“El convenio de Honduras con la CAF es cosa juzgada”. (Xiomara Castro, presidenta Constitucional de la Republica de Honduras)
En un mundo globalizado se exige que la base productiva de las economías de los países periféricos o subdesarrollados en la tradición del concepto de economía política y sociología marxista, se oriente a bienes para la exportación, ya que los bienes para el mercado interno no son rentables en el sentido que resulta más barato importarlos que producirlos internamente. El tratado de libre comercio RD-CAFTA entre EEUU y los países centroamericanos y Republica Dominicana, por ejemplo, sigue esta lógica, pero reconoció que los bienes como granos básicos son “sensibles” en tanto son producidos por campesinos y campesinas y constituyen la dieta básica de consumo de la mayoría de la población, especialmente aquella en situación de pobreza y de bajos recursos monetarios, por lo que se decidió otorgar mayor tiempo para la desgravación arancelaria y que estos bienes pudieran entrar libres de impuestos a los países.
En este modelo de corte neoliberal, si el comercio es libre cada país es “libre” también de establecer relaciones comerciales con todos los países, sin importar niveles de desarrollo tecnológico y productividades físicas y del trabajo, también con la vigencia de nuevos modelos de desarrollo alternativos al neoliberalismo, buscar y obtener financiamiento para el desarrollo de sus economías, sea en la ruta de apertura comercial equilibrada (interna-externa) o en la vigencia de nuevas políticas de desarrollo económico, social y ambiental, que beneficien mayormente a la población de menores recursos e ingresos.
La región centroamericana se ha caracterizado por depender del financiamiento externo para la ejecución de proyectos de desarrollo económico, ambiental y social, donde destaca el financiamiento multilateral de fuentes como el Banco Mundial, BID y BCIE. El otorgamiento de estos recursos, en especial del Banco Mundial y BID, ha estado condicionado a la adopción de políticas de estabilización económica y cambio estructural avaladas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), lo cual, en un balance crítico para la región desde los años 80, ha traído mayor endeudamiento, dependencia financiera, pobreza, desempleo, destrucción ambiental y de la capacidad publica para cubrir déficits donde el sector privado ha sido incapaz de hacerlo (salud, educación, ambiente, alimentos).
En Honduras el nuevo gobierno de Xiomara Castro ha decidido adherirse como país a la Corporación Andina de Fomento (CAF), cuyo convenio ha sido ratificado por los diputados al Congreso Nacional (mayoría simple de 66 votos a favor). Su cuota de entrada es de 470 millones de dólares pagaderos en 10 años. La CAF se creó en 1968, ocho años después de la creación de BCIE y con objetivos muy similares, pero manifiesta mayor interés en proyectos de desarrollo ambiental y productivo, como también apoyo y asesoría técnica a los gobiernos, incluyendo ayuda bilateral no condicionada.
No cuenta con socios tan fuertes como EEUU, Japón y China, pero sí de España, Portugal, Brasil, México, Argentina y Colombia, entre otros, sumados a 13 bancos privados regionales. En Centroamérica Costa Rica “se incorporó a CAF como accionista de la Serie “C” en el año 2002. Desde entonces, la institución ha impulsado diversas iniciativas y proyectos orientados a acompañar los planes de desarrollo nacionales. La incorporación de Costa Rica a CAF como miembro pleno permitirá al país disponer de acceso a una mayor cantidad de recursos financieros de largo plazo en condiciones favorables, así como a fondos de cooperación técnica no reembolsable”[1]. Honduras se suma recién. Se espera que países como Nicaragua y Guatemala se sumen próximamente, tal como lo hizo Honduras al establecer relaciones comerciales con China Continental.
Ha habido manifestaciones a favor y en contra de esta decisión del Gobierno de Xiomara Castro. Para técnicos del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP) es un desperdicio de recursos ya que con ellos se pueden construir varias represas y hospitales, desconociendo que los 470 millones de dólares no deben estar disponibles de inmediato y serán abonados gradualmente. Igual se habla muy poco de los beneficios para los sectores privados de contar con una fuente alterna de recursos de crédito para proyectos productivos y comerciales.
En el Congreso los diputados a favor de la iniciativa explicaron que “al comprar acciones por 6 millones de dólares, el país va a tener acceso hasta un monto del 15 por ciento del total de activos de CAF. Es decir, que por 6 millones Honduras tendrá acceso a 5.000 millones de dólares”. Según el director de Crédito Publico de la Secretaría de Finanzas, Orlando Gardner, dijo que la adhesión “no se considera gasto, sino una inversión. Es un banco que ayuda a la reactivación económica y se está convirtiendo recientemente en el banco verde de América Latina” [2].
Otros, diputados, de oposición principalmente, son del criterio de que debido a la sede de la CAF en Venezuela que la plata será para financiar el Gobierno de Nicolás Maduro y enfrentar la crisis financiera y de alta inflación y migración.
Se habla que la tasa de interés (entre 5 % y 7%) es más alta que la del Banco Mundial y BID, pero no se dice nada de la condicionalidad del FMI. Es una tasa de préstamos muy parecida a la del BCIE, pero Honduras puede pedir apoyo complementario sin costo. Es una tasa menor que la que prestan los bancos privados para financiamiento de corto plazo, sin que se visualicen resultados concretos en aumento de la producción, reducción del desempleo y pobreza. Honduras tiene más del 60% de su deuda contratada con fuentes multilaterales de crédito y el resto con fuente bilaterales y banco privados locales. El ingreso al CAF es también una oportunidad para cambiar este perfil de deuda, tal como se ha sugerido con el próximo convenio comercial y de financiamiento con China. Hay que aprovechar su experiencia ganada y las lecciones aprendidas con la ejecución de proyectos mixtos (públicos-privados) y en la protección de los recursos naturales.
Los diputados del partido liberal que votaron a favor de la ratificación de convenio de Honduras con el CAF, al parecer no quieren firmar el acta de aprobación, ya que se sienten mal por las palabras vertidas por el Ministro del Servicio de Administración de Rentas (SAR), Marlon Ochoa, en cuanto a su oposición a la aprobación de la Ley de Justicia Tributaria. Sería un gran error no hacerlo y le puede pasar de nuevo la factura (especialmente al Partido Liberal) de cara al nuevo proceso electoral.
Hay que avanzar en una agenda de trabajo para aprovechar al máximo los beneficios de la adhesión al llamado Banco de Desarrollo Latinoamericano.
– Uno, nombrar un Comisionado Especial. Ya existe uno con rango de Ministro en temas del tratado RD-CAFTA, pero tiene “zalla” neoliberal. Hay dos profesionales de la economía que llenan este perfil, los doctores Nelson Ávila y Claudio Salgado. A partir de allí, crear una estructura de funcionamiento donde participen también actores privados.
– Dos, hacer un esfuerzo por priorizar los programas y proyectos de inversión a ser financiados en lo que resta del Gobierno, con amplia participación de actores.
– Tres, definir un sistema de seguimiento y evaluación con normas CAF y de la banca nacional.
– Cuatro, rendir informes a la nación del grado de avance y de los montos y destino de los fondos contratados.
EL CAF, como el acuerdo suscrito con CHINA, no son iniciativas ni logros de un partido político, son proyectos de país de largo plazo. Igual sucede con el Canal “Seco” y el Aeropuerto Palmerola. Lo que se necesita es mayor transparencia en la gestión y uso de los fondos (no robar o robar menos) y un informe a la nación cada mes.
Notas:
[1]Ver CAF.COM/ES/ACTUALIDAD/NOTICIAS/2021
[2]Hondudiario.com, 23 de mayo de 2023, Tegucigalpa, Honduras.
Javier Suazo. Economista hondureño especializado en políticas económicas y relaciones internacionales, con estudios doctorales en ciencias economías.
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