El problema del cambio climático es un tema que a todos interesa. Claro, de forma distinta a cada quien, pero que finalmente no parece ser del todo indiferente a nadie. En el contexto actual, la preocupación ambiental se ha convertido en un tema aún más importante.
El problema del cambio climático es un tema que a todos interesa. Claro, de forma distinta a cada quien, pero que finalmente no parece ser del todo indiferente a nadie. En el contexto actual, la preocupación ambiental se ha convertido en un tema aún más importante. Sin embargo, aún con todas las señales de alarma, ocurrió que, el 1 de junio de 2017 el presidente Donald Trump anunció que decidía retirarse del acuerdo de Paris, siendo el primer acuerdo universal y jurídicamente vinculante sobre el cambio climático, adoptado en la Conferencia sobre el Clima de París (COP21) en diciembre de 2015; y apenas el 4 de noviembre del 2019 se iniciaron los procesos formales para que Estados Unidos saliera del acuerdo.
En aquel entonces, todo el mundo se alarmó y tachó al presidente republicano de “inconsecuente” y “poco empático” (para decirlo suavemente) con los problemas ambientales. Claro que tiene algo de razón el reclamo, EEUU se encuentra dentro de los cinco países que más contaminan en el mundo. Todo este imbroglio ha llevado al surgimiento de nuevos personajes, como los llamados “activistas medio ambientales”, como el caso de la joven Greta Thunberg, quien en 2018 se plantaba frente al parlamento sueco en Estocolmo, exigiendo a los líderes políticos tomar medidas en contra del cambio climático. No olvidemos también la tendencia de los “ecologistas individuales”, quienes conmovidos por la contaminación en los océanos y como esto perjudicaría a las tortugas decidieron actuar y dejaron de consumir pajillas desechables, cambiándolos por popotes metálicos que hoy en el mercado cotizan a precios poco accesibles. Las contradicciones realmente parecen ser el signo de nuestra época. Atención, con ello no se busca despreciar la actividad individual en pro del combate al cambio climático, pero, lamentablemente, hemos caído en la ineludible trampa del marketing, donde todas las consignas y denuncias en contra de los verdaderos responsables de la degradación de los ecosistemas se han tornado a favor de ellos y se adaptaron nuevamente al problema original, convirtiéndose en “empresas responsables” y al resto nos transformaron en meros “consumidores ecologizados”.
Con todo ello aludimos a que se han tomado medidas en la lucha contra el cambio climático, no todas acertadas, claro, pero que de alguna forma parecen indicar que la cuestión ambiental si nos interesa a la mayoría. Y bajo la preocupación por este creciente dilema se ha creado un tipo de mecanismo para atender los asuntos de la crisis climática, dirigido desde los mercados financieros, los cuales están encaminando esfuerzos para convertir la naturaleza en otro activo financiero más (bonos de carbono, fondos de inversión sustentables o “verdes”, títulos, contratos etc.). Esta nueva relación entre los mercados financieros y los medios naturales es conocida como financiarización de la naturaleza.
Además, hay que llevar en consideración que el ambiente es un conjunto de factores que actúan sobre y alrededor del sujeto, inciden en su supervivencia, crecimiento, desarrollo y reproducción de los seres vivos. Todo esto indispensable para que la dinámica del conjunto social pueda continuar; sin ambiente no hay vida. Pero se recae en la errónea y peligrosa metáfora de la economía neoclásica, el capital natural. Se asume que únicamente a partir de realizar una valuación de los servicios y bienes naturales, asignando etiquetas con precios se podría estimar cual es costo por la contaminación al medio natural. Los recursos naturales comienzan a ser vistos como servicios ambientales, donde la capacidad de los bosques por limpiar el aire, la depuración de las aguas residuales y la normalización del clima se regula, se cuantifica y se certifica como un servicio ambiental para poder colocar un precio por el servicio. Estableciendo límites y entonces poder vender y cobrar por su conservación, creando un mercado para cada servicio en particular.
Parece ser un nuevo mecanismo del desarrollo neoliberal vigente, y estas nuevas herramientas gozan de credibilidad, muestra de ello son los llamados pagos por servicios ambientales (PSA) y ello se refiere a una transacción voluntaria que asegure un servicio ambiental, o la REDD+ que se implementa en 2007 durante la conferencia en Bali (COP13) y se denomina REDD + a la reducción de emisiones derivadas de la deforestación y la degradación forestal; además de la conservación, el manejo sostenible y el mejoramiento del stock de carbono de los bosques en los países en desarrollo. se discute la posibilidad de pagar a los países en desarrollo por el valor del carbono almacenado en sus bosques. Se considera que estos pagos podrían contribuir a revertir la deforestación, lo que otorga un mayor atractivo al manejo forestal sostenible.
Pareciera que el pagar por conservar los medios naturales, se está considerando como el único mecanismo viable para la lucha contra el cambio climático. Un ejemplo de estas medidas son los llamados bonos de carbono, que supone como necesario realizar un cobro por los servicios ambientales que existen, como los que ofrece un bosque al absorber el dióxido de carbonó . Después de una serie de estudios se demostró que los bosques cuentan con la capacidad de absorber solo una cantidad de especifica de . Este ejercicio se podría resolver con los bonos de carbono, que no son más que licencias que representan una tonelada de que se ha eliminado de la atmósfera o bien que se ha evitado emitir; es decir que si las autoridades correspondientes comprueban la reducción de las emisiones, el proyecto cumple con las condiciones para emitir estos bonos, que pueden venderse en el mercado de carbono a aquellas empresas que no han podido corregir o disminuir sus emisiones [CITATION Egu04 \l 3082].
De primer momento parece la solución adecuada a las preocupaciones de los Gases de Efecto Invernadero (GEI), pero lo que oculta en el fondo es que está no es una solución real al asunto, sino una prolongación de él. Se están eternizando las causas del deterioro ambiental, de ninguna forma se están corrigiendo los GEI ni se está obligando a modificar el patrón de producción, lo único que ocurre es que se está dejando de contaminar en un lugar para poder contaminar en otro.
En suma, a este dilema se está creando uno nuevo, al privatizar los bosques, y es que cuando se venden los bonos de carbono también se exige que los ocupantes de los bosques elegidos, lo mantengan inalterado, de esta forma los grupos que lo habitan no podrían utilizar más los suelos y los elementos del medio. La financiarización de los recursos naturales los está convirtiendo en commodities, un bien más por el que existe una demanda en el mercado y que se comercializa en las operaciones de compra y venta; creando un amplio campo de acumulación financiera que se alimenta de la destrucción de los recursos naturales.
Sin duda que la dificultad del cambio climático se percibe en todo el mundo, y la pandemia vino a profundizarlo. Lo cierto es que, en el contexto del mal desarrollo del primer mundo y el subdesarrollo del tercer mundo, han permitido bifurcar la misma problemática. Y en el caso de América Latina que cuenta con abundantes recursos naturales, privilegiada por recursos renovables y no renovables, además considerada como una región mega diversa; es necesario construir una mejor gobernanza sobre los recursos naturales. Sin embargo, la gobernanza debe ir más allá de una simple meta de política económica, debe ser construida a partir de la capacidad con la que cuenten los gobiernos para gestionar y administrar de forma eficiente los recursos naturales, en especial los que son extractivos y no renovables, siendo estos los que dejan una huella ecológica importante[ CITATION Jan17 \l 3082 ].
Otro tema relevante a esa discusión es el de la reprimarización de América Latina que está induciendo a una serie de dificultades en las que se puede destacar la línea medio ambiental, se trata del modelo primario exportador que nos orientó a la producción especializada, basando las economías latinoamericanas en la explotación de los recursos primarios, cayendo en una trampa para el desarrollo en el largo plazo, un modelo ya criticado por Raúl Prebisch quien lo consideró como un obstáculo característico de la región, este es el intercambio desigual. Sobre el planteamiento del intercambio desigual del economista argentino, surge la rama de estudios del intercambio ecológicamente desigual, en donde la periferia exporta bienes con un alto contenido de sus recursos naturales (en cuanto a materiales y energía) a cambio de los bienes producidos en los países centro, que tienen una menor cantidad de recursos naturales. O sea, existe una transferencia unidireccional de las materias primas y energías de la periferia hacía el centro, lo que lleva a una reducción del capital natural de los países periféricos a costa de mantener los recursos de los países centrales. El eje del intercambio ecológicamente desigual es la acumulación/desacumulación del capital natural.
En ese sentido, los desiertos en América Latina ya no son solamente los biomas naturales de la región, sino que se han creado nuevos paisajes desérticos consecuencia de que los suelos han perdido su capacidad hídrica. En mucho se debe a la tala de los bosques que buscan solucionar la traba del incremento en la demanda de los alimentos para los humanos y para la engorda de ganado, esto lo podemos notar en el incremento de las hectáreas destinas al pastoreo de 2008 a 2018 (Grafica 1).
Está dificultad se define como la ampliación de la frontera agrícola, cuando el suelo es sometido a usos intensivos para los cultivos o para el ganado, este pierde capacidades: se saliniza, se endurece y pierde la porosidad así ya no puede retener el agua. Es por ello que se incrementa el uso de agroquímicos, hasta volverlos tierras áridas, obligando a los productores a buscar nuevas tierras iniciando la tala de los bosques, tan solo del 2000 al 2005 podemos notar una disminución importante en la superficie cubierta por bosques de la región (Grafica 2).
Una vez más, como denunció Marx, la degradación del capitalismo está afectando directamente la integridad y salud del trabajador, así como la fertilidad de la tierra; y que son dice Marx “las dos fuentes de las cuales mana la riqueza” [CITATION Joa18 \l 3082]. Durante esta crisis sanitaria ocurrieron algunos sucesos que podrían ayudarnos a replantear la necesidad de un cambio en el estilo de vida, producción y consumo alrededor del mundo y con la pandemia las teorías del decrecimiento tuvieron lugar en un escenario donde se veía a los animales salvajes caminando por los centro urbanos, cuando los canales de Venecia se limpiaban; y cuando las emisiones de disminuían a niveles históricos. El problema es que, si se pudo dar este respiro histórico al planeta fue gracias a una parálisis de la actividad económica, y de ninguna manera esto podría ser positivo, y es posible que esto solo haya sido un alivio temporal.
Finalmente, no es demás recordar que muchos países que lograron recuperar actividad después de la primera ola de contagio comenzaron a implementar medidas más ecológicas, como el incremento en las ciclopistas y no podemos pasar por alto que los precios negativos que alcanzó el petróleo llevaron a las potencias económicas a replantearse los modos de consumo de los energéticos. El covid-19 vino a marcar un antes y después para el desarrollo económico y social, habría de suponerse que en la nueva normalidad hubiese cambios importantes en el sistema de producción, en especial por parte de las potencias económicas, pero muchas empresas están esperando el momento para retornar a la normalidad y poner en marcha todas sus capacidades productoras. Los cambios en favor del medio ambiente no ocurrirán por mera magia o buena voluntad, es necesario replantearnos si debemos continuar con el sistema que mantuvimos hasta finales de diciembre del 2019 o comenzamos una transformación ambiental.
Referencias:
- Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). (2017, 15 septiembre). HORIZONTES CEPAL – Capítulo 12 entrevista a Jeannette Sánchez [Archivo de vídeo]. Recuperado de https://youtu.be/iSP2R40f6W8
- NU. CEPAL. (2001, 1 mayo). La dimensión ambiental en el desarrollo de América Latina. Recuperado 15 de noviembre de 2020, de: https://www.cepal.org/es/publicaciones/2262-la-dimension-ambiental-desarrollo-america-latina
- NU. CEPAL. División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos. (2004, 1 marzo). El mercado de carbono en América Latina y el Caribe: balance y perspectivas. Recuperado 20 de octubre de 2020, de: https://www.cepal.org/es/publicaciones/5620-mercado-carbono-america-latina-caribe-balance-perspectivas
- Peinado, G. (2015). Intercambio ecológicamente desigual e Intercambio desigual en Oscar Braun. Nexos, puntos en común y especificidades. Revista Iberoamericana de economía ecológica, 24, 187-202. Recuperado de: https://www.researchgate.net/publication/281374101_Intercambio_ecologicamente_desigual_e_Intercambio_desigual_en_Oscar_Braun_Nexos_puntos_en_comun_y_especificidades
- Peinado, G. (2018). Economía ecológica y comercio internacional: El intercambio ecológicamente desigual como visibilizador de los flujos ocultos del comercio internacional. Revista Económica, 70, 53-69. Recuperado de https://revistadigital.uce.edu.ec/index.php/ECONOMIA/article/view/2046/1910
- Pérez, M. (2007, 16 junio). El intercambio ecológicamente desigual del comercio internacional colombiano. Recuperado 9 de noviembre de 2020, de: https://www.ecologiapolitica.info/?p=5890
- Sempere, J. (2018, 17 noviembre). El ecologismo de Marx. Recuperado 28 de octubre de 2020, de https://www.elviejotopo.com/topoexpress/el-ecologismo-de-marx/
Fabiola Martínez. Estudiante de la Facultad de Economía de la UNAM.