Otro de los efectos secundarios de la pandemia del coronavirus, consabido, pero potencializado por los medios de comunicación y los centros de poder pretendido “hegemónico”, es la discriminación del saber y la información difundida, se habla hasta el cansancio de la crisis que se vive en países europeos como Italia y España, o, en los Estados Unidos, nación que ya encabeza la lista de contagios en el mundo, ¿pero que pasa en continentes como África, el resto de Asia y Oceanía? ¿por qué no hemos escuchado o leído nada o casi nada de otros países asiáticos además de China y Japón?, y, en el caso de América Latina, ¿cuál es la situación que se vive en las naciones caribeñas y centroamericanas de las que no se habla como Haití? El constante silencio sobre otras realidades diferentes a las que marca el canon occidental, denota la continua colonialidad del saber que en pleno siglo XXI se muestra como herramienta de discriminación y segregación, tal y como fuera usada originalmente durante los años del establecimiento de los dominios coloniales.
La pandemia del coronavirus es acompañada con un bombardeo informativo sobre las naciones referidas y una violencia simbólica y práctica que se ciñe encima de las naciones del llamado “Tercer Mundo”, quien pensara que esos parámetros de medición fueron superados, quedó exento del devenir global, pues sin importar los cambios y reacomodos geopolíticos que se han suscitado desde la caída del Muro de Berlín y el desplome del bloque socialista, es notorio el permanente remanso del eurocentrismo y sus categorías, renombradas algunas, disfrazadas otras, pero vivas frente a situaciones como las que atravesamos, la división del mundo y el papel que ha jugado el saber occidental para marcar límites de poder, crear imaginarios distorsionados y manipular con fines de dominación sigue vigente.
En este contexto de utilización del saber, piénsese en los conocimientos diametralmente opuestos al occidentalismo como son la diversidad de pensamientos emanados de las culturas originarias de Nuestra América, al igual que de las culturas también milenarias del resto del mundo, la gran riqueza cultural de saberes de los pueblos asiáticos y africanos, que podrían dar luz para enfrentar el flagelo que significa la actual pandemia que afrontamos, la marginación que provoca el eurocentrismo de otro tipo de conocimientos surgidos de formas distintas de relacionarse entre humanos y la naturaleza, podría ser el camino de luz que ahora necesitamos, no se trata aquí, de desprestigiar la ciencia ni sus aportes, pero si se trata de reconocer que el desarrollo científico desapegado de los principios humanistas ha olvidado y/o sometido las aportaciones que darían el ejercicio de escuchar con humildad la experiencia milenaria de sobrevivencia, además, la ciencia usada como parte del “desarrollo civilizador”, también ha sido participe de procesos contrarios al bienestar de la humanidad.
Por otro lado, la utilización del saber y la información con intensión política y económica, tergiversa la naturaleza del mismo saber, convirtiéndolo en mera propaganda ideologizada, piénsese por ejemplo, en la forma en que se empeñan la mayoría de los medios de comunicación plegados al poder imperialista en denostar las aportaciones de Cuba en el combate al coronavirus, no les importa la aceptación de la población como ahora acontece en Italia, en donde la brigada médica cubana es recibida con esperanza e ilusión, o, las aportaciones científicas de Cuba para el desarrollo de medicamentos que contribuyan a la cura del coronavirus, solamente quieren empañar la imagen del socialismo cubano, cosa que una vez más, simplemente les ha sido imposible por la grandeza de las acciones humanas que desde la isla caribeña y bajo el influjo del ideal martiano-fidelista se ponen en práctica para el bienestar de la humanidad.
El silencio que se guarda sobre otras realidades, es síntoma de una pandemia de larga data en la historia humana, el imperialismo y el neocolonialismo, siguen con su afán de dominación por encima de un real deseo de mejora para la humanidad, el capitalismo esta herido en muchos sentido, el fin del neoliberalismo se avecina, aunque eso no significa que estemos acercándonos a un panorama más favorable para los pueblos del mundo, la reorganización venidera del orden mundial y de la idea misma humanidad, requiere de la puesta en práctica del saber comprometido con el bienestar común, superando esos resabios de discriminación y segregación que manifiestan la disputa viva por la sobrevivencia humana, el saber también tiene que ser descolonizado y puesto en libertad.
Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas