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Las obras de paz del Nobel, y sus acólitos

Fuentes: Rebelión

Apenas ha transcurrido un año desde que todos los medios, tertulianos, analistas y casi todas las «masas progresistas» gritaran el «milagro» producido en EEUU con la elección de un presidente negro que iba a cambiar toda la política belicista de los gobiernos anteriores y, en consecuencia, traería por fin la paz a nuestro mundo. La […]

Apenas ha transcurrido un año desde que todos los medios, tertulianos, analistas y casi todas las «masas progresistas» gritaran el «milagro» producido en EEUU con la elección de un presidente negro que iba a cambiar toda la política belicista de los gobiernos anteriores y, en consecuencia, traería por fin la paz a nuestro mundo. La ilusión no nos dejaba analizar pequeños detalles, como la historia de todos los anteriores gobiernos demócratas, desarrollando más guerras e invasiones que los republicanos, o el propio proceso electoral de USA que hace imposible que nadie llegue a presidente si no cuenta con la mayoría de los poderes fácticos, que son los mismos y los que marcan de hecho las líneas políticas; o el «clamoroso» silencio del electo ante la masacre israelí en Gaza, argumentando que «aún no había sido nombrado». Y las bonitas palabras de Obama en los primeros momentos, sobre «nada de intervención» en el continente americano, «el diálogo» con los países islámicos o la «aplicación de las leyes» en Guantánamo, nos hicieron olvidar que toda la política exterior de EEUU de todos los tiempos ha tenido siempre dos ejes fundamentales, con base económica por supuesto, y muchas veces expresados por sus dirigentes: el control en cualquier parte del mundo de las «energías» necesarias para su desarrollo y la hegemonía armamentística, sector central de su economía e instrumento del control energético. Hasta la prestigiosa institución sueca decidió concederle el premio Nobel de la Paz, aunque más que por sus obras, aún no realizadas, por sus «intenciones».

Pero la contumacia de los hechos, «las obras», en tan sólo un año, nos lanza al precipicio de la «lógica realidad», aunque aún haya quien prefiera o le interese vivir la realidad virtual que nos diseñan, por muy irracional que sea. Entre esos hechos más significativos:

Guantánamo: se quita, pero no se niegan los principios de los tipos de detención, y poco a poco (según van saliendo los juicios de inocencia, en personas que han estado sufriendo torturas y cárceles 8 años), y de todas maneras algo dejaremos (en el 2011 aún pueden quedar cientos de presos), y los presos que sacamos de allí los llevamos a sitios parecidos en «países amigos»…

Palestina: se dice al gobierno israelí que «debe parar los asentamientos» en territorio palestino, pero no sólo no los detienen sino que los incrementan, y las ayudas y las relaciones de EEUU continúan sin problemas.

Afganistán: no sólo se mantiene la guerra (esa que devasta desde hace 8 años un país primero para «perseguir al terrorista Bin Laden» y luego para evitar que gobiernen «los talibanes» que estuvieron gobernando antes, tras expulsar a los rusos con el apoyo de EEUU), sino que ahora envía 30.000 soldados más y se dispone a lanzar una ofensiva definitiva que acabe en dos años con una victoria completa. Mientras tanto diseñan y admiten unas elecciones fraudulentas (declaradas así por la propia ONU) y reconocen al gobernante corrupto pero sumiso que habían designado previamente. Y para «asegurar» su trabajo de liberación, envían a la CIA y luego a los marines a la guerra en la región fronteriza de Pakistán.

Latinoamérica: abre los brazos al diálogo con Cuba, pero mantiene el embargo, se mantienen las partidas a los grupos y asociaciones anticubanas, y todos los programas de la CIA para «restablecer la democracia» en la isla; mientras se anuncia la nueva política de no intervención en Latinoamérica instala 7 bases militares en Colombia, apoya las agresiones de este país en la frontera con Venezuela, y denuncia al gobierno venezolano de incendiario, cuando se prepara para defenderse. Y la guinda, los acontecimientos de Honduras: ante el golpe de estado (realizado por militares formados por EEUU, y con la presencia en las reuniones preparatorias del embajador USA), el gobierno de Obama lo rechaza al igual que la OEA, la ONU y la UE, pero enseguida propone una negociación llevada por el presidente de Costa Rica que parte de la base de la renuncia de Zelaya al planteamiento de asamblea constituyente (precisamente el objetivo del golpe)y va manteniendo una calculada ambigüedad que acaba con el reconocimiento de los resultados de unas elecciones organizadas por los golpistas, sin respetar los propios acuerdos de la «negociación», con el rechazo de la inmensa mayoría de la población, que sigue siendo reprimida, ante las denuncias de Amnistía Internacional y las Asociaciones de Derechos Humanos y el repudio de todos los organismos internacionales; a continuación, como se vio en la cumbre Iberoamericana, presiona a todos los gobiernos «amigos» (es decir lacayos) para no quedarse sólo apoyando a los golpistas, consiguiendo la suma de Costa Rica, Colombia, Perú y Panamá; además del zigzagueo preocupante de Zapatero y Moratinos, que siguen manteniendo que no reconocen las elecciones, pero «no las pueden negar». Como tampoco se pueden negar a mandar más soldados a Afganistán, ni pueden negarse frontalmente a nada que proponga el jefe americano.

Conclusión: los poderes fácticos de EEUU saben lo que hacen apoyando al demócrata Obama, que en sólo un año ha avanzado más y con menos rechazos en las mismas políticas que Bush emprendía de manera chapucera.

Colectivo Prometeo de Córdoba

Rebelión ha publicado este artículo con permiso de los autores, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.