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La victoria del SÍ

Fuentes: Rebelión

Con casi el 50%, 61 no, 39 si. Mañana será otro día. Hoy es el de la victoria de los griegos contra la demagogia liberal; contra la política antipopular de la troika y los «gestionadores» de la UE y el euro. Más allá de los matices y de nuestras diferencias «en el seno del pueblo», […]

Con casi el 50%, 61 no, 39 si. Mañana será otro día. Hoy es el de la victoria de los griegos contra la demagogia liberal; contra la política antipopular de la troika y los «gestionadores» de la UE y el euro. Más allá de los matices y de nuestras diferencias «en el seno del pueblo», pienso que es el día de darles las gracias a Tsipras, Varoufakis y Syriza, aunque sólo sea por el miedo que han metido en el cuerpo al poder no democrático. Sea lo que sea mañana…como me ha dicho Alejandro [Andreassi], hoy todos a bailar con Zorba.

José Luis Martín Ramos

 

Ha ganado el SÍ, claro que ha ganado el Sí, por supuesto que ha ganado el SÍ.

El Sí a la dignidad, a la resistencia, a la lucha, a la democracia real, a la justicia, a la equidad. El SÍ a la rebeldía, al vivir de pie, al seguir adelante. El Sí que defiende las conquistas de los comunes, la sanidad pública, la educación pública, las pensiones dignas, el trabajo, los derechos laborales. El SÍ al no podrán con nosotras, el SÍ al no en nuestro nombre, el SÍ a la solidaridad, a la unión fraternal de la ciudadanía, el SÍ a tener en cuenta a las más y a los más necesitados, el SÍ al humanismo crítico, a la comprensión, a la compasión, a una cultura responsable, a la honradez y honestidad políticas. El SÍ a una economía al servicio de la ciudadanía y respetuosa con la Naturaleza. El SÍ a los cuidados, a la responsabilidad, a la belleza y a la bondad. El SÍ a una vida que quieren arrebatarnos los ladrones de vidas de mil siglos.

A los que han perdido (y por goleada si tenemos en cuenta además los votos nulos del referéndum), les representa muy bien el cinismo, la ignominia, la chulería, la supuesta fría y técnica racionalidad de ese máximo representante del Eurogrupo de cuyo nombre no quiero acordarme, el mismo que trató con la máxima displicencia al ministro griego de Economía. Y con él, también Frau Merkel y su ministro de Economía, la Europa del capital, el neoliberalismo realmente existente, la UE de los beneficios máximos, la Europa antiobrera y anticiudadana de la crueldad, los grandes medios de inculcación e intoxicación ideológica, el presidente del Parlamento europeo, los partidos del Régimen español, incluyendo por supuesto, además del PPSOE, a Ciudadanos, CDC y Unió, los que han denigrado a la ciudadanía griega (a la que han acusado, por ejemplo, de no pagar impuestos (pagan por encima de la media de la UE y ocho puntos más que en porcentaje español en 2014). Largo etcétera. Apostaron, pusieron pistolas en la sien, mintieron hasta el vómito, amenazaron una y mil veces… y perdieron.

Javier Aguilera ha recordado esta paso de John Berger: «Usureros, estilo cuarentón, impecablemente vestidos, apetito insaciable de control, caras casi blandas, arrugas en la frente (circula la información), ojos pequeños y rápidos que examinan, pero no contemplan nada; unas orejas amplias como una base de datos pero incapaces de escuchar, labios que no tiemblan y bocas que toman decisiones implacables, gesticulan mucho con las manos (demuestran fórmulas con ellas) pero no rozan la experiencia; matas de pelo meticulosamente peinado (como para una prueba de velocidad aeronáutica), cara de hombres seguros, es decir, cara de ignorantes; su artículo de fe: No hay alternativa.» (John Berger «El cuaderno de Bento», Alfaguara, 2012). Son así, acertó de nuevo el autor de Puerca tierra.

Es un primer paso. De acuerdo. No hemos tomado Berlín. Se lanzarán como buitres pero… seguiremos resistencia, dando la cara, señalando escenarios de equidad y solidaridad. No podrán. Se abren caminos de esperanza. Sí se puede, sí se puede. La unidad popular es más necesaria que nunca.

Gracias, una y un millón de veces más, a la ciudadanía griega. Es una victoria suya pero no sólo suya. Con ellos estamos todos los pueblos y las ciudadanas y ciudadanos críticos e indignados del mundo. También ha sido un triunfo para nosotros.

Albert Einstein, que hoy estaría más feliz que un joven cuando descubre la veracidad y corrección del teorema de Pitágoras, nos lo explicó con diferentes melodías.

1. En 1954, fue así: «Gran parte de la historia está […] colmada de luchas por […] los derechos humanos, una lucha eterna en la que nunca se alcanzará una victoria final. Pero renunciar a esa lucha significaría la ruina de la sociedad».

2. Veintitrés años antes, en 1931, de este modo: «La preocupación por el hombre mismo y su destino debe ser siempre el principal interés de todas las iniciativas técnicas; preocupación por los grandes problemas no resueltos de la organización del trabajo y la distribución de los bienes, con el fin de que las creaciones de nuestra mente sean una bendición y no una maldición para la humanidad. No olvidéis nunca eso en medio de vuestros diagramas y ecuaciones.

3. En Mi concepción del mundo lo expresó con claridad: «todos los días recuerdo cien veces que mi vida interior y exterior se basan en el trabajo de otra gente, vivos y muertos, y que debo esforzarme con el fin de dar en la misma medida que he recibido y sigo todavía recibiendo».

En ese esfuerzo debemos estar todos.

PS. Por cierto, ¿no es ahora el momento de recordar al gran León Felipe? «Pero ya no hay locos». Para todos nosotros. Nadie está «terriblemente cuerdo».

Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos. Se murió aquel manchego,

aquel estrafalario fantasma del desierto y… ni en España hay locos.

Todo el mundo está cuerdo, terrible, monstruosamente cuerdo.

Oíd… esto,

historiadores… filósofos… loqueros …

Franco… el sapo iscariote y ladrón en la silla del juez repartiendo castigos y premios,

en nombre de Cristo, con la efigie de Cristo prendida del pecho,

y el hombre aquí, de pie, firme, erguido, sereno,

con el pulso normal, con la lengua en silencio,

los ojos en sus cuencas y en su lugar los huesos…

El sapo iscariote y ladrón repartiendo castigos y premios…

y yo, callado, aquí, callado, impasible, cuerdo…

¡cuerdo!, sin que se me quiebre el mecanismo del cerebro.

¿Cuándo se pierde el juicio? (yo pregunto, loqueros).

¿Cuándo enloquece el hombre? ¿Cuándo, cuándo es cuando se enuncian los conceptos

absurdos y blasfemos

y se hacen unos gestos sin sentido, monstruosos y obscenos?

¿Cuándo es cuando se dice por ejemplo:

No es verdad. Dios no ha puesto

al hombre aquí, en la Tierra, bajo la luz y la ley del universo;

el hombre es un insecto

que vive en las partes pestilentes y rojas del mono y del camello?

¿Cuándo si no es ahora (yo pregunto, loqueros),

cuándo es cuando se paran los ojos y se quedan abiertos, inmensamente abiertos,

sin que puedan cerrarlos ni la llama ni el viento?

¿Cuándo es cuando se cambian las funciones del alma y los resortes del cuerpo

y en vez de llanto no hay más que risa y baba en nuestro gesto?

Si no es ahora, ahora que la justicia vale menos, infinitamente menos

que el orín de los perros;

si no es ahora, ahora que la justicia tiene menos, infinitamente menos

categoría que el estiércol;

si no es ahora… ¿cuándo se pierde el juicio?

Respondedme loqueros,

¿cuándo se quiebra y salta roto en mil pedazos el mecanismo del cerebro?

Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos. Se murió aquel manchego,

aquel estrafalario fantasma del desierto

y… ¡Ni en España hay locos! ¡Todo el mundo está cuerdo,

terrible, monstruosamente cuerdo!…

¡Qué bien marcha el reloj! ¡Qué bien marcha el cerebro!

Este reloj… este cerebro, tic-tac, tic-tac, tic-tac, es un reloj perfecto…

perfecto, ¡perfecto! 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.