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Las elecciones internas definirán el 30 de junio los candidatos presidenciales uruguayos

Fuentes: Rebelión

A menos de tres semanas de las elecciones internas de los partidos políticos uruguayos del 30 de junio, de las que saldrán los candidatos presidenciales para los comicios del 27 de octubre, las encuestas marcan que el Frente Amplio ganará en segunda vuelta, pero perderá la mayoría parlamentaria. Lo cierto es que los sondeos no […]

A menos de tres semanas de las elecciones internas de los partidos políticos uruguayos del 30 de junio, de las que saldrán los candidatos presidenciales para los comicios del 27 de octubre, las encuestas marcan que el Frente Amplio ganará en segunda vuelta, pero perderá la mayoría parlamentaria. Lo cierto es que los sondeos no siempre aciertan.

Al cierre del plazo, fueron registradas más de tres mil listas, en un país de poco más de tres millones de habitantes. Algunas listas fueron observadas por parte de las juntas electorales, por incumplimiento de la ley de participación equitativa o por problemas de diseño y dimensiones. Hay 15 partidos habilitados en las próximas elecciones internas, cuatro de ellos con internas (Frente Amplio, Partido Nacional, Partido Colorado y Partido de la Gente) que en total suman 28 precandidatos a la presidencia.

Los análisis y los números de las encuestas señalan que en la eventualidad que el Frente Amplio logre su cuarto gobierno consecutivo en una segunda vuelta, esta vez no tendrá mayoría en el Parlamento lo que significa que la derecha tendrá oportunidades para bloquear las propuestas del próximo Ejecutivo e incluso intentar juicios políticos, tan de moda en otros países de la región.

Escindidos del FA trataron de buscar el «camino del centro» para acaparar los votos de los descontentos de los otrora simpatizantes y militantes del Frente, pero La Alternativa naufragó, porque la ciudadanía la vio como forma de apuntalar un eventual triunfo de los blancos.

Saliendo de la lógica del FA contra los blancos y colorados (los partidos tradicionales del bipartismo uruguayo que gobernó hasta inicios de siglo), comenzaron a aparecer grupúsculos liderados por clones de Jair Bolsonaro, basándose en la necesidad de mayor seguridad.

La más sorpresiva fue la del general Guido Manini Ríos, excomandante en jefe del Ejército, destituido por el actual presidente Tabaré Vázquez, por avalar las violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad (asesinatos, torturas, desapariciones) cometidos por militares durante la dictadura cívico militar (1973-1985), quien lanzó su candidatura bajo el lema Cabildo Abierto.

Tiene un discurso conservador pero -hasta hora- no es «anticomunista» como el de Bolsonaro. Las encuestas le dan una intención de voto de entre el 2 y el 5% del electorado, porcentaje que se supone provendrían de otros partidos minoritarios, como el Partido Independiente y el Partido de la Gente del empresario Edgardo Novick (que surgió hace unos años como el «millonario outsider»), a quien abandonó uno de sus principales dirigentes, Rodolfo Riani, para ponerse a las órdenes del militar.

El tsunami en el Partido Nacional lo provocó el multimillonario Juan Sartori, quien gracias a una descomunal invasión publicitaria en los medios y las calles, logró darse a conocer en menos de seis meses. Empresario joven, que vivió desde los 12 años en Europa, está casado con la hija del magnate ruso Dmitri Rybolóvlev, dueño -entre otras cosas- de los clubes de fútbol Mónaco de Francia y Southampton de Gran Bretaña.

Las encuestas le asignaron el segundo lugar en la interna del Partido Nacional, lejos aún de Luis Lacalle Pou (quien se niega a debatir con otros precandidatos blancos), pero por delante de Jorge Larrañaga, quien fuera hasta ahora el segundo hombre fuerte del Partido Nacional.

Dentro del Partido Colorado las encuestas sitúan a los dos principales precandidatos a una distancia importante entre sí, entre el veterano expresidente Julio María Sanguinetti y el liberal Ernesto Talvi, director académico del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES), un think tank de la derecha neoliberal.

«Para redimensionar el Estado vamos a considerar a todos los sectores que puedan hacer su tarea con menos gente, incluidas las Fuerzas Armadas», dijo el egresado de la Escuela de Chicago, olvidando que la costumbre de su partido es usar al Estado para repartir privilegios entre su gente.

Dentro del Frente Amplio, las encuestas dan como ganador al exintendente de Montevideo Daniel Martínez (de la derecha del Partido Socialista) seguido por la ministra de Industria Carolina Cosse, la única mujer en todo el sistema político que se presenta como precandidata, aúpada por el expresidente José «Pepe» Mujica, el joven sindicalista Óscar «Boca» Andrade y el economista Mario Bergara..

La elección interna define a la persona que será candidata a la Presidencia, pero el peso relativo de los distintos sectores es relevante para negociaciones y alianzas futuras, aunque cada sector (cada lista) no gana algo material en esta elección, ya que llevará sus propios candidatos bajo un lema común.

Enrique Ortega Salinas señala en Caras y Caretas que si la derecha ganara, el aborto volvería a ser delito sin importar las circunstancias. Hoy en día está legalizado, pero con restricciones, lo que ha evitado que miles de mujeres continúen muriendo como ocurría con los gobiernos rosados. Si gana la restauración conservadora, habrá que ir preparando los ataúdes.

Si la derecha ganara, las iglesias evangélicas aumentarían su poder e ingresos, así como la nefasta influencia ultraconservadora, llevando a un retroceso social y cultural lamentable. Y los Consejos de Salarios volverían a ser ignorados, como ocurrió cuando gobernó el Partido Nacional, corriendo peligro también la Ley de Responsabilidad Empresarial, gracias a la cual han disminuido notablemente los accidentes laborales.

De darse una segunda vuelta, Luis Lacalle deberá ceder una cuota de su poder al general Manini, que propone poner en manos del Ejército a los jóvenes que no estudian ni trabajan, una institución que aún hoy defiende a responsables de crímenes de lesa humanidad durante la despótica dictadura.

El partido de la Concertación

Si bien el bipartidismo (de blancos y colorados) se rompió hace tres presidencias, la derecha asume que hay que buscar alianzas para impedir un triunfo del Frente Amplio, reflotando un sui generis bipartidismo cuya única meta es frenar al FA, pero no sabe para qué, ya que carece de un programa común.

Los partidos Colorado y nacional han decidido relanzar el Partido de la Concertación para las elecciones departamentales en Montevideo (donde vive casi la mitad del electorado), para terminar con los sucesivos gobiernos frenteamplistas desde que en 1989 Tabaré Vázquez ganara las elecciones.

Del resultado de las elecciones presidenciales dependerá en mucho si esta concertación tiene futuro.

Luvis Pareja. Periodista uruguayo, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.