Queremos compartir con los lectores de Socialismo Hoy una reflexión general sobre la situación en que se encuentra el gobierno de Laura Chinchilla y cuál es la mejor estrategia del movimiento popular para enfrentarlo y vencer. El espejismo El gobierno de Laura Chinchilla surgió de las elecciones con una fuerza aparente. En el terreno electoral […]
Queremos compartir con los lectores de Socialismo Hoy una reflexión general sobre la situación en que se encuentra el gobierno de Laura Chinchilla y cuál es la mejor estrategia del movimiento popular para enfrentarlo y vencer.
El espejismo
El gobierno de Laura Chinchilla surgió de las elecciones con una fuerza aparente. En el terreno electoral había mejorado todos los números de su antecesor: más votantes (230 000) y mayor porcentaje (5%) que Arias; a esto habría que sumarle la debacle electoral del progresismo del PAC, la desorientación y parálisis del movimiento popular después de la derrota del TLC y la «aplanadora» arista-libertaria de la agenda complementaria.
Estos hechos y sus temas electorales (seguridad y red de cuido) daban la impresión que sería un gobierno fuerte, populista de derecha. Pero la verdad es que esta fortaleza era solo aparente, ya que de forma estructural el gobierno de Laura Chinchilla es uno de los más débiles de la historia política del país.
La herencia
La administración arista fue la época de la «plata dulce»; el «éxito» de sus tres primeros años se asentaba en la derrota/confusión del movimiento popular, pero orgánicamente cabalgaba sobre un boom de especulación inmobiliaria y la construcción (hotelera y residencial), las exportaciones (fiscalmente inducidas) para los grandes conglomerados de la exportación (partes de computadoras, partes médicas, agroindustria), el desarrollo de la medicina y la educación privada a gran escala.
Pero la crisis económica mundial mostró la debilidad estructural y semicolonial del país.
Para palear la caída de las exportaciones, las importaciones, el desplome de la inversión extranjera y contener los efectos sociales de los despidos en masa en el sector privado, el gobierno de Arias «abrió» la llave del gasto: durante 3 años (2007-2009) la inversión social pública se expandió en alrededor del 7% anual, sobre todo concentrada en la «bonopolítica» (programa Avancemos y las pensiones del régimen no contributivo), pero también en el empleo público (salud, educación y seguridad). Según el XVII Informe del Estado de la Nación (XVII IEN), en el 2010 «de los 23.106 nuevos puestos generados, 16.400 (siete de cada diez) correspondieron al sector público. En el sector privado el crecimiento fue de apenas un 0,4% (5.611 empleos), una cifra muy inferior al promedio registrado durante el período de expansión 2004-2007 (4,1%) y al promedio de la última década (3,3%)».
Esta situación y no otra explica el triunfo electoral de Chinchilla, claramente un triunfo prestado, por lo tanto inexistente.
Es importante señalar que la presumida ideología anti estatista neoliberal del PLN se esfumó apenas las contradicciones internas del capitalismo se mostraron en toda su agudeza. El gobierno, como Comité Ejecutivo que vela por el conjunto de los negocios burgueses, usó toda la fuerza concentrada del Estado burgués, de clase, para salvar el modelo y los negocios de los grupos más concentrados del capital nacional y transnacional.
Hoy en 2012 Rodrigo Arias, con su cinismo tradicional dice que su gobierno fue «keynesiano»; cosa burda, pero en un aspecto por lo menos tendría razón, si entendemos por «keynesianismo», lo que siempre hemos entendido los marxistas: el nombre de una política inspirada por el miedo al fantasma de la revolución y el comunismo.
La cuadratura del círculo
El PLN quería hacer la cuadratura del círculo: aumentar el gasto público para evitar los efectos sociales y políticos de la crisis y al mismo tiempo mantener el modelo de paraíso fiscal y exportador que solo beneficia a los grandes grupos y empobrece al pueblo.
Para muestra algunos botones. Durante el «keynesianismo» oligárquico de Arias y Chinchilla, los bancos privados reportaron un crecimiento en sus utilidades de un 55% (solo el BAC San José reportó ¢ 26.613 millones de utilidades, siendo el segundo lugar en utilidades y el primero en rentabilidad sobre el patrimonio); así mismo el lobby piñero pasó de tener 22 400 hectáreas en 2006 a 45 000 hectáreas en 2010 y los latifundios agroindustriales naranjeros (Ticofrut y Del Oro) concentraron 28 000 hectáreas para este año.
En el otro extremo, durante el 2011, la pobreza ascendió de 21,3% a 21,6% (la vulnerabilidad llega al 35%). 37 000 nuevos hogares fueron empobrecidos, llegando a 287.367 hogares del país cuyos ingresos por persona son inferiores a ¢92.122 en la zona urbana y ¢70. 970 en la zona rural. La tasa de desempleo pasó de un 7,3% en el 2010 a un 7,7% este año, llegando a 105.000 personas.
Estos datos duros, que muestran desigualdad y buenos negocios, miseria y lujo morboso, son justamente la fuente de la debilidad del gobierno, que se manifiesta en las permanentes acusaciones por parte del las élites de «parálisis y falta de mando» y en el malestar y las protestas sociales.
El plan de la burguesía
Laura Chinchilla tiene que enfrentar el déficit fiscal más grande de América Latina (5,6% del PIB) y garantizar la rapacidad y voracidad de la clase empresarial y las transnacionales que buscan los negocios de la apertura del TLC.
Al no haber negocios para todo el mundo, vemos en las alturas una lucha sistemática y permanente por garantizarse «los buenos negocios en tiempos de crisis». Este enfrentamiento en las alturas aparece en forma de luchas judiciales, acusaciones de corrupción, etc. entre las distintas facciones de la burguesía y su personal político.
Para garantizar el modelo económico imperante el gobierno ha desarrollado un plan de conjunto para que la crisis la paguen los trabajadores, el cual contiene varios ejes: el primero consiste en aumentar el endeudamiento externo como único mecanismo para mantener las finanzas del Estado; luego encontramos la aprobación del plan fiscal, que tiene como objetivo gravar el consumo de los trabajadores; en tercer lugar, se busca mantener congelada la inversión social pública, sobre todo en salud y educación, lo que significará la decadencia o el cierre de algunas instituciones de salud (el Hospital de Grecia, por ejemplo) o el abarrotamiento en los colegios y escuelas públicas; como última medida ubicamos el aumento de todo tipo de cobros en servicios públicos (municipales, agua , luz, teléfonos) y la construcción de nuevos cobros (peajes, multas, etc.,).
La otra parte de este plan consiste en un fortísimo ataque a los derechos y las conquistas de los trabajadores del Estado, expresado en la restricción de las incapacidades y las horas extras, arremetida a los reglamentos que posibilitan los pluses salariales, la dedicación exclusiva, la carrera profesional, ajustes salariales de hambre (como el de ¢ 5000 que recién decretó); nuevo impulso al proyecto de salario único y principalmente la implementación de un decreto que le entrega a la Autoridad Presupuestaria la rectoría en materia de empleo público, lo que significa, en los hechos, la anulación de la Comisión Negociadora de Salarios y la derogatoria a golpe y porrazo de las convenciones colectivas del sector público.
La resistencia popular y su reorganización
Los buenos negocios para unos pocos no son los únicos datos relevantes de este análisis, también lo es la recuperación de las fuerzas del movimiento social, sobre todo del sindical y las luchas contra el despojo de las tierras y los recursos naturales.
Del 2006 al 2010 surgieron 32 nuevos sindicatos y 31 000 nuevos trabajadores se sindicalizaron, llegando a 195 950, la mayoría en el sector publico. Así mismo durante el año 2010: « se presentaron 34 movimientos de protesta sobre asuntos ambientales» (XVII IEN), el mayor número reportado en lo últimos trece años (desde que se lleva registro).
Es muy evidente que frente a la política de despojo salarial, territorial y vital del gobierno y las transnacionales, los sectores populares han resistido y se han reorganizado molecularmente; muchas veces esta reorganización se da a pesar de las burocracias sindicales y partidos «progresistas», que ha militado para fomentar la dispersión y la crisis política o bien abandonando los frentes de clase y de lucha para dedicarse a la «lucha» ciudadana y electoralista.
Este proceso molecular tuvo durante noviembre de 2011 una emergencia a la superficie donde una multiplicidad de sectores y malestares ganaron la calle o hicieron huelgas (médicos anestesiólogos, vecinos, obreros agrícolas, motoqueros, choferes) y el malestar de las élites también se hizo expreso a través de la AZOFRAS [1] y su oposición al plan fiscal.
Justo en esa coyuntura surge la Coordinadora Nacional de Lucha como un intento de aglutinar a los sectores sindicales y sociales en lucha para preparar y organizar la resistencia, no contra este o aquel aspecto puntual del ataque y mucho menos para crear ilusiones en las posibilidades de «arrancarle espacio» a Liberación Nacional (como postula la oposición burguesa Alianza por Costa Rica), sino para articular la resistencia y la lucha callejera. Esta resistencia, que hoy aparece atomizada, debe dotar el campo popular y sindical de un programa que permita derrotar al plan de conjunto que tiene el gobierno.
1.- Asociación de empresas de Zonas Francas de Costa Rica.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.