Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
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HECHOS:
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En la guerra de Siria han muerto ya entre 250.000 y 400.000 personas, dependiendo de la fuente, y más de un millón han resultado heridas.
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Al menos la mitad de la población siria está desplazada dentro o fuera de sus fronteras.
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Según fuentes locales, Lesbos recibe hasta 3.000 refugiados al día (aunque el flujo se ha reducido de momento debido al aumento de las restricciones y a las condiciones climatológicas).
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El pasado mes de agosto, 22.000 refugiados en Lesbos se quedaron «varados», en una isla que cuenta con una población de 86.436 habitantes.
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La UE declaró recientemente que Turquía es un Estado seguro y pidió la implicación de la OTAN, «no para impedir», supuestamente, «que los refugiados puedan acceder a Europa» sino para «deshacerse de los emigrantes ilegales y ayudar a los refugiados» devolviéndolos a Turquía.
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Turquía acoge ya a más de 2,5 millones de refugiados, muchos de los cuales están esperando poder entrar en Europa.
Dependiendo de cómo esté la situación en la frontera con Macedonia, pronto podría haber miles de personas abandonadas en la isla griega de Lesbos. Durante los meses de agosto y septiembre del pasado año hubo un auténtico caos, ahora controlado gracias a una firme organización y a la diligencia y labor de los voluntarios. A lo largo del último medio año han llegado a la isla muchos voluntarios y decenas de miles de refugiados. La humanidad se ha prodigado hacia Lesbos a pesar de las autoridades, las normativas fronterizas europeas y otros mecanismos destinados a impedirlo. Actualmente, en la isla se aprecia la presencia de buques de la marina de varios Estados de Europa, incluidos los de España y Portugal; hay equipos de la Agencia de Fronteras de la UE, Frontex; fuerzas policiales y guardacostas, y asimismo se espera la pronta arribada de los navíos de la OTAN, que se encargarán de la «misión» de devolver a los refugiados a Turquía. Las autoridades tropiezan unas con otras en su demostración de fuerza, mientras los refugiados y los voluntarios se abrazan con toda humanidad cuando los botes llegan a la isla. Personas que han viajado desde muchos lugares de Europa y EEUU se acercan hasta la frontera para recibir cálidamente a las personas que llegan pidiendo ayuda. Y sus manos se encuentran en Lesbos. Hacia allí me fui para unirme a ellos.
La Unión Europea ha dado un plazo de tres meses a Grecia para que «refuerce sus fronteras» y corrija «deficiencias» en el control de la afluencia de personas, y si así no lo hace tendrá que enfrentarse a la suspensión de su país como zona libre de pasaportes del Área Schengen. Según el alcalde de Lesbos, Spyros Galinos, los griegos han «mantenido los ideales de Europa» en el apoyo prestado a los miles de refugiados. «Durante siete años, se ha acusado a los griegos de no proponer una política propia», explicó, «pero el mismo pueblo al que pusieron de rodillas a causa de la crisis económica, supo encontrar fuerzas para levantarse y asumir por sí mismo un problema que es de todos, que es europeo».
Para Turquía y sus traficantes, el flujo de personas es un gran negocio. Se estima que cada bote repleto de gente desesperada genera 50.000€. De ahí que por la noche, cuando los autobuses se llenan de personas en un lugar alejado de la costa en Turquía, se deje pasar a los contrabandistas dependiendo de las fluctuantes regulaciones para de que hagan buenos negocios. El gobierno turco aplica mano dura en determinados cruces, cambiando el flujo de refugiados hacia Lesbos en el momento en que llegan a la costa norte de la isla. Adoptó medidas severas con los contrabandistas de Esmirna que se dirigían al sur de Lesbos, una hora de viaje letal con chalecos salvavidas defectuosos y lanchas neumáticas por aguas agitadas para poder sacar ganancias más provechosas, en vez de la ruta cinco veces más larga y por tanto cinco veces más peligrosa hasta llegar a la costa norte. Los refugiados tienen que pagar 1.500€ para arriesgar sus vidas cruzando el Egeo en un día con buen tiempo (una tarifa muchísimo más cara que la del viaje oficial y seguro en ferry); cuando hace viento, hay un recargo de 500€, o de 700€, si el viaje es por la noche cuando las posibilidades de supervivencia disminuyen. Así es como los contrabandistas explotan la situación de las personas que huyen de la guerra y se hallan en situación de extrema vulnerabilidad.
La gente se siente confusa y asustada cuando los voluntarios intentan ayudarles a salir de los botes al pensar que pueden ser policías que vienen a golpearles o a repatriarles. Las playas de Lesbos no tienen alambradas de púas. Los voluntarios tratan de comunicarles que están allí para ayudar y por eso extienden sus manos abiertas hacia ellos. No es fácil lograr que confíen porque todas las políticas oficiales que tratan de obligarles a volver atrás les reciben violentamente y les dejan muy claro que no son bienvenidos.
Que las familias ponen en peligro sus vidas y se enfrentan a situaciones traumáticas cuando cruzan el Egeo es algo que Europa ve como un tema aparte, considerando que Turquía es ahora «segura» a pesar de la horrenda explotación y trato aplicados a los refugiados. Los voluntarios me contaron varias historias de botes atestados muy por encima de su capacidad oficial y de mujeres abortando debido a la terrible experiencia vivida a bordo; incluso de una mujer que se puso de parto justo después de que el bote tocara la playa y tuvo a su bebé allí mismo, en la orilla. La fuerza y humanidad de estos seres es inconmensurable. Los campos situados en la isla están llenos de compasión y solidaridad.
El viceministro griego para la Política Migratoria, Yiannis Mouzalas, expresó el sábado su oposición a la postura de la UE, diciendo que cada vez se ignora más la urgencia de la reubicación, convirtiendo a Grecia en el «chivo expiatorio» de los lentísimos avances en la gestión del flujo de refugiados. El pasado año llegaron a Grecia más de 850.000 refugiados y emigrantes. Los Estados miembros de la OTAN no han alcanzado acuerdo alguno para conseguir un mecanismo para toda la UE que reasiente a los emigrantes y pueda aliviar la presión sobre Grecia e Italia. Varios Estados de Europa Central y Oriental se han negado incluso a aceptar un cupo mínimo, según informó ayer la agencia de noticias ateniense ANAMPA.
Mouzalas admitió que su gobierno ha cometido errores y ha dilatado la adopción de medidas. «Cometimos errores, estábamos confundidos, no sabíamos cómo abordar este nuevo fenómeno; nos quedamos a la zaga. Pero cuando alguien quiere que prevalezca la xenofobia y la falta de razón, trata de encontrar un chivo expiatorio, y ese chivo expiatorio es para algunos Grecia», explicó.
Hace dos semanas, un informe preliminar exponía que Grecia había «descuidado gravemente» sus obligaciones en el control de la frontera exterior de la Zona Schengen. Ahora, Austria, Albania y Macedonia han empezado a cooperar entre ellos en las restricciones fronterizas. Austria está reforzando sus fronteras para limitar el tránsito de refugiados hacia la UE [80 refugiados al día] a través de la frontera macedonia desde Grecia, pasando la responsabilidad a Macedonia para que «detenga la oleada». Austria aumentará el número de efectivos de policía y del ejército que trabajan con las autoridades macedonias en tal afán.
«Tenemos que reforzar las fronteras externas de la UE, especialmente en Grecia, y proporcionar más ayuda humanitaria a los países de origen para que menos gente se vea forzada a dirigirse hacia Europa Central», insistió Mouzalas. «Apoyo al ministro de Defensa de Austria, Hans Peter Doskozil, que está dispuesto a desplegar soldados austriacos en las fronteras externas de la UE o en Macedonia o Serbia».
Pero Europa sabe que las personas seguirán llegando, que los refugiados encontrarán nuevas rutas y que los voluntarios las localizarán y se desplazarán hasta ellas para recibirles. Estamos viendo ya esta tendencia en Lesbos. Porque la humanidad no sabe de fronteras.
No obstante, parece que están poniéndose en marcha una serie de estructuras para frenar o redirigir esos «flujos» de voluntarios que viajan hacia Oriente haciendo todo cuanto pueden para reunirse con la gente que se dirige hacia Occidente. Parece que esta manifestación excepcional de humanidad, que intenta repensar la forma en que tratamos a las personas a partir de conceptos fabricados de fronteras, está demostrando ser una importante amenaza para las autoridades europeas. Introducir la humanidad en la política no es algo que quepa esperar en estos momentos de Europa o de la Unión Europea.
Amnistía Internacional ha advertido que las fuerzas de la OTAN que vayan a empezar a trabajar en el mar Egeo deben actuar respetando el derecho internacional y desarrollar operaciones de búsqueda y rescate de las personas que estén en situación desesperada, y no limitarse a devolver ilegalmente a los refugiados a Turquía. «Cientos de refugiados, incluidos muchos niños, han muerto ya este año intentando hacer el peligroso viaje a través del Egeo», dijo Iverna McGowan, directora de la Oficina de Instituciones Europeas de Amnistía. «Cualquier barco de la OTAN que sea testigo de que hay un bote en apuros debe proporcionarle ayuda inmediata y salvar las vidas de las personas que vayan en él».
La organización de los derechos humanos insiste en que las fuerzas de la OTAN no pueden convertirse en una barrera más entre los refugiados y la protección internacional a la que tienen legalmente derecho: «Interceptar a los refugiados que tratan de alcanzar Europa devolviéndoles a Turquía será una grave violación de su derecho a pedir asilo e infringe el derecho internacional». Europa debería poner en marcha y ampliar de inmediato los planes para reasentar a los refugiados de Turquía, exigió. Ofrecer alternativas legales y seguras sería la única medida adecuada que podría disuadir a las personas de utilizar rutas marítimas peligrosas e irregulares.
En agosto de 2015, los refugiados llegaban a las playas en sus botes medio desinflados en una proporción de varios miles al día, me dijo el editor del periódico local de Lesbos. En estos momentos, en un campo situado junto a la costa, construido de forma adecuada y preparado para afrontar el frío extremo que Lesbos ha soportado este año, sólo había un refugiado. «Se fueron todos a Moria», nos contó un voluntario. Cuando la frontera macedonia lo permite, los refugiados intentan coger el ferry de las ocho de la mañana una vez que se han registrado oficialmente en Moria -el campo oficial- permitiéndose a menudo sólo una parada de unas diez horas tras su peligroso viaje desde Turquía.
La decisión de la OTAN de «ayudar» a los refugiados declarando a Turquía «lugar seguro» para ellos es en realidad un intento de repatriar a los inmigrantes «ilegales» devolviendo a todos los refugiados a Turquía, para allí «limpiar» de «ilegales» a los «refugiados verdaderos». La gente en Lesbos se siente anonadada y frustrada, incluso los habitantes locales, que tanto lucharon para acoger a los refugiados aún cuando no estaban preparados para hacerlo ante la afluencia masiva del pasado agosto. Es probable que los buques de la OTAN se dediquen a hundir los botes para obligar a la gente a aceptar su «ayuda». Tras haber pagado un viaje enormemente caro a los contrabandistas turcos, la OTAN les obligará a volver al lugar donde fueron -y de nuevo serán- tratados espantosamente.
Muchos de los voluntarios con los que me reuní expresaron su rabia y frustración por las políticas de la UE y la explotación de las fronteras y de las personas más vulnerables con tal de capitalizar políticamente la situación. Esto ha quedado muy patente en las actuaciones de varios políticos y partidos derechistas por toda Europa.
Puede que el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, pretenda cubrirse con una capa de humanidad, pero ni una sola vez he escuchado a un político europeo hablar de responsabilidad por los desastres que han desencadenado la crisis de refugiados. Ya sea a causa de las guerras, violencia civil o destrucción económica, parece haber una absoluta falta de voluntad para conectar la terrible guerra en Siria -en la que Estados occidentales como Gran Bretaña, Francia y EEUU, así como Rusia, están bombardeando el país- con el desplazamiento de millones de personas. Y también la demostración de una amnesia histórica colectiva al olvidar cómo los sistemas coloniales y neocoloniales han dado lugar a tantas disparidades en Oriente Medio y África del Norte.
En ese sentido debemos sentirnos responsables, aunque quizá no culpables, ya que Europa está en efecto muy conectada con las tragedias que llevan a las personas a ponerse ellas mismas y a sus familias en una situación tan desesperada como la de los refugiados que huyen, hasta el extremo de enviar a niños no acompañados o mujeres embarazadas en los botes. Es terriblemente doloroso escuchar a los representantes de la UE o de la OTAN diciendo que «hablan de humanidad» a la vez que la desvinculan de la «protección» de las fronteras de Europa.
Podemos concluir, por tanto, que la legitimidad del «rostro feroz» en las fronteras es muy débil. ¿Cómo puede la humanidad ser una amenaza tal para que las alambradas de espino, la violencia y la repatriación tengan que disfrazarse con la preocupación por la seguridad y las preguntas sobre esta tragedia queden sin contestar? La respuesta a esta «amenaza» se pone de manifiesto no sólo en el trato dado a los refugiados y emigrantes que se dirigen hacia Occidente, sino también a los voluntarios que se desplazan hacia Oriente en su ayuda.
Mensaje para todas esas autoridades y «responsables» políticos: Prueben a hacer el viaje de Siria a Europa y vean si logran sobrevivir.
Henriette Johansen es investigadora del Middle East Monitor y asesora de The IARS International Institute.
Fuente: https://www.middleeastmonitor.com/articles/europe/23936-lesvos-where-humanity-confronts-borders
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