La credibilidad del gobierno uruguayo se transformó en moneda de escaso valor.
Contradicciones flagrantes, casos de corrupción, mentiras a sabiendas, nula autocrítica y una empecinada actitud de seguir echándole la culpa a anteriores gobiernos del centroizquierdista Frente Amplio, marcan la tónica de los últimos dos años del gobierno de Lacalle.
Del “conmigo duerman sin frazada” que sentenció el presidente Lacalle en la campaña presidencial, pasando por el “estoy tan sorprendido como ustedes” en conferencia de prensa cuando recién habían detenido a su jefe de seguridad Alejandro Astesiano sobre el caso de los pasaportes rusos; llegando ahora a un cúmulo de mentiras conforme se destapan más chats y audios del caso.
Según el oficialismo, Astesiano es un “charlatán”, un “vende humo”, un “lengua larga”, un “mitómano, un “ególatra”. Todo eso y más. Incluso el Prosecretario de Presidencia Rodrigo Ferrés, hombre del riñón de Lacalle, negó que Astesiano sea seguridad del Presidente. Un intento de desviar la atención que no resistió el mínimo análisis.
“Estamos hablando de un custodio que en realidad traicionó la confianza del presidente de la República; tenía una cosa paralela, oscura, a partir de un tema de pasaportes que la Justicia empezó a investigar y resulta que la mayoría vienen de los gobiernos anteriores del Frente Amplio, desde 2013 a la fecha”, había declarado Álvaro Delgado Secretario de la Presidencia y uno de los precandidato a la presidencia por el Partido Nacional.
La cúpula policial fue removida, y en otro intento de doblepensamiento a lo George Orwell, el ministro del Interior Luis Alberto Heber, dijo que realizó dichas acciones “por el éxito” que esa dirigencia había tenido y que nada tenía que ver con el Caso Astesiano.
Uno de los apartados fue Jorge Berriel, ex subjefe de la Policía. Esa misma semana fue imputado por extraer información del Sistema de Gestión de Seguridad Pública y compartirla con el exjefe de la custodia presidencial, mientras recolecta evidencia sobre el delito de tráfico de influencias. En cambio, Lacalle dijo que la investigación contra Berriel fue “un elemento más” para definir su destitución.
El semanario Brecha publicó este viernes audios que dan cuenta de pedidos de acomodos en la Policía que involucran al prosecretario de Presidencia, Rodrigo Ferrés.
El 7 de abril del año pasado Astesiano le escribió a Berriel: “¿Te acordás de este muchacho que habíamos dicho, que era nuevito todavía?”, y agregó: “Te digo la verdad, es el hijastro del mano derecha del prosecretario Ferrés, del Fata”, detalló y recordó que tiempo atrás habían hablado sobre cómo en el balneario Cuchilla Alta “faltaba gente”, y tal vez podían “hacer un traslado para ahí”, ya que el joven “era de la zona”.
El excustodio le pidió ayuda a Berriel para facilitar los papeles del establecimiento que un amigo abriría en Canelones. “Bolacero. Ya te lo gestiono”, respondió rápido Berriel, y dio aviso a Víctor Trezza, jefe de Policía de Canelones, para ver qué se podía hacer.
Uno de los audios entre Berriel y Astesiano que forman parte de la carpeta de investigación es el relacionado con el viaje de la exesposa de Lacalle, orena Ponce de León. El 4 de julio el exjefe de seguridad presidencial le pidió información a Berriel sobre el destino de Ponce de León
En otra de las conversaciones entre Astesiano y Berriel, el exjefe de seguridad presidencial le pide al jerarca policial información sobre la denuncia de una violación durante una fiesta del oficialista Partido Nacional, aludiendo al interés de Lacalle por conocer sobre el caso.
El exjefe de seguridad de Presidencia admitió que quizá se haya tomado “atribuciones” por los pedidos de los integrantes del gobierno que le “abrieron la cancha”. Astesiano dijo en Fiscalía que Lacalle le dio “alas para hacer los trámites que tenía que hacer”. El excustodio dijo que en la Torre Ejecutiva “siempre se supo” que él “tenía mucha vinculación con Berriel. El presidente sabía que yo hablaba con Berriel”.
Astesiano también declaró en aquella oportunidad sobre tareas de índole administrativa que llegaban a sus manos. Por ejemplo, era el encargado de revisar los pases en comisión de policías, los estudiaba y daba su punto de vista, luego de que se los entregara el secretario privado del prosecretario de Presidencia, Rodrigo Ferrés, quien también fue interrogado por la fiscal.
En una de las últimas entrevistas que le realizaran a Lacalle, se lo notó muy nervioso, petulante, casi que con tono burlón y soberbio respondía las preguntas de los periodistas. Incluso señaló a dos medios de prensa con “intencionalidad política” sobre las filtraciones de los chats. Lacalle siempre se ha demostrado preocupado por la filtración y no por los contenidos de la misma.
A su vez, esta acusación es sumamente falsa, porque no son solo dos medios los que han filtrado chats. Estamos hablando de al menos La Diaria, Brecha, El Observador, Radio Sarandí, Búsqueda. Estos últimos tres son insospechados de tener vínculo y afinidad con la izquierda y/o la oposición. A últimas horas se sumó el mismísimo diario El País, diario que se declaro oficialista apenas asumió Lacalle.
La Asociación de la Prensa Uruguaya (APU) mostró “preocupación por las presiones” que generan los dichos de Lacalle. En ese escenario, APU rechaza “este intento presidencial de estigmatización de algunos medios y colegas” y expresa su “preocupación por las consecuencias que este tipo de presiones generan para el trabajo de los profesionales de la comunicación”.
Pasamos de que a Astesiano nadie lo conocía, pero empresarios en el exterior lo contactaban para hacer negocios. Luego pasó a ser un “perejil”, pero los policías lo contactaban. Después un “charlatán”, pero espiaba estudiantes y profesores de secundaria así como también a senadores, líderes de la oposición y referentes sindicales.
La información llegaba y fluía hacia Astesiano y se usaba políticamente.
Pero también actuaba en las tramas grises de amiguismos, privilegios, seguimientos y corrupción. Una suerte de inteligencia y contrainteligencia paralela del presidente.
Ese engranaje no tiene por qué haber desaparecido. Que Astesiano esté detenido no significa que el “trabajo sucio” haya terminado. Lacalle fingió demencia al inicio de la detención de su excustodio, luego intentó victimizarse, que fue traicionado en su confianza. Tiempo después otros chats de Astesiano demostraron que Lacalle sabía todos los antecedentes sobre Astesiano y que incluso no lo dejó renunciar una vez que al propio Astesiano le llegó la información de sus antecedentes.
El gobierno niega, miente, embarra la cancha. La credibilidad va en picada y se traspola al sistema político, a la política y sus dirigentes. No olvidemos que el Caso del narcotraficante Sebastián Marset sigue en pie y el gobierno decidió hacer saltar un fusible testimonial en la cadena de responsables.
No han rodado cabezas importantes, como se dice coloquialmente, mientras Lacalle mantiene a ministros de su riñón, se cerca políticamente. El año que viene hay elecciones, ninguno de los otros partidos de la coalición derechista de gobierno tiene candidatos fuertes para disputar a la interna y el Partido Nacional tiene precandidatos que están implicados en estos casos.
El margen es escaso, ya lo dijo Manini Rios líder de Cabildo Abierto, en la victoria ajustada del oficialismo en el referendo contra la Ley de Urgente Consideración.
Mientras tanto el Frente Amplio se encarga de señalar los errores de este gobierno pero le sigue faltando la parte propositiva en un posible retorno al gobierno.
Nicolás Centurión. Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP).Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
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