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Entrevista al periodista Michael Bonvalot

«La gente vota a la extrema derecha austríaca porque es racista»

Fuentes: Ctxt

Michael Bonvalot es un periodista freelance y el autor del libro Die FPÖ – Partei der Reichen (El FPÖ: el partido de los ricos), publicado en 2017. Hablamos con él una semana después de las elecciones parlamentarias en Austria, donde la ultraderecha del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) fue la formación más votada, con el 28,9% de los votos, por primera vez en la historia. El partido venía de ganar por la mínima las elecciones europeas en Austria el pasado junio.

¿Cómo definiría al FPÖ en unas pocas frases?

El FPÖ es un partido extremista de ultraderecha que ha estado en el gobierno varias veces en el pasado y tiene un apoyo constante de entre el 15% y el 30% de los votos. Por lo general, se acerca al 30%, pero está más próximo al 15% cuando el FPÖ se ve involucrado en escándalos, lo que sucede a menudo. Su ascenso comenzó a mediados de la década de 1980, cuando intentó redefinirse como una especie de partido racista modernizado e influir en los votantes de clase trabajadora con propuestas sociales radicales. Sin embargo, cada vez que ha estado en el gobierno, se ha podido observar que es claramente capitalista y neoliberal. El FPÖ tiene sus orígenes en un partido fundado en 1949 por antiguos altos cargos nazis austríacos, y el primer presidente puede ser considerado el nazi austríaco más destacado después de Hitler.

Su libro sobre el FPÖ se titula “El partido de los ricos”. ¿Por qué decidió poner tanto énfasis en su programa económico, que usted define como neoliberal y al servicio de los intereses de los ricos?

La mayoría de las investigaciones sobre el FPÖ se centran en su extremismo de derechas y en su racismo, y es evidente que es muy importante hablar de ello. Pero si se quiere encontrar un tema en el que no exista ninguna diferencia entre el FPÖ y la gente que lo vota, es precisamente el racismo. La gente vota al FPÖ porque es racista, no a pesar de ello. Hay que explicar lo inhumano que es esto, pero eso no cambiará la opinión de nadie. Sin embargo, hay otro tema en el que es evidente que los intereses materiales del FPÖ y los de muchos de sus votantes son directamente opuestos, y es la cuestión social. Es importante decir a la gente que está votando a un partido que va a recortar sus prestaciones sociales, no solo las de las personas inmigrantes. No creo que mucha gente que vote al FPÖ lea mi libro y cambie de opinión, pero, por ejemplo, he estado hablando con delegados sindicales que compran mi libro y luego utilizan algunos de sus argumentos cuando hablan de política en sus lugares de trabajo. Incluso si se convence a esta gente que estaba pensando en votar al FPÖ de que no lo haga, seguirán siendo racistas y el trabajo no habrá terminado. Todavía hay que hablar de racismo o de los intereses capitalistas en dividir a la clase trabajadora entre inmigrantes y no inmigrantes, por ejemplo. Pero es un comienzo.

Los datos postelectorales sobre los votantes del FPÖ muestran que el partido únicamente fue el quinto más votado entre los que tienen un título universitario, pero obtuvo el 50% de los votos entre los trabajadores manuales, lo que supone un gran éxito para ellos entre la clase trabajadora.

Sí, pero hay que tener mucho cuidado con estos datos porque hay que contextualizarlos. Austria es uno de los países más represivos en materia de ciudadanía. Esto significa que, aunque la población del país ha aumentado desde las últimas elecciones, esta vez ha habido menos personas con derecho a voto. El 15% de la población austriaca no tiene derecho a voto, es decir, alrededor de 1,4 millones de personas. Sabemos que muchas personas de origen inmigrante tienen trabajos manuales. Si tuviéramos una imagen real de todos los trabajadores manuales de Austria, no habría forma de que el FPÖ hubiera obtenido el 50% de los votos. Hay distritos en Viena en los que la mayoría de la población no tiene derecho a voto. La clase obrera es en realidad una clase obrera multicolor, pero esto no lo vemos el día de las elecciones. Dicho esto, si nos fijamos en la clase obrera masculina de habla alemana con ciudadanía austriaca, es obvio que el FPÖ es muy fuerte y no debemos ignorarlo. Es algo que se puede observar en los barrios obreros vieneses. Parece que muchos de estos votantes no esperan que las cosas mejoren para ellos, pero desean que las cosas empeoren para los otros.

Podríamos llamarlo la victoria del pesimismo.

Sí, pero lo que muchos trabajadores quizá no vean es que si el FPÖ vuelve al gobierno también serán ellos, no solo los trabajadores inmigrantes, quienes sufrirán las consecuencias.

A Herbert Kickl, el líder del FPÖ, se le considera menos carismático que Jörg Haider o Heinz-Christian Strache, sus predecesores más exitosos. Y, sin embargo, Kickl ha sido quien ha llevado al partido a la primera posición en una elección nacional. ¿Cómo se explica esto?

Mucha gente dice que los votantes del FPÖ votan al par

tido en señal de protesta, lo que, por cierto, es un error en sí mismo: si quieres emitir un voto protesta, también puedes votar por un partido de izquierdas. Lo que hemos visto durante años es que el FPÖ es, con diferencia, el partido al que más se vota por su programa y no por sus líderes. Simplemente, no es cierto que se trate de un voto de protesta. Los votantes se sienten atraídos por el racismo, la homofobia, el negacionismo del cambio climático y demás características del partido. En este sentido, los líderes del partido son intercambiables. Kickl es menos carismático que Haider o Strache, pero a la gente no le importa porque el FPÖ sigue siendo el instrumento que representa sus creencias políticas.

El Partido Popular de Austria, que había gobernado junto con los Verdes, quedó en segundo lugar en las elecciones, entre el FPÖ y los socialdemócratas, que quedaron en tercer lugar. El canciller austríaco Karl Nehammer, líder del Partido Popular de Austria, dijo antes de las elecciones que estaba abierto a gobernar con el FPÖ, pero no con su líder, Kickl, porque este es un “riesgo para la seguridad”.  El FPÖ ha recibido más votos, pero esto no necesariamente les acerca al gobierno. Los conservadores probablemente no querrían formar una coalición con el FPÖ si ellos fueran el socio minoritario. Al mismo tiempo, existen serias dudas sobre si Nehammer cumplirá su palabra de no gobernar con Kickl. ¿Cómo ve la formación de un futuro gobierno?

El FPÖ habría afrontado una situación más fácil si hubiera quedado segundo, porque eso habría facilitado un acuerdo con el Partido Popular de Austria en el que el FPÖ habría nombrado al vicecanciller y los conservadores al canciller. Una opción para una coalición entre el FPÖ y el Partido Popular de Austria sería nombrar a un canciller que no perteneciera a ninguno de los dos partidos, como hicieron en Holanda para dar cabida a la extrema derecha en el gobierno. Pero para el Partido Popular de Austria esto significaría perder el puesto de canciller, por lo que podría ser más interesante para ellos formar un gobierno con los socialdemócratas y NEOS (un partido neoliberal, miembro del grupo Renew en el Parlamento Europeo, junto con el partido de Emmanuel Macron o el FDP alemán). Mucho dependerá de lo buena que sea la oferta del FPÖ al Partido Popular de Austria, pero si la extrema derecha hace una oferta demasiado buena a los conservadores, esto podría decepcionar a los votantes del FPÖ. El Partido Popular de Austria está en condiciones de elegir un socio y, probablemente, los socialdemócratas y NEOS no estarían en posición de pedir demasiado en una negociación con los conservadores.

El Partido Popular Austríaco y los socialdemócratas tendrán una mayoría estrecha en el Parlamento, con un diputado por encima de la mayoría absoluta. ¿No podrían formar gobierno solos?

Esto no es realista. Un solo parlamentario podría chantajear al gobierno, o perderían votaciones en el parlamento si alguien estuviera enfermo. Para el Partido Popular Austriaco, tener a NEOS en el gobierno también sería una manera de imponer una dirección más neoliberal a los socialdemócratas. Los conservadores preferirán incluir a NEOS en el gobierno en lugar de a los Verdes. Si los Verdes compartieran gobierno con los socialdemócratas, esto podría conducir a un gobierno menos neoliberal. Durante la campaña electoral, los socialdemócratas exigieron impuestos más altos para los ricos, y no hay forma de que los conservadores estén de acuerdo con eso.

Andreas Babler, el líder de los socialdemócratas, ha logrado que su partido se desplace hacia la izquierda con un importante apoyo de las bases, pero ha tenido dificultades para lidiar con muchos altos cargos socialdemócratas que preferían un rumbo más centrista. Al final, los socialdemócratas acabaron con el 21% de los votos, igualando su peor resultado en las elecciones de 2019. Parece que, irónicamente, las críticas hacia Babler dentro del partido son menos intensas ahora que antes de las elecciones. ¿Qué les espera a los socialdemócratas?

Hay dudas sobre la estabilidad de Babler como líder de los socialdemócratas, pero no hay señales de que quiera dimitir y el ala derecha del partido lo tendrá complicado si quiere desafiarlo. Se han modificado los estatutos del partido y Babler únicamente puede ser destituido por los miembros de base. Podría darse una situación en la que los altos cargos que se oponen a Babler intenten impedirle ser miembro del gobierno, incluso si los socialdemócratas forman parte de una coalición. También podrían presionarlo para que se vaya. No obstante, aunque Babler sea conocido como el alcalde de la pequeña ciudad de Traiskirchen, estamos hablando de un político con larga trayectoria en el ala izquierda del partido socialdemócrata. Entiende cómo funciona esta lucha entre fracciones. No creo que el ala derecha del partido lo tenga fácil con él. Y como ha llegado recientemente a la dirección del partido, siempre puede decir que esto solo está empezando.

A principios de 2024 se supo que miembros del partido de extrema derecha Alternative für Deutschland (AfD) habían participado en una reunión en la que se discutió la deportación de millones de solicitantes de asilo, personas sin ciudadanía alemana con derecho de residencia y ciudadanos alemanes “no asimilados”. A raíz de ello, un número significativo de actores de la sociedad civil y políticos expresaron la necesidad de prohibir la AfD. Estos llamamientos han recobrado fuerza recientemente tras los éxitos electorales de la AfD en el este de Alemania. ¿Cómo ve estos llamamientos a prohibir la AfD teniendo en cuenta la experiencia austriaca con el FPÖ?

Creo que la idea de prohibir la AfD o el FPÖ es una trampa. No se puede resolver el problema del extremismo de derechas prohibiendo un partido que obtiene hasta un 30% de los votos en unas elecciones regionales o incluso nacionales. Esa no es la manera de abordar los resultados electorales. Desde un punto de vista práctico, debemos tener en cuenta que, si se prohíbe el partido, se creará una organización política similar. La idea de resolver los problemas políticos con represión por parte del Estado es una amenaza y yo advertiría a la gente de izquierdas. Ahora mismo, puede ser un partido de derechas, pero ¿quién dice que no serán partidos de izquierdas en dos, cinco o diez años? Prohibir un partido sería una muestra de debilidad, una señal de que no podemos resolver el problema políticamente y por eso pedimos al Estado que prohíba lo que odiamos. Esas personas no desaparecerán, hay que abordar el problema políticamente.

Fuente: https://ctxt.es/es/20241001/Politica/47581/austria-extrema-derecha-FPO-Herbert-Kickl-racismo-inmigracion.htm