Luego de varios años de regímenes estandarizados de derecha en los que unos a otros no se delataban, por el contrario se apoyaban, incluso en crímenes contra el pueblo y sus movimientos libertarios, Latinoamérica presenta en la actualidad dos caras bien definidas: los regímenes que siguen el mandato de los Estados Unidos y los que […]
Luego de varios años de regímenes estandarizados de derecha en los que unos a otros no se delataban, por el contrario se apoyaban, incluso en crímenes contra el pueblo y sus movimientos libertarios, Latinoamérica presenta en la actualidad dos caras bien definidas: los regímenes que siguen el mandato de los Estados Unidos y los que siguen el mandato que el pueblo les dio.
Entre los primeros destacan el de Honduras, un régimen nacido de un golpe de Estado, cuyo primer acto oficial del presidente Porfirio Lovo, fue inaugurar la segunda base militar de los Estados Unidos en ese país. Tras el golpe siguió y sigue una cadena de crímenes y violaciones a los derechos humanos, que colocaron a Honduras entre los países que aún utilizan la violencia política como manera de gobernar. Además es uno de los países que en poco tiempo ya carga con la muerte de nueve periodistas, y muchos activistas políticos antigolpe.
Luego tenemos que en Panamá, ganó las elecciones otro derechista, Ricardo Martinelli, quien también reactivó dos bases militares de los Estados Unidos. Este señor en la actualidad ya es un criminal, ya que al reprimir una huelga de trabajadores de las bananeras resultaron seis trabajadores muertos.
En Colombia acaba de ganar otro derechista, José Manuel Santos, Ex Ministro de Defensa, afín a los Estados Unidos. Los pronósticos son que la guerra toca a las puertas de sus países vecinos, que, casualidad, entran en la otra cara de Latinoamérica. En Colombia sigue vigente la lucha guerrillera, el narcotráfico en todo su esplendor y allí están instaladas las más grandes y mejores bases militares de los Estados Unidos en Latinoamérica.
Sigue Perú, cuyo presidente, Alan García, no sabe resolver los problemas sociales de su país, por el contrario se estrenó con una masacre de indígenas que defienden sus recursos naturales de las transnacionales. En Perú se realizó la sesión de la OEA con el tema del armamentismo en la región.
En esta corta lista está, lastimosamente, Chile, donde el ascenso de un seguidor del criminal Pinochet, Sebastián Piñera, significó la vuelta al poder de muchos seguidores de este criminal, incluso ya tuvo los primeros roces diplomáticos nacidos por comentarios del embajador en Argentina, Miguel Otero, a favor del desaparecido dictador, asesino de Salvador Allende. En este país, tras el ascenso de la derecha la Corte Suprema de Justicia rebaja la condena a los asesinos del general Prat, jefe del ejército durante la presidencia de Salvador Allende, de perpetua a 17 años y otros a menos.
Todos estos países son gobernados por mentirosos, quienes se amparan en falsos discursos con la máscara de la democracia para esclavizar a sus ciudadanos y negarles toda aspiración legítima de paz, libertad y prosperidad y recetarles represión, crímenes y atraso.
Éstos socios de los Estados Unidos, tienden a proteger a terroristas y a promover el terrorismo.
Por el contrario, la otra cara de Latinoamérica tiene su mejor reflejo en la recién terminada Cumbre del ALBA, donde se aprobaron programas que acercan a los pueblos y los incluyen, como a campesinos e indígenas.
Cuba, Venezuela, Bolivia, Argentina, Brasil, Ecuador, Nicaragua (El Salvador experimentando), están ejecutando programas cuyo centro es el beneficio del pueblo, en todos los ámbitos.
En éstos países no se habla de guerra, si no es en el sentido de protegerse de los planes guerreristas de los Estados Unidos.
Venezuela y Cuba han ganado el reconocimiento de las Naciones Unidas por el éxito en programas de salud y educación para el pueblo. Bolivia es el abanderado de las causas indígenas y medioambientales, y la riqueza petrolera ahora también la comparte el pueblo. Ecuador ejecuta un programa social revolucionario. Nicaragua, tras varios gobiernos derechistas que fracasaron en la instalación de fuentes de energía eléctrica, ahora es el pionero en Centroamérica en la producción de energía eólica, asimismo ejecuta programas de amplio beneficio social.
Los cambios incluyen la transformación de legislaciones atrasadas que respondían a los sectores dominantes, empezando desde la Constitución hasta la aprobación de nuevas leyes, favorables para todos.
Todos estos países comercian entre ellos de manera justa, realizan negociaciones exitosas con China, Rusia, la Unión Europea, con reglas claras en los negocios.
Recuperaron la soberanía de la patria.
En éstos países no se habla de guerra, ni de terrorismo, ni de represión. Algunos militares asociados a crímenes de lesa humanidad son juzgados y condenados.
Por supuesto que tienen enemigos en común: líderes religiosos que viven del pasado y quieren recuperar dominio sobre la gente; traidores a la patria que enarbolan el asta de su propia bandera para sabotear o atacar los beneficios a los pueblos; «empresarios» que someten sus caprichos de «poder» a sus empleados y los manipulan o convierten en esclavos, quienes aún utilizan el famoso chantaje de la «inversión» para seguir con sus fines perversos.
Otros «empresarios» utilizan los medios de comunicación para reflejar sus frustraciones, incluso para recuperar la pérdida del poder por la vía democrática que pregonan, mintiendo, vilipendiando, deformando información u ocultándola.
Mientras Estados Unidos utiliza un lenguaje de guerra e insultos desde las tribunas de los gobiernos que se someten a sus caprichos y planes guerreristas, la respuesta de los pueblos liberados es el comercio, la paz, la justicia, la verdadera libertad, la educación, la salud, en fin la prosperidad de los pueblos y no de unos pocos.
Vientos de libertad recorren el continente, si a eso los traidores, antipatriotas, vendepatrias y terroristas, le llaman «socialismo» o «comunismo», pues entonces ¡qué viva el socialismo y el comunismo!
Néstor Martínez. Periodista y escritor. El Salvador, C.A.
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