

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