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La democracia se revela como una droga menos poderosa

La única victoria en Afganistán es la del opio

Fuentes: globalresearch

Traducido para Rebelión por Ulises Urriola

Después de la invasión de Afganistán, bajo comando estadounidense, en octubre 2001, el trafico de opio en la «Media Luna de Oro», ha escalado en flecha. Según los medios de comunicación estadounidenses, este contrabando, extremadamente rentable, estaría protegido por Ousama Ben laden, los Talibanes y, por supuesto, los señores de la guerra, que desafían la comunidad internacional.

Se pretende establecer que el comercio de la heroína «llena las arcas de los talibanes». Según el Departamento de Estado de los estadounidenses, «el opio constituye una fuente de ingresos de varios miles de millones de dólares en beneficio de los grupos extremistas y criminales, lo que lleva a concluir que la eliminación de la producción de opio es central para instaurar una democracia segura y estable, y consolidar así, la victoria de la guerra contra el terrorismo».

Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el crimen (ONUDC), la producción en Afganistán en el 2003, fue de 3600 toneladas, con una superficie cultivada del orden de 80.000 hectáreas. Se prevé una cosecha aun mas importante para el 2004.

En respuesta al aumento de la producción de opio -post talibanes- la administración Bush multiplicó sus actividades anti terroristas, asignando sumas substanciales de dinero, extraídas de los contribuyentes y destinadas a las operaciones de la «Drug Enforcement Administration (DEA) en Asia del Oeste. La prensa, todos al unísono, acusan al extinto régimen islamista, ni siquiera mencionando que los Talibanes en colaboración con las Naciones Unidas, habían impuesto con éxito, la prohibición del cultivo de amapola en el ano 2000. La producción de opio había enseguida bajado de 90% en 2001.

En realidad, el aumento del cultivo del opio coincidió con el desencadenamiento de las operaciones militares bajo comando estadounidense y la consiguiente caída del régimen taliban. Entre los meses de octubre y diciembre 2001, los granjeros recomenzaron la plantación de amapola a gran escala.

El éxito del programa de erradicación de la droga en Afganistán en el ano 2000, bajo los Talibanes, había sido señalado en la sesión de octubre 2001 de la Asamblea general de las Naciones Unidas. Ningún otro país miembro de la ONUDC había podido poner en practica un programa similar.

Después de los bombardeos estadounidenses de 2001 en Afganistán, el gobierno británico de Tony Blair, le había encargado a los países miembros del G 8 de instalar un programa de erradicación de la droga en Afganistán, que debía en teoría, permitir a los campesinos afganos pasar de la producción de opio a cultivos alternativos. Los británicos trabajaban en Kabul en estrecha relación con la DEA estadounidense.

El programa británico de erradicación de los cultivos fue una pantalla de humo. Desde octubre 2001, el cultivo de amapola subió considerablemente. La presencia de las fuerzas de ocupación en Afganistán no tuvo como resultado la eliminación del cultivo de amapola, sino al contrario. Bajo el régimen de los Talibanes, la prohibición había en realidad, provocado «el comienzo de una penuria de heroína en Europa, hacia el final de 2001», tal como lo reconoció la ONUDC.

La heroína es un comercio de varios miles de millones de dólares, sostenido por intereses poderosos, lo que requiere de un flujo regular y seguro de la mercadería. Uno de los objetivos «escondidos» de la guerra , era justamente, el de restaurar el trafico de la droga, patrocinado por la CIA, en sus niveles históricos y ejercer un control directo sobre la rutas de la droga.

En 2001, bajo los Talibanes, la producción de opiáceos se elevaba a 185 toneladas, para enseguida ascender a 3400 toneladas en 2002 bajo el régimen del presidente Hamid Karzai, marioneta de los estados Unidos.

Destacando la lucha patriótica de Karzai contra los Talibanes, la prensa omitió mencionar que éste ya había colaborado con estos últimos y que había sido empleado de una petrolera de los Estados Unidos, UNOCAL. En realidad, desde la mitad de los anos 1990, Hamid Karzai actuaba como consultante en la camarilla de UNOCAL en sus negociaciones con los Talibanes.

Según el periódico saudita Al-Watan, «Karzai era un agente bajo la mano de la CIA a partir de los anos 1980. Colaboraba con la CIA encauzando la ayuda estadounidense a los Talibanes a partir de 1994, cuando los estadounidenses, secretamente y a través de los paquistaneses, refrendaban el poder de los talibanes».

Es pertinente recordar la historia del trafico de droga en la «Media Luna de Oro», que esta íntimamente ligada a las operaciones clandestinas de la CIA en la región.

Antes de la guerra soviético-afgana (1979 – 1989), la producción de opio en Afganistán y en Pakistán, era prácticamente inexistente. Según Alfred Mc Coy, no había ninguna producción local de heroína. La economía afgana de la droga fue un proyecto minuciosamente concebido por la CIA, en concordancia con la política extranjera estadounidense.

Como fue revelado por los escándalos Iran-contras y del Banco de Comercio y de Crédito Internacional (BCCI), las operaciones clandestinas de la CIA en apoyo a los fedayines, habían sido financiadas a través del lavado de dinero de la droga.

El semanario Time revelaba en 1991 que «porque los Estados Unidos querían proveer a los fedayines rebeldes en Afganistán misiles Stinger y otros equipamientos militares, tenían necesidad de la cooperación total de Pakistán». A partir de la mitad de los anos 1980, la presencia de la CIA en Islamabad era una de las mas importantes del mundo. Un agente de informaciones estadounidense había confiado al «Time», en ese entonces, que los Estados Unidos cerraban voluntariamente los ojos sobre el trafico de heroína en Afganistán.

El estudio de Alfred Mc Coy confirma que en el espacio de dos anos después del desencadenamiento de las operaciones clandestinas de la CIA en Afganistán, en 1979, «las regiones fronterizas entre Pakistán y Afganistán, llegaron a ser la primera fuente mundial de heroína, abasteciendo el 60% de la demanda estadounidense. Según Mc Coy, este trafico de droga era controlado bajo la mano de la CIA. A medida que los fedayines ganaban terreno en Afganistán, ellos ordenaban plantar opio a los campesinos, a titulo de impuesto revolucionario. En esta época, las autoridades estadounidenses se negaron a investigar muchos casos de trafico de droga por parte de sus aliados afganos. En 1995, el ex-director de las operaciones de la CIA en Afganistán, Charles Cogan, admitió que la CIA había en realidad, sacrificado la guerra de la droga en reemplazo de la Guerra fría.

El reciclaje del dinero de la droga por parte de la CIA, fue utilizado para financiar las insurrecciones post-guerra fría en Asia ventral y en los Balcanes, incluido Al Quaeda.

Los ingresos generados por el trafico de la droga afgana comandados por la CIA, son considerables. El comercio afgano de los opiáceos constituye una gran parte de los ingresos anuales a escala mundial de los narcóticos, estimados por las Naciones Unidas a una suma del orden de los 400 a 500 mil millones de dólares. En el momento en que estas cifras fueron publicadas por la ONU (1994), el comercio mundial estimativo de la droga, era equivalente al del petróleo.

Según las cifras de 2003 publicadas por «The Independent», el trafico de la droga constituye el tercer comercio mas importante, después del petróleo y de la venta de armas.

Existen poderosos intereses comerciales y financieros detrás de la droga. Desde este punto de vista, el control geopolítico y militar de las rutas de la droga es tan estratégico como el del petróleo y de los oleoductos.

Sin embargo, lo que distingue la droga de los comercios legales es que los narcóticos constituyen una fuente mayor de riquezas, no solamente para el crimen organizado, sino también para el aparato de informaciones estadounidense, que cada vez mas se erige en potente actor de las esferas bancarias y de la finanza.

En otras palabras, las agencias de informaciones y de los poderosos grupos de negocios, aliados al crimen organizado, se libran a la competencia por el control estratégico de las rutas de la heroína. Los ingresos de varias decenas de millones de dólares que provienen del comercio de la droga, son depositados en el sistema bancario occidental.

Este comercio puede solamente prosperar si los principales actores implicados en la droga tienen «amigos de alto nivel». Las empresas legales e ilegales, están cada vez mas imbricadas, la línea de demarcación entre «gente de negocios» y criminales es cada vez mas vaga. En contrapartida, las relaciones entre los criminales, los políticos y los actores de los servicios de informaciones tiñen las estructuras del Estado y el rol de sus instituciones.

La economía de la droga en Afganistán está «protegida». El comercio de la heroína formaba parte de los planes de guerra. Lo que esta guerra habrá ganado, es el restablecimiento de un narco-régimen dirigido por un gobierno fantoche sostenido por los Estados Unidos.

El articulo a continuación es una traducción abreviada del texto del autor en inglés titulado : Washington’s Hidden Agenda : Restore the Drug Trade The Spoils of War : Afghanistan»s Multibillion Dollar Heroin Trade. Abril 2004 www.globalresearch.ca/articles/CHO406A.html