Agentes de la Oficina para la Protección de la Constitución (dedicada al espionaje interno) vigilan, desde hace años, a los diputados del partido La Izquierda (Die Linke), formación nacida en 2007, tras fusionarse el Partido del Socialismo Democrático y una fracción del Partido Socialdemócrata. Un diputado de esa formación presentó una demanda, y la respuesta […]
Agentes de la Oficina para la Protección de la Constitución (dedicada al espionaje interno) vigilan, desde hace años, a los diputados del partido La Izquierda (Die Linke), formación nacida en 2007, tras fusionarse el Partido del Socialismo Democrático y una fracción del Partido Socialdemócrata. Un diputado de esa formación presentó una demanda, y la respuesta del Tribunal Federal Administrativo ha sido considerar legítimo el espionaje. En las elecciones generales de 2009, La Izquierda obtuvo casi el 13% de los votos y 76 escaños, además está presente en trece parlamentos regionales.
Según argumentó el Tribunal, la vigilancia es lícita porque algunas corrientes de ese partido persiguen fines anticonstitucionales, es decir, cuestionan la Constitución capitalista; por tanto no es de descartar en el futuro que si La Izquierda sigue creciendo, lleguen a considerar su ilegalización por tratarse de un partido «anómalo» dentro del Sistema, porque tiene ciertos tintes revolucionarios. Si ello sucediera, miles de alemanes se quedarían sin derecho al voto, como ocurre en el País Vasco.
Occidente protege su ordenamiento constitucional capitalista, vigilando, reprimiendo y encarcelando a quienes lo cuestionan, eso es «legitimo y democrático». Pero cuando Cuba, para defender su Constitución socialista, hace lo propio, estamos ante actos «represivos y dictatoriales que vulneran la libertad»; sin embargo, en este paralelismo hay una diferencia notable: Los disidentes encarcelados en las «democracias» capitalistas se mueven por ideales, los mercenarios cubanos por dinero.
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